Brad Hunter |
Es una cuestión de armónicos y resonancia. La conciencia es información, es energía galáctica que impacta a todos por igual, pero no todos tienen sus “cerebro-mente-receptores” sintonizados en la frecuencia correcta para que esto suceda.
El ímpetu y la necesidad de cambio sin despego de los antiguos condicionamientos de la conciencia y arraigados fuertemente en el subconsciente, nos llevan a que todo sea más confuso y menos claro. La realidad de quienes buscan información en el “mapa del nuevo conocimiento” se encuentran con patrones de información altamente contaminante por “mandatos condicionantes de la vieja conciencia” y el antiguo saber.
La Física Cuántica, nace como una nueva ciencia con “con-ciencia” que empieza a construir un puente entre el conocimiento ancestral que sobrevivió de las anteriores humanidades y que fuera “limitado” en el terreno de la mística, con lo aprendido como resultado evolutivo de las ciencias de la actual humanidad.
Hoy de forma ideal y casi romántica –como quien amanece de pronto en iluminación en una nueva tierra o en un nuevo cielo– se plagó el “mercado de la nueva conciencia” de agentes de confusión y desinformación. Sin ánimos de herir la susceptibilidad de nadie y sabiendo que en muchos casos esto, es motivado por la impetuosa necesidad de cambio, y la buena voluntad del aprendiz, aparecieron por arte de magia, profetas del nuevo conocimiento. Con sobras de buena intención, pero desconocedores de los motivos verdaderos de las causas del proceso, repiten casi irracionalmente lo que leen, escuchan, ven y experimentan por diferentes medios o por mérito de búsqueda personal pero que produce un efecto de “desencanto y decepción”.
La conciencia es en sí misma energía que porta información y nosotros actuamos según nuestra propia capacidad, como decodificadores de dicha información. Para ello poseemos la mente, el intelecto (“software”) y el cerebro que es el (“hardware”) para interpretar y almacenar en el alma, lo aprendido. No todos los seres humanos poseemos por, dedicación, posibilidad o estudio, el conocimiento y la capacidad suficiente para poder difundir claramente de que se trata realmente el proceso en marcha. Es una enorme responsabilidad que debe ser asumida con seriedad por todos los que hacemos esta tarea.
Es en esta confusión, donde hallan terreno fértil los antiguos poderes manipulativos con el objetivo de magnificar la crisis existencial y ponerla a su favor. Es así como quienes creen ser agentes del despertar, por desconocimiento, terminan siendo funcionales a la desinformación. Hay un dicho que dice: “La mejor manera de esconder un elefante, es en una manada de elefantes” y es por ello que el mercado del nuevo conocimiento fue inyectado de pseudo información, medias verdades y desinformación. Las víctimas son todas aquellas personas que con buena voluntad y falta de valores de creencias se apoyan casi por acto de fe en este conocimiento nuevo sin evaluar lógicamente la validez de su contenido.
El estudio, comprensión y evaluación de la información sacada de todo contexto condicionante, ya sea religioso, místico y hasta fantasioso, es un esfuerzo que requiere mucho tiempo y esfuerzo. Esta corriente de desinformación motivó la aparición de quienes alentados por el protagonismo del ego y la” ley de atracción” del reconocimiento personal y hasta el negocio, se auto proclamaron aptos para la difusión del saber. Esta responsabilidad no es un juego, ni tampoco una obra mística, sino que es una tarea profesional y debe ser sustentada con saber y lógica.
El conocimiento y la búsqueda de la verdad merecen responsabilidad por parte de quien lo difunde. En el proceso de crisis corriente, existen muchos seres que abandonados por sus falsos sustentos del viejo sistema, de repente se encontraron carentes de valores reales y de creencias en que apoyarse.
Es un momento en el que es muy fácil por el vacío existente, generar una mayor confusión y desasosiego generalizado en las personas en busca de nuevos caminos interiores. Seriedad, búsqueda, investigación, dedicación, evaluación, razonamiento, pensamiento y sobre todos saber desechar la mentira, es lo que alguien con responsabilidad de informar, debe asumir.
Como investigador y periodista de este camino, lamento profundamente el ser consciente que la sobre saturación producto de la pseudo-información está provocando un estancamiento en la búsqueda real por el despertar de conciencia en muchas personas necesitadas de valores reales. El adoctrinamiento condicionante y manipulativo que promulgó los viejos sistemas de creencias, hacen que las personas en su equivocación de seguir asimilando conocimientos, basados en el Hemisferio Izquierdo, entiendan que deben “recibir” y “creer” sin cuestionar. De esta forma se saturan de información, de cursos milagrosos y términos “cuánticos” que no sirven al verdadero propósito del cambio de conciencia. Por desgracia seguimos esperando a que vuelva un Mesías para que nos salve de nuestra propia inconsciencia, la cual nos crucifica en la ignorancia.
Después de 2.010 años todavía no hemos aprendido el significado de vivir en amor, compasión y tolerancia. Matamos al cartero, lo adoramos y seguimos sin aplicar su mensaje. Seguimos creyendo en magia, porque esperamos fórmulas mágicas, porque queremos conseguir sin merecer y es así como creemos en las promesas y “ el secreto” que entusiasman falsamente a muchos en la facilidad del logro material con el sólo hecho de poner una foto de una “Ferrari” y el poder de visualizarse en su interior para que entonces, ésta pueda materializarse en mi vida. Creer es crear, sí, pero hay que ser consientes de que quiero crear.
Si no cambiamos la conciencia y nos informamos, crearemos más de aquello que tememos. Antes de hacernos desear una Ferrari, nos deben enseñar que sin un planeta sano donde vivir, de nada sirve tener una Ferrari. Un curso que nos enseñe a como desear que, no exista el hambre, la desigualdad, en el cual las grandes potencias fabriquen paz y no armas y los remedios sean un bien de acceso gratuito...Eso sí, es un “secreto”, pero debe ser tan “secreto” que todavía no lo encontré.
Es un secreto real el que no nos enseñan que cuando uno teme cambiar y vive arraigado a lo que nos esclaviza, estamos dando la responsabilidad a otros para que sigan controlando nuestras y vidas creando el miedo al cambiar. El miedo al desarraigo, el aceptar lo nuevo desapegándonos de lo viejo. Cuando exigimos al nuevo conocimiento, técnicas para conseguir cosas del antiguo sistema de valores, estamos cometiendo un serio error. Estas situaciones no hacen más que reflejar nuestros propios temores frente al cambio.
El problema que veo es que la humanidad actual no tiene el sentido de su verdadera identidad. Somos el título que supimos conseguir, el trabajo, las posesiones, los logros, la religión, la raza, etc., para creernos finalmente que eso es lo que somos. Antes que nada debemos comprender y conocer nuestra propia esencia. Pero resulta que no queremos oír ni aceptar todo aquello que implique “Evolucionar es sacrificar lo que somos y tenemos para el sistema de creencias actual”. Enfrentarse al verdadero ser es algo desconocido en occidente y es algo que la mayoría no quiere enfrentar. Por esta razón, no importa cuántas civilizaciones emerjan y desaparezcan, lo que las crea y hace desaparecer, es nuestra propia conciencia colectiva a niveles subconscientes. Hacemos una y otra vez lo mismo, porque no importan las urgencias de las amenazas.
Seguimos atados a un ritmo depredador como si alguna solución mágica y que no implique mi propia responsabilidad, apareciera y cambiara todo de la noche a la mañana. Somos capaces de clonar, de viajar al espacio, romper la barrera del sonido, de crear inteligencia artificial y de crear una ciencia que puede reemplazar corazones y crearlos artificialmente, pero aún desconocemos lo que somos en esencia y lo que moviliza a esos mismos corazones latir. Cada uno de nosotros somos responsables de la epidemia colectiva que creamos al no saberlo, porque seguimos buscando respuestas en el afuera de lo que debemos buscar adentro. La doctrina TV nos automatizó en la respuesta del enjuiciamiento del otro, sin reconocer nuestros propios errores y miedos.
Perdimos la capacidad de asombro porque perdimos la noción de la frontera entre lo real y lo irreal.
Las emociones poseen sólo dos estados, el AMOR y el MIEDO de las cuales derivan otras tantas. La irresponsabilidad sobre nuestras propias conductas y el continuo delegar en el sistema nuestras propias responsabilidades, ha generado que el miedo sea la guía de este proceso evolutivo. El temor al 2012 es la prueba.
Millones de seres humanos en todo el mundo experimentan, una crisis existencial que se manifiesta en la pérdida del significado de la vida, por un vacío interior y la falta de valores reales. Independientemente de las condiciones sociales, económicas o culturales, es una crisis que nos obliga a descubrir que no sabemos reconocernos por lo que somos realmente.
Existe un “miedo a la libertad” (como diría Erich Fromm), y la conciencia, que ha quedado sin líderes, desea buscar algún guía a quien delegarle la responsabilidad del nuevo caminar. Nos hicieron tan dependientes de un sistema, que estamos acostumbrados a la esclavitud de la conciencia. La crisis existencial del hombre no se resuelve en la búsqueda de lo conocido en el mundo material, sino dentro de la perspectiva de una libertad espiritual. Ya no se trata de reconstruir el mundo perdido sino de trascender lo conocido en este mundo y comprender que lo espiritual debe desasociarse a lo religioso. Espiritualidad es animarse a “espiralarse” a lo nuevo, a lo no creado. Porque somos creadores y no debemos tener miedo a crear. Tenemos ese poder.
La única Ley de Atracción es la Ley del Amor que nos atrae a nuestra propia esencia creadora que es Amor en su estado más puro y que conocemos como Dios, la Matriz de la Creación. Espiritualidad es conciencia en ascensión espiralada hacia un camino de regreso al Creador. Eso se logra creando.
Con Amor Brad Hunter.
fuente:http://caminoconciencia.blogspot.com.es/2014/05/en-busqueda-de-la-conciencia-brad-hunter.html
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