La vía de la liberación es una guía práctica y resumida de la liberación espiritual, a veces llamada despertar, iluminación, auto-realización, o simplemente ver lo que es absolutamente Verdad. Es imposible saber lo que significan palabras como liberación o iluminación hasta que te das cuenta por ti mismo. Siendo así, no tiene sentido especular sobre qué es la iluminación; de hecho, hacerlo es un obstáculo importante para su despliegue. Como principio guía, es infinitamente más valioso ir dándose cuenta de lo que no es absolutamente cierto que especular sobre lo que es.
Mucha gente cree que la función de una enseñanza espiritual es proveer respuestas para las mayores cuestiones de la vida, pero en realidad es justo la contraria. La principal tarea de cualquier buena enseñanza espiritual no es responder a tus preguntas, sino cuestionar tus respuestas. Porque tus suposiciones y creencias, conscientes e inconscientes, son las que distorsionan tu percepción y hacen que veas separación y división donde en realidad solo hay unidad y plenitud.
La Realidad hacia la que estas enseñanzas apuntan no está escondida, ni es secreta, ni tampoco está lejos. No puedes ganártela, merecerla ni descifrarla. En este mismo momento, la Realidad y la plenitud son plenamente visibles. De hecho, lo único que se puede ver, oír, oler, saborear, tocar o sentir es la Realidad, o Dios, si lo prefieres. La absoluta plenitud te rodea dondequiera que vas. De modo que en realidad no hay motivo para molestarse por ella, excepto por el hecho de que nosotros, los humanos, nos hemos engañado a nosotros mismos, confinándonos en tal enredo de confusión y desbarajuste que apenas consideramos ―y mucho menos experimentamos por nosotros mismos― la divinidad dentro de nosotros y a nuestro alrededor.
La vía de la liberación es una llamada a la acción; es algo que haces. Es un hacer que te deshará absolutamente. Si no practicas la enseñanza, si no la estudias y la aplicas sin temor, no puede transformarte. La vía de la liberación no es un sistema de creencias; es algo que se ha de poner en práctica. En este sentido es totalmente práctico.
Leer este libro como espectador sería no entenderlo. Ser un espectador es fácil y seguro; ser un participante activo en tu propio despertar a la Verdad no es fácil ni seguro. El camino hacia delante es imprevisible, el compromiso absoluto, y el resultado no está garantizado. ¿Realmente pensabas que podía ser de otra manera?
Si comparas La vía de la liberación con otras enseñanzas, o si lo interpretas a través de la lente de otras enseñanzas, inevitablemente lo malinterpretarás, considerándolo algo que no es. En estos tiempos modernos en los que tenemos acceso instantáneo a las enseñanzas espirituales del mundo, este es un problema muy generalizado. La gente suele malinterpretar lo que digo, porque lo filtran a través de la lente de otras enseñanzas espirituales que pueden usar un vocabulario similar. Por tanto, te sugiero que te aproximes a estas enseñanzas en función de su propio mérito, sin filtrarlas a través de comprensiones previas.
Ninguna enseñanza espiritual es un camino directo a la iluminación. De hecho, no existe como tal un camino a la iluminación, porque la iluminación siempre está presente en todos los lugares y momentos. Lo que puedes hacer es eliminar todas las ilusiones, especialmente aquellas que más valoras y en las que encuentras más seguridad, pues nublan tu percepción de la Realidad. Deja de aferrarte a tus ilusiones y de resistirte a lo que es, y la Realidad se hará visible de manera inmediata.
La vía de la liberación es la medicina usada para curar diversos estados de enfermedad espiritual. Del mismo modo que la medicina en sí no es la salud, sino un medio para conseguirla, estas enseñanzas no son la Verdad, sino un medio de revelarla. El sabio indio Ramana Maharshi comparó las enseñanzas espirituales con pinchos que se usan para retirar otros pinchos, y esta es una imagen que me gusta.
Estudiar las enseñanzas de La vía de la liberación es estudiarte a ti mismo. Estudiarte a ti mismo no significa añadir más conocimiento a las ideas desordenadas que tienes en tu cerebro con respecto a ti, sino retirar todas las características que acostumbras a usar para definirte y que sueles asociar contigo mismo: nombre, raza, género, ocupación, estatus social, pasado, así como todos los juicios psicológicos que estableces sobre ti. Cuando desnudas el yo dejándolo en su núcleo esencial, lo único que se puede decir es: "Yo soy; yo existo".
Entonces, ¿qué es este yo que existe?