Las personas tranquilas son ese desconcertante punto de equilibrio en un mundo agitado. Su mirada serena, sus correctos modales y sus pies en el suelo suelen llamar la atención de los demás. Hay quien asume que tras ellos se esconde la timidez, pero en realidad, lo que subyace en este perfil es su buena actitud ante la vida y una calma interior bien trabajada.
Decía Albert Einstein, con gran acierto, que la monotonía y la soledad de una vida tranquila es lo que impulsa a la mente creativa. Sin embargo, por curioso que nos parezca esa imagen sosegada sigue siendo poco entendida en nuestra sociedad. Nos lo recuerda por ejemplo Susan Cain en sus libros sobre la personalidad tranquila y/o introvertida.
“En lugares tranquilos, la razón abunda”.
-Adlai E. Stevenson-
Así, es muy común por ejemplo que ese alumno que en el aula se muestra siempre relajado, pacífico y silencioso sea percibido como falto de iniciativa, tímido y retraído. Son niños “sin personalidad”, comentan algunos maestros a la ligera. Porque en nuestra sociedad se sigue valorando a quien participa, a quien hace ruido y valer su voz.
Cabe decir, no obstante, que no hay personalidades mejores o peores. Nada es tan rico para nuestro mundo como ese amplio espectro actitudinal y comportamental que mostramos los seres humanos. Cada uno, a nuestra manera podemos aportar cosas excepcionales a nuestra realidad. Aunque eso sí, necesitamos comprensión mutua y ante todo ser conscientes del tesoro que se esconde detrás de cada perfil psicológico.
El cerebro de las personas tranquilas
El cerebro de las personas tranquilas funciona de manera diferente. Puede que a simple vista esta idea le llame a más de uno la atención, pero cabe decir que no es nueva. Ya en los años 6o, el conocido psicólogo de la personalidad Hans Eysenck introdujo el término umbral de excitación cerebral. Este concepto le sirvió para diferenciar y explicar por qué las personas más tranquilas se suelen diferenciar tanto de ese perfil más extrovertido y/o abierto a la experiencia, el riesgo, el desafío…
Así, en estudios como el realizado en el 2012 en la Universidad de Harvard apoyan esa misma hipótesis establecida por Eysenck en su momento. Veamos ahora en qué se basa y qué nos explica:
1 - Las personas extrovertidas necesitan mayor nivel de dopamina para experimentar bienestar y felicidad. De ahí que busquen experimentar nuevas sensaciones o tener contacto social con mayor frecuencia para alcanzar ese nivel, ese umbral de bienestar.
2 - En el caso de las personas tranquilas ocurre lo contrario. Ellas encuentran bienestar con un nivel justo de dopamina, cuando se sobrepasa ese umbral de equilibrio, experimentan ansiedad, presión y agotamiento. Las situaciones relajadas y caracterizadas por una armonía social y sensorial son las que más satisfacción les producen.
3 - Asimismo, se han podido observar diferencias estructurales en la corteza prefontral de las personas tranquilas. Tienen mayor materia gris. Algo así se vincula al pensamiento abstracto, lo cual demuestra que este tipo de perfil es más tendente a la reflexión y a la introspección.
Neuronas en el cerebro representando el cerebro de las personas tranquilas
Hábitos de las personas tranquilas
Que una persona sea tranquila no significa ni mucho menos que sea más feliz, competente o inteligente que aquellas más inquietas, nerviosas o extrovertidas. Significa básicamente, que ven el mundo de otro modo. Viene a decirnos que se relacionan con su entorno de otra forma y que sus hábitos cotidianos son algo diferentes. Comprenderlos, ser sensibles a este perfil nos permitirá sin duda comprenderlos mucho más y por qué no, imitar alguno de sus enfoques si los consideramos beneficiosos.
“Hay momentos en que el silencio tiene la voz más alta”.
-Leroy Brownlow-
Características de las personas tranquilas
1 - Disfrutan conectando con la soledad. Saben que esos escenarios solitarios son el mejor camino para el autonocimiento. Es ese lugar donde despertar la creatividad, calibrar los miedos con las potencialidades y ajustar nuevos objetivos en el horizonte.
2 - Son selectivos. Las personas tranquilas saben bien qué les conviene, qué les enturbia y qué es mejor dejar a un lado o aprovechar. De ahí, que elijan bien sus relaciones y a quiénes quieren en su vida.
3 - No hay que asumir nada de forma personal. Quien se obsesiona por los desacuerdos, las desavenencias o los fracasos de forma intensa, sufre. Hay que saber relativizar, establecer una distancia saludable entre uno mismo y los demás, y entender que todo en esta vida es un proceso, y lo importante, es seguir avanzando lo más ligeros posible.
Ver, escuchar, sentir, aprender… Nada puede ser tan enriquecedor como conectar con nuestra realidad con todos los sentidos. Las personas tranquilas tienen una actitud sosegada, pero por dentro están hambrientas por captar sensaciones y aprendizajes. Sin embargo, su canal de aprendizaje ideal parte del silencio. De esa mirada que sabe observar, de esos oídos que escuchan con atención discriminando sonidos del mero ruido…
Despacio se vive mejor. En un mundo de agitación las personas tranquilas son las únicas que no tienen prisa. Y no la tienen porque saben a dónde van. Se conocen lo bastante para saber cuál es su ritmo, cuál su pausa, cuál su música y por dónde se va mejor hacia ciertas metas y objetivos. El día a día experimentado de forma pausada tiene para este perfil un mejor sabor.
Para concluir, no desestimemos el poder que pueden llegar a tener las personas tranquilas y de actitud más sosegada… Desde su calma interior y su carisma más relajado pueden enseñarnos grandes cosas. A veces, las mejores revoluciones empiezan desde el silencio.
https://lamenteesmaravillosa.com/personas-tranquilas-la-calma-interior-en-un-mundo-de-ruido/
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