– Los científicos ya “no se asombran de nada” en relación a la Voyager 1, desde que en diciembre de 2004 comenzó investigaciones en áreas tan remotas que no cabían más que especulaciones, y dónde los modelos físicos y matemáticos concebidos, empiezan a mostrar realidades insospechadas.
Ocho años después de entrar en la heliopausa (donde el viento solar se detiene y se une con el procedente de otras estrellas), el Voyager 1 reporta rayos cósmicos inesperados, y velocidades alteradas por efecto de fenómenos aún desconocidos.
En la fase más interesante de su viaje, los datos que Voyager envía a la Tierra hablan de súbitas tormentas de rayos cósmicos, cada vez menos influencia de las partículas de baja energía propias del Sistema Solar (LECP, por sus siglas en inglés) y evidencias de que su medio ambiente ha cambiado.
El equipo que sigue la evolución de la sonda informó que está en una región en la que las partículas originadas en el Sol bordean el espacio interestelar. A 18.500 millones de kilómetros de la Tierra, los campos magnéticos de nuestra estrella interactúan con los de las demás, y las partículas de las heliosfera acusan recibo de esas fuerzas rebotando en todas direcciones.
Estudiando esos movimientos que los científicos concluyeron que “las partículas de baja energía toman la rampa de salida hacia el espacio interestelar”, aunque se negaron a dar precisiones sobre la frontera del Sistema Solar.
Durante la reunión de la Unión Geofísica Americana (AGU por sus siglas en inglés), Stamatios Krimigis -investigador a cargo del estudio de tales partículas- dijo: “Necesitamos entender lo que los instrumentos nos están diciendo y solo el tiempo podrá confirmar si nuestras interpretaciones sobre esa frontera son correctas”.
Los científicos revelaron que sus modelos teóricos fueron destrozados por Voyager.
Pero la nota saliente es la constante sorpresa que genera cada paso que ha dado la sonda en regiones inexploradas: “Ninguno de nuestros modelos teóricos predice ninguna de las observaciones realizadas por Voyager durante los últimos diez años, por lo que no tenemos una guía de los podemos esperar”, confesó.
Desde aquel 20 de agosto de 1977, Voyager I y su sucesora Voyager II (lanzada el 15 de septiembre) han visitado Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Ahora, todo lo que visiten tendrá nombres mucho menos familiares al oído humano.
Rayos cósmicos
Los rayos cósmicos son partículas que llegan desde el espacio y bombardean constantemente al sistema solar desde todas las direcciones. La mayoría de estas partículas son núcleos de átomos o electrones. Algunas de ellas son más energéticas que cualquier otra partícula observada en la naturaleza. Los rayos cósmicos ultra-energéticos viajan a una velocidad cercana a la de la luz y tienen cientos de millones de veces más energía que las partículas producidas por cualquier acelerador en el mundo.
Nadie sabe cuáles son las fuentes de los rayos cósmicos ultra-energéticos. La mayoría de las partículas de rayos cósmicos de baja energía que llegan a la Tierra provienen de algún sitio dentro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Éstos se cree que provienen de la explosión de estrellas llamadas supernovas. Sin embargo, la mayoría de las partículas de rayos cósmicos ultra-energéticos probablemente provengan de fuentes fuera de la Vía Láctea, pero ¿de dónde?