“La función básica de cada ser es expandirse y contraerse. Los seres expandidos son permeables, los seres contraídos son impermeables”.
-Thaddeus Golas, Manual de iluminación para holgazanes
La vida es una experiencia dinámica. Algunas veces puedes tener la impresión de que tu vida es estática y fija, pero a la distancia es posible ver que en realidad estás en un estado de cambio constante. Los cuerpos vienen y van, al igual que las emociones, los estados de ánimo, las percepciones y las personalidades. Algunas veces una situación o cambio te ayuda a expandirte y crecer, y otras puede hacer que te contraigas y ensimismes.
Aunque la expansión y contracción son una parte natural de la vida, las personas tienden a recurrir a la contracción durante momentos de estrés. La contracción es una suerte de mecanismo de defensa habitual. Al sentir estrés ante el cambio o la agitación es más sencillo ensimismarse. A pesar de la tendencia natural a contraerse, la expansión ofrece mayores posibilidades de crecimiento, transformación, y felicidad.
Ten en cuenta que un ser expandido por lo general es más incluyente, más envolvente y espacioso, capaz de llenar el mundo con la versión más grande y mejor de sí mismo. Por otra parte, un ser contraído es hermético, limitado, y comprimido en un núcleo sólido, denso e inamovible. Un ser expandido es como una onda, que se disemina en el tiempo y el espacio. Un ser contraído se parece a una partícula, estática y fija en una posición en un momento determinado.
Piensa en una estrella. Una estrella saludable, como el sol, brilla e irradia luz y calor; envía ondas expansivas de energía en todas direcciones. No hay planeta ni objeto interestelar que se resista al toque del sol, brilla sobre todo. Sin embargo, cuando una estrella está próxima a morir, comienza a quedarse sin combustible y se contrae hasta que hace implosión. Aplastada por su propia gravedad, se convierte en una masa tan increíblemente densa y pesada que literalmente apaga su propia luz. Todos somos como esa estrella, y podemos elegir brillar y expandirnos hacia el mundo, o encogernos y encerrarnos en nuestra propia densidad abrumadora.
¿Cómo puedes dejar que tu luz brille? ¿Cómo puedes expandirte aún más? Estos doce consejos pueden ayudarte.
1 - Pregúntate: “¿Me estoy expandiendo o contrayendo en esta situación?” El sólo hecho de reconocer tu situación te ayudará a hacerte más consciente de hacia qué lado te estás inclinando en un momento determinado. En esa conciencia radica el potencial de cambiar hacia un estado expandido.
2 - Rehúsate a quejarte, rezongar o a ventilar reclamos. Estos comportamientos son pesados, indolentes y limitantes. Conducen al juicio y a la condena que sólo te aíslan y hacen que tu conciencia se pliegue en una concha cerrada herméticamente.
3 - Sé un millonario de las sonrisas. Esta es una manera sencilla y disfrutable de expandir tu conciencia y de irradiar felicidad al mundo. El acto de sonreír es una expresión física de expansión, ya que irradias una onda contagiosa de dicha hacia el mundo.
4 - Respira y muévete. Cuando te quedas quieto por mucho tiempo, tu energía física y mental se estanca. Pero cuando te levantas, te mueves, y respiras profundamente, expandes tus pulmones y llenas tu entorno. Sentarse sin moverse crea una inercia que te hace sentir restringido, así que levántate y muévete.
5 - Domina al ego. De todas las capas de la vida, el ego es la más limitada. Lucha por sentirse distinto y superior que los demás y defiende su sentimiento de engreimiento a toda costa. Salirte de tu ego es un movimiento expansivo muy importante. Toma a tu ego de la mano, llévalo a una esquina y dile de buen modo: “Siéntate y cállate; en este momento nos estamos expandiendo”. Siempre puedes volver por él después, no se irá a ningún lado.
6 - Ve lo divino en los demás. Reconoce que todos los seres vivos son una expresión del mismo campo unificado de conciencia y se merecen tu respeto y amor. En la India, por lo general la gente reconoce esta idea a través del saludo en sánscrito Namaste, que significa honro a la divinidad en ti que es la misma divinidad en mí; somos uno. En silencio, repite Namaste cada vez que tu mirada se cruce con la de otra persona y recuerda que a nivel del espíritu, somos uno.