Tenemos un concepto del tiempo lineal, pasado, presente y futuro. La física quántica expone que los tiempos pretéritos coexisten con el tiempo presente, por lo tanto la linealidad no existiría y el tiempo tal y como lo entendemos tampoco. En realidad el tiempo es leído por nosotros como una aguja lee los surcos de un disco de vinilo. Nosotros seriamos la aguja y el tiempo existiría solo cuando nosotros camináramos por ese surco creando a su vez el contenido que leemos en él.
Nosotros en realidad seriamos todo, la aguja y el disco, pero para no complicarlo demasiado, seguiremos con este ejemplo. Según avanzamos en la lectura de esa línea (surco) de tiempo, constantemente se nos están mostrando alternativas para elegir entre seguir por el surco o línea actual o saltar a otra linea paralela. Con cada decisión hacemos pequeños saltos en nuestra línea de tiempo, esto lo hacemos a diario y esas pequeñas elecciones acaban sumándose a las elecciones de cada uno de nosotros, en un cómputo global.
Estas pequeñas decisiones intranscendentes quizás, acaban desembocando en elecciones mayores que surcan líneas de tiempo generales que afectan a todos los que habitamos el planeta. Elecciones como la de guerra o paz, por ejemplo, hace que saltemos entre una línea de tiempo u otra, eligiendo un futuro u otro. Nosotros somos los que manipulamos el tiempo y lo que acontezca será consecuencia irremediable de nuestra elección, cada pequeña decisión va sumando para que el rumbo del planeta salte entre una línea u otra. Las posibilidades son extensas, pero según vamos avanzando y eligiendo, las líneas de tiempo se crean o se destruyen, ninguna es alterada, simplemente existe o no, según nuestra elección. Creamos la posibilidad y una vez materializada es cuando esta realidad existe, hasta que el observador (creador) no ve su obra esta no acontece, solo está en suspenso, en esa nube de posibilidad.
La aguja va saltando sobre el disco de vinilo, salta entre distintos surcos y lee distintos presentes, según sus elecciones pasadas, los hechos y las acciones se van desarrollando de un modo que al final todos somos afectados en una decisión en conciencia, aunque la conciencia de la decisión no este integrada en nosotros. Una elección desemboca en otra y así sucesivamente. Siempre podemos elegir, pero nuestra tendencia a ser manejados inconscientemente hará que elijamos según tendencia y no según conciencia, lo que provoca que la elección jamás se adecue a lo mejor para nosotros, sino que sustenta el ideal de otros.