Solemos pedir a diario, bajo diferentes estrategias, pero con el único fin de que nuestras peticiones sean escuchadas y de alguna manera materializadas en nuestras vidas.
Sin hablar de si esto está bien o no, queremos destacar que con esa dinámica centramos nuestra atención en lo que nos falta, en lo que nos gustaría disfrutar que no tenemos, dándole importancia en nuestros pensamientos a aquello que por un motivo u otro presenta escasez o completa ausencia en nuestras vidas.
Se dice que uno de los secretos de la gente que no necesita nada de la vida, que se siente feliz con lo que es y con lo que tiene, es pensar que todo lo tienen, que de querer algo más lo van a obtener con facilidad y especialmente agradecer por cada bendición, por todo lo que les agrada de su vida y la capacidad de alcanzar lo que se propongan. Esto los hace entrar en sintonía con la energía de la abundancia.
Cuando hablamos de personas prósperas, no solo nos referimos a quienes tienen muchos bienes o cuentas bancarias abultadas, estables o solventes.
La prosperidad no solo se asocia a bienes económicos, sino a cualquier recurso, al amor, a la salud, al tiempo… en fin… a todo aquello que pueda ser sensible en relación a presencia o ausencia en nuestras vidas.
La prosperidad es una condición natural del ser, en principio todos tenemos acceso a lo que deseamos, pero nos vamos llenando de pensamientos limitantes que nos hacen dudar de nuestras capacidades, de lo poderoso que podemos ser al momento de ir tras lo que queremos y la habilidad de alcanzar lo que deseamos.
La gratitud abre los canales para recibir lo que deseas, le confirma al universo con cual energía estás trabajando, en realidad el agradecer es la forma más sencilla de pedir.
Incluso podemos agradecer cosas que aún no han llegado, imaginándolas como si ya las tuviésemos a nuestro alcance y de esta forma nuestro cuerpo reacciona con las mismas emociones que tendría al efectivamente experimentar esa vivencia, que hasta ese momento no será más que una visualización.