miércoles, 25 de octubre de 2017

¿De qué llenas tu interior?


Ordenar nuestras prioridades, saber qué queremos, no es fácil. Pero a veces, en nuestro afán de conseguir lo deseado, olvidamos qué es lo importante. Un grano de arena puede ser tan importante como una piedra. Depende de a quien preguntes.


Encontré esta historia en un libro llamado “20 pasos hacia adelante“, en el que en cada capítulo ofrece una gran ventana de conocimiento. Esta historia en particular me gustó por la sencillez con la que permite visualizar nuestro interior. Esta es la historia:

Una vez, un profesor de filosofía apareció en su clase con una gran vasija de cristal y un cubo lleno de piedras redondas del tamaño de una naranja.

—¿Cuántas piedras podrían entrar en la vasija? —preguntó.

Y mientras lo decía, demostrando que la pregunta no era sólo
retórica, empezó a colocarlas de una en una, ordenándolas en el fondo y luego por capas hasta arriba. Cuando la última piedra fue colocada sobrepasando el borde de la vasija, los que habían arriesgado el número de catorce murmuraron satisfechos. El maestro dijo:

—Catorce… ¿Estamos seguros de que no cabe ninguna piedra más?

Todos los alumnos asintieron con la cabeza o contestaron afirmativamente.

—Error… —dijo el docente, y sacando otro cubo de debajo del escritorio empezó a echar piedras de canto rodado dentro de la vasija.

Las piedrecillas se escabulleron entre las otras ocupando los espacios entre ellas. Los alumnos aplaudieron la genialidad de su docente. Y cuando hubo terminado de llenar el recipiente, dejó el cubo y volvió a preguntar:

—¿Está claro que ahora SÍ está lleno?

—Ahora sí —contestaron los alumnos, satisfechos…

Pero el maestro sacó de abajo del escritorio otro cubo más. Éste venía lleno de una fina arena blanca. Con la ayuda de una gran cuchara, el profesor fue echando arena en la vasija, ocupando con ella los espacios que habían quedado entre las piedras.

—Ahora sí podemos decir que está lleno de piedras —aseguró el profesor—. Pero ¿cuál es la enseñanza?

Un murmullo invadió la sala.

Se hablaba de la necesidad de orden, de colocar las cosas, de astucia e ingenios, de no confiar en las apariencias y de tantas otras cosas muy simbólicas.

—Todo eso es verdad —intervino el creativo docente—. Pero hay un aprendizaje más trascendente.

El docente hizo una pausa muy teatral y luego concluyó:


—Es importante hacer primero lo primero y después de ello ocuparse de lo demás, cada cosa a su tiempo. No se trata de darse prisa y poner todo en cualquier lugar, ansiosa y descuidadamente. Si yo no me hubiera ocupado de poner primero lo primero y hubiera empezado por la arena, las piedras más grandes no hubieran tenido espacio.


Este relato ejemplifica de un modo muy gráfico lo que podríamos denominar orden mental.

No sólo se trata de tener un orden de prioridades, y de saber cual es la primera. Las prioridades pueden cambiar, lo que una vez fue una piedra grande, puede convertirse en simple arena. Y siempre debemos tener en cuenta que lo que para nosotros pueda ser mera arena, para otro puede ser una piedra Para no perder el rumbo, hace falta priorizar lo importante sobre lo accesorio, es necesario ser pacientes en nuestras demandas y privilegiar las grandes cosas sobre las menudencias.

Nos recuerda que la libertad y la capacidad de dejarse fluir no están reñidas con poner en orden algunas cosas y que, si pretendemos terminar ocupándonos de todo, puede ser imprescindible empezar por poner en su lugar lo primero antes de ocuparnos de lo último.

Pero a mi parecer, hay un mensaje mas que quisiera compartir. Si llenas el cubo de arena en un principio, ya no cabe nada más, ninguna piedra o piedrecita.

Cuando nos sentimos vacíos y esperamos que el amor que alguien nos da, o el aprecio, llenen ese hueco en nuestro interior, estamos llenándolo con arena y no cabe nada más. Por eso, al irse, nos sentimos terriblemente vacíos.

Si nos queremos, nos respetamos, nos amamos y sabemos quienes somos, conocemos nuestro valor, lo que llega del exterior, la arena, nos llena; pero cuando se va ese amor, esa arena, ya nunca nos quedamos vacíos, pues nuestros pilares, esas piedras fuertes, siempre estarán allí.

Debes construir un interior sólido, amándote, respetándote, apreciando quién eres en realidad, para que no solo los demás puedan hacerlo, sino para que la soledad no suponga un vacío, sino un lugar en el que encontrarte.


Libro “20 pasos hacia adelante” de Jorge bucay

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