viernes, 5 de agosto de 2016

“Serenidad”


“¿De dónde viene esta serenidad que emana del rostro de los sabios? 

Simplemente es debido a que han conseguido superar el miedo de perder algo. 

Se han elevado hasta esa cima en la que sienten que existe en ellos algo indestructible y que no puede serles arrebatado. 

Pase lo que pase, el verdadero sabio sabe que la única realidad, en sí mismo y en todos los seres, es esta cima inaccesible al mal, que está al abrigo de todas las tribulaciones: 

el espíritu, la chispa divina que Dios ha transmitido a la criatura humana.

Pero ¿cómo podemos llegar hasta ahí? 

Trabajando en nosotros mismos, purificando nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, con el fin de disolver poco a poco las capas opacas que nos separan de esta chispa y nos impiden sentir que ella es la única realidad. 

Al permitirme sentir encuentro mi fortaleza


Nuestra naturaleza nos permite sentir y, sin embargo, nos empeñamos en construir muros para ocultar nuestro yo más íntimo. No nos permitimos sentir las emociones, las sensaciones y cada experiencia como es. Al sentirnos frágiles y desprotegidos nos volcamos en la razón y nos distanciamos de nuestro ser.
Desde niños estamos construyendo esta fortaleza, al no sentirnos en muchas ocasiones merecedores de afecto. Ante los temores y el dolor emocional hemos aprendido a recluirnos, adaptándonos a un mundo que nos aterra, considerando que está lleno de peligros.
Hemos aprendido que cuando nos hemos mostrado con nuestra debilidad y dificultades, en ocasiones, hemos salido dañados. Ante fracasos amorosos, desengaños, decepciones; hemos sentido la pena y el profundo malestar que supone abrirse a las experiencias. Sin embargo, cerrarse a sentir no es la solución.


Lo que supone cerrarnos ante lo que sentimos

Ante los muros que construimos aprendemos todo un repertorio para ocultar quienes somos. Aprendemos automatismos, adaptándonos a los prejuicios y estereotipos imperantes, buscando la adaptación a nuestro entorno. Nos creemos que hay una forma de ser y de actuar que es la normalidad, y tenemos que acercarnos a ella todo lo que nos sea posible.
La creencia de que existe una forma –apropiada- de comportarse es la que no nos deja ser quienes realmente somos. Luchamos así constantemente hacia lo que sentimos, lo que queremos, lo que nos motiva y lo que nos entusiasma. Dedicamos mucha energía a no reconocer lo que sentimos.
barco navegando
Nos cerramos hasta el punto de volvernos insensibles ante la injusticia y ante las personas que amamos y nos preocupan. Actuamos bajo los automatismos y el deber, perdiendo totalmente la esencia de nuestra persona, el cariño y la bondad.
Cerrarnos a lo que sentimos supone dejar que la vida siga adelante sin nosotros, ya que se pierde la ilusión, la esperanza e incluso el amor.

Dejándonos sentir

No dejarse sentir, como hemos comprobado tiene una razón, ¿lo habrás intentado en muchas situaciones verdad? Has luchado contigo mismo para volverte insensible ante algo que no quieres experimentar. Evitar el dolor es lo que precisamente nos lleva hacia la permanencia del sufrimiento.
La mayor fortaleza que reside en nosotros, es sin duda, la de dejarnos sentir y dejarnos experimentar. Tememos a que esto ocurra y nos quedemos enganchados o perdidos ante ese estado, eso es lo que nos hace salir rápidamente y no querer entrar en lo que sentimos.
Vivir lo que nos resulta desagradable también es necesario, puesto que representa nuestro crecimiento. La madurez y la felicidad se alimentan de estados de dolor, de pena y de tristeza. Al sentir estos estados aprendemos de la experiencia y es así como valoramos todo lo que nos resulta agradable y beneficioso.


La fortaleza radica en la vulnerabilidad

Se confunde habitualmente la vulnerabilidad con la debilidad. La vulnerabilidad forma parte de dejarnos sentir lo que necesitamos, de ser honestos y aceptar que hay muchas cosas que nos afectan y no por ello tenemos un carácter débil.

EL CAMINO DE LA VIDA


Hoy quiero plantear una cuestión para reflexionar sobre algo tan valioso que tenemos y que, muchos y muchas, no le toman tanta importancia, esta cuestión es, ¿qué es la vida?.

Cuestión un tanto complicada en la que reflexionar; yo veo la vida como un camino a recorrer por cada persona, cada vida es diferente, cada vida es construída por cada uno tal cual como deseamos vivirla, el contenido sólo lo creamos nosotros y, de nosotros y nosotras, depende lo que en ella vaya a ocurrir aunque por el camino nos encontremos situaciones inesperadas.

Pienso que la vida, aunque esté llena de cosas malas, siempre nos va a dar cosas buenas, la cuestión está en saber recogerlas, aunque la verdad es que cada uno recogeremos lo que sembremos, si lo que se siembra solo es maldad hay que dar por hecho que la recogida no va a ser mejor.

En este largo camino de la vida pero a la vez tan corto, nos encontramos con personas que nos ayudan a construir las vivencias, personas de toda condición, con sus manías y con sus virtudes, pero que cada una de ellas es especial en ciertas etapas y, por desgracia, solo unas pocas estarán a nuestro lado al final del camino. Aunque muchos piensen que el recorrer este camino en soledad es algo amargo, tampoco lo es tanto, porque la soledad es un ingrediente más en la vida de las personas, un ingrediente que nos hace pensar y madurar y es que, ¿quién no se ha sentido alguna vez solo?.

Echando la vista atrás y, viéndome a mí hace 10 años, no sabría como agradecer el cambio que ha existido en mi vida, un cambio, por suerte, para bien. Aún recuerdo a aquel chaval con la recién mayoría de edad cumplida que tenía sus sueños y que todos no ha podido cumplir, pero que los importantes ya los ha cumplido. Y es que la vida está cargada de sueños, porque soñar es gratis y solo luchando por el camino se alcanzan esos sueños, porque el que no lucha no gana y lo puedo decir con fé de experiencia.

La vida es pasado, presente y futuro y todo ello la conforma, ya que tengo claro que la vida no está construida con los años vividos sino con las experiencias disfrutadas, experiencias de todo tipo pero es que eso es lo que hace a la persona ser como es y yo, por suerte, me considero una buena persona, que intenta ayudar lo máximo posible a los demás, que no se rinde ante las adversidades, que lucha, día a día, contras las piedras con las que tropieza, que si esa piedra le hace caer, se levanta las veces que haga falta y, por supuesto, soy una persona que comete errores y es que la vida, también, está cargada de errores, pero errores con los que se aprende a realizarse a uno mismo.

miércoles, 3 de agosto de 2016

“Una visión siempre nueva”


“Por la mañana, cuando abrís vuestra ventana o cuando salís de casa, veis el cielo, el Sol, los árboles… 

Esforzaos por mirarlos como si los vieseis por primera vez: así descubriréis en ellos toda una vida sutil de la que no os habíais dado cuenta hasta ahora, porque habíais dejado que se interpusiera una pantalla opaca entre vosotros y la realidad. 

El día en que os hayáis desprendido de esta pantalla, poseeréis la verdadera visión, la verdadera inteligencia de las cosas. 

La verdadera inteligencia es como una fuente que brota, por eso nos presenta una visión siempre nueva que nos llena de admiración.

Verlo todo por primera vez: 

Invierte en aquello que te puedas llevar al morir


Hace años cuando compré mi casa mi madre me preguntó justo antes de coger las vacaciones “hija ¿cómo es que te vas de viaje si no has cambiado las ventanas de tu casa?”. En ese momento algunas ventanas no cerraban bien y entraba un frío considerable por ellas. Quizás lo “sensato” hubiera sido quedarme, en cambio mi respuesta fue “prefiero invertir mi dinero en algo que pueda llevarme al morir”. Y mira, a día de hoy pienso igual.
Mis ventanas se quedarán aquí. Mis muebles, mi ropa y todo lo que poseo también. Mis viajes, mis lecturas, mis aprendizajes, mis decisiones, mis atrevimientos, mis relaciones, mis recuerdos… Todo eso me lo llevo donde vaya y es lo que me convierte en lo que soy.

“Estamos en una sociedad que nos da múltiples ideas sobre dónde gastar nuestro dinero, que da importancia a lo banal y nos convence de que somos imperfectos. ”
Estamos en una sociedad que nos da múltiples ideas sobre dónde gastar nuestro dinero, que da importancia a lo banal y nos convence de que somos imperfectos. Deberías quitarte esos kilos de más, deberías de ganar más (como tu hermano), deberías de casarte que se te va a pasar el arroz, deberías de ser diez centímetros más alto, deberías de teñirte el pelo que se te ven las canas, deberías de ser mejor madre… Todo a nuestro alrededor indica que ni tú ni yo somos lo esperado, lo perfecto. Y ahora ¿qué hacemos? Una posibilidad es luchar desesperadamente intentando llegar a un ideal absurdo. Para ello recorreremos tiendas y compraremos ropa que transmita nuestro gran estilo, nos someteremos a rigurosas dietas y tablas de ejercicios, compraremos la última maravilla antiarrugas, estaremos muy pendientes de lo que llevan y hacen los famosos (ellos sí que saben) y, sobre todo, nos dejaremos un dineral intentando aparentar ser alguien que no somos. Al final de esta carrera estaremos como el hámster en la rueda: en el mismo sitio. Un lugar muy, muy lejos de nuestro verdadero ser.

“Criticarse a uno mismo es la herramienta más efectiva de una sociedad de consumo”


El otro día viendo un video de Esther Perel decía que “criticarse a uno mismo es la herramienta más efectiva de una sociedad de consumo”. Efectivamente tratar de convertirnos en otra persona cuesta mucho dinero y al final nos quedamos eternamente frustrados. Como ex publicitaria me pongo algo tensa cuando escucho (muy de vez en cuando, normalmente quito el volumen) las barbaridades que nos cuentan en los anuncios. Si quieres ser buena madre debes tener la casa impoluta y dar a tus bebés unos maravillosos polvos que sustituyen perfectamente tu leche materna. ¿Qué sabrá la naturaleza de alimentación? ¡La tele sabe más! También deberías de saber que el mundo está lleno de gente mala que quiere entrar en tu casa, ante la duda témelos a todos y, sobre todo, contrata el servicio de seguridad que solo quiere lo mejor para ti (ni se te pase por la cabeza que desean aprovechar tu miedo para enriquecerse). Ya que estás tampoco está de más que compres un coche que ni necesitas ni te viene bien pagar, porque da mucho estatus. Como estos ejemplos, cientos.
Con esto no quiero demonizar a los publicitarios, solo indicar que son cómplices al reforzar las bases de una sociedad enferma con sus anuncios. Eso sí, cada vez que tú te crees lo que dicen también lo eres. ¿Es sencillo salir de esa rueda? No. ¿Se puede? Sí.

“ Al reflexionar quizás veas que detrás de lo que compras hay miedo, falta de valoración personal o ganas de aparentar. En tal caso, ahórratelo. ”

NO DES IMPORTANCIA A LO QUE NO ES IMPORTANTE‏


“El mundo está lleno de cosas bellas; la vida y la muerte son las más importantes.”(Anónimo)

“Desde hace tiempo ha sido para mí un axioma que las cosas pequeñas son con mucho las más importantes.” (Arthur Conan Doyle)

“El mayor azote de la vida moderna es tener que dar importancia a cosas que, en realidad, no la tienen.”(Rabindranath Tagore)

Hay una diferencia notable entre aquello a lo que le damos importancia y lo que es importante.
En el primer caso es una valoración subjetiva e interesada, y cada persona mete en esa definición lo que es conveniente a sus intereses. En cambio, lo que es importante, ya lo ES. No necesita ser valorado porque ya tiene su propio valor.
Hay cosas que son importantes para buena parte de la Humanidad, y cosas que aparentan ser importantes para uno, pero solamente porque se les otorga esa importancia. Cuando algo es realmente importante para ti, según tu escala de valores personal, debes hacerlo tuyo, cuidarlo, defenderlo, y lograr que forme parte indisoluble de ti.

Para que tu vida sea lo más satisfactoria posible, para que sea plena y atractiva, es preciso que descubras lo que es importante PARA TI. Y que nadie se escandalice pensando que esto es apología del egoísmo, porque no lo es. Es apología del Egoísmo, con mayúscula. Y es notable la diferencia. En este caso, “egoísmo” no tiene que ver con el ego, sino con el Uno Mismo. Desear lo mejor para Uno Mismo es justicia, y no otra cosa. La vida está compuesta por momentos rutinarios y vacíos, y por otros que calificamos como buenos o felices, por tragedias y disgustos, aunque, en realidad, son solamente definiciones o adjetivos, y no siempre se adjudican bien.

Hay otros momentos que SÍ son importantes.
Y esos momentos se pueden provocar. Se pueden crear a voluntad propia. Porque el valor de algo no se lo adjudica una tasación externa: no hay una tarifa. Es Uno Mismo quien hace que la sonrisa de otra persona sea el acto más trascendental de su vida, que una puesta de sol se convierta en un recuerdo histórico, que una palabra que le dedicaron sea esencial en su existencia, o un beso sea lo más valioso que tiene.
Cada uno puede, y debe, hacer que todo en su vida sea grandioso, especial, maravilloso, porque estos adjetivos pueden dejar de serlo para convertirse en estados del alma, en sentimientos profundos.

Los sentimientos, y no los pensamientos, son los que acaban apreciando y decidiendo lo que realmente es importante. Los pensamientos tienen facilidad para enumerar las cosas a las que damos importancia, que casi siempre son cosas y logros materiales. Los sentimientos, en ese terreno, son mucho más sinceros porque no se sienten condicionados por los asuntos externos cuyo valor es apreciado socialmente pero a ellos no les parecen meritorios.

Lo importante está dentro, mientras que las cosas a las que damos importancia están fuera.

Lo importante forma parte de nosotros, de nuestra esencia, mientras que a lo que damos importancia se queda fuera. Si lo piensas, posiblemente llegues a la conclusión de que los momentos más importantes de tu vida están relacionados con sentimientos –los sentimientos que te han provocado a ti y no a tu ego, acláratelo bien-, y son sentimientos que te los han producido cosas inmateriales: besos, abrazos, palabras, afectos, miradas, compañías, amor…

Las cosas a las que das importancia te han podido dar placer, pero eso no es importante, eso es algo a lo que das importancia. Conviene saber distinguir una y otra cosa.
Y valorar y promocionar lo importante, que es lo enriquece la vida.
Si lo valora tu ego, le está adjudicando importancia. Si lo aprecia tu Ser, entonces es importante.

martes, 2 de agosto de 2016

“Después del invierno siempre llega la primavera”


Sea lo que sea lo que queramos hacer en la vida, y aunque tengamos los mejores proyectos, siempre nos encontramos con dificultades, con obstáculos. 

Debemos saberlo y tomar precauciones para nunca dejarse llevar por el desánimo, que es una de las peores tentaciones que existen.


Cuando empecéis a sentiros agobiados, sobrepasados por la situación, decíos inmediatamente que este estado no va a durar. 

Refugiaos en vosotros mismos, como si entraseis en hibernación y permaneced ahí hasta que el soplo de la vida vuelva a visitaros. 

El desánimo es como el invierno; pero después del invierno llega la primavera. 

Según los años, la primavera llega más o menos pronto; a veces, llega muy tarde, pero siempre acaba llegando.

Por eso nunca hay que perder completamente la esperanza y el ánimo. 

En un momento u otro, vuestro entusiasmo, vuestra energía, volverán. 

La causa de todo sufrimiento

Sri Bhagaván

La causa raíz de todo sufrimiento es el sentimiento de existencia separada. Tenemos una conciencia divisiva que percibe las cosas como el yo y el no yo, lo mío y lo no mío, como mi gente y la tuya, como mi nación y la tuya.

Habiendo dividido todas las cosas, nos sentimos amenazados por el otro. El miedo luego engendra guerra, conflicto y más formas de violencia.

¿Estamos entonces más allá de la redención? ¿Deberíamos permanecer como un grupo de filósofos pesimistas o apáticos observadores lamentando nuestra perdición colectiva? No necesariamente.

Como raza humana, estamos al borde de una transición colosal desde la separación a la Unidad. Despertaremos de la oscuridad a la luz, de la falsedad a la verdad. Nos daremos cuenta de la unidad de todas las cosas vivas.

Aunque cada uno de nosotros viva vidas diferentes, ubicadas lejos unas de otras en el espacio y el tiempo, somos biológica, emocional y espiritualmente uno. Hay sólo un cuerpo. 

Lo que le sucede a los animales en los mares, nos sucede a nosotros, hombres y mujeres. 

Lo que le ocurre a los bosques, nos ocurre a nosotros en nuestros cuerpos, ya que nuestros cuerpos, como los árboles, están hechos de la misma tierra. ¿No son nuestros cuerpos formas de barro en movimiento dotadas de inteligencia?

Un esfuerzo consciente de sanar la tierra se manifestará como la sanación final de nuestros propios cuerpos. Hay sólo una mente. Ésta es la mente que ha fluido a través de nuestros antepasados, de nosotros y la que continuará viviendo a través de nuestros hijos y su progenie. El tormento colectivo o el miedo sufrido por nuestro propio hermano en una parte del mundo se manifestará como las pesadillas, en sueños o vigilia, de alguien en otro lugar del mundo.

Nuestros placeres y dolores están interminablemente interconectados. Somos uno y no podemos continuar viviendo más en la ilusión de la separación. Hay sólo una conciencia. Vivimos en un universo holográfico. Cada individuo despertando a la unidad está afectando automáticamente a miles de personas, empujándolas hacia la única alternativa cuerda de experimentar la realidad.