viernes, 17 de febrero de 2017

La ilusión del yo separado


Todos nosotros utilizamos la palabra "yo" muchas veces cada día. Pero, ¿a qué o quién nos estamos refiriendo? Como lo explicó el Sr. Ouspensky en sus Comentarios Psicológicos, esta cosa que llamamos "yo" no es una entidad única y constante, sino que cambia de un momento a otro:

Cada deseo, cada anhelo, cada "gusto" y "aversión", cada opinión y cada tendencia, cada creencia y cada incredulidad es un "yo". Y cada uno de ellos tiene su propia voluntad y su propia resistencia a la voluntad de otros "yoes". ...

En primer lugar, quiero repetir lo que se dijo antes acerca de la ausencia en el hombre de un "yo" controlador permanente diferente de otros "yoes". Todos los "yoes" son iguales; es mejor decir que todos ellos son igual de débiles. Cada uno de ellos puede de vez en cuando conquistar a otros "yoes", cada uno de ellos puede convertirse en el Califa durante una hora y luego ser sustituido por otro "yo". Ninguno de ellos puede hacer mucho bien, pero casi todos ellos, en una hora o incluso menos, puede hacer tanto daño que todos los demás "yoes" tendrán que pagar por ello toda su vida.
[ The Psychology of Man's Possible Evolution, Lecture 1 ]

Sólo un poco de auto-observación confirmará este punto de vista. Cuando miramos con atención e imparcialidad vemos capas y capas de diferentes "yoes". Se inicia en un nivel superficial con el trabajo o profesión que "hacemos": "yo" el experto, el músico, el ingeniero, el diseñador, el cuidador ... Justo debajo de eso están nuestras opiniones y creencias: "yo" el ecologista, el anti-globalizacionista, el ateo, el cristiano, el budista, el advaitín ... Cerca del fondo, las etiquetas se vuelven más generales ― "yo" el pensador, el perceptor, el sentidor, el elegidor, el hacedor ... El factor común que pasa a través de todos estos "yoes" es la creencia y sensación de que "yo" soy una entidad separada ― separada del mundo y separada de todo y de todos los demás que hay en él.

El sistema enseñado por Gurdjieff al Sr. Ouspensky afirmaba que no hay un verdadero "yo" permanente ― que tenemos que desarrollar un "Yo Real" dentro de nosotros mismos. Sin embargo, como el Sr. Ouspensky reconoció, el sistema es incompleto. Estaba convencido de que si se puede encontrar el origen del sistema, este incluiría un método para recordar el Sí-mismo (Self) que realmente somos y siempre hemos sido. Cuando el Dr Roles conoció al Shankaracharya Shantananda Saraswati en 1961 se dio cuenta de que la filosofía hindú del Advaita enseñada por la tradición Shankaracharya era la fuente del sistema enseñado por Gurdjieff. Una de las enseñanzas fundamentales del Advaita es "tat tvam asi", que se traduce por "Eso eres tú" y se interpreta con el significado de que la Realidad Última, Brahman, es idéntica al Sí-mismo individual, el Atman. Queda claro que la idea de la necesidad de "desarrollar un Yo Real" tenía que ser abandonada. En su lugar, el Advaita enseña que la luz del Sí-mismo Real brilla todo el tiempo, pero simplemente parece ser velada. Son esos aparentes velos lo que crean la ilusión de un yo separado.

El camino tradicional hacia la comprensión de nuestra verdadera naturaleza, como se enseña en la tradición Shankaracharya, implica un largo proceso de purificación en el que se han de cumplir los requisitos previos para la comprensión de nuestra verdadera naturaleza. Muchas, pero en modo alguno todas las enseñanzas de SS Shantananda Saraswati siguen estas líneas, extrayendo ideas de las principales ramas de la filosofía de la India en respuesta a las preguntas. Sin embargo, él, junto con el Dr Roles y otros hicieron mucho para acortar este proceso tradicional para aquellos que viven vidas comunes en el mundo occidental que desean seguir una vía del Cuarto Camino.

En los últimos tiempos el proceso se ha vuelto del revés en la Vía Directa que se deriva de las enseñanzas de Atmananda Krishnamenon y Ramana Maharshi. En la Vía Directa empezamos por descubrir nuestra verdadera naturaleza, y luego sigue un proceso mucho más largo para permitir que nuestra comprensión colonice la mente y el cuerpo ― el equivalente a la purificación prescrita en el camino tradicional. Así es como Rupert Spira describe la primera etapa:

Normalmente nos consideramos que somos una entidad separada, localizada en y como el cuerpo. Para descubrir lo que verdaderamente somos, a diferencia de lo que parecemos ser, será necesaria, en la mayoría de los casos, una investigación sobre la creencia y, lo que es más importante, sobre la sensación de ser esa entidad (separada).

Es inevitable, en primer lugar, que esta investigación parezca ser una actividad de la mente que lleva a cabo la entidad que suponemos que somos.

Sin embargo, cuando se va profundizando en esta investigación se descubre que no hay ningún agente separado dentro del cuerpo, pensando, sintiendo, actuando o experimentando una actividad llamada meditación o investigación. Más bien se descubre que, desde el principio, incluso cuando nos considerábamos a nosotros mismos como una entidad separada, localizada en el interior del cuerpo, todo lo que siempre fuimos y somos es la Consciencia dentro de la cual todas las cosas (incluida la creencia y sensación de separación) aparecen y de la cual están hechas.
Nos damos cuenta de que la persona aparente no es en realidad una entidad sino un proceso del pensar y del sentir, hecho solamente de mente, que aparece dentro (y en última instancia está hecho) del espacio cognoscente de la Consciencia.

En este grupo seguimos un enfoque similar, utilizando las enseñanzas y métodos del Sr. Ouspensky y del Shankaracharya mientras sean necesarios como preparación para seguir la Vía Directa. Aprender a separar la experiencia pura y directa de las ideas y conceptos superpuestos automáticamente (como se explica en el documento anterior) es un requisito previo esencial.

¿Quién detona los cambios en mi?


Siguiendo con la línea de trabajo de los últimos artículos, donde hemos intentado moldear e imbuir en la psique el conocimiento sobre cómo funciona la manifestación de la realidad en la que existimos, aunque sea solo para que otros niveles de nosotros mismos puedan digerir esas nociones, y usarlas en procesos de crecimiento interior a la sombra de lo que la personalidad haya podido captar, sigamos dando pasos para romper estructuras y creencias limitadoras impuestas desde hace siglos que interfieren a la hora de conseguir que moldeemos el mundo según nuestros propios designios, criterios y aprendizajes pendientes.

Existe una línea temporal, la denominada #42, de la que ya hemos hablado, que está aún afianzándose. Esto significa que hay alteraciones en la misma que vienen producidas por las sacudidas de los campos energéticos conscientes que forman el conjunto de la vida humana. Esta línea temporal es la que tiene que permitir muchos cambios positivos futuros en cada uno, pero, para ello, es necesario mucho trabajo interior que detone la limpieza y transmutación de lo que no resuena con ella, y permita las experiencias futuras que los cristalicen.

¿Quién me detona esos cambios?

La función de una de las partes de nuestra estructura multidimensional es precisamente la de detonar todos esos cambios en el momento adecuado.

¿Por qué? Porque normalmente la personalidad que tenemos no es consciente de aquello que necesita ser trabajado y obtenido experimentalmente, y, por ende, no podemos auto-detonarnos experiencias que nos lleven a ciertos aprendizajes y lecciones si no fuera por algo que, desde fuera de esa personalidad, lleve a cabo el proceso. Gestionar cómo una situación se va a producir en el plano físico para que la persona obtenga un aprendizaje o crecimiento es un trabajo minucioso que se coordina con la precisión de un reloj cuántico, en el que cada cosa tiene su lugar, su espacio y su tiempo.

Para que te encuentres con las personas que te tienes que encontrar, o que vivas las situaciones que tienes que vivir, es necesario que muchas cosas en muchos niveles se sincronicen perfectamente, ya que, al trabajar con las realidades individuales de cada persona, para que dos de esas realidades se crucen e interactúen, ambas deben ir alineadas en vibración, frecuencia, propósito e intención, a la hora de que sean compatibles para resonar una con otra. Las leyes de causa y efecto tienen mucho que ver en esto, pues al generar todo tipo de acciones y poner en marcha todo tipo de movimientos energéticos en nuestro día a día, generamos el llamado “efecto mariposa”, donde todo afecta a todo, y todo termina causando impacto en todo, con mayor o menor fuerza, con más o menos sutileza, pero impacto al fin y al cabo.

A veces no se puede intervenir para crear una sincronicidad hasta que ciertas fuerzas energéticas (octavas) puestas en marcha no se han calmado, a veces no hay forma de conseguir que dos realidades individuales se crucen entre sí por mucho que sea necesario o se desee, hasta que procesos internos de esas realidades no se completen adecuadamente, a veces, por el contrario, hay que redirigir procesos lanzados por la personalidad y sus programas para evitar que se alejen por completo de sus propósitos iniciales, que están gestionados por nosotros mismos, pero desde esa parte que llamamos el ser o el Yo Superior, y que, de alguna forma, están acordados por el conjunto de todos nosotros para cada encarnación.


Menos tiempo para más experiencias

jueves, 16 de febrero de 2017

El Camino de la Belleza


El artista y poeta William Blake dijo: "Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es, Infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna".

¿Qué quiso decir con esto? ¿Cómo puede un objeto finito, como un árbol, mesa, silla, persona, o casa ser infinito?

Tenemos que comprender en primer lugar que la palabra "percepción" incluye a todos los cinco sentidos: vista, oído, tacto, gusto y olfato.

El pensamiento convencional nos dice que la experiencia de la percepción se divide en dos ingredientes esenciales: uno, un sujeto que percibe y dos, un objeto que es percibido. Este entendimiento está incrustado en la estructura del lenguaje con frases tales como: "Veo el árbol", "oigo el viento", "toco a la persona", "me gusta la manzana" y "huelo la flor".

En cada caso, un sujeto ―"yo", el sí mismo (self)― se une a un objeto ―el árbol, viento, persona, manzana o flor― a través de un acto de percepción, es decir, a través de un acto de ver, oír, tocar, gustar u oler.

Ahora bien, con el fin de comprender la naturaleza de la percepción, tenemos que explorar ambos lados de esta ecuación ―"yo", el sujeto y el objeto o mundo. Tradicionalmente, los místicos han explorado la naturaleza del "yo", el sí mismo, y los artistas y los científicos han explorado la naturaleza del objeto o mundo.

En otras palabras, los místicos han tendido a mirar hacia dentro, dirigir su atención hacia el centro de su ser o naturaleza esencial, y los científicos y artistas han tendido a mirar hacia afuera, hacia los objetos de la naturaleza y el mundo.

A primera vista puede parecer que ambos están establecidos en direcciones opuestas. Sin embargo, si cada parte explora con suficiente profundidad, es inevitable que llegarán a la misma conclusión. De hecho, la razón por la que en la mayoría de los casos las conclusiones de los místicos, por un lado, y la de los artistas y científicos por el otro, tienden a diferir tan radicalmente, es sólo porque cada parte no explora con suficiente profundidad.

El pintor Paul Cézanne dijo: "Llegará el día en que una sola zanahoria, observada con ojos nuevos, desencadenará una revolución". La revolución a la que hace referencia es la unión de estas dos perspectivas ―la convergencia de la profunda comprensión del místico, el artista y el científico― y las implicaciones que esto tiene en todos los aspectos de nuestras vidas.

Así que vamos a explorar, en pocas palabras, estas dos perspectivas.



La naturaleza del Sí mismo 

El pensamiento convencional nos dice que es el "yo", el cuerpo-mente, el que es consciente de los objetos y del mundo. Sin embargo, una simple y clara mirada a la experiencia nos indica que somos conscientes del cuerpo y de la mente de la misma manera en que somos conscientes de los objetos y del mundo.

En otras palabras, el cuerpo-mente no es el sujeto de la experiencia. El cuerpo-mente es un objeto de la experiencia, que aparece y desaparece como todos los demás objetos. Ahora bien ¿qué es el sujeto perceptor que llamamos "yo", que conoce o es consciente de todos estos objetos percibidos, es decir, del cuerpo, la mente y el mundo?

El "yo" se refiere a lo que sea que es consciente de los objetos del cuerpo, la mente y el mundo. Este "yo" no se puede encontrar como cualquier tipo de objeto, es decir, como un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción. Y sin embargo "yo" estoy innegablemente presente y consciente.

Por lo tanto, estar presente y consciente es inherente al "yo", que por esta razón se le denomina a veces como "Conciencia", que simplemente significa la presencia de eso que es consciente. Esta Conciencia que es nuestra naturaleza esencial es como una apertura consciente y vacía en la que toda experiencia tiene lugar, pero en sí misma no es una experiencia.

La Conciencia no está localizada en el tiempo y por lo tanto es eterna o siempre-presente; no puede ser encontrada en el espacio y por lo tanto es infinita, es decir, que no tiene cualidades observables o finitas.



La naturaleza del objeto, el otro o el mundo ― de la materia a la mente

Reconocer los errores propios nos ayuda a perdonar a los demás


Todas las personas cometemos errores. Durante nuestra vida tendremos que perdonar en más de una ocasión, y tarde o temprano nosotros también necesitaremos que alguien nos perdone. Se dice que el verdadero amor se demuestra en tres momentos claves, en el fracaso, en la enfermedad y en el perdón. Si no eres capaz de perdonar puede que esa persona te importe menos que tu orgullo.

Las atribuciones que realizamos sobre lo que nosotros les hacemos a los demás conllevan una cierta minimización del daño. Al verlo desde nuestra óptica personal tendemos a justificarnos o a buscar excusas para actuar como actuamos. En cambio, cuando los demás nos hacen daño, atribuimos ese mismo hecho a su personalidad y no es extraño que veamos intencionalidad en lo que fue fortuito, lo que nos lleva a una perturbación emocional que nos aleja del perdón.


Reconocer que nosotros también cometemos errores nos aleja de ser pequeños tiranos que justifican todo lo que hacen, pero que dictan sentencia cuando se lo hacen a ellos. Perdonar no es solo un gesto hacia el otro, es el gesto más noble con uno mismo.



Quién no sabe perdonar, aún no sabe lo que es querer de verdad



Perdonar a los otros también nos beneficia a nosotros

Todos en algún momento nos hemos visto en la tesitura de tener que perdonar o ser perdonados, nos hacen y hacemos cosas que causan daño, consciente o inconscientemente. La concepción que tenemos del perdón está algo desvirtuada.

Puede que pensemos que si perdonamos a alguien le estamos dando la razón o estamos justificando a la persona que nos hizo daño, que perdonar es olvidar, restar importancia a lo ocurrido, resignarse, regalar algo al otro. Pero nada más lejos de realidad, el perdón es para nosotros y para nadie más.

Perdonar no significa que ya no nos importe el daño sufrido, o que nos dé igual, ni tampoco que tengamos que comportarnos como si no hubiera sucedido nada. Significa que aceptamos lo ocurrido como parte de nuestra vida y que dejamos a un lado los sentimientos y pensamientos negativos para seguir adelante con nuestra vida.



Si no perdonamos, seguiremos atados a esa persona aunque de una manera dañina y tóxica. Liberarnos de estas ataduras emocionales negativas nos deja sitio a las nuevas emociones y experiencias que nos quedan por vivir.

“Los hombres que no perdonan a los demás sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes”

-Khalil Gibran-


Perdona a quien haya que perdonar

miércoles, 15 de febrero de 2017

TU YO SAGRADO capitulo Final


Crear un espíritu colectivo de yos espirituales

Pero si por el contrario el Hombre ve una puerta que se abre en lo alto, es un
nuevo escenario para su desarrollo; si cada uno de nosotros puede creer que
está trabajando con el fin de que el Universo pueda alzarse, en él y a través de
él, hasta un nivel más alto, entonces una nueva fuente de energía manará
desde el corazón de os trabajadores de la Tierra. La totalidad del gran
organismo humano, superando la vacilación de un momento, inspirará
profundamente y continuará con renovada fuerza
PIERRE TEILHARD DE CHARDIN

Transmitiré mi yo espiritual al exterior, para bien de todos
Este capítulo final será una odisea al interior de todos los males de nuestra
sociedad. No tengo intención de acabar este libro catalogando todos los
problemas que hemos creado como resultado de permitir que nuestros egos
sean la fuerza dominante del mundo.

Eso no quiere decir que no reconozca que tenemos muchos problemas que
han surgido de nuestra preocupación por satisfacer a nuestro ego. Tampoco
soy ciego ante el hecho de que nuestros egos individuales han interactuado de
formas que han producido guerra, delincuencia, adicción, pobreza, injusticias
sociales y tiranías.

Hemos creado un ego mundial que refleja, a nivel global, la misma carencia de
profundidad y riqueza que existe en nuestras vidas. A lo largo de todo este
libro he expuesto razones para dominar el ego personal y sugerencias de cómo
hacerlo. Exactamente lo mismo puede hacerse con respecto al mundo. Abrigo
la esperanza de que a usted le resulte tan obvio como a mí que el ego
colectivos e beneficiará cuando dejemos atrás nuestros egos individuales.
Usted, como ser individual, tiene una búsqueda espiritual que emprender. Esa
búsqueda implica llegar a conocer su naturaleza superior e invitarla a que le
muestre el camino de su yo espiritual en al vida cotidiana. Esto significa negar
las exigencias de su ego si esas exigencias entran en contradicción con su yo
superior.

Nuestro mundo es un colectivo de seres individuales a los que su amorosa
esencia divina insta a seguir la búsqueda espiritual individual y colectivamente.
El mundo se convertirá en un entorno pacífico, satisfecho, cooperador,
amoroso, sincero, tolerante y puro, cuando los seres individuales que
componen la conciencia colectiva dominen su ego. Lo mismo que ocurre en el
microcosmos, ocurre en el macrocosmos. El todo se comporta de la misma
forma que las partes individuales.

Muchas personas con las que hablo me dicen que se sienten importantes para
modificar el mundo. Creen que, dada la envergadura de los problemas
globales, sus esfuerzos serán insignificantes.

Lo que no ven es que ese mundo se transformará precisamente mediante un
cambio en la conciencia individual. Todos los problemas con que nos
enfrentamos dentro de un grupo reflejan los que tenemos a escala individual.
El mundo se encuentra con un déficit espiritual que refleja nuestra necesidad
de emprender de modo consciente la senda de la búsqueda espiritual. La
solución de los problemas individuales y mundiales es la superación del déficit
espiritual. Cuando usted realiza el cambio de conciencia y se permite ser un
agente de la conciencia superior, está contribuyendo a la transformación del
mundo.

Usted no está separado de las otras almas que habitan el planeta. Comparte la
misma energía que fluye por las almas de Ruanda y Pakistán, por ejemplo.
Usted es la bombilla y Dios la electricidad. Fluye a través de usted con tanta
seguridad como lo hace a través de todos lo seres vivos. Cuando usted toma
la decisión de escoger la guía de su yo superior antes que la que le ofrece su
falso yo, se ha conectado con su energía divina interior. Cuando rige su vida
según los principios del yo superior, está contribuyendo a la transformación
del mundo entero.

Los cambios físicos que tendrán lugar en el mundo sucederán de forma
automática, del mismo modo que tendrán lugar en su cuerpo cuando se vuelva
hacia su yo espiritual. Esto resulta inevitable. El ego se desvanece ante la
brillante luz divina. Usted se encuentra con que está comportándose más
pacífica y amorosamente. Lo mismo sucederá a escala mundial.
Usted tiene que fortalecer su voluntad de seguir su senda espiritual cuando el
ego le llame estúpido por creer que podría llegar a existir un mundo sin guerra.
Si el ego puede convencerle, se convertirá en parte del conjunto de falsedades
del ego. Las personas que elijan hacer caso a la propaganda del ego
construirán más bombas y fabricarán más armas.

En la actualidad hay unos seis mil millones de personas en el planeta.
Alrededor de unos tres millones están en guerra o conflictos que los hacen
matarse y torturarse los unos a los otros. ¡Pero eso significa que existen cinco
mil novecientos noventa y siete millones que no están en guerra! Esto es una
estadística esperanzadora que nuestros egos no quieren que consideremos.
Por el contrario, el ego colectivo lucha para mantener a la población con los
nervios de punta mediante recordatorios destinados a hacer que consideren al
mundo en términos de “nosotros contra ellos”.

Este punto de vista del ego no sólo refuerza la demente escalada de las formas
de matarnos los unos a los otros, sino que además es responsable de la
mayoría de nuestros problemas sociales.

No estoy sugiriendo que hagamos caso omiso de los problemas de las
personas sin techo, hambrientas, enfermas y demás. Lo que sí sugiero es que
nuestro ego colectivo nos ha convencido de que estos problemas no tienen
solución. La verdad es que hemos avanzado de manera notable a pesar del
ego, merced a la consideración y el amor de los que están motivados por su yo
espiritual.

De todas las persona del planeta, el 99,9 por 100 tiene un lugar al que acudir
cada noche. Puede que no todos tengan una casa lujosa, pero en general
hemos ingeniado una manera de alojar a todas las personas del planetas,
menos un pequeño porcentaje. Muchos de nosotros trabajamos cada día para
conseguir que el ciento por ciento tenga techo. No obstante, el cuadro que nos
presenta el ego es de unas condiciones rampantes de desesperación, y una
conciencia colectiva basada en el miedo. También esto es verdad por lo que
respecta al hambre.

Estamos dando pasos de gigante en la ayuda de aquellos que viven al borde de
la inanición. Eso sucede debido al esfuerzo de personas inspiradas por su yo
espiritual, no por el pesimismo del ego. Es obvio que una sola persona que
muera de malnutrición es una cantidad excesiva, y nosotros podemos hacer
algo que garantice que vivamos en un mundo donde ese tipo de realidades no
se den, y lo haremos. Pero esto no se logrará mediante la visión pesimista del
ego, que nos sugiere que somos mejores que esas personas que viven en la
pobreza. Si la totalidad del mundo se apartara de pronto de la idea de que
somos sers aislados y escuchara la vedad de nuestro yo espiritual, no cabría
posibilidad ninguna de que alguien muriera de hambre.

Decir que un mundo semejante es imposible es escuchar al ego, que trabaja
colectiva así como individualmente, para convencernos de que estamos
separados los unos de los otros.



COMPRENSIÓN DEL EGO MUNDIAL

El Gran Despertar


Estamos viviendo los momentos más emocionantes en la historia humana. Los avances en todas las áreas de la ciencia están abriendo nuestras mentes a la belleza y el misterio del mundo material. Al mismo tiempo, la tecnología nos da el poder de hacer que muchos de nuestros sueños se hagan realidad.

Pero lo que hace que estos tiempos sean aún más emocionante es que nos encontramos en el umbral de los mayores cambios que nunca se hayan producido en la consciencia humana. Ya se trate de las relaciones con nuestros seres queridos, nuestra actitud hacia el dinero, el ritmo cada vez mayor de la vida, la crisis del medio ambiente, todo nos presiona para despertar a nuestro completo potencial mental. Estamos siendo llamados a descubrir por nosotros mismos las verdades profundas de las que los grandes santos y maestros han estado hablado desde hace miles de años.

En el fondo, todos ellos nos han estado insistiendo en que seamos unos seres humanos más sabios, más compasivos, más sanos psicológicamente. 

Que abandonemos nuestros apegos a que las cosas sean de cierta manera, a ser menos materialistas, menos egocéntricos, menos codiciosos y hambrientos de poder o prestigio. Y a través de este cambio de consciencia encontrar la paz en el presente – la paz interior que hemos estado anhelando durante todo el tiempo, pero que buscamos en vano en el mundo que nos rodea.

Esta es la próxima gran frontera; no la del espacio exterior, sino la del espacio interior. La exploración y el desarrollo del espíritu humano. 

Esta no es una exploración que puedan llevar a cabo algunos científicos en un laboratorio; es una exploración en la que todos estamos comprometidos personalmente, y se está llevando a cabo en el laboratorio de la vida. Y es una exploración que ya está en marcha.

Mira las listas de los libros más vendidos. No pasa una semana sin que al menos la mitad de los "top ten" traten de alguna forma de desarrollo personal. Mira la televisión, los especiales sobre la curación, el éxito de Oprah. Mira Internet, la gran cantidad de sitios dedicados al crecimiento espiritual de una forma u otra. Esto es de lo que la gente tiene hambre hoy; esta es la dirección en la que la consciencia colectiva se está moviendo.

Y mira a los niños de hoy. Conozco a muchos que ya en su adolescencia o poco más de veinte años,

martes, 14 de febrero de 2017

Nadie pierde por dar amor, pierde quien no sabe recibirlo


Nadie pierde por dar amor, porque ofrecerlo con sinceridad, con pasión y delicado afecto nos dignifica como personas. En cambio, quien no sabe recibirlo ni cuidar ese inmenso regalo es quien pierde de verdad. Por ello recuerda, nunca te arrepientas de haber amado y haber perdido, porque lo peor es no saber amar.

Afortunadamente la neurociencia va ofreciéndonos día tras día reveladoras informaciones que nos explican por qué actuamos como actuamos en esto del amor. Lo primero que conviene recordar es que el cerebro humano no está preparado para la pérdida, nos supera, nos inmoviliza y nos enclaustra durante un tiempo en el palacio del sufrimiento.


“El amor no tiene cura, pero es la cura de todos los males”
-Leonard Cohen-


Estamos programados genéticamente para conectar entre nosotros y para construir lazos emocionales con los que sentirnos seguros, con los que edificar un proyecto. Es así como hemos sobrevivido como especie, “conectando”, de ahí que una pérdida, una separación e incluso un simple malentendido haga que salte al instante la señal de alarma en nuestro cerebro.

Ahora bien, otro aspecto complejo sobre el tema de las relaciones afectivas es el modo en el que afrontamos dicha separación, dicha ruptura. Desde un punto neurológico cabe decir que empiezan a liberarse al instante las hormonas del estrés, conformando en muchos casos lo que se conoce como “el corazón roto“. Sin embargo, desde un punto emocional y psicológico, lo que sienten muchas personas es otro tipo de realidad.

No solo experimentan el dolor por la falta del ser amado. Sienten una pérdida de energía, de aliento vital. Es como si todo el amor dado, todas las esperanzas y afectos dedicados a esa persona se hubieran ido también, dejándolos vacíos, yermos, marchitos…

Entonces… ¿cómo volver a amar de nuevo si lo único que habita en nuestro interior es el polvo de un mal recuerdo? Es necesario que afrontemos estos momentos de otro modo. Te hablamos de ello a continuación.



Dar amor o evitar amar de nuevo

Todos nosotros somos un delicado y caótico compendio de historias pasadas, de emociones vividas, de amarguras soterradas y miedos camuflados. Cuando se inicia una nueva relación nadie lo hace enviando previamente todas sus experiencias pasadas a la papelera de reciclaje. Nadie empieza de “0”. Todo está ahí, y el modo en que hayamos gestionado nuestro pasado hará que vivamos un presente afectivo y emocional con mayor madurez, con mayor plenitud.

“Es mejor haber amado y perdido 
que nunca haber amado en absoluto”

-Alfred Lord Tennyson-