Algunas personas viven instaladas en la habitación de la preocupación. Imaginan el futuro como un gran campo lleno de minas, de peligros, y esa actitud les impide vivir tranquilos. Temen que un carrusel de desgracias se precipite de un momento a otro sobre ellos.
Estas personas están seguras de que su hijo suspenderá el examen de la semana que viene. Creen que les va a dar un infarto en cuanto sienten un pinchazo en el pecho. Se asustan pensando que tienen cáncer si les aparece una verruga. Tienen el temor de que su hija vaya a sufrir un accidente cada vez que coge el coche, etc.
“Durante mi vida he sufrido muchas desgracias que nunca llegaron a ocurrir”
-Mark Twain-
Las profecías autocumplidas, un curioso efecto psicológico
Resulta llamativo que los acontecimientos negativos que anticipan esas personas tengan una probabilidad mucho más baja de ocurrir que la que le atribuye el afectado, eso cuando la probabilidad no es cero. Además, lo más curioso es que a veces ellos mismos hacen que sus predicciones se cumplan, dando lugar a profecías autocumplidas, como las llamamos los psicólogos. Esta forma de pensar les lleva a sentir y actuar en la dirección de sus temores.
Veamos un ejemplo de profecía autocumplida: un conductor tiene mucho miedo cuando coge el coche porque piensa que va a tener un accidente. Cuando coge el coche, lo hace en un estado de ansiedad tal que le impide conducir con seguridad, con lo que se incrementa el riesgo de que sufra el accidente que tanto teme.
“Procura vivir al día, espera a que las cosas ocurran antes de sufrir por ellas”
-Carmen Serrat-Valera-
En definitiva, algunas personas pasan la vida sufriendo por cosas que nunca llegan a ocurrir. Así, evitan experiencias que incluso podrían llegar a ser positivas por miedo a los posibles peligros y disgustos que puedan acarrear. Su preocupación patológica hace que esperen y sufran por catástrofes que nunca se harán realidad.
4 características de las personas con preocupación patológica
Inseguridad
La persona insegura realmente busca la certeza, no la verdad. Así, no se da cuenta de que la verdad se busca hacia delante, arriesgándose al error, a la aventura, renunciando de algún modo a las seguridades.
La persona insegura, entonces, buscará siempre pruebas de que aquello que teme no va a ocurrir nunca, aumentando la intensidad de la preocupación.
Baja autoestima