Aprender a vivir sin apegos es aprender a vivir sin miedo; aprender a vivir en el Amor, en el abandono al Amor, es aprender a fluir con nuestra Esencia.
El apego no es otra cosa que miedo a perder a algo, a alguien, y a perderse a uno. Qué se pueda comprender que uno tenga apego a sus bienes materiales y a los seres queridos es algo que es alcanzable, digo yo.
Vamos, que es lógico la comprensión de que podemos tener miedo a perder esas cuestiones que se pueden denominar materiales. También es comprensible el afecto, cariño que se posea por tales consideraciones. Pero ¿quién ha comprendido lo de no tener apego a perderse a uno?
Uno tiene apego por la admiración que pueda despertar en otros, y esto es en definitiva un miedo a que no piensen de nosotros como nos gustaría que fuera.
Pero es un apego demasiado tonto como para no comprender que uno puede perder esa admiración y poder seguir siendo uno mismo.
No obstante, el miedo a no ser considerado, no ser respetado, no ser aceptado o aceptable, es un miedo que atenaza la forma de ser de uno; y uno deja de Ser Quien se Es para transformarse en un miedo a perder la aprobación de los demás.
Por otro lado, está el apego a las formas propias del ego, que a tener en cuenta, es el apego que se tiene a la forma en que uno debe ser como hijo, padre, madre, esposa, abuela, tío, profesor, profesional de lo que sea, compañero, amigo… Y es que el ego encarna múltiples formas de apego a expresiones que no son las propias de Quien uno Es.
Si de verdad se quiere ser libre, si uno quiere ser Uno, si quiere Ser, ha de aprender a desapegarse de todas esas formas del ego. Obviamente esto es perderse a uno.
Es olvidarse de interpretar ciertas formas que no son propias y que ha ido aprendiendo progresivamente en su experimental humano. Por tanto, el miedo a perderse a uno empieza a ser más comprensible ahora. La clave es que uno no puede Ser Uno si no se pierde en uno, si no se desapega de esas formas de ego tan variadas.
Cuando ya no hay miedo, no hay apego ni ego.
Cuando no hay miedo, hay Amor.