Krishnamurti |
DAVID BOHM: Tal vez podríamos profundizar más en la naturaleza de la base, investigar si existe una posibilidad de llegar a ella y si ella tiene alguna relación con los seres humanos. Y también si es posible que haya un cambio en la conducta física del cerebro.
KRISHNAMURTI: ¿Podríamos abordar esta cuestión desde el punto de vista de por qué tenemos ideas? ¿Y es la base de todo lo que existe una idea? Eso es lo que debemos tener claro desde el principio. ¿Por qué las ideas se han vuelto tan importantes?
DB: Tal vez porque no esté clara la distinción entre las ideas y lo que se encuentra más allá de las ideas. A menudo consideramos que las ideas son algo más que ideas; sentimos que no son ideas sino una realidad.
K: Eso es lo que quiero descubrir. ¿Es la base una idea, es imaginación, es una ilusión, un concepto filosófico? ¿O es algo absoluto, en el sentido de que no hay nada más allá?
DB: ¿Cómo puede usted decir que más allá no hay nada?
K: Estoy llegando a eso. Quiero ver si miramos esa base, si la percibimos, o si tenemos un discernimiento de ella a partir de un concepto. Porque, después de todo, el mundo occidental, y tal vez también el mundo oriental, se basa en conceptos.
Toda la perspectiva religiosa y sus creencias se basan en eso. ¿Abordaremos, pues, la cuestión desde ese punto de vista o lo hacemos como una investigación filosófica, filosófica en el sentido de amor a la sabiduría, amor a la verdad, amor a la investigación, la labor de la mente? ¿Estamos haciendo eso cuando discutimos, cuando queremos investigar, explicar o descubrir qué es esa base?
DB: Bueno, tal vez no todos los filósofos hayan estado fundamentando sus enfoques en conceptos, aunque es cierto que la filosofía se enseña por medio de conceptos. Indudablemente, es muy difícil enseñarla salvo que sea a través de conceptos.
K: ¿Cuál es entonces la diferencia entre una mente religiosa y una mente filosófica? ¿Comprende lo que trato de comunicar? ¿Podemos investigar la base desde una mente disciplinada en el conocimiento?
DB: Nosotros decimos que fundamental, intrínsecamente la base es desconocida. Por lo tanto no podemos empezar con los conocimientos, y hemos insinuado que debemos partir de lo desconocido.
K: Sí. Digamos, por ejemplo, que x sostiene la existencia de tal base. Y todos nosotros, y y z, decimos: ¿Qué es esa base? Pruebe que existe, demuéstrelo, déjela que se manifieste. Cuándo hacemos ese tipo de preguntas, ¿lo hacemos con una mente que está buscando, o más bien con una mente que tiene esta pasión, este amor por la verdad? ¿O meramente decimos: Hablemos de ello?
DB: Creo que en esa mente está la exigencia de certeza, queremos estar seguros. Por lo tanto, no investigamos.
K: Supongamos que usted afirma que hay algo así, que la base existe, que es inamovible, etcétera. Y yo digo que quiero descubrirlo. Le pido que me lo demuestre, que me lo pruebe. ¿Cómo puede mi mente, que ha evolucionado a través del conocimiento, que se ha disciplinado muchísimo en el conocimiento, tan siquiera tocar aquello? Porque aquello no es conocimiento, no es un producto del pensar.
DB: Sí, tan pronto como decimos demuéstremelo, queremos convertirlo en conocimiento.
K: ¡Así es!
DB: Queremos estar absolutamente seguros, de manera que no haya lugar a dudas. Y no obstante, en la otra cara de la moneda, también está el peligro del autoengaño y la ilusión.
K: Por supuesto. la base no puede ser alcanzada en tanto haya cualquier forma de ilusión, que es una proyección del deseo, del placer o del miedo. Entonces, ¿cómo lo percibo? ¿Es una idea para ser investigada? ¿O es algo que no puede investigarse?
DB: Correcto.
K: Porque mi mente está adiestrada, disciplinada por la experiencia y el conocimiento, y solo puede funcionar en esa área. Y viene alguien y me dice que esta base no es una idea, que no es un concepto filosófico, que no es algo que pueda ser producido o percibido por el pensamiento.
DB: No puede experimentarse, percibirse o comprenderse mediante el pensamiento..
K: ¿Qué me queda entonces? ¿Qué he de hacer? Sólo dispongo de esta mente que ha sido condicionada por el conocimiento. ¿Cómo puedo alejarme de todo eso? ¿Cómo puedo yo, un hombre común, educado, ilustrado, experimentado, sentir esta cosa, tocarla, comprenderla?
Usted me dice que las palabras no me lo comunicaran. Me dice que debo tener una mente libre de todo conocimiento, excepto el tecnológico. Y usted me está pidiendo algo imposible para mí, ¿no es así? Y si yo digo que haré un esfuerzo, entonces también eso nace del deseo egocéntrico. ¿Qué haré entonces? Creo que es un interrogante muy serio. Es lo que toda persona seria se pregunta.
DB: Al menos implícitamente. Puede que no lo digan.
K: Sí, implícitamente. Entonces usted, que está en la otra orilla, por así decirlo, me dice que no hay barca para cruzar el río. Tampoco puedo salvarlo a nado. De hecho no puedo hacer nada. Básicamente en eso viene a parar la cosa. ¿Qué haré entonces? Usted me lo está preguntando, interroga a la mente, no a la mente general sino…
DB:…a la mente particular.
K: Usted le está pidiendo a esta mente particular que evite todo conocimiento. ¿Se ha dicho esto alguna vez en el mundo cristiano o judío?