viernes, 8 de abril de 2016

Perdona a los demás y déjalos ser


Las personas se la pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que alguien les hizo. La sorprendente revelación que te voy a hacer, va a cambiar tu vida… ¡Nadie te ha ofendido! Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren. Y las expectativas las creas tú con tus pensamientos. No son reales. Son imaginarias. Si tu esperabas que tus padres te dieran más amor y no te lo dieron, no tienes porqué sentirte ofendido. Son tus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer contigo, las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman.

Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal y cual forma y no lo hizo…Tu pareja no te ha hecho nada. Es la diferencia entra las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te hieren. Nuevamente, eso está en tu imaginación. ¿Enojado con Dios? Son tus creencias de lo que debería hacer Dios, las que te lastiman. Dios jamás ofende ni daña a nadie. Un hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si pierde una, el hábito se desarma. El hábito de sentirte ofendido por lo que te hacen otros (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las ‘ofensas’.

Cuando nacemos, somos auténticos. Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos que nuestros padres, la sociedad y televisión nos enseñan. Y crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y como deben de actuar los demás.

Una novela que no tiene nada que ver con la realidad. También, las personas son criaturas de inventario. A lo largo de su vida, coleccionan experiencias: padres, amigos, parejas, etc. y las almacenan en su inventario interior. Las experiencias negativas dejan una huella más profunda en nosotros que las positivas. Y cuando una persona es maltratada por alguien, deja esa experiencia en su ‘inventario’. Cuando conoce a alguien, tiene miedo. Y trata de ver si la nueva persona repetirá las mismas actitudes que la que la hirió. Saca una experiencia de su inventario negativo. Se pone los lentes de esa experiencia y ve a las nuevas personas y experiencias de su vida, con esos lentes. ¿Resultado? Se duplican los mismos problemas y las mismas experiencias negativas.

Y el inventario negativo sigue creciendo. En realidad lo que hace es que te estorba. No te deja ser feliz. Y a medida que se avanza en años, se es menos feliz. Es porque el inventario negativo aumenta año con año. ¿Has visto a las personas de edad avanzada y a los matrimonios con muchos años?

Su inventario es tan grande, que parece que la negatividad es su vida. Una y otra vez sacan experiencias de su inventario negativo ante cualquier circunstancia. Una de las mayores fuentes de ofensas, es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida. Cuando le dices lo que debe hacer y te dice ‘no’, creas resentimientos por partida doble. Primero, te sientes ofendido porque no hizo lo que querías. Segundo, la otra persona se ofende porque no la aceptaste como es. Y es un círculo vicioso. Todas las personas tienen el derecho divino de guiar su vida como les plazca. Aprenderán de sus errores por sí mismos. Déjalos ser! nadie te pertenece.

Cuando los colonos americanos querían comprarles sus tierras a los Pieles Rojas, estos les contestaron ‘¿Comprar nuestras tierras? ¡Si no nos pertenecen! Ni el fulgor de las aguas, ni el aire, ni nuestros hermanos los búfalos a los cuales solo cazamos para sobrevivir. Es una idea completamente desconocida para nosotros’. Ni la naturaleza, ni tus padres, ni tus hijos, tus amigos o parejas te pertenecen. Es como el fulgor de las aguas o el aire. No los puedes comprar. No los puedes separar. No son tuyos. Solo los puedes disfrutar como parte de la naturaleza. El cauce de un río no lo puedes atrapar. Solo puedes meter las manos, sentir el correr de las aguas entre ellas, y dejarlo seguir.

Las personas son un río caudaloso. Cualquier intento de atraparlas te va a lastimar. Ámalas, disfrútalas y déjalas ir. Entonces ¿Cómo puedo perdonar?

1) Entiende que nadie te ha ofendido. Son tus ideas acerca de cómo deberían actuar las personas y Dios, las que te hieren. Estas ideas son producto de una máscara social, que has aprendido desde tu infancia de forma inconsciente. Reconoce que la mayoría de las personas NUNCA va a cuadrar con esas ideas que tienes. Porque ellos tienen las suyas.

2) Deja a las personas ser. Deja que guíen su vida como mejor les plazca. Es su responsabilidad. Dales consejos si te los piden, pero permite que tomen sus decisiones Es su derecho divino por nacimiento: el libre albedrío y la libertad.

Escuela de Medicina Tradicional Tibetana


La amplitud de nuestra mente condiciona nuestra realidad.
Para la Medicina Tradicional Tibetana el ser humano es un todo formado por un cuerpo y una mente. Ambos interdependientes,  cuya colaboración es fundamental en el equilibrio energético, en la felicidad y en la obtención de una vida longeva y saludable.
sky by noon
La vida en la sociedad occidental nos condiciona a vivir con un ritmo rápido, de elevada exigencia, falta de tiempo de reflexión, que nos empuja hacia el estrés, la ansiedad y una perspectiva cada vez más cerrada. La mente queda así, más empequeñecida.
Una mente más condicionada, con menos libertad, influye en un cuerpo más limitado, con menor vitalidad, más fatiga y cansancio, menor capacidad de recuperación, y al final una vida más corta y con mayores aflicciones.
En la Medicina Tradicional Tibetana existe una técnica que permite dotar de amplitud a la mente, recuperando el control, su espacio y fomentando así, un cuerpo sano y lleno de fuerza para enfocar cada día.
Esta sencilla técnica requiere únicamente unos minutos cada mañana y cada noche, y los beneficios que se obtienen tienen lugar desde el primer día.
La técnica de diluirse en el cielo
sky at dawn
Cada mañana al amanecer observa el oeste del cielo, ve crecer la luz y diluye tu mente en la claridad y el espacio del cielo.
Exhala desde dentro el aire liberando la tensión, soltando el miedo, alejando la pena.
Inspira luz y claridad mientras amanece. Siente crecer en amplitud la mente y prepararte para hacer frente con energía a nuevo día.
Al caer la tarde, observa de nuevo el cielo, desde el este. Siente como la luz se difumina, se cierra, y gana en espacio.
Exhala desde dentro el aire soltando el cansancio, liberando la fatiga física, deshaciendo la tensión del día.
sky at night
Inspira paz, inspira calma mientras decrece la luz y cae la noche. Siente que la mente aprehende el cielo, que se diluye en su vastedad. El cielo nos relaja y nos induce al descanso.

jueves, 7 de abril de 2016

“Reencarnación”


“El universo está regido por la ley de causas y de consecuencias. 

Cada acto, cada acontecimiento, es una causa que conlleva consecuencias y cada acto, cada acontecimiento es, en sí mismo, la consecuencia de una causa.

Causas y consecuencias están pues indisolublemente ligadas, pero la duración de una vida humana es demasiado limitada para que podamos observar este vasto juego de los encadenamientos. 

De igual forma que hoy constatamos hechos que son la consecuencia de causas muy anteriores a nuestra existencia actual y que no conocemos, tampoco podemos prever las consecuencias que ocasionarán ciertos hechos que ahora se están produciendo. 

Actualmente nos encontramos pues ante situaciones que son, unas el resultado de causas y otras de consecuencias y por eso hay tantos acontecimientos cuyo sentido se nos escapa.

En cuanto a la reencarnación, sólo es en realidad un aspecto en particular de esta ley de causas y de consecuencias. 

Como la vida de los seres no se detiene en el momento en que abandonan la tierra, no sólo las consecuencias de sus actos les siguen al más allá, sino que cuando vuelven a encarnarse, persisten vivas y activas. 

“Entrevista a Emilio Carrillo” (en “Espacio en Blanco”, 27.03.2016)


Audio (duración: 00:54:12) de la entrevista realizada a Emilio Carrillo en Espacio en Blanco (Radio Nacional de España).

El programa de misterio más legendario de la radio española, dirigido y presentado por Miguel Blanco, que el 27 de marzo de 2016 fue dedicado íntegramente a una intensa y extensa entrevista con Emilio a propósito de los contenidos de su último libro: 

El Tránsito: vida más allá de la vida y experiencias cercanas a la muerte (Editorial Sirio).



Nuestra misión como medio de vida


En una sociedad en decadencia nos enfrentamos a la pregunta ¿Cómo ganarnos la vida dignamente sin contribuir a un mundo que no funciona?

En la sociedad actual, la mayoría de las instituciones que puedan pagarnos un sueldo, de una u otra manera comparten cómplicemente el sostén de un sistema que se derrumba. 

Mucha gente percibe esto, se resiste a “formar parte” y cuestiona el sistema, otros pueden vivir con estas estructuras, están los que creen que no hay otra alternativa y de a poco se van desvitalizando y también están aquellos que dedican toda su energía a la creación de una alternativa laboral que los represente profundamente y llegan a preguntarse ¿cuál es el verdadero trabajo que debo hacer en esta vida, mi misión personal?

A su vez cuando uno empieza a transitar el camino de “generar” una nueva estructura, se da cuenta de que las estructuras actuales, aunque obsoletas, cumplen la función de sostén y como son muchos los que las necesitan, persisten. 

Cuestionar el viejo sistema sin desarrollar las herramientas vitales que permitirán crear una alternativa genera a la larga un agotamiento improductivo. 

Para empezar necesitamos saber cuál es el punto de apalancamiento desde el cual accionar para crear un trabajo que nos represente verdaderamente. 

En este sentido el consultor Ken O’ Donnell grafica la situación como una alineación de bolas de billar y nos dice que el “tener” puede verse como una bola cuyo resultado es la consecuencia de un impulso de alineación de otras 3: “Ser”, “estar”y “hacer”. 

El ir en búsqueda del “tener” sin alinear las otras 3 es una ilusión. En cambio si alineamos las otras 3 bolas el “tener” es la consecuencia natural. Esta alineación debe respetar un orden que parte del “Ser”.

Si nos centramos en el “hacer” seremos víctimas de una acción compulsiva, estaremos presos de la vorágine y siempre sentiremos que nos falta más acción. El estar centrados en el “estar” nos generará un conflicto de roles, nunca podremos estar en más de un lugar a la vez. Sólo si nos centramos en el “Ser”, nuestra misión, alinearemos el “estar” y el “hacer” que dará como consecuencia el “tener”.

Crear nuestro propio trabajo nos propone un cambio de actitud y una nueva habilidad: accionar desde el Ser hacia el futuro.

miércoles, 6 de abril de 2016

La Práctica del No Sufrir


La Práctica del No Sufrir, por el Dr. Alberto Villoldo

Tomado del Libro Las Cuatro Revelaciones del Dr. Alberto Villoldo, 
esta práctica forma parte de la primera revelación “El Camino del Héroe”.
La siguiente práctica es la del no sufrir, lo cual quiere decir no escribir historias sobre nuestro dolor.  Aquí nos abrimos a la posibilidad de aprender directamente de la infinita sabiduría del Universo –ya no necesitamos padecer las mismas desgracias una y otra vez-. Sin embargo, es imperativo que aprendamos nuestras lecciones o acabaremos perpetuando nuestra propia infelicidad. En Oriente, a esto se le llama romper el ciclo del karma y entrar en el dharma. Los laicas lo llaman practicar el «éxtasis».

El sufrimiento se produce cuando formas una historia en torno de los hechos. En algún momento, vas a perder a uno de tus padres, o a un ser querido o un empleo, y entonces podrás convertir este hecho en un relato tan dramático como desees. Por ejemplo, te puedes decir a ti mismo: «Ahora ya no tengo madre, nadie va a cuidar de mí». Esto se convertirá en algo enorme, y los otros te verán siempre como  «la persona que ha perdido a su madre».

A menudo decidimos lo importante que nuestra historia debería ser guiándonos por la opinión de los demás, de la misma forma que cuando un niño pequeño se cae, mira inmediatamente a su madre, como preguntando: « ¿Cómo de grave ha sido la caída? ¿De qué forma debo comportarme?». Luego crea una historia que se ajuste a la intensidad de la reacción de su madre. De la misma manera, nos rodeamos de amigos que se compadecen de nosotros; sin embargo, al hacer esto, les permitimos colaborar en nuestra historia de víctima, e incluso agrandarla. Puede que nos digan que no deberíamos estar irritados con nuestra situación; ¡deberíamos sentirnos furiosos! O puede que reconozcan que tenemos todo el derecho de sentirnos fatal o profundamente resentidos. En cualquier caso, con su aliento, creamos una historia dramática en que la gente se aprovecha de nosotros, no nos comprende y nos maltrata.

Buda vino a enseñarnos que aunque el sufrimiento es parte de la condición humana, no es necesario. Esto no quiere decir que el dolor no exista –el dolor es inevitable porque todos tenemos un sistema nervioso que siente el fuego y la pérdida-. Como les suelo decir a mis alumnos, si quieres comprender la diferencia entre el dolor y el sufrimiento, prueba lo siguiente: cuando te estés dando una agradable ducha caliente, gira la llave hacia la posición de frío, pero hazlo en dos etapas. Primero, coloca la mano sobre el grifo y nota cómo tu cuerpo se estremece en anticipación a lo que va a suceder –esto es sufrimiento-. Luego, cuando gires de golpe la llave hacia la posición de frío, lo que vas a experimentar es dolor. Como puedes ver, el sufrimiento y la angustia suceden cuando te pones a pensar en lo fría que va a estar el agua y lo mucho que te va a doler cuando la sientas golpeándote la piel.

Cuando un dentista administra un anestésico local, puede extraerte un diente y no vas a sentir el menor dolor. Sin embargo, sí sentirás una sensación de tracción o presión. Deberíamos ser capaces de relajarnos totalmente, conscientes de que no sentimos ningún dolor, pero nuestra mente comienza a pensar en la experiencia en cuestión: «Ése es el sonido del taladro, y ¡realmente me está sacando un diente!». Nos ponemos nerviosos y nos sentimos incómodos porque estamos creando una historia en torno a un dolor que ni siquiera estamos sintiendo.

Cuando practicas el no sufrir, aceptas los hechos de la vida y las lecciones que han venido a enseñarte. Si estos hechos son dolorosos, naturalmente vas a sentir ese dolor, pero no lo intensificas agravando la historia y diciéndote a ti mismo: «Esto es devastador. No puedo soportar el sufrimiento de vivir sin mi pareja. Es demasiado grande. Me va a destruir».

¿Una espiritualidad infeliz?


La palabra espiritualidad, ni siquiera debiera de existir, puesto que ella nos hace caer en la  creencia de que algo o alguien es espiritual y algo o alguien no lo es. Pero en un mundo dual, como el escenario en que desenvolvemos nuestros aprendizajes, la mayoría de las veces tenemos que limitarnos con las palabras, aun comprendiendo que solo nos hacemos comprender con ellas aproximadamente.

La cuestión es que nos han imprimido en la memoria la idea de que quienes son “espirituales” o siguen conscientemente el proceso de su evolución espiritual en ésta dimensión, deben ser personas adustas, esforzadas, siempre en probación, atendiendo de lleno a sumar un mérito kármico a su historia, para ascender, o iluminarse, o “ser más espiritual que”… Cuando lo auténtico sería que quien va develando lo que ES, se aliviane, deje de esforzarse, debido a comprender lo irreal de lo que tanto nos pesa, y llegue a estar cada vez más alegre y en paz…si no…tal vez hubiera sido mejor ni haber  “despertado” aun parcialmente,  de lo mundano y trivial.

Tal vez todo provenga de que tenemos que manejarnos cada vez más desde el SER en un mundo que es dominio del ego…y éste comienza a sentirse muy vulnerable cuando se pone en evidencia su temporalidad.

Sin embargo, podemos hallar el punto intermedio entre lo que significa reconocer que en esencia somos el Océano, y aún así, estamos aquí para experimentarnos como ola. Es maravilloso, como dice Jeff Foster saber que “En el océano que SOY, las demás olas son esencialmente yo”, mas mientras estamos encarnados, nuestro papel de ola individual  tiene que ser sostenido coherentemente, con amor y comprendiendo la complicación de despertar en un mundo dual que a cada instante nos lleva a detenernos para mantenernos conscientes de la Totalidad  y la Unicidad, aún en el juego de opuestos.

Lo refrescante es que  sabiéndonos ALGO TAN INMENSO…eso nos puede hacer más fácil el camino, el desaferrarnos o desapegarnos, el despreocuparnos por lo que no tiene eternidad, por lo transitorio, y el sabernos inocentes jugadores en un juego en el cual, sin dañar a nadie, en verdad, solo nos re-conocemos o experimentamos a nosotros mismos en distintos roles, durante solo un capítulo del libro dela Vida.

Muchos se atemorizan y hasta deprimen cuando  se ven enfrentados a ideas como …no hay más Dios que Tú, o Solo Dios es real, o todos no somos más que pensamientos en la Mente única. Realmente, en un principio, ya que seguimos los programas de nuestro ego, que abunda en miedo, estas ideas nos abruman…mas el consejo es no donarlas al dominio de la mente, que aumentará la confusión, sino dejarlas fluir hasta que la intuición del corazón nos haga comprender realmente el significado y la maravilla que encierran.

El Todo No es Mente, es Conciencia.


Una de las pocas cosas que he aprendido en este tiempo, es a no dar nada por sentado. Es poco útil y engañoso dar a cualquier cosa el termino de “seguro” cuando todo lo que manejamos son teorías, por eso es sano de vez en cuando replantearse todo aquello que tengamos asentado. Remover nuestros posos, nuestras creencias, es lo que nos hace abrir la mente y avanzar un pasito mas, tener algo seguro a lo que agarrarse puede hundirnos, si ese asidero llegado el momento de la verdad, se hunde sin remedio. Es complicado ver la verdad, si necesitamos agarrarnos desesperadamente a las múltiples y cómodas mentiras que nos rodean, no hay que olvidar que la mentira es dulce y jugosa, el engaño es apetitoso y es fácil que mordamos esa manzana envenenada, ya que la verdad siempre, siempre, nos pondrá a prueba y no siempre superaremos dicho examen.

Creo que dentro del auto conocimiento es sano tratar de ejercitar la autocritica, comprobar donde están nuestros limites, hasta donde estamos programados y hasta donde nuestro pensamiento es realmente nuestro. Es un ejercicio poco habitual y muy pocos realmente lo practican o saben como realizarlo, es fácil entrar en introspección y dejarse llevar en el silencio y la profundidad, pero no lo es tanto auto juzgarte, porque sencillamente eres el juez mas severo que existe. Es ahí cuando te das cuenta como has sido utilizado, es ahí cuando realmente puedes ver hasta que punto fuiste un títere, es ahí cuando todos los programas aparecen y se exponen, levantan la mano y piden permiso para seguir vivos.

Apelar a la condición humana para justificar nuestros fallos no sirve de mucho, “errare humanum est” solo sirve si entendemos que el error humano solo se inicia desde el momento en el que no sabemos qué somos, el humano hierra, pero no hierra su condición sino su nula capacidad para comprender su condición. El vacío mental es aprovechado por el listo de la clase para, a modo de falsa bandera, señalar un culpable (¡presunto culpable señoría!). Ese inocente culpable, ese santo inocente evangélico, es el humano que constantemente es sacrificado, por culpa de su propia ignorancia, por su incapacidad para conocer su condición, por su vacío existencial.



Esa dichosa y perenne culpa, es la que nos hace aceptar creencias que se acercan dulcemente a una idealización de esa condición, todo lo dulce al final enferma, y ese dulce es sinónimo de mentira. Creer en lo que eres, no te acerca a saber realmente que eres, es por eso que se pone a tu disposición una amplia variedad de dulces mentiras, creencias varias, teorías de todo tipo, argumentos de toda clase, apetitosos y dispuestos, ante tu hambrienta mirada, para que sacies tu hambre y no pares de tragar.

Tus ojos abiertos de par en par, consumes como un niño en una tienda de chuches, todo te gusta, todo te apetece, todo lo crees, y al final todo lo ignoras. Es ese “Todo” al que llegas, esa Fuente, ese conocimiento, pero siento decirte que no llegaste a ninguna Fuente y por supuesto no tienes conocimiento, solo tienes en tu haber una amplia e ingente variedad de dulces, dulces creencias llenas de mentiras. Piénsalo, para y reflexiona, que sabes realmente de nada en concreto, que información hay en tu haber, que ponga en serio peligro al sistema, que sabes que no pueda saber cualquiera entrando en Internet. Eso qué crees que sabes… ¿cambio tu condición? ¿si? ¿de verdad?

Eres alguien que sabe o eres alguien que cree, ese es el resumen de todo, hasta que no aceptes que lo que crees y lo que sabes no esta bien compensado, no podrás empezar a comprender la condición humana que vive en ti. De momento, solo crees. Eres lo que dicen otros, que dicen que saben, e investigan y lo divulgan sabiendo que son fiables, honestos y honorables (¡presunto, siempre presunto señoría!). Finalmente solo tenemos la imagen que proyectan esas fuentes y debemos fiarnos de nuestro propio criterio para creer o no creer, pero ya esta, o crees o no, pero ni conoces, ni sabes nada mas de lo que deberías saber. Con esto no trato de presionarte, solo deseo que tomes conciencia de lo real que es tu despertar, un despertar del cual siempre he dudado, ya que por lo general, nadie se plantea nada, solo nos limitamos a creer.

Tu mente, es creadora/creativa, este mantra llego a ti y es como darle un encendedor a un niño, sabes que tarde o temprano se quemara, pues esto es poco mas o menos lo que le ha sucedido al despierto, estamos atrapados en esta condición creadora, creemos que creamos por que alguien no dice que lo hacemos, pero ni siquiera nos imaginamos como es ese mecanismo que activa en nosotros esa capacidad. Pero esto es solo una mínima parte del daño hecho al hombre de hoy, que es despierto y consciente, o eso cree.

Un día un señor llamado Prometeo robo el fuego a los dioses y se lo regalo al hombre, algunos aun hoy ensalzan esta proeza y adoran esta figura como a un dios, y se clasifican y etiquetan por grados, para alcanzar el honorable derecho de acceder a calentarse las manos en esas venerables brasas, que finalmente los quemara y los condenara eternamente. Ese fuego robado, es el fuego que quemo nuestra mente, que hizo quemar nuestra memoria y quemo inevitablemente nuestra condición. Ese fuego nos hizo caminar cegados y en la ignorancia, son las ascuas que aun hoy arden las que hacen que el hombre siga viviendo en la eterna negritud, buscando una luz que otros portan, una luz lejana, inalcanzable y ridícula, que apenas nos deja vernos y reconocernos entre nosotros. Un legado de conocimiento que no aporta nada y nada alumbra, mas que la sombra de una mentira.

Ese mismo mito, llego transformado por Hermes, aquel que lego un conocimiento, etiquetado desde entonces como “hermético” y que nos dibujo en su Kybalion la estructura del universo, sus principios, fueron azúcar en nuestros labios, una dulce forma de iniciarse en el conocimiento otrora prohibido y ahora al alcance en Internet. Hermes nos lego su fuego, su luz, su conocimiento, pero Hermes no era tan altruista, nos dio un fuego que sabia que nos quemaría, sabia que nuestra condición jugaría en nuestra contra y que siglos mas tarde, quemaría la mente del hombre y lo dejaría ciego y en tinieblas. Si sabes ver, sabes que Prometeo, Hermes y otros nombres le fueron dados a este infame personaje que nada bueno ha hecho por nosotros.

Hermes centro nuestra atención y nos dijo que el “Universo es Mente” todo es mente y todo nace de ahí, por lo tanto esto una vez creído y aceptado, nos  encierra nuestra propia celda mental y te vuelve prisionero de tu propia mente para siempre. Decir y aceptar que todo es mente es negar el espíritu, es negar la conciencia, es negarnos a llegar a conocer, nuestra condición. EL fuego robado a los dioses, esta ligado a esta afirmación mal llamado “Principio” en el que “Todo es Mente” y esa mente crea, y ese vehículo creador/mental, da juego para fabular y añadir a esa máxima, todo lo que se desee.



El observador es solo un actor participando en la creación, no el creador.