jueves, 30 de junio de 2016

“Pacificar y unificar”


“Aprended a movilizar vuestros pensamientos, vuestros deseos e incluso todas las tendencias de vuestra naturaleza inferior, para la realización de un ideal sublime. 

Este trabajo de unificación, de armonización, el Sol también puede ayudaros a realizarlo. 

Al mirarlo cuando se eleva, por la mañana, pensad que vuestra conciencia se aproxima a vuestro propio Sol, vuestro espíritu, vuestro Yo superior, para fusionarse con él. 

Cuando hayáis logrado pacificar y unificar todas las fuerzas contrarias que os molestan para dirigirlas hacia una sola dirección luminosa, divina, os convertiréis en un foco tan potente que seréis capaces de irradiar en todas direcciones, como el Sol.


Un ser que ha conseguido arreglar sus propios problemas es libre y puede empezar a pensar en los demás. 

Gracias a la libertad que ha adquirido, extiende el campo de su conciencia a todo el género humano, y como el Sol, envía la superabundancia de luz y de amor que desborda de él… 

“La enfermedad a la luz de la Ley del Amor”



Has mencionado en diversas ocasiones que hay enfermedades físicas que tienen que ver con determinados sentimientos o con su represión. Me gustaría profundizar ahora en ello.

Sí. Existe mucha gente enferma del espíritu precisamente porque han anulado sus sentimientos y cuando el espíritu enferma también lo hace el cuerpo, ya que está íntimamente ligado a él.

¿Quieres decir entonces que una enfermedad física puede tener un origen emocional?

Efectivamente. La represión de los sentimientos es la mayor causa de enfermedad en vuestro mundo, tanto de enfermedad psicológica como física.

Esto lo puedo aceptar respecto a las enfermedades mentales… Pero, ¿y el cáncer? ¿Acaso no ha demostrado la ciencia que el cáncer se produce debido a alteraciones genéticas?

Las alteraciones genéticas están en todos los casos, pero en muchos de ellos no son la causa primera.

¿Y cuál es la causa primera?

Como te he dicho, la causa es anímica y tiene que ver con la represión del interior espiritual. Ocurre que cuando la persona no actúa ni vive de acuerdo con sus sentimientos, se produce un malestar interno profundo en la persona que lo padece. Eso genera egosentimientos psíquicamente dañinos como miedo, rabia, odio, tristeza etc, que son los causantes de la enfermedad. Este malestar puede ser estimulado por una causa externa, algún tipo de circunstancia en la vida que a la persona le resulte realmente difícil de afrontar. Llamémosle a esta circunstancia conflicto emocional.

¿Y cómo se transmite el malestar emocional al cuerpo físico para acabar generando una enfermedad?

Cuando la persona se encuentra mal emocionalmente, existe un cortocircuito entre los niveles espiritual y mental que se transmite al cuerpo energético o astral, de modo que éste sufre una alteración en su configuración, un descenso en el nivel vibratorio, una “bajada de energía”, que afectará a una región concreta del cuerpo astral, como una especie de apagón que afectará a una parte del tendido eléctrico, la cual deja de vitalizar correctamente la zona del cuerpo a la que está conectada. La falta de energía vital provoca una desconexión de la región desvitalizada respecto al resto del cuerpo y, como consecuencia de ello, el tejido desvitalizado deja de actuar en armonía con el resto. Al perder su patrón energético, el funcionamiento normal de las células se ve afectado y comienzan a aparecer alteraciones genéticas que pueden, o bien destruirlas, provocando así una enfermedad degenerativa, o bien hacer que empiecen a crecer descontroladamente, provocando así un cáncer.

Todo esto me recuerda a lo que dice la Dra. en Física Barbara Ann Brenan en sus libros Manos que curan y Hágase la luz respecto a la enfermedad, y que me recomendaste cuando hablamos sobre el cuerpo astral. Según ella, los problemas psicológicos y emocionales se manifiestan en el cuerpo astral como zonas oscuras o de diversos tonos turbios, cuyo origen radica en las ideas negativas que mantiene una persona en un momento dado. Si éstas persisten en el cuerpo astral sin resolverse, tarde o temprano ocasionan una manifestación en el cuerpo físico de la persona y causan una enfermedad.

Entonces, ¿está en lo cierto?

Efectivamente, así es.

También me recuerda a los postulados de la Nueva Medicina, que enunció el médico alemán Ryke Geerd Hamer. Según el Dr. Hamer, todo cáncer o enfermedad equivalente al cáncer empieza por un conflicto emocional extremadamente brutal, vivido en soledad. Dependiendo del tipo de conflicto, el cáncer se desarrollará en un órgano u otro. Además, dice que el conflicto emocional afecta primero al cerebro, provocando una especie de cortocircuito, y que la región del cuerpo que está conectada con esa parte del cerebro es la que sufre posteriormente la enfermedad. Postula también que la curación de la enfermedad pasa por la solución del conflicto emocional que la origina. ¿Está en lo cierto este médico?

Lo que dice es bastante correcto, aunque no al cien por cien, porque no todas las enfermedades se originan por conflictos emocionales. Pero sí la mayoría.

¿Y es cierto que si se soluciona el conflicto emocional se puede lograr la curación de la enfermedad?

Sí. Pero para resolver el conflicto debe haber en la persona un cambio bastante profundo, porque si la persona persiste en aferrarse a sus egosentimientos y reprimir sus sentimientos, detrás de una enfermedad vendrá otra, porque aún cuando ciertos conflictos se hayan podido resolver, aparecerán otros que activarán los mismos egosentimientos. Por tanto, llegamos a la raíz del problema: lo que es realmente patogénico y causante de la enfermedad es el egoísmo y sus manifestaciones, y lo que es curativo y saludable es el amor y su expresión. Y esto se cumple siempre.

¿Pero acaso no nos pasa eso a todos en mayor o menor medida? Quiero decir, ¿no nos ocurren a casi todos cosas en la vida que nos generan disgustos de todo tipo y que nos despiertan rabia, tristeza y agresividad? Porque yo me identifico bastante con la descripción que has hecho respecto a la represión de los sentimientos y sin embargo no tengo cáncer.

Cierto, y por eso casi todos enfermáis de vez en cuando. Pero para que se produzca una enfermedad realmente grave, como el cáncer, debe ocurrir que la persona quede emocionalmente “atrapada” por el malestar emocional, en el sentido de que éste se convierta en una obsesión permanente, que se deje dominar por los egosentimientos y persista en esta actitud durante un tiempo relativamente largo, hasta el punto de que le impida conciliar el sueño durante un periodo prolongado. Se debe dar además que la persona reprima toda forma de desahogo y exteriorización de estos egosentimientos.

¿Entonces existe una personalidad susceptible al cáncer?

Sí. La de aquellas personas que se dejan arrastrar por los egosentimientos (rabia, odio, tristeza, miedo) y/o las que se sienten reprimidas en la percepción y/o manifestación de los sentimientos.

¿Entonces debo llegar a la conclusión de que la enfermedad es un castigo por no hacer bien las cosas?

Un castigo, no. Es una consecuencia del dolor emocional interno. Es la misma persona la que se lo provoca y también la que puede remediarlo, haciendo un cambio en sí misma, del egoísmo hacia el amor, de la represión hacia la exteriorización de su auténtica personalidad espiritual.

¿Y qué sentido tiene que a una persona que está sufriendo ya tanto le venga una enfermedad tan fuerte como ésa? ¿Acaso no tenía bastante con lo primero?

Ten en cuenta que el malestar físico es consecuencia del malestar interior. En este caso la enfermedad física actúa como señal de alarma para que la persona se dé cuenta de la enfermedad del interior que padece y la motive a cambiar.

Ya, pero si una persona no asocia que la enfermedad física tiene que ver con la enfermedad del interior ¿cómo la puede ayudar esto a cambiar?

La enfermedad física debilita las barreras mentales que aprisionan la manifestación del interior espiritual y, por tanto, ayuda a adquirir mayor grado de sensibilidad, tanto respecto a nuestros propios sentimientos como respecto a los sentimientos y sufrimientos de los demás. Esto es lo que puede motivar a la persona a cambiar.

Y si cambia, ¿acabaría curándose?

La mayoría sí, pero no en todos los casos. Hay daños a nivel físico que no se pueden reparar.

¿Y los que no se curan pueden llegar a morir?

Sí.

¿Entonces qué sentido tiene la enfermedad, si aunque hagas el cambio no te curas y puedes morir igualmente?

“Ritmo de vida: del culto a la velocidad al equilibrio y la armonía”



La sociedad actual y la visión que en ella impera ensalzan el exceso como ninguna otra cultura lo había hecho antes. Se trata de una percepción productivita, consumista y aferrada a lo material. Es más, como si fuera lo más normal, en torno al exceso se ha configurado una retórica amplificada por la publicidad y los medios de comunicación. El exceso –sea en acumular riqueza o en ganar medallas olímpicas- se ha elevado prácticamente a la categoría de heroicidad. Y la televisión, la radio o la prensa no destacan el quehacer de los verdaderos héroes –que hay muchos, multitud de hombres y mujeres, por todo el planeta y en los más diversos contextos-, sino el “éxito” del “triunfador”, que suele ser un señor o señora que se aporta mucho a sí mismo y casi nada a los demás.

La Economía-Mundo lo contamina todo con su aroma mercantilista y sus reglas del comercio sin alma: poco importa el verdadero valor de las cosas –su valor intrínseco o de uso- y todo se reduce a su precio –su valor de cambio y especulativo-. Es una auténtica subversión del orden natural. Y para conseguir que las personas la asuman, se promueve un modelo de vida que mira siempre al mañana, jamás al presente. El objetivo es claro: que al colocar la mirada en un futuro virtual y frecuentemente quimérico, no se observe la realidad tal cual es. Todo alienta a plantear constantemente metas y retos para el mañana, sin capacidad de crítica, sin saber de verdad si son propios o impuestos por otros, sin atender nunca al aquí-ahora, a lo real. Igualmente, se anima a transgredir límites y fronteras en un contexto de culto a la velocidad. Y a esto se le llama disfrutar la vida. A costa de lo que sea, incluso de uno mismo y la auténtica identidad; y sin conocer por qué y para qué. De este modo, se llena la mente de ruido, del ajetreo incesante provocado por un mundo “en progreso”, “en avance”, aunque nadie sepa bien hacia dónde.

Y casi nadie se sorprende por tanto dislate, aunque, paradójicamente, muchas personas se escandalicen ante los nocivos efectos e impactos, individuales y colectivos, de tanta proclama aparentemente rompedora. La gente se ha acostumbrado al cómodo ejercicio de seguir la corriente, transitando por la vía rápida de los extremos y renunciando a lo que Aristóteles definió como el “justo medio”, “in media virtus”, lugar de excelencia, según él, para la ética y la razón. De esta forma, el equilibrio queda fuera del alcance de cada ser humano y de la sociedad.

En última instancia, la elección no es entre felicidad o no. Todo el mundo, sin excepción, quiere ser feliz. La clave radica en lo que se entiende por felicidad. Y aquí sí que hay que optar: entre un modelo de felicidad ajeno a uno mismo, impuesto por la visión y sistema dominantes; y la felicidad tal como la vemos y percibimos honesta, sincera y conscientemente desde nuestro interior. La experiencia de los triunfadores, de los rompedores y de los se aplican un modelo de felicidad ajeno a ellos mismos indica con rotundidad lo que espera al final de ese camino: frustración, insatisfacción, estrés, depresión, vacío. Y la de los que han optado por el “in media virtus” también es contundente: felicidad equilibrada, duradera y armoniosa.

Ciertamente, no es preciso ser un genio para percatarse que hacer las cosas más despacio significa hacerlas mejor. Y ofrece la oportunidad de gozar con la acción de hacerlas, lo que se sitúa estrictamente en el presente y no con los teóricos resultados de la acción, que pertenecen al ámbito de un futuro que es mera ficción mental… Todo mejora, hasta la salud, cuando se prescinde del apresuramiento.
Las palabras “rápido” y “lento” representan dos filosofías de vida muy distintas.
Rápido equivale a atareado, controlador, agresivo, superficial, estresado e impaciente, es decir, todo aquello en lo que la cantidad prima sobre la calidad. En cambio, lento está asociado a sereno, cuidadoso, receptivo, silencioso, intuitivo, pausado, paciente y reflexivo, esto es donde la calidad prevalece sobre la cantidad
Por ello, la filosofía de vida de la lentitud puede resumirse en dos cualidades: equilibrio interior y armonía exterior.

¿Qué hacer para dejar atrás tanto culto a la velocidad y vivir en ese equilibrio y la armonía?

miércoles, 29 de junio de 2016

“El amor divino”


“El Maestro Peter Deunov decía: 

«Si alimentáis en vosotros la idea del amor en su forma más sublime, obtendréis la ayuda de miles y miles de almas amantes, porque el amor sobreentiende el trabajo colectivo de una multitud de almas unidas entre sí, por esta idea del amor. 

El amor divino es la mayor fuerza que existe. 

No dudéis nunca de esta verdad, para que las almas que trabajan en su nombre habiten siempre cerca de vosotros.»

Estas palabras merecen ser meditadas, masticadas, digeridas, porque nos abren horizontes extraordinarios. 

Cuando consigamos esta concepción divina del amor, atraeremos de arriba miles de almas que vendrán a ayudarnos, a sostenernos. 

“¿Qué te espera cuando vivas eso que llamas muerte?” Emilio Carrillo



En su primera parte, se profundiza en la práctica del Yo Soy desde la percepción de la dimensión subyacente del momento presente.

Conferencia realizada el 21 de mayo de 2016, en Valencia y organizada por la revista Tú Mismo.



25 Lecciones que aprender de Buda


La filosofía budista es para mí una de las más claras y esenciales existentes, os presento 25 lecciones que cambian una vida.

1 – El Amor Cura todo mal
Es la más alta energía que podemos experimentar, por encima de la gratitud

2 – Te definen tus actos, no tus palabras
Igual que un perro no es buen perro por ladrar mucho, el hombre no es buen hombre por ser buen orador

3 – El secreto de la buena salud es vivir el ahora
No eres dueño del pasado, no sueñes con el futuro, solo el presente te pertenece

4 – Quien mira dentro despierta
Si quieres alcanzar el cielo mira en tu corazón

5 – La palabra tiene el poder de dar dolor y de sanar
La palabra puede cambiar el mundo y solo las buenas palabras las que debemos albergar en nuestro corazón

6 – Déjalo ir y será tuyo para siempre
Solo perdemos aquello a lo que nos aferramos

7 – Nadie puede cambiar su camino por ti
Solo tú puedes recorrer tu camino, nadie puede andar tus pasos

8 – La felicidad no es menor por querer a mucha gente
Una vela puede encender miles de ellas y no pierde su esplendor

9 – Sea amable con todos
Ten compasión por todos los seres, ricos y pobres por igual; cada uno tiene su sufrimiento. Algunos sufren demasiado, otros demasiado poco.

10 – No creas todo lo que te dicen que debes creer
Solo la experiencia te entrega el conocimiento

11 – Según piensas así eres
Si tu pensamiento sufre, eres un mártir, si tu pensamiento no sufre, eres feliz, controla tus pensamientos

12 – Aleja los miedos
Haz que el miedo te tema, al igual que el fuego al agua.

13 – La verdad siempre sale a la luz
Tres cosas no pueden ser ocultadas por mucho tiempo, El sol, La Luna y la Verdad

14 – Controla tu mente
La mente no es un enemigo, solo el descontrol lo es.

15 – La Duda Separa, La Confianza Une
No hay nada más terrible que el hábito de la duda. La duda separa a las personas. Es un veneno que desintegra amistades y rompe relaciones placenteras. Es una espina que irrita y daña; es una espada que mata.

16 – Eres merecedor de todo el amor que te puedas dar
El amor empieza por uno mismo

17 – Conocer a los demás es sabiduría, conocerse a sí mismo es iluminación.
Es mejor conquistarse a uno mismo que vencer mil batallas

18 – La espiritualidad no es un lujo, es una necesidad.
Igual que la vela necesita la llama para iluminar, el hombre necesita la espiritualidad para ser iluminado.

19 – Reemplace los celos por la admiración
La envidia te colma de pobreza, la admiración te llena de riquezas

20 – Busca la paz en tu interior
La paz solo puede estar en el centro de nuestro corazón, no busques fuera aquello que mantienes dentro

martes, 28 de junio de 2016

“Llaves y cerraduras”


“Automáticamente, distraídamente, introducís todos los días llaves en las cerraduras sin daros cuenta que así repetís, simbólicamente, el trabajo del espíritu (la llave) en la materia (la cerradura). 

Pero estudiad lo que son una llave y una cerradura y tendréis entonces las llaves para abrir las cerraduras en las que nunca habéis pensado. 

Sí, las orejas, la boca, la nariz, los ojos, esto son cerraduras; y el mismo cerebro es un cerradura. 

Cuando hayáis tomado conciencia de ello, estaréis en posesión de las llaves que abren las puertas de la naturaleza, pero también puertas en vosotros mismos.

Y ¿qué son el intelecto, el corazón y la voluntad?
Puertas por las que circulan nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras energías.

Y las llaves para abrir estas puertas son la sabiduría, el amor y la verdad.

La sabiduría abre el intelecto, el amor abre el corazón y la verdad abre la voluntad.

Cada vez que tengáis un problema a resolver, probad estas llaves.

¿No lo conseguís con la primera? Probad la segunda ¿La segunda tampoco abre?