Versos y comentarios extraídos de su libro Yo Soy lo Ilimitado
Soy espontánea sencillez.
Mente, corazón y sentimiento,
un solo ser, plenitud absoluta,
Amor en acción.
Este estado
se revela con naturalidad.
Cuando la mente está despierta,
todo es Uno.
El pasado se disuelve
a la luz de una omnímoda Atención.
En el vacío, lo Sagrado se revela
en su fulgor natural.
Cuando se experimenta el momento,
la mente personal se disipa;
se expande hasta el Infinito
como Mente Universal.
Cada uno de tales encuentros
nos transforma radicalmente,
pues con cada chispa de conciencia
¡somos novedad, Divinidad, Realidad!
La Nada
La Nada es la no forma, el no haber, la no existencia.
Es también el vació de la mente ―Existencia Infinita―
que incluye e impregna Todo cuanto existe en el Universo.
No tiene límites, no conoce fronteras.
Después del séptimo nivel de conciencia, somos solo “Lo que Es”;
ilimitado en su totalidad, el pensar se hace Inmensidad.
Esto es la Nada, que mantiene todo unido en órbita:
planetas, galaxias, toda materia y forma.
Por eso, a partir de ahora, todo es simple Ser,
el umbral de la Eternidad Total con un pensar ilimitado:
un pensamiento puede situarse en cualquier parte en un instante:
en la Luna, el Sol o cualquier galaxia, espontáneamente.
En el estado de Ser ―un estado de Santidad ―
somos Unidad con Dios, somos Amor eterno,
a cada momento, entretejido con la emoción.
Este es el potencial de todo ser humano.
“Conocerse a sí mismo”, simplemente siendo,
es el camino más sencillo para llegar a esta experiencia real,
encarando a la mente engañosa y mecánica
con la Luz de la Atención.
El auténtico encuentro instantáneo con ella la disipa,
y en el “vacío psicológico” aparece el nuevo ser humano,
que afirma su existencia como acción sublime:
Dicha y Felicidad, integrados en Uno.
¡No aceptes nunca que la sencillez es difícil!
Solo el ego hace tal afirmación, no lo Sagrado
de nuestro Ser, impulso creativo,
inteligencia constante en perpetuo cambio.
La Nada es el vacío, la no existencia, ninguna cosa, la negación absoluta, y simultáneamente, es lo infinito, la Existencia que impregna Todo cuanto existe en el Universo Ilimitado. No tiene fronteras, y es por tanto Infinitud.
Cada vez que hacemos realidad el estado de Ser, experimentamos igualmente un Pensar Ilimitado, que es, de hecho, la misma Inmensidad a la que también podemos llamar Nada, la Nada que mantiene en órbita planetas, estrellas, galaxias y universos, así como todo su contenido.
Por lo tanto, en un sencillo estado de no mente descubrimos el eterno estado de Ser, que es, en realidad, la Energía Infinita o Dios. En la práctica, nos hallamos en un estado de Pensar Ilimitado; en una fracción de segundo podemos colocar un pensamiento en la Luna, el Sol o cualquier galaxia.
Cuando de verdad descubrimos por experiencia propia el estado de Ser, tomamos conciencia de nuestra Santidad, pues en ese momento sublime estamos en perfecta comunión con Dios, manifestado como Amor eterno.
Cada uno de nosotros ―hombre o mujer― está dotado, así pues, de esta capacidad funcional natural, conseguida con la ayuda de una Atención lúcida y omnímoda, que disipa al instante el mecanismo de la mente ilusoria y tramposa. En cuanto aparece esta “vacuidad psicológica” o Paz del Alma, un ser humano nuevo afirma su existencia y comportamiento sublime como Amor, Dicha y Felicidad incondicionales, libres de cualquier motivación externa.
¡Nunca digas que llegar a la sencillez es difícil! Tan disparatada afirmación proviene del ego, degradado, y no del ser Sagrado que somos, dotado de impulso creativo e Inteligencia constante en perpetuo cambio.
Lo Desconocido
Lo que no es, lo que no existe, eso tan
misterioso que es lo Desconocido,
tan controvertido, es imposible de ver ni prever
con nuestra mente condicionada; no podemos
pensar en ello ni reproducirlo
con imágenes, pensamientos o palabras.
Es un eterno misterio que nunca podremos abarcar ni comprender
con nuestro desgraciado ego, sumido en el pasado.
Lo Desconocido aparece como un relámpago, evidente por sí mismo,
y, como un relámpago, desaparece un instante después.
En el momento siguiente, pasa a ser “lo conocido”:
es ya viejo en cuanto la revelación se desvanece.
El tiempo lo devora todo; va consumiendo el presente,
y cada suceso se hace viejo al morir el momento.
Para descubrir la frescura en movimiento,
necesitamos ser la inocencia,
un espíritu claro y una aguda percepción.
Entonces, el pasado desaparece sin esfuerzo,
y, liberado en el momento, aparece
espontáneamente un ser humano nuevo,
que es pureza absoluta y Amor enriquecedor;
una espléndida luz, eternamente beneficiosa.
Cada momento es una oportunidad para integrarnos,
preparando el estado de Iluminación.
A lo Desconocido se le llama también Dios, Realidad, lo Absoluto, Infinitud, Energía Cósmica, el Gran Todo, la Verdad Absoluta, Quietud…, meros símbolos todos ellos, que no representan la realidad en sí; nada más que un vago intento de expresar algo que la mente común no puede comprender. Siendo esto así, el mero hecho de pronunciar estas palabras es una impiedad, una falta de respeto. ¡¿Cómo podría una mente encerrada en su pequeño caparazón comprender la Quietud ilimitada, sin principio ni fin?!
No puede, y cuando, a pesar de todo, intenta hacerlo, es por pura falta de entendimiento, ignorancia o arrogancia.
Esta Realidad Absoluta está en todas partes así como en la esencia de todas las cosas, vistas o no vistas, y también dentro de cada ser humano; es su existencia misma en nuestro interior lo que nos da la facultad de perfeccionarnos y experimentar una felicidad sin causa.
Todos los seres humanos tienen la capacidad de descubrir lo Desconocido. A ninguno se nos ha privado de esta maravillosa oportunidad. Depende de nosotros, y solo de nosotros, explorar o no las profundidades de nuestro ser para sacar a la luz tan precioso tesoro. Por supuesto, es difícil, es un arduo trabajo y exige ciertos sacrificios
Llegamos a la Fuente de la Vida eliminando las sucesivas capas confusas, caóticas y pegajosas de la conciencia superficial. Solo demoliendo el ego ―este ídolo al que veneramos y ante el que nos postramos cada día―, se abre el camino hacia la grandeza de los Cielos.
Solo cuando esta estructura egótica, al darse cuenta de su impotencia, se queda humildemente en silencio, sobreviene con naturalidad el “vacío psicológico” y la Eternidad se revela. Viene a nosotros, por sí misma, pues los muros que nos tenían encerrados en nuestro universo mezquino se derrumban de repente en el destellante fogonazo de conciencia.
El momento que así experimentamos se convierte en lo conocido; de inmediato se hace viejo, ya que el tiempo devora todo lo que ocurre en el momento presente. Cada acontecimiento o incidente, vivo en el momento, envejece en cuanto el momento se consume.
Para encontrarnos con la constante novedad de la vida en movimiento, tenemos que darle la bienvenida con una mente clara e inocente, libre de cualquier bagaje de recuerdos. La Atención es la llama que ilumina los rincones más oscuros de la conciencia, consumiendo y quemando todo el pasado conservado en la memoria, que ha creado a un individuo atrapado en el tiempo-espacio.
En el instante en que desaparece el ser humano condicionado, nace un ser humano nuevo, con una mente ilimitada, pureza absoluta y Amor Creativo. Es la Divinidad presente en nuestro interior, que se revela, por sí misma, cuando somos humildes por habernos dado cuenta de la mezquindad que nos tiene cautivos inmovilizados en el nivel del ego.
Para concluir, tras haber descubierto el gran misterio de lo Desconocido, cada momento es una magnífica oportunidad de integrarnos en la Gran Energía Cósmica, acercándonos así al estado de Iluminación.
Por lo tanto, no nos perdamos el momento presente. Depende solo de nosotros hacer esta sabia elección.
Fuente: Ilie Cioara, Yo Soy lo Ilimitado (Editorial Sirio, 2014)
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