De esta forma se ve a un auténtico sanador, así me lo mostraron y así es.
Un curandero, un médico del alma, un terapeuta, siempre ante el paciente se diluye, se convierte en nadie, se vuelve en cristalino espejo amoroso que te siente como un ser sagrado desde siempre, desde el principio del principio de los tiempos, y el amor que siente al contemplar tu alma es el detonante para contagiarte y reflejarte el respeto por ti mismo y entonces se convoca lo sagrado, desciende la Barakah, se produce la alquimia.
©Luhema
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