lunes, 2 de mayo de 2016

Cuando la boca calla, el cuerpo habla


A veces las personas no encontramos las palabras para expresar nuestro dolor y a cambio lo hace nuestro cuerpo. No sabemos nombrar con exactitud qué nos ocurre para que el resto logre entendernos. Esta incapacidad para hacer coincidir nuestras palabras con las emociones se conoce en el campo de la psicología como alexitima.
Habitualmente esta incapacidad tiene su origen en un sistema de comunicación familiar inexistentente o deficitiario. Muchas de las enfermedades de tipo psicosomático actuales nos dan una pista sobre las necesidades no cubiertas de la población: escucha, empatía, cariño.
Somatizar significa transformar un dolor emocional en otro físico, quizás por la incapacidad de expresar correctamente el primero. Una incapacidad que debe ser entendida y tratada como el origen de un problema que cumple una función: comunicar con el cuerpo lo que nuestra mente quiere expresar y nuestra voz no es capaz de reproducir.

Origen psicológico, síntomas físicos reales en nuestro cuerpo

Que los trastornos psicosomáticos tengan un origen psicológico no quiere decir que no se manifiesten en síntomas físicos reales. Síntomas que duelen, molestan y que en definitiva interfieren con la vida de una persona y su desarrollo satisfactorio.
No es de extrañar que en trastornos del estado de ánimo como la depresión, se observen estados vegetativos, un cambio en el patrón de sueño habitual y muchas quejas somáticas: se está somatizando la tristeza.
Hay muchos tipos de depresiones, algunas se caracterizan porque el paciente adopta una actitud agresiva y otras porque se adopta una actitud pasiva. En ambas, no se comunica lo que se siente o no se comunica adecuadamente y esta sensación se transforma en malestar psicológico y físico.

El precio de ser fuerte a toda costa conduce a somatizar

Cuando no nos comunicamos, implícitamente asumimos que no seremos escuchados, que no contamos con las estrategias sociales para hacernos entender o que directamente seremos rechazados. En un mundo en el que se nos dice que ser fuerte es la cualidad de oro, nadie quiere llevar barrotes de hierro en sus pies.
Muchas de las personas no expresan su malestar porque no encuentran las palabras para ello o simplemente se les ha enseñado que de hacerlo “quedarán expuestos”. No culparemos de esto solo a padres o tutores, sino a la sociedad en general . Se nos enseña todo tipo de asignaturas pero la asignatura de conocernos emocionalmente, queda pendiente.
De repente, un día nos sentimos paralizados. Nos preguntamos de dónde surge tanto dolor y porque mi cuerpo no da motivos claros que lo expliquen. Los motivos, están en la mente; pero están anestesiados.
El resultado de esta idea es bastante evidente: evitamos expresar cómo nos sentimos y cuando queremos darnos cuenta, ya no sabemos por qué nos sentimos mal.Tenemos una amnesia retrógrada que nos impide poder llegar a la verdadera raíz del problema, por qué duele tanto y de dónde surgió esto.

El trato a los pacientes que somatizan por parte de los profesionales sanitarios

domingo, 1 de mayo de 2016

Si la puerta no abre, no es tu camino

Si la puerta no abre, sencillamente, es que no es la puerta ni aún menos nuestro camino. Sin embargo, en ocasiones, invertimos demasiado tiempo y esfuerzos buscando unas llaves para las cuales, ni siquiera hay puertas. Porque hay destinos imposibles, personas que no encajan en nuestras cerraduras y caminos por los que es mejor no transitar.
Si bien es cierto que ninguno de nosotros acertamos nuestros destinos personales a la primera, cabe decir que tampoco es malo perderse de vez en cuando. Abrir puertas que luego cerramos de nuevo para adquirir experiencia, para saber quien sí y quien no, es algo que merece la pena llevar a cabo sin miedo pero con con equilibrio y una adecuadaactitud.
Cuando una puerta que nos dio felicidad se cierra, a menudo suele decirse que se abre otra. Pero no siempre podemos verla, porque nos pasamos gran parte del tiempo lamentando la que ya no puede abrirse, esa para la cual, ya no tenemos llave…
Los psicólogos y sociólogos se han preguntado durante mucho tiempo qué hace que las personas elijamos un determinado camino y no otro. Suele decirse que nuestras elecciones nos definen, pero en realidad, muchos de esos mecanismos que nos hacen ir en una determinada dirección siguen siendo inconscientes. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
puerta que se abre

Una puerta cerrada a veces, es un muro que derribar

La voz popular siempre nos ha dicho aquello de que cuando una puerta se cierra otra se abre. También suele escucharse aquello otro de que la felicidad, es como unamariposa, si la persigues se te escapa y si te quedas quieto viene hacia aquí. Ahora bien, si hiciéramos caso de estos principios llegaríamos a la conclusión de que la felicidad y las oportunidades se suceden solas y casi por arte de magia.
Cuando una puerta se cierra solemos quedarnos bastante tiempo lamentado “ese portazo”. Nadie reacciona tan rápido como para poder ver esa otra salida donde se supone se halla la mejor elección, el mejor camino. Por otro lado, y a modo de ejemplo, vale la pena conocer un interesante libro titulado “The art of choosing” (el arte de la elección) de la psicóloga Sheena Iyengar.
La doctora Iyengar es ciega. Cuando llegó a Canadá desde la India, sabía que su familia, tal y como dictaba su cultura, iba a decidir su matrimonio llegado el momento. A su ceguera se le sumaba la idea de que no iba a poder salir de ese círculo, de esa cárcel personal. Gracias a sus días en la universidad fue consciente de que las mentes ajenas no tienen derecho a marcar nuestros propios guiones de elección. Las puertas que nos cierran los demás son también muros que todos nosotros podemos derribar.

Impertenencia

Si uno pertenece a algo, es ese algo; luego, no Es Él/Ella Mismamente.

La pertenencia en algo, el pertenecer a algo, el hecho de que algo me pertenezca, limita la expresión libre de mi Ser.


¿De qué hay que ser sin dejar de Ser? Pues no hay que ser de nada, para Ser Todo.

Cuando uno pertenece a una ideología, sea la que sea, es la ideología, es la muestra en sus acciones, es la manifestación de tal ideología, pero no Es Uno en Esencia, sino la sustancia de unas ideas que no se califican de buenas o malas, sólo que son ideas no propias que uno adopta y desde ese instante la paternidad de Uno es externa, dejando de ser Uno para ser el hijo de una idea ajena.

Cuando se pertenece a un grupo, sea el que sea, ha de ser como el grupo indica que se ha de ser, pero uno deja de Ser Uno en Esencia, y se convierte en la sustancia de lo que ese grupo manifiesta.

Incluso el hecho de tener la idea de que algo nos pertenece, es vivir por esa pertenencia, para esa pertenencia, y Uno no Es como Es, sino en base al mantenimiento, cuidado o protección de esa pertenencia.

Cuando no pertenezco a algo, ni  nada me pertenecer, Soy Todo en la Impertenencia. Nada me sujeta, ni sujeto a nada, y al mismo tiempo Todo lo Soy.

Si uno pertenecer a un grupo y/o una ideología, termina haciendo el trayecto marcado por tal denominación. Por tanto, uno no es más que lo que dictan dictados externos. Así, uno se pierde en ideales no propios, en formas no diseñadas por Uno, entonces uno se ha perdido del Todo; ha dejado de Ser Todo para ser algo en lo que se ha perdido.

Si uno no realiza en base a sus propias marcaciones, otro u otros le marcan sus pasos. Así, uno no hace en base a Uno, sino en base a los demás.

Si uno deja de Ser por aquello que cree que le pertenece, se ha perdido en lo que cree que le pertenece, e incluso sufre porque eso que cree que le pertenece lo puede perder, o lo que sería lo mismo: le deja de pertenecer.

Justo cuando se entiende que no pertenezco a nada ni nada me pertenece, puede ejecutar con total libertad mi Esencia. Esencia que desde luego no gustará a quienes sólo creen en la pertenencia a algo y que alguna cosa le pertenece.

30 Rasgos De Un Empático. ¿Cómo Saber Si Eres Uno?


¿Qué significa ser empático?

Ser empático es cuando te afectan las energías de otras personas, y tienes una capacidad innata de sentir intuitivamente y percibir a los demás. Tu vida está inconscientemente influenciada por los deseos, sueños, pensamientos y estados de ánimo de los otros. Ser empático es mucho más que ser muy sensible y no se limita sólo a las emociones.

Los empáticos pueden percibir sensibilidades físicas e impulsos espirituales, así como simplemente saber las motivaciones e intenciones de los demás. O eres empático o no lo eres. No es un rasgo que se aprende. Estás siempre abierto, por así decirlo, para procesar los sentimientos y la energía de las otras personas, lo que significa que realmente sientes, y en muchos casos cargas con las emociones de los demás. Muchos empáticos experimentan diariamente cosas como fatiga crónica, sensibilidades al medio ambiente, o dolores y sufrimientos inexplicables. Estas son todas cosas que son más propensas a ser adquiridas de influencias externas y no tanto de uno mismo. Esencialmente, estás caminando por el mundo con toda la acumulación del karma, emociones y energía de los demás.

Los empáticos suelen ser triunfadores reservados. Se pueden tomar un tiempo para aceptar un cumplido; son más propensos a señalar los atributos positivos de otros. Son muy expresivos en todas las áreas de conexión emocional, y hablan abiertamente, y, a veces, son bastante francos. Pueden tener algunos problemas al hablar sobre sus propios sentimientos si otro quiere escuchar (sin importar lo mucho que escuchen a los demás).

Sin embargo, pueden ser exactamente lo contrario: solitarios y aparentemente insensibles. Incluso pueden aparecer ignorantes. Algunos son muy buenos para “bloquear” a los demás y eso no es siempre algo malo, al menos para el aprendizaje empático luchando con un aluvión de emociones de los demás, así como con los propios sentimientos.

Los empáticos tienen una tendencia a sentir abiertamente lo que está fuera de ellos más que lo que está dentro de ellos. Esto puede provocar que los empáticos ignoren sus propias necesidades. En general un empático no es violento ni agresivo y se inclina más hacia ser el pacificador. Cualquier zona llena de desarmonía crea una sensación incómoda en un empático. Si se encuentran en medio de una confrontación, se esforzarán por resolver la situación lo antes posible. Si expresan palabras duras al defenderse a sí mismos, probablemente van a disgustarse por su falta de auto-control, y tendrán una preferencia por resolver pacíficamente el problema lo más rápido posible.

Los empáticos se inclinan más a recoger los sentimientos de los demás y proyectarlos sin darse cuenta de su origen. Hablar las cosas es un factor importante para la liberación de las emociones en el aprendizaje empático. Ellos pueden desarrollar un grado aún mayor de entendimiento para poder encontrar paz en la mayoría de las situaciones. La desventaja es que los empáticos pueden reprimir las emociones y construir barreras gigantes a fin de no dejar que los demás sepan de sus pensamientos y/o sentimientos más íntimos. Esta retención de la expresión emocional puede ser un resultado directo de una experiencia traumática, una educación sin expresión, o simplemente de que se les decía cuando niños, “¡Los niños están hechos para ser vistos pero no oídos!”

Sin lugar a dudas, esta retención emocional puede ser perjudicial para la salud. Mientras por más tiempo uno no libere sus pensamientos y/o sentimientos, estos construyen más poder. Los pensamientos y/o sentimientos con el tiempo pueden convertirse en explosivos, si no paralizantes. La necesidad de expresarse con honestidad es una forma de sanarse y es una elección abierta a todos. No hacerlo puede resultar en una ruptura de la persona y en una inestabilidad emocional y mental, o la creación de una dolencia física o una enfermedad.

sábado, 30 de abril de 2016

Yo Soy, el Yo Soy (Yo Soy Divinidad) 2ª parte



Re-edición por que lo habían borrado por derechos de autor

CUANDO TÚ RECONOCES Y ACEPTAS PLENAMENTE EL «YO SOY» COMO LA MAGNA PRESENCIA DE DIOS EN TI, EN ACCIÓN, HABRÁS TOMADO UNO DE LOS MAYORES PASOS HACIA LA LIBERACIÓN




SI QUIERES SUSCRIBIRTE, PINCHA EL SIGUIENTE ENLACE:
https://www.youtube.com/channel/UCx01wtZxSkOSk31Arrgk6Uw

Tu eres el resultado de ti mismo


No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie, porque fundamentalmente tú has hecho tu vida.

Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar; corrigiéndote, el triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error.

Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón.

Aprende a convertir toda situación difícil en un arma para luchar.

No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfrenta con valor y acepta que de una u otra manera, todo dependerá de ti; no te amargues con tu propio fracaso, ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño, recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu dolor, de tu fracaso.

Si, tú has sido el ignorante, el irresponsable, tú, únicamente tú, nadie pudo haber sido por ti.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente.

Aprende de los fuertes de los audaces, imita a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo.

Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin alimento morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande, que el más grande de los obstáculos.

Mírate en el espejo de ti mismo.

Los niños necesitan ser felices, no ser los mejores


Vivimos en una sociedad altamente competitiva en la que parece que nada es suficiente y tenemos la sensación de que si no nos ponemos las pilas, nos quedaremos rápidamente atrás, siendo barridos por los nuevos adelantos.

Por eso, no es extraño que en las últimas décadas muchos padres hayan asumido un modelo de educación sustentado en la hiperpaternidad. Se trata de padres que desean que sus hijos estén preparados para la vida, pero no en el sentido más amplio del término sino en el más restringido: quieren que sus hijos tengan los conocimientos y las habilidades necesarias para hacerse de una buena profesión, obtener un buen trabajo y ganar lo suficiente.

Estos padres se han planteado una meta: quieren que sus hijos sean los mejores. Para lograrlo, no dudan en apuntarles en disímiles actividades extraescolares, allanarles el camino hasta límites inverosímiles y, por supuesto, empujarles al éxito a cualquier costo. Y lo peor de todo es que creen que lo hacen “por su bien”.

El principal problema de este modelo educativo es que añade una presión innecesaria sobre los pequeños, una presión que termina arrebatándoles su infancia y crea a adultos emocionalmente rotos.

Los peligros de empujar a los niños al éxito

Bajo presión, la mayoría de los niños son obedientes y pueden llegar a alcanzar los resultados que sus padres les piden pero, a la larga, de esta forma solo se consigue limitar su pensamiento autónomo y las habilidades que le pueden conducir al éxito real. Si no le damos espacio y libertad para encontrar su propio camino porque le colmamos de expectativas, el niño no podrá tomar sus propias decisiones, experimentar y desarrollar su identidad.

Por eso, pretender que los niños sean los mejores encierra graves peligros:

– Genera una presión innecesaria que les arrebata su infancia. La infancia es un periodo de aprendizaje, pero también de alegría y diversión. Los niños deben aprender de manera divertida, deben equivocarse, perder el tiempo, dejar volar su imaginación y pasar tiempo con otros niños. Esperar que los niños sean “los mejores” en determinado campo, poniendo sobre ellos expectativas demasiado elevadas, solo hará que sus frágiles rodillas se dobleguen ante el peso de una presión que no necesitan. Esta forma de educar termina arrebatándoles su infancia.

– Provoca una pérdida de la motivación intrínseca y el placer. Cuando los padres se centran más en los resultados que en el esfuerzo, el niño perderá la motivación intrínseca porque comprenderá que cuenta más el resultado que el camino que ha seguido. Por tanto, aumentan las probabilidades de que cometa fraude en el colegio, por ejemplo, ya que no es tan importante lo que aprenda como la nota que consiga. De la misma manera, al centrarse en los resultados, pierde el interés por el camino, y deja de disfrutarlo.

– Planta la semilla del miedo al fracaso. El miedo al fracaso es una de las sensaciones más limitantes que podemos experimentar. Y esta sensación está íntimamente vinculada con la concepción que tengamos sobre el éxito. Por tanto, empujar a los niños desde temprano al éxito a menudo solo sirve para plantar en ellos la semilla del miedo al fracaso. Como consecuencia, es probable que estos pequeños no se conviertan en adultos independientes y emprendedores, como quieren sus padres, sino que sean personas que apuesten por lo seguro y acepten la mediocridad solo porque tienen miedo a fracasar.

– Genera una pérdida de autoestima. Muchas de las personas más exitosas, profesionalmente hablando, no son seguras de sí. De hecho, muchas supermodelos, por ejemplo, han confesado que creen que son feas o están gordas, cuando en realidad son iconos de belleza. Esto sucede porque el nivel de perfeccionismo al que siempre han estado sometidas les hace creer que nunca será suficiente y que basta el más mínimo error para que los demás las desprecien. Los niños que crecen con esta idea se convierten en adultos inseguros, con una baja autoestima, que creen que no son lo suficientemente buenos como para ser amados. Como resultado, viven pendientes de las opiniones de los demás.

¿Qué debe saber realmente un niño?

viernes, 29 de abril de 2016

Recordar nuestra divinidad.

Recordar nuestra divinidad. Libélulas de Gaia y Fran Ortega

Entrevista realizada por la Asociación Libélulas de Gaia en Almería el 15 de abril de 2016 a 
Fran Ortega sobre el recuerdo de nuestra divinidad.

Gracias hermano por contarnos tu visión, que tanto nos ayuda en nuestro camino.
Ismael