viernes, 30 de septiembre de 2016

EJERCICIO DE SANACIÓN: LIBERAR APEGOS Y DOLORES EMOCIONALES


Toma unos minutos para estar a solas contigo mismo.
Con tres respiraciones profundas, empieza a relajarte y a adentrarte en tu interior. Puedes cerrar los ojos si lo deseas.
Ahora, recuerda una situación concreta o una persona que te haya generado una emoción negativa o dolor. También pueden ser varias emociones negativas, como por ejemplo, el enojo, la rabia, la ira, el rencor, el resentimiento, el odio, la cólera, el miedo, la tristeza, etc.

A continuación, hazte la pregunta: “¿Quién siente esta emoción?”.
Permanece unos instantes en silencio, auto-indagando en quién es el que siente la emoción.
Tu respuesta es “yo”. Pero, ¿quién es este “yo”?.
Contempla eso. Contempla quién es este “yo” que siente esa emoción negativa o ese dolor.

Ahora, hazte la pregunta: “¿Soy consciente de esto?”.
Permanece unos instantes más en silencio, auto-indagando en si eres consciente de este “yo” que siente la emoción negativa o el dolor.
Tu respuesta es “sí, soy consciente”.
Si no fueras consciente, no te darías cuenta de nada de esto, estarías totalmente ausente. Por tanto, hay alguien ahí que es consciente en todo momento.

A continuación, hazte la pregunta: “¿Quién es el que es consciente?” o “¿qué es eso que es consciente todo el tiempo?”
Toma unos momentos para estar en silencio, para auto-indagar en quién es consciente del “yo” que siente la emoción negativa o el dolor.
Tu respuesta es: “Yo soy consciente”.
Entonces, hay dos yoes; el “yo” que siente la emoción y el “Yo” que es consciente del “yo” que siente la emoción.
Por tanto, ¿cuál de los dos yoes eres tú?
Contempla eso.

Estás cambiando el modo de ver las cosas. Estás cambiando tu foco de atención y te estás dando cuenta de que tú eres dos yoes, pero uno de ellos es real y el otro es ficticio, ¿cuál de ellos es el real y cuál es el ficticio?

El “yo” que siente la emoción, es tu persona, tu identidad. Es tu identificación con el cuerpo-mente y tu historia. Este “yo” ha experimentado una situación concreta y de ahí ha surgido una emoción. Este “yo” es el ego o también llamado “yo separado”.
Este “yo” no es real, es tan solo una creencia mental que se identifica con este cuerpo-mente, dando lugar a un personaje ficticio basado en conceptos y condicionamientos mentales, y patrones establecidos. Todo esto forma parte de la historia, de la película, por tanto es ficticio.

Por otro lado, el “Yo” que está más allá de la historia, y que está todo el tiempo observando todo lo que sucede, es un “Yo” que no puede ser nombrado, no puede ser descrito, porque no tiene nombre ni forma. Está más allá de lo que acontece, percibiendo, observando y siendo consciente. Siempre permanece como Presencia Consciente, como observador.
Este “Yo” es tu verdadera naturaleza. Eres Tú. Es la Conciencia Pura no manifestada que está más allá de las formas manifestadas.

Ahora puedes ver claramente que no eres el personaje que está implicado en la historia. Puedes ver que esa emoción que sientes no es tuya, simplemente ha surgido debido a que estabas identificado con el “yo”, y cuando ha surgido un pensamiento, te has apegado a él. Este apegarse al pensamiento ha generado una emoción en tu cuerpo, la cual te ha hecho sentir mal, te ha hecho sentir dolor.
Así pues, cada vez que te identificas con este “yo” que crees que eres, cada vez que te identificas con tu cuerpo-mente y tu historia, estás generando dolor y sufrimiento. El apego al “yo” es la causa de todo el dolor emocional.

¿Puedes darte cuenta de que tú no eres el “yo”?
Contempla eso.
Tú eres eso que está más allá de esta película del “yo” y su historia. Eres eso que siempre observa, eso que siempre está consciente.

Pongamos un ejemplo: Imagina la pantalla de un cine, y en la pantalla aparecen unas imágenes; un bosque que se está quemando. Los árboles se queman, pero ¿se quema la pantalla?

miércoles, 28 de septiembre de 2016

“Revelación”


“Como en una iluminación, seguramente habréis tenido la ocasión de tener la revelación de una verdad que os transforma. 

Con la rapidez del rayo, algo del mundo del espíritu os atraviesa y transforma todo lo que hasta entonces habían sido vuestras convicciones, vuestras certezas. 

Pensáis que a partir de ese momento ya nada podrá ser como antes. 

Y en efecto, es posible que a partir de ese momento ya nada sea igual. Pero esto no es así de simple. 

Un acontecimiento turbador se ha producido, pero sentir todo vuestro ser sacudido por una revelación no significa que haya penetrado suficientemente en vuestra materia psíquica para que podáis manifestaros enseguida de acuerdo con ella.

Habéis sido deslumbrados, habéis penetrado en un misterio, se os apareció una verdad, pero esto no basta para transformaros. 

No os extrañe pues si en vuestro comportamiento cotidiano, toda clase de indicios prueban que aún no la habéis comprendido y aceptado suficientemente. 

SAGRADA SABIDURÍA: CALLAR Y OBSERVAR


Contrariamente a la situación casi caótica en que ya se encuentra la Tierra, al entrar en contacto con Aurora se puede percibir la existencia de un centro de cura en diferentes planos: desde el físico denso hasta el interno, invisible, suprafísico y eterno. Usamos la palabra eterno porque Aurora, como otros centros de vida intraterrena del planeta, existe desde los orígenes de la Tierra, a pesar de manifestarse sólo ahora. Esos centros pasan por períodos de mayor o de menor actividad según distintos ciclos y el desarrollo del planeta en el que están. Pueden cambiar de función, o entrar en un estado especial y vigilante, de profundo recogimiento.

En el presente ciclo, tres centros intraterrenos, Aurora, Erks y Miz Tli Tlan, tienen una función específica: manifestar la polaridad femenina del planeta Tierra, después del largo período de expresión de la masculina. Esta última fue representada por Oriente, por Shamballa y por la ciencia cósmica que incluía la elevación de la energía kundalini a través de los chakras y diversas reglas de disciplina practicadas en las diferentes escuelas de yoga. La presentación, al hombre de hoy, de Aurora, de Erks y de Miz Tli Tlan, anuncia una nueva fase de la Tierra.

En otras épocas, tales como la lemuriana y la atlante, esos tres centros ya existían y estaban activos, pero tenían otras funciones. Después de haberlas cumplido y de haber pasado por el necesario período de “contemplación”, vuelven a la actividad. Se dan a conocer a los que internamente se dispusieron al servicio de estimular la evolución planetaria y que continuamente se actualizan con respecto a las metas de la evolución.

Le pregunté al guardián de Aurora cuáles serían ahora los requisitos para que un individuo sea elevado a niveles de conciencia superiores y, por lo tanto, pase por una cura. “Así como la madre de Jesús fue transportada, muchos ya no sufrirán el proceso de la muerte. Serán trasladados físicamente en el momento de la purificación del planeta Tierra”, me respondió.

Entonces, pregunté si un autoconvocado para ese rescate planetario ya estaría con su salvación garantizada o si todavía podía recaer y no ser retirado. La respuesta fue cautelosa: “Tenemos que cuidarnos. Tenemos que estar siempre listos. No sirve para nada ser bueno porque se está siendo presionado o amenazado. Un hombre es bueno porque es bueno, y no porque se esfuerce para ello”.

El desequilibrio sólo puede ser saneado por el bien. Esto es simple, pero las personas divagan y comienzan a pensar que el mal no existe. Dejan de reconocer su propio punto evolutivo. Se consideran a salvo, y así se transforman en instrumentos de fuerzas negativas sin darse cuenta.

Las energías suprafísicas pueden trabajar a la vista de los que realmente deseen contactarlas. El rescate es para los que están en ese camino.

La Luz proviene del Espíritu, y éste no falla.

Hoy en día, insistir en antiguas técnicas espirituales demuestra que la persona no comprendió el proceso de evolución de las energías. La elevación del ser humano ya no exige rigurosas disciplinas ascéticas externas, y puede suceder a cualquier hora, espacio o trabajo que se realice. Basta mantener la intención firme y la conciencia identificada con el único creador de todas las esencias y de todas las formas. Esa devoción permanente disuelve todo obstáculo para la unión con lo que está en lo Alto.

Es mediante la fuerza de esa devoción pura e inquebrantable (actitud interna que no necesita rituales, magias ni ninguna especie de demostración física o emocional) que hoy se ingresa en estados de conciencia sutiles. Esa es la enseñanza que continuamente han dado los Instructores y Guias de la raza humana. La belleza de esa ascensión del hombre se encuentra en la fusión de su conciencia externa en una conciencia superior y más profunda que también forma parte de él, y no en la forma del proceso.

La señal de que se está produciendo esa fusión se ve porque el individuo se responsabiliza por algún servicio útil a la humanidad. Para ello, pasa por entrenamientos y pruebas que ponen en conflicto su mente analítica, que debe por fin aprender a callarse – pero sin perder el discernimiento y las cualidades que desarrolló a través de los siglos.

El orden, la armonía y el silencio se consolidan, y así se revela la Ley Superior, cósmica, que comienza a pautar la vida de la persona. Antes de alcanzar la devoción exclusiva por el Altísimo, la persona seguia las leyes personales, psicológicas y materiales del mundo tridimensional. En esa fase personalista, no sabía por dónde andaba ni a dónde llegaría con su esfuerzo. Y cuando alcanza la etapa de esa devoción interior y secreta, percibe que forma parte de una totalidad y que todo en su vida sucede para el bien.

Es necesario tener en cuenta que la esencia interna jamás trae desánimo. Lo que afecta la salud y el equilibrio del hombre de superficie son los pensamientos errantes, las circunstancias externas, las preocupaciones por los aspectos formales de la vida y la identificación con lo mutable. Pero, en la era que ahora se inicia, notará la importancia de concentrar el pensamiento en la meta espiritual y de canalizar las energías para el servicio al Plan evolutivo. Ya es tiempo de reconocer que las enfermedades también se generan por la dispersión del pensamiento y por la concentración de la mente exclusivamente en lo material. Es hora de saber que basta un pensamiento dirigido a la Ley Suprema para que el camino se abra. Es importante que no se piense en enfermedades y que se busque únicamente la unión con lo Alto, con lo Más Alto.

La espera serena y la atención estable vuelven la mente del hombre receptiva a la intuición. Es justamente el lenguaje de la intuición el que usan los mundos superiores para contactarlo, siempre que esté listo para la purificación y el progreso.

¿Qué percibes del mundo?


“No vemos al mundo tal como es, vemos al mundo tal como somos”. Indudablemente cada quien percibe del mundo lo que puede. 

Si adentro de tí hay odio, rencor, amargura, envidia, miedo o celos, eso es lo que percibirás afuera.

Si dentro de ti hay paz, bienestar, perdón, compasión, misericordia y amor, eso es exactamente lo que verás afuera y con lo que te encontrarás.

Nuestra percepción del mundo es selectiva y el filtro es lo que nuestro corazón alberga.

Comienza a perdonar. En especial a ti misma/o, por lo que hayas hecho equivocadamente. Comienza a amarte más, que nada más tenemos esta vida y se pasa muy rápido. 

Empieza a sonreír frente al espejo y date una mirada cálida. Esta se va a multiplicar.

martes, 27 de septiembre de 2016

Dejar ir es reconocer que algunas personas son parte de tu historia, no de tu destino

Ciertamente dejar ir es algo más sencillo nombrarlo que llevarlo a cabo, es un decisión que no se toma de forma imprevista, sino que lleva tiempo dándose forma, es el acto de reconocimiento que nos empuja a la, muchas veces dolorosa, decisión de cerrar un capítulo y seguir adelante con menos acompañantes en nuestro camino.
Dejar ir puede traer consigo muchos cambios, puede ubicarnos en realidades para las cuales no nos sintamos preparados, pero por lo general cuando esa decisión se apodera de nuestro corazón, cualquier camino a tomar resultará más beneficioso que seguir esperando que un milagro ocurra, seguir haciendo esfuerzos sobre humanos o mantener cualquier situación que desde hace mucho perdió el sentido.
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Siempre hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cerrando ci-clos, cerrando puertas, terminando capítulos; no importa el nombre que le demos, lo que importa es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya se han acabado. ― Paulo Coelho
Solemos dilatar la decisión de dejar ir, inclusive cuando aquello a lo hemos generado apego, ya se ha marchado, no es necesario que una persona esté para seguir aferrado a ella. Podemos quedarnos enganchados a situaciones, sentimientos, personas,  lugares, etc… por el sencillo temor de no encontrarnos, de no saber qué será de nosotros luego de que soltemos.
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Aferrarnos a algo o a alguien nos hace estar en lo conocido, aunque esto no nos genere más que sufrimiento, pesar, culpa o angustia, muchas veces preferimos el malestar de lo que sabemos propio, que la incertidumbre de lo que nos puede venir luego.
Pero resulta que lo que nos venga siempre va a depender de nosotros y obviamente nada cambiará mientras nuestras energías estén mal canalizadas en algo o alguien que ya no debe estar en nuestras vidas, en nuestras mentes o nuestros corazones.
Cortar de corazón con aquello que no tiene sentido mantener, es entender que debemos darle cabida a nuevas oportunidades, que soltamos el grillete que no nos deja avanzar y sencillamente ubicar a las personas de forma coherente como parte de nuestro pasado, dándoles el lugar que les corresponda, sin pretender que ese lugar vaya a cambiar en el transcurrir del tiempo, sin guardar falsas esperanzas en las vueltas que dé la vida, solo aceptando que un ciclo debe cerrarse y estamos en capacidad de manejar esa realidad.
Por mucho que nos pueda pesar, si entendemos que hay razones de peso para soltar, no resulta conveniente mayores dilataciones en cuanto a la decisión, mientras más tiempo pase, más consecuencias negativas obtendremos y podemos vernos cada vez más identificados con aquella situación que nos cuesta dejar ir.

Nunca tomes decisiones permanentes, embriagado de emociones temporales

Muchas veces nos encontramos frente a situaciones que nos hacen actuar de manera impulsiva, pudiendo cometer muchísimos errores, desde palabras que no se debieron decir hasta decisiones que no queremos mantener.
Ante cualquier situación en la que nuestras emociones se disparen de un momento a otro, donde podamos sentir celos, rabia, impotencia, frustración o bien éxtasis, plenitud o cualquier otra emoción que haga transitar hormonas a gran velocidad por nuestro cuerpo,debemos intentar mantener la cordura y no dejarnos llevar por la emoción, con el fin de preservarnos ante una abrupta decisión que quizás no sea la más conveniente.
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Cometemos errores cuando las emociones la invaden y nos conducen a las malas acciones.― Dalai Lama
Acabar con una relación, renunciar a un trabajo, residenciarse en otro país, tener un hijo, casarse, procurar la pérdida de un bebé en gestación, son solo ejemplos de todas las decisiones que podemos tomar bajo los efectos de nuestras emociones.
Sí, puede ser que los resultados sean positivos, pero si es la mejor decisión de igual manera podremos tomarla en un estado de mayor autocontrol, sin tener luego la duda de porqué hemos decantado por una opción u otra, sino con la plena consciencia de que hemos hecho la evaluación y el análisis correspondiente que nos ha llevado a tomar la decisión.
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Muchas veces podemos rectificar, sin embargo, una vez tomada una decisión habrá casos en los cuales no podamos echar para atrás lo que hemos dicho y aun siendo así, nuestra credibilidad puede verse afectada, pudiendo ser considerados como que tomamos decisiones a la ligera, que no podemos sostener nuestra palabra o bien que no estamos claros en lo que realmente queremos.

A veces de quien menos esperamos, es de quien más recibimos


La vida es una caja de sorpresas que espera pacientemente ser descubierta. Sin embargo, a veces vamos demasiado rápido, demasiado imbuidos en nuestros pensamientos y preocupaciones, como para mirar a nuestro alrededor y apreciar todo lo bueno y bello que nos rodea.

Lo mismo ocurre con las personas con quienes nos encontramos. A veces nuestros prejuicios, estereotipos o simplemente la prisa nos impiden apreciar los regalos que esas personas pueden darnos. Sin embargo, si fuéramos por la vida con la mente más abierta, si tan solo estuviésemos más dispuestos a recibir, descubriríamos con asombro que a veces de quien menos esperamos, es de quién más podemos recibir.

Los regalos llegan de las direcciones más inesperadas

La Segunda Guerra Mundial ya había comenzado y los nazis estaban avanzando por Europa. Una de sus armas secretas era la máquina Enigma, a través de la cual enviaban mensajes cifrados a los submarinos que hostigaban los convoyes de ayuda enviados desde Estados Unidos.

En este contexto, los ingleses reclutaron a uno de los mejores matemáticos y criptoanalistas de la época, Alan Turing, y le dieron una misión que parecía imposible: desencriptar Enigma. Turing decidió olvidarse del método de cifrado tradicional y se propuso crear una máquina que pudiese decodificar a Enigma. Todos pensaron que estaba loco.


Después de años de duro trabajo, sin poder demostrar la eficacia de su invención y a punto de ser apartado del proyecto, la idea del código para echar a andar su máquina provino de una mujer que no tenía nada que ver con la criptografía ni las matemáticas, una mujer que se limitaba a escuchar los mensajes y transcribirlos.

Gracias al arduo trabajo de Turing, que hoy es considerado el pionero de la computación, y a aquella conversación informal con la mujer, se estima que la guerra terminó de 2 a 4 años antes, ahorrando así muchísimas víctimas mortales.
Este ejemplo, que no es el único en la historia, nos indica que en muchas ocasiones, las personas que menos esperamos, pueden tener un regalo inmenso que darnos, solo tenemos que mantenernos abiertos y escucharlas. El problema es que a veces estamos demasiado encerrados en nosotros mismos, a veces nuestras creencias o incluso el propio conocimiento que hemos acumulado, nos impiden ver y aceptar esos regalos.

El error de pensar como los expertos

Un experimento muy interesante llevado a cabo en la Universidad de Cornell pone de manifiesto los riesgos de pensar como los expertos. Estos psicólogos reclutaron a un grupo compuesto por 100 expertos en diferentes materias, algunos eran geógrafos, otros economistas, filósofos, biólogos… Todos debían responder una serie de preguntas, algunas de las cuales estaban relacionadas con su especialidad.
Sin embargo, la trampa se hallaba en que algunas de estas preguntas contenían datos erróneos. Por ejemplo, una pregunta sobre geografía se refería a una ciudad inexistente y una de biología incluía términos inventados, que no existían en esa ciencia.
No obstante, los expertos fueron quienes más cayeron en esta trampa. ¿Por qué? Simplemente porque no querían reconocer su desconocimiento en un campo en el que se consideraban especialistas. Por tanto, lo que creían saber, se convirtió en una barrera que les impidió detectar los errores.
Es curioso porque, aunque no siempre lo reconocemos, a menudo nos comportamos como los expertos del experimento.

Adoptamos esa actitud:

lunes, 26 de septiembre de 2016

“El poder del pensamiento”


“Hay cualidades y virtudes que deseáis especialmente poseer. 

Pues bien, concentraos en ellas, tratad de imaginaros esta criatura magnífica en la que aspiráis convertiros: 

sentiréis aumentar vuestra fuerza interior, vuestra confianza y vuestro gozo, como si saboreaseis de antemano estas transformaciones que acabarán un día produciéndose. 

Muchos dirán: 
«Pero nosotros vemos bien lo que somos, y no será nuestra imaginación la que podrá cambiar algo». 

Efectivamente, seguid pensando así y nada cambiará.


El espiritualista, que conoce el poder del pensamiento, sabe hasta qué punto puede éste ser eficaz. 

En sus meditaciones, se imagina rodeado de luz, proyectando luz, manifestando todas las cualidades divinas. 


Estas imágenes le ayudan a preparar el terreno y así se acerca poco a poco a la meta que quiere alcanzar. ”

Omraam Mikhaël Aïvanhov.