jueves, 8 de octubre de 2015

¿Qué es el ego?


¿Qué es el ego? ― es a menudo una de las preguntas-clave en torno a la cual giran los senderos y las prácticas espirituales. En mi opinión, ha habido muchas enseñanzas engañosas sobre el ego. Aunque la mayoría de ellas son bienintencionadas, crean dificultades innecesarias para aquellos que están escuchando con diligencia y dedicación lo que tal enseñanza tiene que decir.

Incluso muchos de los maestros que podrían considerarse verdaderamente libres en su reconocimiento de la conciencia, han expresado el ego en términos que hacen que el oyente se pierda algo obvio. Al hacer esto, ellos (¿sin saberlo?) niegan al practicante un ambiente mucho más abierto, amoroso y libre con el que empezar a “practicar”.

El ego es a menudo descrito como una sub-entidad dentro de uno mismo que es la raíz de toda miseria. Aunque estoy de acuerdo con el hecho de que a lo que se refieren con “ego” es la fuente de toda miseria, debo decir que no estoy muy de acuerdo con la parte que afirma que el ego es una entidad, o incluso una sub-entidad dentro de uno mismo.

Para mí, el ego no es tal cosa. De hecho, el ego ―como una cosa, sustancia o entidad― simplemente no existe. Porque ¿qué implicaría si el ego fuera una entidad, sustancia, o cosa? Implicaría varias cosas:

Que está siempre ahí como algo sólido.
Que está ahí, incluso cuando no está activo y cuando la consciencia no es consciente de él.
Que existe realmente como algo que tiene características y cualidades propias.
Que existe como que tiene una naturaleza o sustancia independiente.
Deje que lo que sigue a continuación le lleve a un descubrimiento contemplativo que le permita ver directamente por sí mismo aquí y ahora ―a través de y con claridad― “qué es el ego realmente”. Y quede libre de ideas mal concebidas.

El ego es simplemente una posición ― La posición de interpretar

El ego, en mi experiencia, no es una cosa o entidad real que tenemos que expulsar o conquistar, sino más bien es como una posición que podemos asumir (y dejar de nuevo) desde la que percibimos erróneamente las cosas.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Desvincúlate de las heridas del pasado, por Dr. Wayne Dyer


La inclinación a vincularnos con nuestras heridas, en lugar de dejarlas atrás, hace que experimentemos constantemente la sensación de no ser dignos. Una persona que haya experimentado acontecimientos traumáticos en la vida, como una violación sexual, la muerte de seres queridos, enfermedades traumáticas, accidentes, rupturas familiares, drogadicciones y otras cosas similares, puede llegar a vincularse con los dolorosos acontecimientos del pasado y rememorarlos para llamar la atención o despertar lástima en los demás. Esas heridas de nuestras vidas parecen darnos una gran cantidad de poder sobre los demás.

Cuanto más les hablamos a otros sobre nuestras heridas y sufrimientos, tanto más creamos un entorno de compasión por nosotros mismos. Nuestro espíritu creativo permanece tan conectado con los recuerdos de nuestras heridas que no puede dedicarse a transformar y manifestar. El resultado de ello es la sensación de desmerecimiento, de no ser digno de recibir todo aquello que se deseas.

La tendencia a vincularnos con las heridas de nuestras vidas nos recuerda lo poco merecedores que somos de recibir nada de lo que realmente nos gustaría tener, debido a que permanecemos sumidos en un estado de sufrimiento. Cuanto más se recuerdan y se repiten estas historias dolorosas, tanto más tiene garantizado esa persona que no atraerá la materialización de sus deseos.

Quizá la frase más poderosa que puedas llegar a memorizar en este sentido sea: «Tu biografía se convierte en tu biología». A la que yo añadiría: «Tu biología se convierte en tu ausencia de realización espiritual». Al aferrarte a los traumas anteriores de tu vida, impactas literalmente sobre las células de tu cuerpo. Al examinar la biología de un individuo, es fácil descubrir en ella su biografía. Los pensamientos angustiosos, de autocompasión, temor, odio y otros similares, cobran un peaje sobre el cuerpo y el espíritu. Al cabo de un tiempo, el cuerpo es incapaz de curarse, debido en buena medida a la presencia de esos pensamientos.

Un trato con el alma


La meta hoy es sanar la división entre Amor y Espíritu.
La primera práctica de Amor se aplica a las dudas que puedas tener en cuanto a que el amor “superior” tenga algún tipo de realidad accesible. Si alguien no se ha enamorado nunca, es imposible demostrarle que la experiencia existe. No hay en las palabras  poder capaz de evocar el apasionado amor romántico, así como la fragancia de una rosa no tiene sentido por muy bella que sea tu descripción.

¿Cuánto más ajeno será pues, el amor prometido por la unión con el Espíritu?

Fíjate en la siguiente lista de objetivos que el Amor debe cumplir, supuestamente:

El Amor debe Curar.
El amor debe renovar.
El amor debe protegernos.
El amor debe inspirarnos con su poder.
El amor debe darnos certezas, quitarnos las dudas.
El amor debe eliminar todos los miedos.
El amor debe develarnos la inmortalidad.
El amor debe brindarnos Paz.
El amor debe armonizar las diferencias.
El amor debe acercarnos a Dios.

Aunque ésta lista parezca poco realista o locamente exagerada, quiero que hagas un trato con el amor, un trato del alma: que todas o cualquiera de éstas cosas se harán realidad para ti.

Toma una hoja de papel y anota lo que deseas del Amor. Si es una fuerza real, si está sintonizado con lo que tú eres, el amor responderá. Haz la lista más completa y específica que te sea posible. Te sugiero anotar cada punto de la lista precedente y, a continuación, lo que tú deseas.

Por ejemplo:

El amor debe curar-

Quiero curar la ira que siento hacia mi padre. Quiero curar el amor que no pude darles a mis hijos cuando lo necesitaban. Quiero curar mi dolor por haber perdido a mi amigo X.

El amor debe renovar-

HUMAN


HUMAN

Hacia el final de Human, aparece un niño congoleño de 12 años. Vive en la calle, en Kinshasa, ya que en su casa decretaron que estaba embrujado y le echaron. Ya no tiene familia ni un techo, no le queda nada. Y mirando fijo a la cámara, el chico suelta: "Todos tenemos una misión en este mundo. He de encontrar la mía". "Si él se lo plantea, ¿cómo no vamos a hacerlo nosotros?", ataca Yann Arthus-Bertrand (París, 1946), el director francés del proyecto. Su esperanza es la que encierra Human, una gigantesca oda al ser humano en forma de documental que se presentará a la vez el sábado 12 en el festival de cine de Venecia y ante la Asamblea General de la ONU.

Durante tres años, Arthus-Bertrand (que ya rodó otro megaproyecto parecido, Home) recorrió el planeta en busca de respuestas. Hizo las mismas preguntas a 2.020 hombres y mujeres de 60 países y 63 idiomas, ya fueran desconocidos o el expresidente de Uruguay José Mujica. Y filmó con un plano fijo y un fondo negro sus temores, deseos, pesadillas, alegrías y recuerdos.

De ahí que en Human haya un niño africano que todavía no entiende por qué su madre le vendió y un estadounidense en el corredor de la muerte que revive en sus palabras el asesinato por el que le condenaron. Hay un hombre que rememora cómo cortaron a sus familiares a pedazos ante sus ojos y un abuelo que todavía se conmueve al hablar del amor de su vida. Hay lágrimas, risas, desesperación y entusiasmo. Básicamente, la humanidad encerrada en tres horas. Tanto que resulta imposible no sentirse identificado con los entrevistados, aunque vivan existencias totalmente distintas y a miles de kilómetros.

volumen 1/3



Al propio Arthus-Bertrand le sucedió, hasta el punto de que cada entrevista que eliminaba del montaje final era como cortarse "un brazo". De las más de 2.000 horas de filmación, logró un primer corte de 12 horas. Luego ocho. Finalmente tres. Suficientes para él, pero no para Thierry Frémaux, director del festival de Cannes, que le dijo que le hubiese encantado enseñar la película en el certamen pero que era demasiado larga.

Sin embargo, para el director era la duración mínima para sintetizar todo lo que quería transmitir. "¿Por qué hay tráfico de armas para matarnos? ¿Por qué la homofobia es defendida por la ley en tantos países? ¿Por qué miles de personas no tienen derechos en la India?", es solo una pequeña parte de los dilemas que Arthus-Bertrand quiere suscitar en el espectador. El cineasta está convencido de que es "demasiado tarde" para el pesimismo y el momento para la humanidad es ahora o nunca. No por nada es un activista aguerrido de la lucha por el medio ambiente. "Ya no podemos negar la realidad o fingir que estamos ciegos. Lo hemos hecho hasta ahora y mire la crisis actual de los inmigrantes: sabíamos que tarde o temprano pasaría", defiende el director, que también filmó testimonios en Melilla y Lampedusa.

Una historia tan universal necesitaba un modelo de distribución a la altura: Human está pensado para llegar a todo el mundo, literalmente. El anterior filme de Arthus-Bertrand, Home, ha sido visto por 600 millones de personas, y este aspira a superarlo. ¿Cómo? Ante todo, la película está financiada por dos fundaciones, la de la rica familia Bettencourt y Good Planet Foundation. De ahí que toda la carrera del filme sea regida por una regla básica: ningún ánimo de lucro.

volumen 2/3



martes, 6 de octubre de 2015

En la Tierra esta Sucediendo Algo Colosal.


Entre Enero y Abril de este año, nuestra Naturaleza se ha manifestado de varias formas, sorprendiendo con eventos, en su mayoría inusuales para nosotros. ¿ Lo crees ahora ?

La siguiente secuencia trata de un resumen de los eventos mas sorprendentes y destacados por nuestros seguidores, publicados por nuestra pagina Alerta Roja desde enero de este año. 

Lamentablemente algunos sucesos han resultado fatales y catastróficos.

Cuida y respeta nuestra Naturaleza, creemos que aun hay tiempo.


CADA EXPERIENCIA COMIENZA YA CON LA CONCIENCIA PERFECTA


Cada vez que tenemos un pensamiento, hay algo que conoce el pensamiento.
Este algo puede ser descrito como apertura, espaciosidad, presencia, cognición, o conciencia. La conciencia es abierta, espaciosa y libre. No se ve afectada por todo lo que se expresa en su ámbito.

A menudo tenemos pensamientos que proyectan algún logro o esfuerzo para
nosotros, que dicen: “Tenemos que ser más conscientes, tenemos que meditar
más para alcanzar la Conciencia Libre”.

Cada vez que sentimos que tales pensamientos y frustraciones nos molestan
porque no sentimos ningún alivio o conectividad con lo que somos en este
momento, podemos empezar viendo cómo el mismo pensamiento que
afirma: “todavía no estamos completos y tenemos que hacer algo para verlo de
nuevo”, no es más que un pensamiento que surge dentro de esa conciencia ya
presente. Porque, ¿quién o qué es lo que ya está viendo toda la idea que dice
“primero debes hacer algo para verlo de nuevo”? ¡ELLO mismo! De forma
natural y sin esfuerzo.

Los pensamientos a menudo nos engañan. Nos dicen que encontremos algo en algún lugar o en algún momento, pero lo que estamos buscando en última
instancia (Paz, Amor y Bienestar, Satisfacción) ya está aquí como el propio
tejido abierto de estos pensamientos.

La conciencia ya está aquí e incluye esa noción de que nosotros tenemos que ser más conscientes. Eso es sólo un pensamiento dentro de la ya conciencia pura.

Así que eso que estamos buscando, sabe cuándo estamos buscando. Lo que
estamos tratando de alcanzar, es eso que incluye la idea de “nosotros” tratando de alcanzar algo.

Al igual que los planetas existen sólo en el espacio, así también los
pensamientos e ideas acerca de lo que somos o que deberíamos tratar de llegar a ser existen puramente en el espacio de la conciencia consciente.

Cuando reconocemos esta espaciosidad en la que todo aparece, una y otra vez, veremos que todo lo que –a través de nuestro pensar– nos motiva a lograr, se inicia en la conciencia. Es la conciencia la que ve ese mismo pensamiento.
De esta manera, podemos gradualmente, o en algunos casos muy de repente,
dejar de lado nuestra creencia en la historia de estos pensamientos.

Empezamos a confiar más en la conciencia, y menos en las historias e ideas.
Siempre que no estamos interesados en lo que la historia tiene que contarnos, no tiene poder sobre nosotros.

¿Cómo nos volvemos desinteresados en las historias de nuestras ideas?

¿Qué Realidad Prefieres? El Observador eres Tú


La física moderna dice “tú si puedes”

Durante décadas, los poderes de la mente han sido cuestiones asociadas al mundo “esotérico”, cosas de locos. La mayor parte de la gente desconoce que la mecánica cuántica, es decir, el modelo teórico y práctico dominante hoy día en el ámbito de la ciencia, ha demostrado la interrelación entre el pensamiento y la realidad. Que cuando creemos que podemos, en realidad, podemos. Sorprendentes experimentos en los laboratorios más adelantados del mundo corroboran esta creencia.

El estudio sobre el cerebro ha avanzado mucho en las últimas décadas mediante las “tomografías”. Conectando electrodos a este órgano, se determina donde se produce cada una de las actividades de la mente. La fórmula es bien sencilla: se mide la actividad eléctrica mientras se produce una actividad mental, ya sea racional, como emocional, espiritual o sentimental y así se sabe a qué área corresponde esa facultad.

Estos experimentos en neurología han comprobado algo aparentemente descabellado: cuando vemos un determinado objeto aparece actividad en ciertas partes de nuestro cerebro… pero cuando se exhorta al sujeto a que cierre los ojos y lo imagine, la actividad cerebral es ¡idéntica! Entonces, si el cerebro refleja la misma actividad cuando “ve” que cuando “siente”, llega la gran pregunta: ¿cuál es la Realidad?

“La solución es que el cerebro no hace diferencias entre lo que ve y lo que imagina porque las mismas redes neuronales están implicadas; para el cerebro, es tan real lo que ve como lo que siente”
…afirma el bioquímico y doctor en medicina quiropráctica, Joe Dispenza en el libro “¿y tú qué sabes?”. En otras palabras, que fabricamos nuestra realidad desde la forma en que procesamos nuestras experiencias, es decir, mediante nuestras emociones.

El valioso vacío atómico

Aunque ya los filósofos griegos especularon con su existencia, el átomo es una realidad científica desde principios de siglo XX. La física atómica dio paso a la teoría de la relatividad y de ahí, a la física cuántica. En las escuelas de todo el mundo se enseña hoy día que el átomo está compuesto de partículas de signo positivo (protones) y neutras (neutrones) en su núcleo y de signo negativo (electrones) girando a su alrededor. Su organización recuerda extraordinariamente a la del Universo, unos electrones (planetas) girando alrededor de un sol o núcleo (protones y neutrones). Lo que la mayoría desconocíamos es que la materia de la que se componen los átomos es prácticamente inexistente. En palabras de William Tyler, profesor emérito de ingeniería y ciencia de la materia en la universidad de Stanford,

“la materia no es estática y predecible. Dentro de los átomos y moléculas, las partículas ocupan un lugar insignificante: el resto es vacío”.

En otras palabras, que el átomo no es una realidad terminada sino mucho más maleable de lo que pensábamos. El físico Amit Goswani es rotundo:

“Heinsenberg, el codescubridor de la mecánica cuántica, fue muy claro al respecto; los átomos no son cosas, son TENDENCIAS. Así que, en lugar de pensar en átomos como cosas, tienes que pensar en posibilidades, posibilidades de la consciencia. La física cuántica solo calcula posibilidades, así que la pregunta viene rápidamente a nuestras mentes, ¿quién elige de entre esas posibilidades para que se produzca mi experiencia actual? La respuesta de la física cuántica es rotunda: La conciencia está envuelta, el observador no puede ser ignorado”.

La farmacia del cerebro

lunes, 5 de octubre de 2015

La Revolución Interior


La iluminación de la que hablo no es simplemente una realización, no es simplemente el descubrimiento de nuestra verdadera naturaleza. Este descubrimiento es sólo el comienzo — el punto de entrada a una revolución interior. La realización no garantiza esta revolución; sino que simplemente hace que sea posible.

¿Qué es esta revolución interior? Para empezar, la revolución no es estática; sino que está viva, en curso, y continua. No puede ser apresada o hacer que se adapte a cualquier modelo conceptual. Tampoco hay ningún camino a esta revolución interior, ya que no es ni predecible ni controlable y tiene vida propia. Esta revolución es una ruptura con las viejas estructuras de pensamiento y percepción muertas, repetitivas en que la humanidad se encuentra atrapada.

La Realización de la última realidad es un repentino y directo despertar existencial a nuestra verdadera naturaleza que abre la puerta a la posibilidad de una revolución interior. Tal revolución requiere un vaciado continuo de las viejas estructuras de la consciencia y el nacimiento de una inteligencia viva y fluida. Esta inteligencia reestructura todo tu ser — cuerpo, mente y percepción. Esta inteligencia hace que la mente se libere de sus viejas estructuras que tienen su origen dentro de la totalidad de la consciencia humana. Si uno no puede liberarse de las viejas estructuras condicionadas de la consciencia humana, entonces uno se encuentra todavía en una prisión.

Tener un despertar a nuestra verdadera naturaleza no significa necesariamente que habrá una revolución en la forma en que uno percibe, actúa, y responde a la vida. El momento del despertar nos muestra lo que es en última instancia, verdadero y real, así como revela una posibilidad más profunda en la forma en que la vida puede ser vivida desde un estado indivisible e incondicionado del ser. Pero el momento del despertar no garantiza esta posibilidad más profunda, como lo atestiguan muchos de los que han experimentado un despertar espiritual.

El despertar abre una puerta hacia una revolución interna profunda, pero de ninguna manera garantiza que va a tener lugar. El que tenga lugar o no depende de muchos factores, pero ninguno más importante y vital que una intención sincera e inequívoca por la verdad por encima de todo lo demás. Esta intención sincera hacia la verdad es de lo que en última instancia depende todo crecimiento espiritual, sobre todo cuando se trascienden todas las preferencias, programas y metas personales.

Esta revolución interior es el despertar de una inteligencia que no nace de la mente, sino de un silencio interior de la mente, que por sí sola tiene la capacidad de arrancar de raíz todas las viejas estructuras de la propia consciencia. A menos que estas estructuras sean desarraigadas, no habrá un pensamiento, acción o respuesta creativos. A menos que haya una revolución interna, nada nuevo y fresco puede florecer. Sólo lo viejo, lo repetitivo, lo condicionado florecerá en ausencia de esta revolución. Pero nuestro potencial está más allá de lo conocido, más allá de las estructuras del pasado, más allá de lo que la humanidad ha establecido.

Nuestro potencial es algo que sólo puede florecer cuando ya no estamos atrapados dentro de la influencia y las limitaciones de lo conocido. Más allá del reino de la mente, más allá de las limitaciones de la consciencia condicionada de la humanidad, se halla lo que se puede llamar lo sagrado. Y es de lo sagrado que nace una consciencia nueva y fluida que limpia lo viejo y trae a la vida el florecimiento de una expresión viva e indivisible del ser. Tal expresión no es ni personal ni impersonal, ni espiritual ni terrenal, sino más bien el fluir y el florecimiento de la existencia más allá de todas las nociones del yo.