Interlocutor: Un hecho de nuestra experiencia diaria es que al despertarnos, el mundo aparece de pronto. ¿De dónde sale?
Maharaj: Antes de que algo pueda venir a la existencia tiene que haber alguien que lo perciba. Toda aparición y desaparición presupone un cambio con relación a un fondo que no cambia.
I: Antes de despertarme, yo estaba inconsciente.
M: ¿En qué sentido? ¿En el de haber olvidado o en el de no haber experimentado? ¿No experimenta usted incluso cuando está inconsciente? ¿Puede usted existir sin conocer? Un lapsus en la memoria ¿es prueba de no-existencia? ¿Y puede hablar con validez sobre su propia no-existencia como una experiencia real? Ni siquiera puede decir que su mente no existía. ¿No se despertó cuando lo llamaron? Y al despertarse, ¿no fue la sensación de “yo soy” lo que llegó primero? Entonces, alguna semilla de consciencia debe existir, incluso durante el sueño. Al despertar la experiencia se desarrolla así: “Yo soy ―el cuerpo― en el mundo”. Puede parecer que surge en forma de secuencia pero de hecho todo es simultáneo, es una sola idea, la de tener un cuerpo en un mundo. ¿Puede existir la sensación de “yo soy” sin ser alguien?
I: Yo siempre soy alguien, con sus recuerdos y sus hábitos. No conozco otro “yo soy”.
M: ¿Tal vez algo le impide conocerlo? Cuando usted ignora algo que los demás saben, ¿qué es lo que hace?
I: Busco la fuente de su conocimiento bajo su instrucción.
M: ¿No es importante para usted saber si es simplemente un cuerpo o alguna otra cosa? ¿O quizá nada en absoluto? ¿No ve que todos sus problemas son los problemas de su cuerpo? Alimento, vestido, techo, familia, amigos, nombre, fama, seguridad, supervivencia, todo esto deja de tener sentido en el momento en que usted comprende que tal vez no sea simplemente un cuerpo.
I: ¿De qué sirve saber que no soy el cuerpo?
M: Incluso decir que usted no es el cuerpo, no es totalmente correcto. En cierto modo usted es todos los cuerpos, los corazones, las mentes y mucho más. Profundice en la sensación de “yo soy” y lo descubrirá. ¿Cómo encuentra usted algo que ha olvidado? Lo mantiene en la mente hasta recordarlo. La sensación de ser, de “yo soy”, es lo primero que surge. Pregúntese de dónde sale o simplemente obsérvelo con tranquilidad. Cuando la mente permanece en el “yo soy” sin moverse, se entra en un estado que no se puede expresar con palabras, pero que se puede experimentar. Lo único que debe hacer es intentarlo una y otra vez. Después de todo, la sensación de “yo soy” siempre está con usted, sólo que usted le ha añadido todo tipo de cosas ― el cuerpo, sentimientos, pensamientos, ideas, posesiones, etc. Todas estas auto-identifícaciones son equívocas. A causa de ellas usted cree ser lo que no es.
I: Entonces, ¿qué soy yo?
M: Con que sepa lo que usted no es, es suficiente. No necesita saber lo que es, ya que mientras el conocimiento signifique descripción en términos de lo ya conocido, de lo perceptual o conceptual, no puede haber auto-conocimiento, puesto que lo que usted es no puede ser descrito, excepto como negación total. Lo único que puede decir es: “yo no soy esto, yo no soy aquello”, no puede decir: “esto es lo que soy”. Sencillamente no tiene sentido. Lo que pueda señalar como “esto” o “aquello” no puede ser usted. Ni tampoco puede ser “otra cosa”. Usted no es algo perceptible o imaginable. Y sin embargo, sin usted, no puede haber percepción ni imaginación. Usted observa el sentir del corazón, el pensar de la mente, el actuar del cuerpo; el propio acto de percibir muestra que uno no es lo que percibe. ¿Puede haber percepción o experiencia sin usted? Toda experiencia tiene que “pertenecer” a alguien. Alguien debe llegar y proclamarla como propia. Sin el experimentador la experiencia no es real. El experimentador es el que aporta realidad a la experiencia. Una experiencia que usted no pueda tener, ¿de qué le sirve?
I: El sentido de ser el experimentador, la sensación de “yo soy”, ¿no es también una experiencia?
M: Evidentemente, todo lo que se experimenta es una experiencia. Y en toda experiencia surge el experimentador. La memoria crea la ilusión de continuidad. En realidad cada experiencia tiene su propio experimentador y el sentido de identidad se debe al factor común que está en la raíz de toda relación experimentador/experiencia. Identidad y continuidad no son lo mismo. Al igual que cada flor tiene su propio color, pero todos los colores son originados por la misma luz, en la conciencia no-dividida e indivisible en sí misma, aparecen muchos experimentadores, cada uno separado en la memoria, aunque idénticos en esencia. Esta esencia es la raíz, el fundamento, la “posibilidad” atemporal e inespacial de toda experiencia.
I: ¿Cómo puedo llegar a ella?
M: No necesita llegar a ella, ya que usted es ella. Si le da una oportunidad vendrá a usted. Abandone su apego a lo irreal y lo real surgirá por sí mismo, rápida y suavemente. Deje de imaginarse que es o que hace esto o lo otro, y la comprensión de que usted es la fuente y el corazón de todo surgirá en usted. Con ello llegará un gran amor que no es elección o predilección, ni apego, sino un poder que hace todas las cosas dignas de amor y adorables.
La obsesión por el cuerpo
Interlocutor: Maharaj, usted está sentado frente a mí y yo estoy aquí a sus pies. ¿Cuál es la diferencia básica entre nosotros?
Maharaj: No hay ninguna diferencia básica.
I: Tiene que haber alguna diferencia real. Yo vengo a usted, usted no viene a mí.
M: Como usted imagina diferencias, va de aquí para allá en busca de gente “superior”.
I: Usted es también una persona superior. Dice conocer lo real mientras yo no.
M: ¿Le he dicho yo alguna vez que usted no lo conoce y que por lo tanto es inferior? Deje que quienes inventaron esas distinciones las demuestren. Yo no pretendo conocer lo que usted no conoce. De hecho, conozco mucho menos que usted.
I: Sus palabras son sabias, su comportamiento noble, su gracia todopoderosa.
M: Yo no sé nada de todo eso, y no veo diferencia alguna entre usted y yo. Mi vida es una sucesión de hechos, igual que la suya. Sólo que yo estoy desapegado y veo el espectáculo que está ocurriendo como un espectáculo, mientras que usted se apega a las cosas y se mueve con ellas.
I: ¿Qué le hizo tan desapasionado?
M: Nada en particular. Resulta que creí a mi Maestro. Él me dijo que yo no era nada sino mi ser y le creí. Al creerle, actué en consecuencia y dejé de preocuparme de lo que no era yo, ni mío.
I: ¿Por qué tuvo usted la fortuna de confiar por completo en su Maestro, mientras que nuestra confianza es sólo nominal y verbal?
M: ¿Quién sabe? Así es como ocurrió. Las cosas suceden sin causa o razón y, después de todo, ¿qué importa quién es quién? Esa opinión tan elevada que usted tiene de mí es sólo la opinión de usted. En cualquier momento puede cambiarla. ¿Por qué dar tanta importancia a las opiniones, incluso a las suyas?
I: Pese a todo, usted es diferente. Su mente parece estar siempre tranquila y feliz. Y a su alrededor ocurren milagros.
M: Yo no sé nada de milagros y me pregunto si la naturaleza admite excepciones a sus leyes. A menos que consideremos que todo es un milagro. En cuanto a mi mente, no existe tal cosa. Existe la consciencia, en la que todas las cosas suceden. Es bastante evidente y cualquiera lo puede experimentar. Simplemente, usted no mira con la suficiente atención. Mire bien y verá lo que yo veo.
I: ¿Qué ve usted?
M: Veo lo que usted también podría ver, aquí y ahora, de no ser por el incorrecto enfoque de su atención. Usted no presta atención a sí mismo. Su mente está con cosas, personas e ideas, nunca con usted mismo. Céntrese en sí mismo, sea consciente de su propia existencia. Vea cómo funciona usted, vigile los motivos y los resultados de sus actos. Estudie la prisión que ha construido a su alrededor, sin darse cuenta. Sabiendo lo que usted no es, llegará a conocerse a sí mismo. El camino de regreso a uno mismo pasa por la negación y el rechazo. Una cosa es cierta: lo real no es imaginario, no es un producto de la mente. Incluso la sensación “yo soy” no es continua, aunque sea un indicador útil; muestra dónde buscar pero no qué buscar. Analice bien eso. Una vez convencido de que en verdad no puede decir nada sobre sí mismo salvo “yo soy” y de que nada que pueda señalar es usted, la necesidad del “yo soy” se acaba ― ya no tiende a verbalizar lo que usted es.
Lo único que necesita es deshacerse de la tendencia a definirse a sí mismo. Todas las definiciones se aplican sólo a su cuerpo y a sus expresiones. Una vez que pierda esta obsesión por el cuerpo, volverá a su estado natural espontáneamente y sin esfuerzo. La única diferencia entre nosotros es que yo soy consciente de mi estado natural mientras que usted está aturdido. Al igual que el oro convertido en joyas no difiere del oro en polvo, salvo cuando la mente crea la diferencia, del mismo modo nosotros somos uno en el ser ― sólo nos diferenciamos en apariencia. Esto se descubre siendo serios, buscando, indagando, cuestionando cada día y cada hora, y entregando a esa búsqueda la propia vida.
(Extraído de Yo Soy Eso)
http://www.advaitainfo.com/dialogos/sensacion-de-yo-soy.html
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