Una característica de mi personalidad es habitar los extremos. Puedo ser tanto una cosa como su contrario (y su equilibrio también), dependiendo de las circunstancias. Esto fue un drama hasta que comprendí su virtud y su beneficio.
En mi adolescencia y primeros años de adulta, algunas de estas posibilidades estaban al servicio de ocultar otras. Me explico: si me sentía en inferioridad de condiciones en algún tema, surgía una parte sumamente segura (y, a veces, hasta soberbia) que lo encubría de una forma que me permitía ir aprendiendo hasta sentirme segura realmente. Esto tenía su ventaja, en el fondo.
Pero, en otras situaciones, la cosa se tornaba un poco, más bien un mucho, más oscura. Debido a mi poca autoestima, a traumas consistentes, me metía en condiciones densas y difíciles, de las cuales pretendía salir mintiendo. Lo logré unas cuantas veces. Es más, terminé siendo una experta en engañar.
Al tiempo, esto se convirtió en una terrible coyuntura. Una parte de mí era abierta y veraz. Otra se había sumergido en una atroz maraña de mentiras. El quiebre fue cuando me di cuenta de que era a mí a quien más estaba entrampando. Yo era la que peor lo sufría. Yo era la que más estaba perdiendo, porque… me estaba perdiendo a mí misma.
Ese momento fue la luz y la sombra. Sombra porque de allí salieron todos los miedos, dudas, frustraciones, dolores, que me involucraron en esas mentiras. Luz porque finalmente se me revelaba el porqué y el cómo salir de ellas.
No fue fácil ni rápido. Temía las consecuencias funestas de mi conducta. Creía que no había nada bueno en mí. Fue mucha labor interna para sacar mi verdad afuera y responsabilizarme de ella.
¿Por qué comencé? Porque ya no podía vivir en la falsedad. Era demasiado duro, vacío, atormentado, triste. ¿Por qué continué? Porque me comencé a sentir bien, plena, alegre, real. Porque, al decidir afrontar lo que sea, no hubo grandes secuelas. Esa es la paradoja de la vida: cuando eres sincero y te responsabilizas por completo, se diluye mucho de lo que fue, lo externo junto con lo interno.
¿A qué mentiras me refiero? Pueden ser con respecto a tu trabajo, a tu pareja, a tus amigos, al dinero, a la espiritualidad, a actitudes interiores y/o exteriores, a tu integridad, a tus propósitos, muchas cosas… tú sabes…