La medicina moderna es considerada algo maravilloso y a la vez complejo. Se trata de una institución con sus inicios en la prehistoria, con herbolarios y chamanes que trataban cada dolencia, cada enfermedad con la magia, con ungüentos y bailando junto a la hoguera.
Por supuesto, la medicina ha avanzado y ahora conocemos a la perfección la transmisión de enfermedades, los gérmenes que nos rodean, tenemos productos farmacéuticos modernos, análisis genéticos, terapias con células madre, y por supuesto, el trasplante de órganos.
El trasplante de órganos es una cosa increíble, un avance de la medicina moderna para nuestra supervivencia. Y si lo piensas un momento, la verdead es que es sorprendente: la idea de extraer un órgano del cuerpo de una persona, ponerlo en otra persona, y que ese mismo órgano forma parte de la segunda persona, lo que le permite una nueva oportunidad en la vida.
Según los últimos datos, España es líder mundial en trasplantes de órganos desde 1992, con 100.000 trasplantes, el 4% de ellos en niños. Y a nivel mundial, estas cifras aumentan significativamente. Así que piensa por un momento. Unas 100.000 personas, sólo en España, recibieron una segunda oportunidad en la vida porque alguien estaba dispuesto a renunciar a sus órganos ( en vida o después de su muerte). Y a partir de ese momento, donante y receptor se fusionan físicamente, convirtiéndose esencialmente en una sola persona.
Muchas personas pueden pensar que se trata de una idea ridícula, una teoría extraña, pero en realidad podría haber algún tipo de conexión entre donante y receptor después del trasplante de órganos.
Un fenómeno real
Desde que comenzaron los primeros transparentes de órganos (hace más de 2000 años), algunos receptores han afirmado sentir que estaban viviendo una nueva vida, con cambios de personalidad, en ocasiones extrañas sensaciones que no correspondían a su comportamiento normal.
Los gustos por diversos alimentos cambiaban drásticamente; algo que antes les gustaba, después lo odiaban; o algo que previamente encontraron desagradable de repente se convertía en un deseo constante.
Otros aseguraron sentir ganas incontrolables de fumar, o de practicar una afición particular. Casi como si una parte de la personalidad el donante se hubiera adherido a su cuerpo Para algunos todas estas sensaciones son bastante familiar, pero por desgracia en la actualidad este misterioso fenómeno está considerado casi como una leyenda urbana.
Cualquier persona que lea estas líneas podría pensar que tal vez los trasplantes de órganos tienen una conexión espiritual, una transferencia del alma de una persona a la otra. Y mientras esta teoría es plausible, la verdad es que también hay una base de realidad.
Explicación científica
Son muchos los casos de personas que han experimentado directamente lo explicado anteriormente. También es cierto que hay un colectivo escéptico que se niega a creer que esto sea posible. Estamos hablando es de la memoria celular, un concepto antiguo con conexiones a vidas pasadas y la reencarnación.
La memoria celular es una teoría que sugiere que nuestras células en realidad contienen registros de nuestras memorias. No es necesario decir, que a día de hoy nadie sabe realmente cómo o dónde se almacenan los recuerdos, pero siempre se ha creído que se encontraban en el cerebro.
Sin embargo, esto no sería correcto. A través del estudio de la epigenética, cómo los genes familiares pueden afectar a sus descendientes, y que durante mucho tiempo se ha considerado pseudociencia, junto con la memoria celular, ahora sabemos que nuestras células, o incluso nuestro propio ADN en realidad contienen algún elemento de nuestra memoria. Ese elemento puede ser transmitido de padres a hijos durante la gestación. Los investigadores han encontrado que los instintos básicos, los miedos y las asociaciones primarias pueden transmitirse de esta manera.
Resulta que la misma transferencia puede ocurrir con el trasplante de órganos. En 2013, un equipo de investigadores del Instituto Karolinska de Suecia, anunció el descubrimiento del mecanismo de la memoria celular y su transferencia entre las células. Sin embargo, no consiguieron saber exactamente qué información se transfiere entre las células de esta manera, y dado que las células necesitan tener los recuerdos de las otras células en las generaciones anteriores, se transfiere la información contenida en esos recuerdos, incluso si no cumple ni desempeña ninguna función.
Más allá de lo que podemos comprender