La pregunta más importante que puedes hacerte en la vida es, ¿Quién soy yo? A menos que esta pregunta haya sido verdaderamente respondida, no sólo de forma convencional, seguirás teniendo hambre de saber. No importa cómo te hayan definido los demás, bien intencionados o no, y no importa cómo te hayas definido a ti mismo, ninguna definición puede traer una certidumbre duradera.
No es difícil ver que este pensamiento inicial, "Yo soy alguien", conduce a todo tipo de estrategias: ser un mejor alguien, un alguien más protegido, un alguien con más placer, más comodidad y más logros. Pero cuando se cuestiona este mismo pensamiento básico, la mente encuentra a un yo que supone que está separado de lo que ha estado buscando. Esto se llama auto-indagación.
La pregunta más básica: ¿Quién soy yo? Es la que más se pasa por alto. Pasamos nuestros días diciéndonos a nosotros mismos o a los demás que somos alguien importante, alguien sin importancia, alguien grande, alguien pequeño, alguien joven o alguien viejo, pero en realidad nunca cuestionamos esta suposición más básica. Si dices que eres bueno o malo, ignorante o ilustrado, estos son todos sólo conceptos en la mente.
Cuando la pregunta: ¿Quién? es seguida, de forma inocente y pura, todo el camino de vuelta a su fuente, hay una enorme realización asombrosa: ¡no hay ninguna entidad en absoluto! Sólo hay el indefinible e infinito reconocimiento de ti mismo como inseparable de todo lo demás.
Tú eres libre. Tú eres todo. Tú eres sin fin. No hay un final ni límite para ti. Cualquier idea sobre ti aparece en ti y desaparecerá de nuevo en ti. Tú eres conciencia, y la conciencia es consciencia.
Deja de nuevo tu consciencia en el espacio donde no hay una historia, donde no hay pensamiento. Si surge un pensamiento, observa como pasa. No es bueno ni malo. Es sólo un pensamiento, que no tiene nada que ver con la verdad esencial de quién eres.
El mundo no es como piensas que es. Tú no eres quien crees que eres. Yo no soy quien crees que soy. Tus pensamientos sobre el mundo, tú mismo, o yo se basan en percepciones. Ya se trate de percepciones internas o externas, son limitadas.
Reconoce eso, y escucha la invitación a la verdad de ti mismo, que no puede ser percibida o imaginada, y sin embargo, lo impregna todo.
Cuando se detiene toda actividad mental en torno a quién crees que eres, se produce una grieta en la autoridad de la percepción, en la estructura de la mente. Te invito a entrar por esa grieta. Pasa a través de esa abertura. Cuando lo hagas, la mente ya no está llena de su última auto-definición. En ese momento, sólo hay silencio. Y en ese silencio, es posible reconocer la realización absoluta: la verdad de quién eres.
La verdad de quién eres no se puede pensar, porque es la fuente de todos los pensamientos. La verdad de quién eres no puede ser nombrada o definida. Palabras como alma, luz, Dios, verdad, ser, consciencia, inteligencia universal, o divinidad, aunque sean capaces de evocar la dicha de la verdad, son muy insuficientes como una descripción de la inmensidad de lo que realmente eres.
La verdad de ti mismo no es ajena a ti. En realidad, está tan cercana que no puedes creer que seas tú. En cambio, has aceptado el condicionamiento de los padres, culturas y religiones como la realidad de ti mismo en lugar de lo que siempre ha estado contigo – más cercano que los latidos de tu corazón, más cercano que cualquier pensamiento, más cercano que cualquier experiencia.
La verdad de quién eres es intocada por ningún concepto de quién eres, ya sea ignorante o ilustrado, sin valor o grandioso. La verdad de quién eres es libre de todo eso. Tú ya eres libre, y todo lo que bloquea tu realización de esa libertad es tu apego a alguna idea de quién eres. Este pensamiento no te impide ser la verdad de quién eres. Tú ya eres eso. Te separa de la realización de quién eres. Te invito a que dejes que tu atención se sumerja dentro de lo que siempre ha estado aquí, esperando abiertamente por su propia auto-realización.
¿Quién eres en realidad? ¿Eres alguna imagen que aparece en tu mente? ¿Eres alguna sensación que aparece en tu cuerpo? ¿Eres alguna emoción que pasa por tu mente y cuerpo? ¿Eres algo que otra persona ha dicho que eres, o eres la rebelión en contra de algo que otra persona ha dicho que eres?
Estas son algunas de las muchas posibilidades de identificación errónea.
Nuestra identificación errónea más fuerte, tal vez incluso más que la identificación con el cuerpo, es la identificación con el pensamiento. Se nos ha enseñado a creer "Pienso, luego existo (soy)", en lugar de la verdad, que es: "Yo soy, luego pienso". Damos al pensamiento la autoridad para definir lo que somos. Si yo creo que tú estás separado de mí, basándome en sensaciones o percepciones físicas, ese pensamiento tiene la autoridad como árbitro de la realidad.
En nuestras mentes, los pensamientos toman el lugar de Dios, y también toman el lugar del diablo. Una guerra se está librando entre los buenos pensamientos y los malos pensamientos. Surge el deseo de acumular más pensamientos buenos para que puedan derrotar a los pensamientos malos, y así las fuerzas de la luz puedan derrotar a las fuerzas de la oscuridad. Estás condicionado a creer que si los pensamientos buenos ganan, tu ser superior gana, y estarás en paz.
Es cierto que la experiencia de la vida es mucho mejor cuando tu corriente mental tiene abundancia de pensamientos buenos. Es igualmente cierto que la contaminación de la mente con pensamientos negativos o malos da como resultado una mente y cuerpo envenenados. Sin embargo, lo que se pasa por alto es que, en el fondo, está siempre la conciencia pacífica, inmóvil. Lo que se pasa por alto es que lo que realmente eres ya está en paz. Ganar y perder no tienen nada que ver con la verdad de quién eres.
El equilibrio y el re-equilibrio y la re-forma y el re-inventar de lo que tú llamas "yo" es sólo un pensamiento, con otro pensamiento procesado por encima de ese, y luego otro pensamiento. Los pensamientos de quién eres vienen de dos facultades de la mente: el poder de recordar el pasado y el poder de proyectar hacia el futuro. Los pensamientos del pasado y del futuro crean el pensamiento actual de quién eres.
A medida que surjan pensamientos, tienes una opción. Tu mente puede seguir los pensamientos o quedarse quieta, dejando que surjan sin tocarlos. Mi invitación es parar: no construir pensamiento sobre pensamiento, no fantasear o reproducir acontecimientos antiguos. La opción es que la mente esté quieta, y en esa opción está la posibilidad de reconocer lo que siempre está quieto, ya sea que haya pensamientos o no.
En el momento de reconocer lo que no puede ser pensado es el momento de reconocer quién eres. Es un momento de rendición de la mente al silencio. El único obstáculo para realizar la verdad de quién eres es pensar en quién eres. Realmente es así de simple.
El enorme sufrimiento de la identificación personal se centra en lo que ni siquiera existe. La historia de quién eres en realidad no existe. La identificación personal comienza con un pensamiento, un pensamiento que va acumulando poder, ya que se acepta y practica todos los días. Luego se junta con otros pensamientos para apoyarlo, para aumentarlo, y para tratar de perfeccionarlo.
El pensamiento de quién eres es imaginado y fabricado a partir de una cadena de pensamientos, un personaje generado por la mente. Cuando el pensamiento de quién eres es examinado completamente, se descubre que no es nada.
La identificación personal tiene que ver con un "yo" — un cuerpo, un ego que quiere conseguir algo. Tal vez el cuerpo quiere más comida, más vivienda, o más prendas de vestir. Tal vez el ego quiere más poder, más estatus, más reconocimiento, más iluminación. Cualquiera puede mirar en su vida y ver cómo esto conduce a más, si hay desequilibrio, puede impedir que se reconozca la verdadera alegría y la satisfacción de simplemente existir. Incluso sin tener nunca nada más, si este momento es plenamente satisfactorio, en este momento hay más que suficiente de la felicidad de ser. Pero, mientras haya un apego a la historia de un individuo que necesita ser más y tener más, la absoluta realización que siempre está presente como la verdad de nuestro ser se pasará por alto.
En el pasado, era muy raro cuando alguien se adelantaba a hablar de lo que es eterno, de lo que no se puede perder, de lo que ya es la verdad de lo que somos. Y, en general, los que han hablado de esto han sido mal interpretados. La forma en que la mayoría de las personas los escucharon se basaba en la esperanza: "Si consigo lo que este gran ser está diciendo, entonces tendré lo que este gran ser tiene, y nunca me podrá ser quitado". Después, toda la energía se dirigía al intento de conseguir algo o de encontrar algo mejor. Te invito a no hacer nada. Te invito simplemente a investigar directamente dentro de ti mismo para ver lo que ya es inmortal, lo que ya está aquí presente, lo que ya es la verdad de quién eres.
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