El hombre puede considerarse de una doble naturaleza: una mortal y otra inmortal. En cuanto mortal está sometido al
cambio (nacimiento- muerte), y
en cuanto inmortal está capacitado para elevarse hasta el propio pensamiento de Dios mediante sus propios méritos
El dualismo luz-oscuridad, masculino-femenino, bueno-malo… Bien y mal confluyen en el cosmos como potencias
necesarias para el orden. Dios es la fuente absoluta del bien,
y el mal
es una realidad ineludible no achacable a la voluntad divina, pues dispondremos de lo que procede de Dios,
pero es también que lo que procede de nosotros lo acompañe y no quede rezagado.
Por eso sólo nosotros, y no Dios, somos los responsables del mal, en la medida en que lo prefiramos al Bien
Por lo tanto el mal y el sufrimiento fueron sembrados en el mundo para que el hombre, mediante el pensamiento, la ciencia y el entendimiento, ascienda con humildad hasta el conocimiento de Dios, la Suma Bondad.
cambio (nacimiento- muerte), y
en cuanto inmortal está capacitado para elevarse hasta el propio pensamiento de Dios mediante sus propios méritos
El dualismo luz-oscuridad, masculino-femenino, bueno-malo… Bien y mal confluyen en el cosmos como potencias
necesarias para el orden. Dios es la fuente absoluta del bien,
y el mal
es una realidad ineludible no achacable a la voluntad divina, pues dispondremos de lo que procede de Dios,
pero es también que lo que procede de nosotros lo acompañe y no quede rezagado.
Por eso sólo nosotros, y no Dios, somos los responsables del mal, en la medida en que lo prefiramos al Bien
Por lo tanto el mal y el sufrimiento fueron sembrados en el mundo para que el hombre, mediante el pensamiento, la ciencia y el entendimiento, ascienda con humildad hasta el conocimiento de Dios, la Suma Bondad.
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