Los seres humanos somos seres multidimensionales, es decir, vivimos al mismo tiempo en distintas dimensiones de realidad. Una de ellas, con la que estamos más familiarizados, es la tercera dimensión que todos conocemos tan bien.
Las dimensiones no son otra cosa que distintos niveles de realidad, pero la realidad está formada por energía y por conciencia, por lo tanto estas realidades están conformadas por distintos niveles de energía y de conciencia. Conforme nos movemos hacia arriba en la escala de las dimensiones, la energía que forma esa realidad vibra a una frecuencia diferente; entre más rápido vibre la frecuencia de una realidad, más sutil o etérea se vuelve; así, la tercera dimensión es la más densa: en esta realidad, las partículas del átomo giran a 9/10 de la velocidad de la luz, creando la ilusión de la materia. En otras dimensiones superiores, las partículas giran a mayores velocidades y por lo tanto no existe una materia tan densa como en la tercera dimensión.
Lo mismo sucede con la conciencia, a mayor nivel de dimensión, más alto es el nivel de conciencia que encontramos. La conciencia podría explicarse como el nivel de percepción de la realidad en donde nos encontramos: Entre más densa es la realidad, por su frecuencia vibratoria, menor es nuestra percepción de nuestra realidad y de las demás realidades que existen.
Si el ser humano es un ser multidimensional, significa que partes de nosotros están viviendo en esta dimensión que conocemos y partes de nosotros están existiendo en otras dimensiones y realidades, pero todo está sucediendo al mismo tiempo, en este instante. Si existen partes de nosotros que están viviendo en dimensiones superiores, podemos deducir que estas partes están vibrando en frecuencias superiores y también tienen niveles de conciencia más elevados.
Nuestro Ser Superior no es otra cosa más que el conjunto de esas partes de nosotros que están habitando frecuencias de energía y de conciencia superiores. Nuestro Ser Superior somos nosotros mismos experimentando otras realidades.
Cuando encarnamos en esta tercera dimensión pasamos por algo que se conoce como “el velo del olvido”; una de las cosas que olvidamos es precisamente que existimos en distintos planos de realidad y que por lo tanto podemos conectarnos con todas nuestras partes. En este momento de la historia de nuestro planeta, este “velo del olvido” se está haciendo cada vez más delgado y nos está dando la oportunidad de recordar la totalidad de todo lo que somos y de interactuar con más partes de nuestro propio ser.
Nuestro Ser Superior ya se encuentra en contacto con nosotros en este momento; no es algo que tenemos que aprender a hacer, porque es algo que está sucediendo para todos y cada uno de los seres humanos. El Ser Superior podría ser comparado con nuestro concepto de “la intuición”, que todos experimentamos en mayor o menor grado en nuestras vidas; algunos suelen hacerle caso y otros no, pero está allí, siempre esperando comunicarse con nosotros a través de cualquier mensaje sutil que podamos captar.
Si el Ser Superior ya se encuentra comunicándose con nosotros ¿por qué no nos damos cuenta? Porque hemos aprendido que lo único que existe o que es real es lo que pueden captar nuestros cinco sentidos físicos y muchas veces sentimos que lo único que somos es este cuerpo físico dentro de esta realidad de la tercera dimensión. Por lo tanto, el obstáculo más grande que tiene nuestro Ser Superior son nuestras propias creencias sobre la realidad que habitamos. Para establecer una comunicación más estrecha con este otro aspecto de nuestro ser, tenemos que comenzar a cambiar nuestra percepción y nuestras creencias sobre lo que somos y, como todo, comenzar a practicar. No es necesario estar días y horas meditando para alcanzar esta comunicación, sólo se requiere de nuestra intención, de nuestra constancia y de nuestra confianza.
Aunque nuestro Ser Superior somos nosotros mismos, nuestra mente racional y nuestro sistema de creencias encuentran muy difícil entender este concepto, por lo que en un principio tendemos a considerarlo como un aspecto separado de nuestro ser. Lo vemos tal vez como un ángel luminoso, o podemos incluso identificarlo con algún maestro ascendido o guía. Eso no es importante, la forma no es importante mientras se tenga claro el fondo o la meta.
Cuando alcanzamos este nivel de comunicación con nuestro Ser Superior, tenemos la ventaja de tener acceso a otros niveles de conciencia en donde se encuentra, puede darnos una visión mucho más amplia de las cosas y puede guiarnos por caminos más fáciles. Es como si estuviéramos en un tupido bosque y no conociéramos la ruta para llegar al próximo poblado y nuestro Ser Superior fuera un águila que desde arriba puede ver todo el panorama, sabe guiarnos para evitar un pantano, un animal salvaje, un barranco, un río, y puede conducirnos por el sendero más fácil y más corto para llegar a nuestro destino.
Podemos comenzar a practicar esta comunicación con nuestro Ser Superior de forma muy sencilla: lo primero que tenemos que hacer es establecer la intención de estrechar esta comunicación. Después tenemos que comenzar a poner atención a nuestro alrededor en formas en las que no estamos acostumbrados. Al principio esta comunicación es muy sutil, los mensajes no son tan claros y tan tangibles como todos quisiéramos, pero van haciéndose más y más obvios conforme vamos practicando.