La atención es siempre algo nuevo, es siempre lo extraño, lo desconocido. El cuerpo puede volverse familiar, pero no el alma; el alma, nunca. Puede que conozcas el cuerpo de tu mujer, pero nunca conocerás lo desconocido, la persona oculta. Nunca. Eso no puede ser conocido. No puedes conocerlo. Es un misterio; no puedes explicarlo. Cuando Joshu dijo: «¡Abad! ¿Estás aquí?», de repente el abad se volvió consciente. Se olvidó de que era el superior, olvidó que era un cuerpo. Respondió desde su corazón. Le dijo, «Sí, señor».
Pedírselo en voz alta fue algo tan imprevisto que para él fue un shock. Y era algo absurdo; por eso contestó: ‘Evidentemente estoy aquí. No tienes que preguntármelo. La pregunta no tiene sentido.’ De repente, el pasado, lo viejo, la mente, desapareció. El superior dejó de estar allí. Sólo había una consciencia respondiendo. La consciencia es siempre nueva, constantemente nueva. Siempre está naciendo; nunca envejece. Y Joshu le dijo: ‘Toma entonces una taza de té’.
Lo primero que has de ver es que para Joshu todo es nuevo, extraño, misterioso. Tanto si es conocido como desconocido, familiar o no familiar, no hay diferencia alguna. Si vienes a este jardín cada día, poco a poco dejarás de mirar a los árboles. Creerás que ya los has mirado lo suficiente, que ya los conoces. Poco a poco dejarás de oír a los pájaros. Ellos seguirán cantando, pero tú no los oirás. Te habrás familiarizado con todo; tus ojos estarán cerrados, tus oídos estarán cerrados. Si Joshu viniera a este jardín – y puede que haya estado viniendo cada día durante muchas, muchas vidas – escucharía los pájaros, los árboles. Todo, a cada instante, es nuevo para él.
Esto es lo que significa ‘atención’. Para la atención todo es constantemente nuevo. No hay nada viejo, nada puede envejecer. Todo es creado a cada instante. Es un continuo flujo de creatividad. La atención nunca carga con los recuerdos.
Lo primero: una mente meditativa vive siempre en el ahora, en lo fresco. Toda la existencia acaba de nacer a cada instante, tan fresca como una gota de rocío, tan fresca como una hoja brotando en la primavera. Es como los ojos de un recién nacido; para ellos todo es fresco, claro, sin asomo de polvo. Esto es lo primero que has de sentir: si miras el mundo y sientes que todo es viejo, eso demuestra que no eres meditativo. Cuando sientes que todo es viejo, eso revela que tienes una mente vieja, una mente podrida. Si tu mente es fresca, el mundo es fresco. El mundo no es el punto central, el espejo central. Si el espejo tiene polvo, el mundo resulta viejo. Si el espejo no tiene polvo, ¿cómo va a ser viejo el mundo? Las cosas envejecen si vives en el aburrimiento. Y todo el mundo vive en el aburrimiento, todo el mundo se aburre en grado sumo.