Muchos de los males y preocupaciones que tenemos como adultos son debidos a que hemos olvidado la alegría de vivir, la inocencia y la naturalidad que teníamos cuando eramos niños.
Nos hemos adaptado al mundo de ahí fuera y hemos perdido, en la mayoría de los casos, la conexión con el niño que eramos, con el placer del estar por estar, vivir por vivir, e ilusionarnos por cada nuevo descubrimiento que hacíamos cada vez que aparecía algo diferente ante nuestros ojos.
Pero nuestro niño interior no ha desaparecido, no ha dejado paso al adulto y se ha ido sin mas, sino que se ha convertido en un componente oculto y reprimido en la mayoría de los casos de nuestra personalidad a la cual no le damos salida.
El efecto del niño interior
El niño que llevamos dentro no entiende mucho el mundo de los adultos, y si se siente desorientado, desorienta al “yo” (ego, personalidad) que somos sin que nos demos cuenta.
El niño interior nos pide que juguemos con la vida y con todo lo que nos rodea, que no nos tomemos tan en serio cada una de las situaciones en las que nos encontramos y hagamos una montaña de cada una de ellas, porque el niño interior sabe que todo no es más que una ilusión.
Nuestro niño interior quiere sentirse querido, abrazado y escuchado.
Para decirlo de forma clara, el niño interior es un ser real que habita en el fondo de nuestra conciencia, que tiene voz propia y que se mantiene ahí intentando ser escuchado, y no reprimido.
Conectando con el niño interior
Me gustaría recomendaros una meditación muy potente que os ayudará a comprender a vuestro niño interior y que mensaje tiene para vosotros.
Nuestro niño habita en algún lado de nuestro corazón.
A nivel energético, decimos que la parte de la conciencia que representa la energía de nuestro niño se encuentra situada en el chakra del corazón, así que ahí es donde debemos ir a buscarla.
Relájate, entra en meditación y visualiza un camino, escalera, túnel, puerta (lo que mejor te vaya) que represente la forma de llegar hasta tu corazón (como si fuera un camino real, un sitio físico al cual se puede llegar). Ve hacia allí, entra, observa donde estas.
Sea como sea el lugar en tu corazón que te has imaginado, llama a tu niño interior. Estará jugando por algún sitio. Imagínatelo delante tuyo, ¿como es la escena? ¿que imagen tiene? ¿como eres, tienes 3, 5 o 7 años? ¿que está haciendo?
Establece una conversación imaginaria con él. ¿ Que te dice? ¿que sentimientos te comunica? Quizás te vengan imagenes o emociones más que palabras. Es totalmente correcto, simplemente trata de entender que te está diciendo tu niño interior y cual es el mensaje a comprender.
Escucha a tu niño y trata de ver como se siente, ¿está triste? ¿está contento? ¿está confuso?
Tal y como el se sienta, probablemente te sentirás tu en algún nivel que quizás ahora no puedas llegar a identificar. Trabaja con tu niño para liberar esas emociones que no han salido a la luz y verás como tu vida cambia para mejor.
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