La influencia de la luna es observada desde la antigüedad. En la naturaleza, la luna mueve las grandes masas oceánicas de la Tierra, las mareas y el agua en general. Más de 85% del cuerpo humano está compuesto de agua, la Luna influye en el cuerpo y en las emociones.
La Luna para la mitología es la Diosa Madre, la Reina del Cielo. Expresa el aspecto femenino, contenedor, nutriente, cálido de la persona, el vínculo con lo femenino y la maternidad.
En las mujeres rige el útero, el ciclo de menstruación, de gestación y las mamas con que se alimentan los hijos.
La luna alimenta la imaginación, los sueños. En el plano anímico: los humores, el instinto y la hipersensibilidad.
La luna simboliza el aspecto más inconsciente del ser humano, está ligada a la memoria que guarda el inconsciente, las emociones, sentimientos, hábitos y creencias incorporadas en la niñez y que subyacen en la personalidad.
Las fases de la luna:
Los cambios de las posiciones relativas de la Tierra, la Luna y el Sol producen las fases lunares. El porcentaje de la superficie lunar iluminada por el Sol que podemos ver desde la Tierra cambia, este ciclo se repite periódicamente cada 29,5 días.
Luna nueva: Cuando la Luna está en conjunción, su lado oscuro mira directamente hacia la Tierra, por lo cual debería resultar invisible. A pesar de esto, es posible observar el disco lunar a causa de la luz solar que la Tierra refleja sobre él.
Es la fase propicia para gestar, sembrar la idea en el interior, la esperanza, el deseo o la iniciativa concreta. Es el momento ideal para la meditación y la introspección.
Es el mejor tiempo para iniciar nuevos proyectos, para comenzar cualquier tipo de cura depurativa; es la indicada en la agricultura para arar, podar, efectuar injertos, eliminar las hierbas parásitas o aplicar un tratamiento a una planta enferma.
Cuarto creciente: Los días que siguen a la Luna nueva, se suceden fases crecientes en las que el porcentaje iluminado de la cara visible de la Luna aumenta progresivamente, hasta llegar a verse iluminado la mitad del hemisferio lunar.
A medida que la luna va creciendo en luz, el organismo está más predispuesto a crecer y expandirse. Es el período de la acción.
En esta fase aquello que se ha sembrado está en desarrollo, toma impulso, se multiplica.
Luna llena: Las fases crecientes continúan aumentando hasta que la Tierra se encuentra entre la Luna y el Sol, lo que permite que desde la Tierra pueda verse iluminado la totalidad del hemisferio lunar
Es la fase de culminación y expresión. Los procesos se hallan en su máxima expresión
La luna, llena de luz, inquieta los ánimos, desata las emociones y el organismo tiende a alterarse con más facilidad.
Cuarto menguante: Son los días que siguen a la Luna llena, las fases menguantes en las que el porcentaje iluminado de la cara visible de la Luna disminuye progresivamente, hasta llegar a verse iluminado la mitad del hemisferio lunar.
Las fuerzas y las energías se vuelcan hacia el interior, un tiempo de disminución, es la oportunidad para la reflexión y la introspección,.
En esta fase la luna decrece en luz, influye en el cuerpo con la tendencia a desprenderse de todo lo que sobre: se facilita la eliminación de líquidos, grasas y toxinas, es buen periodo para comenzar una dieta de adelgazamiento o una cura de desintoxicación.
Y… vuelve a iniciarse el ciclo, las fases menguantes continúan aumentando hasta que una semana más tarde la Luna se encuentra nuevamente entre la Tierra y el Sol y entra una vez más en la fase de Luna nueva.
su relativa cercanía, en términos astronómicos, y a las misiones automáticas o tripuladas que la han observado o visitado, muchos aspectos de la Luna siguen envueltos en un misterio tan intenso como la oscuridad que baña su cara oculta. Todavía se debate la posibilidad de que en el fondo de los cráteres polares que no recibe nunca luz solar puedan existir apreciables cantidades de hielo, formado por el agua proveniente de los impactos de cometas, la cual podría sobrevivir en estos lugares extremadamente fríos durante muchos millones de años. Tampoco se sabe si este planetoide se formó, como aseguran muchos científicos, hace unos 4.500 millones de años, a partir de la materia desprendida como resultado de una colisión entre la Tierra y otro planeta de tamaño igual o mayor que el de Marte.
Otra cuestión abierta es por qué está tan inclinado su plano orbital, ya que mientras que la mayoría de satélites del sistema solar tienen inclinaciones orbitales de 1 ó 2 grados, la órbita lunar tiene una inclinación de 10 grados respecto al ecuador terrestre. Pero hay un asunto que llama más la atención de la mayoría, por su halo legendario y su impacto sobre nuestras vidas: el presunto influjo de la Luna sobre las personas y los seres vivos. Aunque para la ciencia no hay suficientes datos que prueben que el satélite afecta el comportamiento y la vida humanos, las estadísticas, los testimonios y muchos expertos indican que los ciclos de esa esfera de roca llena de cráteres nos influyen.
Suben las mareas, hierve la sangre Por ejemplo, durante el plenilunio, los hospitales reciben más pacientes en urgencias, se cometen más crímenes, aumentan los incendios provocados, las falsas alarmas, los accidentes y los pirómanos están más activos. Pero, ¿pueden las evoluciones de una esfera de 3.500 kilómetros de diámetro, compuesta de roca reseca y llena de cráteres, que no tiene atmósfera y siempre muestra la misma cara, afectar la vida, los sentimientos y la mente de los más de 6.000 millones de personas que habitan un planeta muchas veces más voluminoso situado a 385.000 kilómetros de distancia?.