A. Conócete a ti mismo, a ti misma
1. Consciencia, espiritualidad, “despertar”… Se habla mucho de ello. Pero, ¿qué son, en qué consisten? Muy simple: en conocerse a uno mismo, a una misma… El aforismo “Conócete a ti mismo” fue colocado por los sabios griegos en el pronaos del Templo de Apolo en Delfos, donde se encontraba el oráculo para consultar a los dioses. ¿Qué significa? Se puede entender fácilmente utilizando estos dos símiles muy sencillos de entender: Conductor y coche / Iceberg.
B. Conductor y coche
1. Conductor: eterno, más allá del tiempo y el espacio.
2. Coche: el yo físico, mental y emocional que el conductor utiliza para vivenciar la experiencia humana, marcada por el tiempo y el espacio.
3. Sistema operativo del conductor: consciencia, que actúa a modo de espejo en el que se refleja la vida hasta unificarse con la propia vida.
4. Sistema operativo del coche: la mente, que tiene muchas funcionalidades, pero no vale para todo. Más adelante se profundizará al respecto.
5. El ego: piloto automático que la mente activa ante la falta de un mando consciente (conductor dormido).
C. Iceberg
1. Desprendido de un glaciar o una plataforma de hielo, surca flotando las aguas oceánicas arrastrado por las corrientes marinas. Y del iceberg sobresale del agua sólo una octava parte de su volumen total, mientras que más del 85 por ciento se mantiene por debajo de la superficie, invisible para la mirada.
2. Cuando un iceberg entra en aguas menos frías, comienza a derretirse, lo que es posible detectar porque su parte exterior, la que emerge por encima del agua, empezará a deshelarse y menguará. Sin embargo, la razón de ser de tal licuado se halla en la parte del iceberg que permanece en el interior del océano, por debajo de la superficie, pues es la que se encuentra en contacto directo con las aguas que provocan la descongelación.
3. Aplicando lo anterior al ser humano, lo que se está llamando coche coincide con la parte exterior y visible del iceberg; y el conductor, con su parte interior, sumergida y oculta para la vista.
D. Lo que sucede en el exterior tiene su causa en el interior y se relaciona con los procesos conscienciales
1. Desde la identificación con el coche, la gente suele creer y pensar que lo que ocurre en el exterior –el yo físico, mental y emocional– tiene su origen y causa en ese exterior. Por ejemplo, las enfermedades, sobre las que se volverá posteriormente, suelen ser reconocidas e interpretadas e intentan ser curadas por sus síntomas y sus efectos en el exterior (el cuerpo físico o en la mente). Sin embargo, la causa y origen de lo que sucede en el exterior se halla siempre en el interior y se relaciona con los procesos conscienciales y el impulso y evolución del estado de consciencia.
E. Estado de consciencia
1. Estado de consciencia: visión y percepción que cada uno tiene de sí mismo y de los demás y el modo en el que contempla e interpreta las experiencias cotidianas, la vida, la muerte, la divinidad, el mundo, las cosas, los hechos, las situaciones, las circunstancias y todo lo que le rodea, así como la escala de valores, las pautas vitales y las prioridades con las que afronta el día a día.
2. Presenta tres notables características: cada uno tiene el suyo; va asociado a una determinada frecuencia vibracional; y no es permanente, sino que evoluciona al compás de las experiencias que se vivencian, todas con su sentido profundo y su porqué y para qué en clave de esa evolución y del desarrollo del proceso consciencial.
3. En la vivencia humana, la evolución del estado de consciencia va desde un estado extremo de “consciencia de indivi-dualidad” -personas que viven en el olvido de lo que son (conductor), creyendo ser lo que no son (coche)- a otro pleno de “Consciencia de Uni-cidad” -cuando recuerdan lo que son (conductor) y cesan de identificarse con lo que no son (coche)-. Y entre ambos hay multitud de estados de consciencia intermedios, más o menos próximos a la “indivi-dualidad” o a la “Uni-cidad”.
4. El nacimiento y anclaje de la “consciencia de indivi-dualidad” en Tercera Dimensión es un éxito de la evolución, frente a formas de vida en las que impera una consciencia de perfil grupal y muy limitada. Ahora bien, llegado a un estadio evolutivo concreto, lo que fue un éxito se convierte en un obstáculo. Es lo que le ha ocurrido a la Humanidad que, en caso de haber permanecido instalada en la “consciencia de indivi-dualidad”, desaparecería como especie. Y por la vía de las experiencias vividas y acumuladas, la Humanidad se haya ya en plena transición hacia una “Consciencia de Uni-cidad”, aunque las estructuras sociales aún son las propias de la consciencia anterior.
5. A esta transformación de consciencia –de la “indivi-dualidad” a la “Uni-cidad”– es a lo que se suele denominar “despertar”: salir del “gran olvido” y empezar a “recordar” lo que verdaderamente somos y es, por tanto, ver la realidad que antes estaba velada, adormecida. Se trata de una auténtica muerte en vida para resucitar a una nueva vida. La resurrección en vida o “nacer de nuevo” al que Cristo Jesús se refirió cuando dijo a Nicodemo: “El que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios (…) Vosotros tenéis que nacer de nuevo”.
F. Libertad y miedo: confianza y desconfianza en la vida
1. Retornando al símil del conductor y el coche y desde la perspectiva de la vida diaria de los seres humanos, ¿cuál es la principal diferencia a tener en cuenta entre el conductor y el coche? Pues que, como se ha indicado, el conductor es eterno, mientras que el coche tiene fecha de caducidad.
2. Ese momento que la Humanidad todavía llama muerte –como se examinará más adelante, es sólo un tránsito, una puerta que se abre para pasar de una habitación a otra dentro de la vida- permite discernir con claridad lo que tal diferencia supone: el conductor sigue vivo, pero el coche es enterrado en el cementerio o quemado en el crematorio.
3. Por esto último, el coche pasa sus días con miedo a la muerte. Y ese miedo a la muerte implica, igualmente, miedo a la vida, en la que, en cualquier instante, puede ocurrir algo que desencadene y plasme la aludida fecha de caducidad. Por lo mismo, ese miedo conlleva desconfianza hacia la vida.
4. El conductor, en cambio, vive ajeno a esos miedos y, por tanto, en completa libertad, que es la total ausencia de miedos. Lo que va unido a la confianza en la vida, sabiendo desde la consciencia que todo tiene un sentido profundo. Y la confianza genera aceptación, que nada tiene que ver con la resignación o la impotencia.
5. Y, expresado coloquialmente, las personas consciencialmente aferradas al coche y en el olvido de lo que son, viven sus días en una cotidianeidad orientada hacia la “vía de la suma”. Y las que evolutivamente han comenzado a recordar el conductor que son, hacia la vía de la resta.
6. Para el “salto de vía”: la importancia de los hábitos en tu vida.
Viejos hábitos: La vía de la suma: los hábitos del sufrimiento Nuevos hábitos: La vía de la resta: los hábitos de la Felicidad
1) Tener, retener, acumular, atesorar, poseer… 1) Vida sencilla: Necesito poco y, lo poco que necesito, lo necesito poco / Las cosas realmente importantes en la vida no suelen tener precio: tienen tanto valor, que no pueden ser compradas ni vendidas mediante euros / Vaciamiento y desalojo interior y desapego exterior / Ritmo de vida y agenda diaria / Raza de deudores, el dinero y el ahorro / La desconexión del sistema desde el empoderamiento y la consciencia.
2) Dominar 2) No trates de dominar y nunca te enfades: nueva percepción del enojo, la ira y el insulto.
3) Competir 3) En lugar de competir, cooperar, ser solidario y compartir: Compartir el flujo de la vida como Milagro.
4) Ignorar los dones y talentos que se tiene y desconocer su profundo significado, convirtiendo la acción en un hacer lleno de esfuerzo, deber, obligación y cargas. 4) Tomar consciencia del significado de los dones y talentos y de los que uno mismo posee, transformado la acción en la movilización de las energías interiores y, por tanto, en un “hacer no haciendo” pleno de entusiasmo (un movimiento en el plano humano que es reflejo y resplandor de la quietud esencial del conductor que somos).
5) Vivir a través de la mente:
5.1. Creer que es normal tener una voz en la cabeza que habla sin parar.
5.2. Pensar que los pensamientos son nuestros.
5.3. Creer que siempre hay algo que va mal.
5.4. Creer en los opuestos y las dualidades.
5.5. Creer que se necesita el esfuerzo para conseguir las cosas.
5.6. Proponerse metas.
5.7. Elegir, preferir, juzgar, opinar, etiquetar… y quejarse por lo que no es como queremos y pretendemos.
5.8. Creer en los errores y los karmas y vivir arrastrado culpas, pecados, equivocaciones, arrepentimientos…
5.9. El contraste en el funcionamiento de la mente y la necesidad del sufrimiento para evolucionar.
5.10. Confundir lo real con las proyecciones de la mente.
5.11. Hacer que las cosas sean como somos desde el sistema de creencias de cada cual.
5.12. Ignorar lo que dice tu cuerpo desde la abducción de la mente.
5.13. La pareja como sueño y la sexualidad como tabú.
6) Vivir desde la no-mente: la mente al servicio de la consciencia:
6.1. Permitir que la mente te abandone (no es posible dejarla): no hacerle el juego, que se aburra y vuelva al sitio que le corresponde.
6.2. Observar los pensamientos-pestañeos.
6.3. Percatarse de que la mente todo lo ve torcido, pero que es sólo un efecto óptico, una ficción mental. Todo es como debería ser: tú eres lo único que está inquieto.
6.4. “No dos”.
6.5. Vivir sin esfuerzos: ley del efecto contrario
6.6. Vivir sin metas.
6.7. Vivir sin elecciones ni preferencias (si pides, traes a tu vida el fenómeno completo, con sus teóricos “opuestos”) y sin quejas. Simplemente di: “Así es”.
6.8. Darse cuenta de que no existen los errores, pues en cada momento se hace lo que corresponde al momento del proceso consciencial que se vive y tiene su porqué y para qué en el impulso del mismo, ni los karmas, que pertenecen al coche, no al conductor, y liberarse de tantas cargas y autolimitaciones mentales.
6.9. Comprender que el sufrimiento es una elección y experimentar el gozo como espoleta de la evolución de los procesos conscienciales.
6.10. Darse cuenta de que pensar “acerca de” nos aleja de la realidad: La mente piensa “acerca de”; y el “acerca de” se transforma en la barrera que impide ver lo real.
6.11. Vivir sin ningún sistema de creencias. Todos los sistemas de creencias, del tipo que sean, sin excepción, son producto de la mente.
Y toda la gente que pasa sus días bajo el influjo de un sistema de creencias responde a un mismo patrón, que se resume en estos dos puntos: en ese mundo, su mundo, todo es verdad (cada uno la suya) y, sin embargo, nada es Real; y para ellos las cosas no son como son, sino como ellos mismos son. Y son lo que creen que son o pretenden ser.
Expresado en sentido inverso: lo que creen que son o pretenden ser lo proyectan mentalmente hacia afuera y ven el mundo como reflejo de ellos mismos, de sus creencias, juicios, opiniones, elecciones, preferencias…
Y esto lo convierten en su verdad. Y sí, indiscutiblemente es verdad, pues es verdad para ellos. Sin embargo, nada tiene que ver con lo Real. ¿Y qué es lo Real? La vida sin más. Sin nada que creer, ni pensar, ni temer, ni dudar… La vida que se vive tal como es, sin nada que cambiar, ni desear, sin ninguna queja… Sólo así se contempla y vive lo real…
6.12. Escucha a tu cuerpo y pon a la mente en su sitio.
6.13. La pareja desde lo real y la sexualidad en libertad y con consciencia.
7) Vivir en un continuo vaivén entre el pasado y el futuro, siempre ajeno al aquí y ahora.
Vivir en el aquí-ahora: cuando mires, mira; cuando toques, toca; cuando comas, come; cuando camines, camina; cuando hagas el amor, haz el amor…
8) Poner toda la atención en el “qué”: qué pasa o qué deja de pasar, qué hago o qué dejo de hacer…
9) Poner toda la atención en el “cómo”: cómo vivo el qué.
10) Crear problemas donde no los hay y convertir en complicado lo sencillo.
Se acabaron los problemas –alegraos, no os inquietéis por nada- y se constata la inefable sencillez que subyace tras la grandiosidad de la Creación, el Cosmos y la Vida.
11) Necesidad de cambio: deseo de cambiar la vida de uno mismo y de los demás, las cosas, el mundo…
12) Comprensión de todo se halla en constante y veloz Evolución, de que todo es en cada momento exactamente como corresponde que sea y que la Paz ya hasta aquí: el libre albedrío como fruto del Amor del que surge y se nutre la Creación.
13) Creer en la enfermedad y ceñirla a sus síntomas exteriores.
Percatarse que la enfermedad es un mito: entender la auténtica naturaleza y dimensión de lo que se llama enfermedad y su contenido sanador: el papel de las enfermedades terminales y no terminales en el proceso consciencial de cada cual y/o en el de las personas cercanas (Pactos de Amor).
14) Creer en la muerte y tenerle miedo, lo que conlleva también tener miedo y desconfiar de la vida.
15) Comprender que la muerte es sólo un imposible, un fantasma de la imaginación humana: el tránsito y las experiencias cercanas a la muerte.
16) Experiencia dual: malestar, bienestar… sufrimiento.
El fin de la experiencia dual: la Felicidad incausada y como Estado Natural.
17) Interior y exterior, mundano y espiritual, pasividad y actividad…
Mundano-espiritual.
18) Desconocer las interacciones y el carácter de red de la Humanidad.
Darse de cuenta de las interrelaciones existentes entre todos los seres humanos y la organización en redes de la Creación, donde todo es suma de partes y cada parte forma parte, a su vez, de una suma superior.
19) No percibir la naturaleza y el calado de la Madre Tierra.
Vivir en simbiosis con la Madre Tierra, constatando que es un ser viviente, y comprender el papel de “maestra” que tiene la Naturaleza.
20) Creer del Dios. 16) Ningún Dios en el que creer: la creencia en Dios impide su experimentación; Dios no es una creencia, sino una experiencia: La Experiencia.
21) Amar al prójimo.
Amar al prójimo como a uno mismo: Endiosamiento.
22) Interpretar todo desde el lenguaje.
Silencio y meditación: el juego de jugar con la mente. El “tercer ojo”, el testigo interno, y las dos dimensiones del momento presente.
23) Pretender ser perfecto.
Olvídate de ser perfecto y relájate en lo divino.
24) La Iluminación como un sueño más de la mente.
La innecesariedad de la Iluminación: ser normal y Vivir Viviendo en un sí constante a la vida – di sí a todo lo que hay, qué más da que pegue o bese-…
… Entonces y sólo entonces se percibe la esencia de la vida. ¿Qué es? En palabras humanas, lo que más se aproxima a esa esencia es el Amor…
El Amor que glosó Pablo de Tarso en el capítulo 13 de su Primera Carta a los Corintios y sobre el que Albert Einstein, en la célebre carta a su hija Lieserl (nacida en secreto de su relación prematrimonial con Mileva Maric), afirmó: “Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras; y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el Universo y aún no haya sido identificado por nosotros.
Esta fuerza universal es el Amor. Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del Universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas”.
Amor es lo que eres; Amor es lo que Es. Sólo el Amor es Real… Viviendo el Amor que eres, vives fuera de la mente, sin identificarte con nada, libre, sin ningún sistema de creencias. Y tomas el mando consciente de tu vida, que ya no es “tú” vida, sino la vida misma. Vives desde la consciencia, en consciencia y con consciencia… Consciencia pura, mirada limpia: sin interferencias, sin juicios, sin interpretaciones, sin deseos, sin quejas.
Todo es tal como es y exactamente como tiene que ser. Tú también… Por fin, te contemplas a ti mismo como realmente eres: sin identidad propia, pero siendo todo; sin percepción de sujeto, pero absorbiendo en ti la totalidad de los objetos, que dejan de ser tales para ser tú; nada y todo; todo y nada…
Ya no hay sueños ni despertares, ni preguntas ni repuestas, ni búsquedas ni encuentros, ni deseos ni frustraciones, ni creencias ni expectativas, ni caminos ni metas… Ya no nadas en el Río de la Vida, flotas en él hasta darte cuenta de que no es que flotes, sino que tú eres el Río, eres la Vida…. Se desvanece cualquier identidad: ya no sabes quién es quién, ni lo necesitas para nada; ya no sabes qué es qué, ni lo necesitas para nada.
Eres ¡un Vividor! Y te basta y te sobra con saborear la vida en su totalidad, sea lo que sea, traiga lo que traiga; te basta y te sobra con disfrutar de la existencia toda siendo tú misma toda la existencia… Te has transformado en el Río de la Vida y en la Vida misma. ¡Te has transformado en Dios! Nunca dejaste de serlo; aquí-ahora lo recuerdas, lo vives, lo experiencias, lo gozas…
No puedo compartir más contigo a través de las palabras…
Es todo tan sencillo, tan simple, tan fácil, tan divino… Vivir Viviendo… Mirada horizontal, nariz vertical… Esto es la iluminación: ¡tú mismo!… Sin mente, sin lenguaje, sin tiempo.
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NOTA: Para profundizar en sus contenidos, acudir al libro de Emilio Carrillo titulado “Sin mente, sin lenguaje, sin tiempo”:
www.sinmente.com
EL CIELO EN LA TIERRA
Gracias de Corazón y un gran abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti por compartir hermano. Un abrazo de luz
ResponderEliminarGracias hermanos ya que con vuestras palabras siento que voy por buen camino...el de mi Alma claro...es un estado de Ser y sé que ya no estoy sola...pues Soy una con todo ...un abrazo desde el corazón..
ResponderEliminarMuchas gracias Mª Rosa, Nunca estas sola pues somos uno, somos gotas de agua de regreso al Océano. Gracias por SER gracias por tu Vida y gracias por Compartir
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