Los trastornos psicosomáticos son la prueba del impacto que la mente puede llegar a tener sobre nuestro cuerpo. Son estados donde se evidencia una serie de síntomas físicos reales relacionados con enfermedades invisibles, con afecciones que no existen orgánicamente, pero que son el resultado de conflictos mentales, de problemas no resueltos que nos devoran por dentro.
Leer que hay alumnos que debido a la ansiedad pueden llegar a perder la visión justo antes de un examen puede resultarnos poco creíble. Asimismo, si hablamos del caso de una mujer de 60 que ha perdido la movilidad de las piernas porque está convencida de que tiene un tumor en la columna, también nos puede parecer una historia exagerada y difícil de comprender.
“Tu cuerpo te está diciendo que algo no va bien dentro de ti y que no lo estás viendo”.
-Suzanne O’Sullivan-
Sin embargo las pruebas están ahí y estos casos suceden cada día, en todo el mundo y a cada momento. Por ello, algo que aprenden rápidamente los neurólogos o los psicólogos especializados en trastornos psicosomáticos es a dar espacio al relato que hacen los pacientes de lo que les sucede. Si dicen tener dolor, ese dolor probablemente sea real aunque no se vea reflejado en una resonancia magnética o en un análisis de sangre.
Dar credibilidad al sufrimiento de estos pacientes es esencial. Ocurre lo mismo con las personas que dicen tener pensamientos suicidas durante una depresión, lo mismo que experimenta una persona con esquizofrenia al declarar que tiene visiones y determinadas alucinaciones. Esa realidad existe, existe dentro de la mente de ese paciente y puede llegar a ser devastadora. Cuando nuestra mente toma el control, traumatizada o supeditada a un estado de ansiedad muy convulso, todo puede ser posible.
Trastornos psicosomáticos ¿de verdad está todo en mi cabeza?
Entendemos por trastorno psicosomático todo aquel cuadro de síntomas donde no se halla un correlato físico u orgánico, ahí donde todas las dolencias y limitaciones que sufre la persona se deben en exclusiva a sus procesos mentales. Ahora bien, pensemos lo que esto puede llegar a suponer… ¿de verdad está todo en mi cabeza?
La verdad es que a día de hoy los trastornos psicosomáticos siguen siendo un área de estudio llena de incógnitas para los expertos. Algo que sí se sabe es que todo ese espectro de trastornos físicos asociados con el estrés mental tiene un correlato cerebral: la hiperactividad de los impulsos nerviosos del cerebro al comunicarse con diversas áreas de nuestro cuerpo.
Algo que también puede verse es un exceso de adrenalina en sangre, además de unos parámetros biológicos alterados, como la aceleración del metabolismo de la glucosa o de los aminoácidos…
A su vez, también se ha podido demostrar que hay personas más susceptibles a la hora de sufrir trastornos psicosomáticos. Pacientes que viven con mucha ansiedad o que tuvieron una infancia traumática a causa de abusos, carencias afectivas, etc., también suelen ser más propensos a experimentar este tipo de trastorno.
Más allá de entender o no qué causa las enfermedades psicosomáticas, hay un hecho aún más importante. Pensemos en un médico que le explica a su paciente que eso que sufre no es real, que ese dolor en el pecho no es un infarto, que la pérdida de su voz no se debe a un problema de las cuerdas vocales ni su terrible migraña a un tumor. Está bien que le digamos a un paciente “qué es lo que no tiene”, pero… ¿cómo ayudarle a sanar eso “que sí tiene” y que se origina en su mente?
“Es algo que nos pasa a todos. Pero no podría decir por qué en ciertos individuos este mecanismo decide crear una patología. Lo que ocurre es que todos tenemos una forma diferente de lidiar con el estrés”.
-Suzanne O’Sullivan-
Lo que nuestra mente puede llegar a generar