miércoles, 15 de junio de 2016

“El poder de la intención”


Cuando te sientes conectado y en armonía con la intención notas una gran diferencia ante la forma que reaccionan las personas hacia ti. Sé consciente de esas reacciones, porque afectarán directamente a tu capacidad para llevar a cabo tus propósitos individuales. Cuanto más estrecha y automática sea tu sintonía con las frecuencias de la Fuente universal y omnicreadora, más impacto tendrás en los demás y más contribuirás a anular su baja energía. Serás un polo de atracción para ellos, y traerán paz, alegría, amor, belleza y abundancia a tu vida.

A continuación voy exponer mi opinión sobre tu impacto en los demás cuando estás sintonizado con la intención y la diferencia de ese impacto cuando estás dominado por la actitud separatista de tu ego.

He aquí algunas de las formas más significativas para tener impacto en los demás:


Tu presencia transmite calma.

Cuando coincides con la intención, ejerces una influencia tranquilizadora sobre los demás. La gente suele sentirse más tranquila, menos amenazada y más a gusto. La fuerza de la intención es la fuerza del amor y de la receptividad. No pide nada a nadie, no juzga a nadie y alienta a los demás a ser libres, a ser ellos mismos. Como las personas se sienten más tranquilas en tu presencia, también se sienten seguras, en virtud de las frecuencias energéticas que irradias. Sus sensaciones se alimentan con tu energía de amor y receptividad, y desean acercarse a ti, estar contigo.

Si por el contrario llevas a tus interacciones las calibraciones más bajas, la crítica, la hostilidad, la ira, el odio o la depresión, atraes ese nivel de energía si está latente en las personas con las que interactúas, lo que funciona como fuerza contraria a esas mismas energías si están presentes en otras personas. El impacto intensifica las energías más bajas en ese nivel y crea un campo en el que se sitúan ciertas exigencias como consecuencia de los sentimientos de inferioridad o de rivalidad. Las personas que se sienten energizadas por tu presencia se transforman en almas gemelas, y eso únicamente ocurre si se sienten a salvo en lugar de atacadas, seguras y no juzgadas, tranquilas y no acosadas.

Tu presencia da energía a los demás.

Recuerdo cuando, al salir de una sesión de dos horas con una maestra espiritual, me sentía como si pudiera conquistar el mundo, emocional y espiritualmente. Era la madre Meera, que me sujetó la cabeza entre sus manos y me miró a los ojos con su divinidad desprovista de ego. Sentí tal energía que no dormí durante toda la noche; necesitaba más de lo que aquel ser jubiloso me había mostrado tan solo con su presencia.

Cuando llevas las frecuencias de la intención ante la presencia de los demás, sentirán mayor energía por el simple hecho de encontrarse en tu círculo. No tienes que decir ni una sola palabra, ni actuar de ninguna forma prescrita. Únicamente con tu energía de la intención lograrás que los que están en tu campo se sientan con un poder que se les ha concedido de una forma misteriosa. A medida que empieces a expresar conscientemente las siete caras de la intención descubrirás que los demás empiezan a hacer comentarios sobre el impacto que tienes sobre ellos.

Tu presencia permite a los demás sentirse mejor con ellos mismos.

¿Has notado alguna vez que en presencia de ciertas personas te sientes mejor contigo mismo? Su energía compasiva surte un efecto perceptiblemente agradable, sencillamente el de sentirte bien contigo mismo. Los que te rodean notarán que los comprendes, que te preocupas y te interesas por ellos como individuos.

Por el contrario, estar en compañía de alguien que se muestra desdeñosa o indiferente te influye de una forma completamente distinta. Si esa es la baja energía que transmites a los demás, es bastante probable que después del encuentro contigo no se sientan precisamente bien con ellos mismos, a menos que estén tan fuertemente conectados a la intención que puedan anular el efecto de la baja energía. Estos pensamientos y conductas de energía sumamente baja son evidentes si te sirves de cualquier tema de conversación que surja para hablar de ti mismo.

Tu presencia permite a los demás sentirse unidos.

El efecto de estar en presencia de personas que expresan altas frecuencias consiste en sentirse unidos y conectados con toda la naturaleza» la humanidad y la intención. A medida que elevas tus frecuencias, el efecto que tienes sobre los demás los invita a estar en el mismo equipo. Os sentís unidos y deseáis ayudaros mutuamente para cumplir un objetivo común.

El sentimiento contrario al de la unidad consiste en sentirse polarizado y aislado. La baja energía exige mucho y siempre va en contra de los demás. Por consiguiente, es inevitable que derive en una situación de victoria o derrota. Las energías del antagonismo, la censura, el odio y similares crean una fuerza contraria en la que alguien tiene que perder. Cuando tienes un enemigo, necesitas establecer un sistema de defensa, y la defensa llega a ser lo que caracteriza tu relación. La necesidad de una persona de llevar la contra y polarizar pone en movimiento las condiciones de la guerra. La guerra siempre es cara. Todo eso puede evitarse manteniéndose conectado a la intención y llevando esa energía más alta a tus relaciones, permitiendo a cuantos conozcas que sientan la unidad contigo, con todos los demás, con la naturaleza y con Dios.

Tu presencia transmite la sensación de un propósito.

Cuando te encuentras en las energías espirituales más altas, proporcionas a los demás algo casi inexplicable. Tu presencia y tu conducta en un espacio de amor, aceptación, generosidad, sin crítica, se convierte en catalizador para que los demás sientan que tienen un propósito en la vida.

Al mantenerte en las energías más altas del optimismo, el perdón, la comprensión, la veneración por el Espíritu, la creatividad, la serenidad y la dicha, irradias esa energía y llevas las energías más bajas a tus vibraciones superiores. Esas personas, a quienes no influyes a propósito, empiezan a notar tu veneración y tu serenidad. Cumples tu propio objetivo, que gira en torno al servicio a los demás y por consiguiente a Dios; y por añadidura, ganas aliados.

Tu presencia permite a los demás confiar en las auténticas conexiones personales.

Al transmitir los rasgos de la intención a los demás, permites la presencia de la confianza. Observarás la tendencia y la disposición de los demás a confiar en ti y abrirse a ti. Esto guarda relación con la cualidad de la confianza. En la atmósfera de la energía superior, las personas confían y desean compartir, contigo su historia personal. Al estar tan conectado con la intención, eres más como Dios, ¿y en quién confiarías más que en Dios para compartir tus secretos?

Recientemente, en el transcurso de una excursión, una mujer que no sabía nada de mí me desveló la historia de sus relaciones fracasadas y lo insatisfecha que se sentía. Durante la conversación, en un campo de energía que permite y alienta la confianza, se arriesgó a abrir su corazón a un desconocido. Al final descubrirás que al llevar esta energía de la intención, incluso los desconocidos harán todo lo posible para servirte y ayudarte a lograr tus intenciones. Se ponen de manifiesto los resultados opuestos cuando emites las frecuencias de la energía inferior. Si tu energía de desconfianza se muestra de una forma ansiosa, crítica, dictatorial, superior o exigente, los demás no se sentirán dispuestos a ayudarte a conseguir lo que quieres.

Tu presencia sirve de inspiración a los demás para alcanzar la grandeza.

martes, 14 de junio de 2016

“Paciencia”


“¿Os dais cuenta de hasta qué punto cada movimiento de impaciencia por el que os dejáis llevar perjudica a la manifestación de todas vuestras buenas cualidades? No, ¿verdad?… 

Así pues, estad vigilantes y, en cuanto sintáis que la ira o la exasperación van a asaltaros, haced el silencio en vosotros y respirad profundamente con el fin de convocar a todos los poderes de la paz, de la armonía y de la luz que os ayudarán a encontrar la mejor actitud.


¡Es tan importante trabajar con la respiración! 

Por eso también, cuando por la mañana hacéis los ejercicios de respiración, podéis repetir interiormente la palabra «paciencia», impregnándoos de su significado, de sus vibraciones, de su aura. 

Y al pronunciar esta palabra, añadidle una imagen significativa que aumente su poder, de tal forma que esta virtud acabará penetrando en vuestra conciencia y entonces sentiréis verdaderamente que os convertís en dueños de vosotros mismos.”


Omraam Mikhaël Aïvanhov.

Los beneficios de presenciar actos de bondad


Presenciar actos de bondad tiene un gran poder sobre las personas. Las acciones completamente altruistas y desinteresadas provocan en quienes las ven, sentimientos de paz y sosiego que, por sobrevenir de forma inesperadas, quedan grabadas y perduran.

Pero, ¿por qué presenciar actos de bondad es tan beneficioso? ¿Qué nos hace sentir bien cuando vemos a otros obrar altruistamente en beneficio de otro?

“Todo acto de bondad es una demostración de poderío”
-Miguel de Unamuno-




Ver actos de bondad nos llena de paz y agradecimiento
Presenciar un acto de bondad auténtica transmite un sentimiento de paz y alegría que perdura. Algunos de estos actos, aun siendo aparentemente insignificantes, pueden quedar en nuestra memoria y resultar inspiradores en momentos difíciles.

Cuando somos testigos de un acto de bondad podemos estar asistiendo a lo que Abraham Maslow llamó “experiencias cumbre”, esos momentos de asombro, maravilla y un sentido de lo correcto que nos hacen sentir inmensamente agradecidos de estar vivos.

Fe renovada en la naturaleza humana
Jonathan Haidt llama a estas experiencia “euforia” y las describe como una sensación de calor en el pecho, una sensación de expansión en el corazón, un mayor deseo de ayudar y un aumento del sentido de conexión con los demás.

Para Haidt un acto de bondad es una manifestación de la naturaleza humana superior o mejor.

De hecho, esta puede ser una de las razones por las que se produce esta experiencia:

Un acto de bondad que trae una renovada fe en la naturaleza humana, ofrece un rayo de esperanza en medio del caos y el conflicto de la vida cotidiana.

El altruismo nos hace más humanos
El sentido de conexión mencionada por Haidt es importante. El altruismo trasciende la separación que a menudo experimentamos como seres humanos. Nos conecta entre nosotros.

De hecho, solo es posible el altruismo puro porque, al nivel más profundo, todos los seres humanos son parte de la misma red de la conciencia.

La persona que realiza un acto altruista seguramente será el destinatario de otro acto de bondad. Y cuando somos testigos de ese acto también nos convertimos en parte de la red.

Es decir, los actos de bondad tienen efectos positivos en tres vías: el que lo hace, el que lo recibe y el que lo presencia.

“Las almas bellas son las únicas que saben todo lo que hay de grande en la bondad”
-François Fénelon-



La bondad es positiva para el sistema inmunológico
Numerosos estudios científicos han demostrado que el acto de bondad tiene un efecto positivo en el sistema inmunológico y en el aumento de la producción de serotonina en el cerebro.

La serotonina es un neurotransmisor natural que se ocupa de la regulación del estado de ánimo y ayuda a controlar la ansiedad. La serotonina está considerada como una sustancia para “sentirse bien” porque sirve como una vía para producir placer el placer en el cerebro.

Uno de los resultados de las investigaciones más fascinantes de los últimos años es que cada vez que un simple acto de bondad se extiende de un ser humano hacia otro, da lugar a una mejora significativa en el funcionamiento del sistema inmunológico y aumenta la producción de serotonina tanto en quien ofrece el acto como en quien lo recibe.

Lo que ha resultado más sorprendente para los investigadores ha sido comprobar que las personas que observan el acto de bondad también experimentan un refuerzo similar del sistema inmune y experimentan un aumento en la producción de serotonina.

Dios te diría:



¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho!
Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.
Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa!
Mi casa está en las montañas, los bosques, los ríos, los lagos, las playas.
Ahí es donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable.
Yo nunca te dije que había nada malo en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.
El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo.
Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito... ¡no me encontrarás en ningún libro!

Confía en mí y deja de pedirme.
¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?

Deja de tenerme tanto miedo.
Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo.
Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar.
Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío.
¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti?
¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice?
¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal por el resto de la eternidad?
¿Qué clase de dios loco puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes...
Esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti.
Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti.
Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.

Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso.
Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.

Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo: vive como si no lo hubiera; como si ésta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.
Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di.

Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal…
Te voy a preguntar: ¿te gustó?... ¿te divertiste?... ¿qué fue lo que más disfrutaste?... ¿qué aprendiste?...

Deja de creer en mí.
Creer es suponer, adivinar, imaginar...
Yo no quiero que creas en mí...
¡Quiero que me sientas en ti!

Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar...

Deja de alabarme.
¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?
Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan.
¿Te sientes agradecido?
Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo.
¿Te sientes mirado, sobrecogido?...
¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí.
Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.
¿Para qué necesitas más milagros?
¿Para qué tantas explicaciones?

No me busques afuera, no me encontrarás.
Búscame dentro... Ahí estoy, ¡latiendo en ti!


lunes, 13 de junio de 2016

“Vuestras células toman nota”


“Cuando estáis delante de los demás, os esforzáis en dar una buena imagen de vosotros. 

Pero cuando nadie está ahí para veros, ¿qué hacéis? y ¿cuáles son también vuestros sentimientos y vuestros pensamientos? 

Creéis que estáis solos y os abandonáis a cualquier impulso. 

No sabéis que vuestras células, que son pequeñas almas vivientes, también están dotadas de memoria. Sí, todo se graba en ellas y por eso después reproducen vuestro comportamiento. 

¿Habéis transgredido leyes? 
Vuestras células os imitan y estáis perturbados, enfermos, pero evidentemente no sabéis por qué.

Las células son como niños a los que hay que educar; y tanto para las células como para los niños, la única verdadera educación es el ejemplo. 

Así pues, dondequiera que estéis, sabed dar pruebas de autodominio, de sabiduría, no sólo en vuestros gestos y en todas vuestras manifestaciones exteriores, sino también en vuestros pensamientos y en vuestros sentimientos. 

¿Alguien os ha ofendido o irritado? 

Aprender a soltar, para permitirnos recibir


A veces, soltar no es necesariamente un sacrificio ni un adiós, sino más bien un “gracias” por todo lo aprendido. Es dejar ir lo que ya no se sostiene por sí mismo para permitirnos ser más libres y auténticos y recibir así lo que tenga que llegar.

Si pensamos en ello durante un minuto nos daremos de que las mejores decisiones, esas a las que le sigue un estado de grata felicidad, implican precisamente el tener que soltar algo. Puede que sea un miedo, una angustia, el poner distancia de un lugar o incluso de una persona. La renuncia es parte del proceso de la vida. Es algo natural, porque todos estamos obligados a elegir en qué y en quién invertimos nuestro tiempo y esfuerzo. 

Suelto, entrego, confío y agradezco, porque hay que dejar ir lo que no quiere quedarse, lo que pesa, lo que ya es falso… Para permitir así que en nuestro corazón solo quede lo que es auténtico.
Un hecho a tener en cuenta también es que el acto de soltar, por sí mismo, no implica solo cortar esos lazos que ponen vetos al crecimiento personal y a la felicidad. Soltar significa en ciertos casos tener que desprendernos y reformular muchos de nuestros constructos psicológicos, tales como el ego, el rencor, o incluso el propio miedo a la soledad.


Porque quien quiera recibir, debe tener preparado el corazón para acomodar esa nobleza que no entiende de egoísmos ni de tormentas interiores.


La ambición y la necesidad de acumular

En la sociedad actual hemos asociado la conquista de ciertas cosas con la idea de felicidad. “Seré feliz cuando haga ese viaje, cuando tenga pareja, cuando tenga mi propia casa, cuando me aumenten el sueldo, cuando tenga coche nuevo, teléfono nuevo, cuando pierda unos kilos, cuando estrenen la nueva temporada de mi serie favorita…”


Compramos libros y más libros para aprender a ser felices mientras esperamos que algo cambie, mientras aguardamos que en algún momento, todo lo acumulado nos ofrezca la respuesta que esperamos. Frédéric Beigbeder, un famoso escritor, creativo y publicista francés, dijo una vez que en el mundo de la publicidad nadie desea que las personas sean felices. Sencillamente, porque la gente feliz “no consume”.

La felicidad es algo que las sociedades modernas nos venden como una “ilusión”, algo que debe ser breve y efímero para obligarnos así consumir más. De ahí la “obsolescencia programada” de los aparatos electrónicos, de ahí la idea de que para ser feliz hay que ser atractivos y llevar determinadas ropas, tener muchos amigos, y buscar el amor ideal en las páginas de contactos, donde las relaciones pueden iniciarse hoy y desecharse mañana en un solo “click”.




Hemos creado un mundo donde valores como la ambición y el inconformismo patológico nos alejan por completo del auténtico sentido de la felicidad. Vivimos pendientes de lo que nos falta, sin darnos cuenta de todo lo que en realidad, nos sobra. Todo aquello que deberíamos soltar para compensar el equilibrio, para ser nosotros mismos.


Para ser felices hay que tomar decisiones y… Soltar

La vida es muy corta para vivir permanentemente frustrados. Por ello, y si de verdad deseamos ser felices debemos ser capaces de tomar decisiones, de saber en qué y en quién deseamos invertir nuestro tiempo. Ahora bien, como ya puedes intuir, decidir implica muchas veces tener que renunciar, un ejercicio que deberá hacerse de forma consciente y madura asumiendo las consecuencias.

La vida es un eterno dejar ir, porque solo con las manos vacías serás capaz de recibir.

Proyección en el trabajo - Enric Corbera


¿Qué papel juegan tus programas inconscientes? ¿Cómo los proyectas en tu ámbito profesional? 

Descubre el impacto que tus emociones juegan en el trabajo.

Nuestro cerebro se divide en dos hemisferios: uno de carácter analítico, lineal y espacio-temporal; el otro, de carácter atemporal y fuera del espacio tiempo. 

Muchas veces no escuchamos a éste último, privándonos así de nuestra inspiración y creatividad. 

Utilizarlos en equilibrio aumenta nuestro potencial en el ámbito laboral y profesional.


domingo, 12 de junio de 2016

“Pensamientos, sentimientos”



“En las estaciones, en los aeropuertos o en los grandes almacenes, habéis usado, con toda seguridad, escaleras mecánicas. 

Habéis llegado ante la escalera, que estaba parada y habéis puesto el pie en el primer escalón: 
inmediatamente se ha puesto en funcionamiento y os ha llevado a los pisos superiores o inferiores.


¿Qué ha sucedido? 

Al poner el pie en el escalón, habéis cortado simplemente un haz luminoso y esto ha bastado para desencadenar todo un mecanismo que ha puesto en movimiento esta enorme escalera que pesa toneladas.


Encontramos también el mismo proceso en la vida interior. 

Cada pensamiento, cada sentimiento que pasa a través vuestro corta un rayo en alguna parte y ciertos aparatos que hay en vosotros empiezan a funcionar. 

Si, en vez de elevaros, empezáis a bajar al infierno, es porque habéis tenido pensamientos y sentimientos de cierta naturaleza que desencadenan las escaleras que descienden.