Muchas veces nos encontramos frente a situaciones que nos hacen actuar de manera impulsiva, pudiendo cometer muchísimos errores, desde palabras que no se debieron decir hasta decisiones que no queremos mantener.
Ante cualquier situación en la que nuestras emociones se disparen de un momento a otro, donde podamos sentir celos, rabia, impotencia, frustración o bien éxtasis, plenitud o cualquier otra emoción que haga transitar hormonas a gran velocidad por nuestro cuerpo,debemos intentar mantener la cordura y no dejarnos llevar por la emoción, con el fin de preservarnos ante una abrupta decisión que quizás no sea la más conveniente.
Cometemos errores cuando las emociones la invaden y nos conducen a las malas acciones.― Dalai Lama
Acabar con una relación, renunciar a un trabajo, residenciarse en otro país, tener un hijo, casarse, procurar la pérdida de un bebé en gestación, son solo ejemplos de todas las decisiones que podemos tomar bajo los efectos de nuestras emociones.
Sí, puede ser que los resultados sean positivos, pero si es la mejor decisión de igual manera podremos tomarla en un estado de mayor autocontrol, sin tener luego la duda de porqué hemos decantado por una opción u otra, sino con la plena consciencia de que hemos hecho la evaluación y el análisis correspondiente que nos ha llevado a tomar la decisión.
Muchas veces podemos rectificar, sin embargo, una vez tomada una decisión habrá casos en los cuales no podamos echar para atrás lo que hemos dicho y aun siendo así, nuestra credibilidad puede verse afectada, pudiendo ser considerados como que tomamos decisiones a la ligera, que no podemos sostener nuestra palabra o bien que no estamos claros en lo que realmente queremos.
El autocontrol se perfecciona con la práctica, cuando aprendemos a callar en un momento determinado, cuando respiramos de forma consciente antes de manifestar nuestras ideas, cuando pedimos o nos damos un tiempo para dar una respuesta, estamos fortaleciendo nuestra capacidad de reaccionar ante las diversas situaciones.
Recordemos que de decisiones componemos nuestra vida, habrá algunas poco trascendentales y otras que determinen nuestra vida, pero sin duda cada una de ellas nos da un abanico de posibilidades que puede, de a poco o de a mucho, modificar nuestro rumbo en la vida. Por eso nunca subestimemos nuestras decisiones, midamos consecuencias, proyectemos escenarios y sin miedo, sin presión y sin la influencia extrema de nuestras emociones, actuemos de la forma más conveniente tanto para nosotros como para las personas involucradas.
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