Si el ego tuviera un motor, su combustible sería el miedo. El miedo puede hacernos temblar, hacernos sentir inútiles, o motivarnos hacia el cambio. En el estudio del Zen, aprendemos no sólo a superar nuestros temores, sino a ser valientes. Esto se conoce como el rugido del león de Zazen.
El león es la encarnación viviente del poder propio. Este animal tiene dominio sobre todo lo que ve, así como el coraje, la velocidad y el poder para alcanzar todo lo que desea. Su conducta es real y tranquila. La metáfora del león se utiliza para describir cómo se supera el miedo en la Majjhima Nikaya, una colección de discursos sobre las enseñanzas de Buda (link a los Sutras del León Zazen). Describen los temores que la mayoría de nosotros enfrentamos.
Miedo a la pérdida de la vida
El Maestro Zen, D.T. Suzuki dice que el miedo a la pérdida del cuerpo es lo que debemos superar primero. Al tratar de superar este miedo, nuestro ser interno toma conciencia de que estamos amenazando la bien aceptada noción de que somos simplemente seres corpóreos, y ese “pensamiento” nos asusta.
Necesitamos observar las sensaciones corporales que surgen cuando simplemente reflexionamos sobre el temor. Se produce una sensación de vacío en el bajo vientre, hay una inmovilidad en la base de la lengua, y nuestra respiración se restringe. Si tratamos de eliminar estas sensaciones corporales, sin embargo, el miedo se convierte en una cosa sin sentido. Es a través del cuerpo, que podemos hacer desaparecer el miedo de la mente.
Sukuki atestigua que, de acuerdo con el Zazen, nuestro objetivo es mantener el abdomen bajo lleno de energía, la respiración siempre uniforme, el latido del corazón tranquilo y los músculos de todo el cuerpo resilientes para que si las emociones como el miedo surgen, puedan ser fácilmente encontradas y despedidas.
Miedo a la pérdida del “yo”
Aunque podamos anhelar niveles de conciencia más ricos, no siempre estamos tan dispuestos a dejar ir los hábitos y las muletas que han sostenido nuestro actual nivel de conciencia. Como el poeta sufí Rumi dijo una vez, “Nadie encontrará su camino a la Corte de la Magnificencia hasta que sea aniquilado”.
El miedo nos hace equivocarnos, o nos vuelve dóciles; subyugados a la inmovilidad del mundo, por miedo al cambio. Nuestra conciencia fluctúa fácilmente, y nos cuesta alcanzar un estado de Zen, y con mayor dificultad en nuestras actividades diarias. Es sólo cultivando los 4 estados mentales Zen que podemos “llenar nuestros abdómenes” de poder y rugir como un león con valentía.
Miedo al sufrimiento