viernes, 31 de marzo de 2017

El poder sanador de la conciencia



La mayoría de nosotros considera que la salud es el estado natural del ser humano y la enfermedad una ausencia o alteración de ese estado, que en términos más metafísicos también conocemos como “estado de armonía” o de “pérdida de armonía”. Pero ¿por qué nos cuesta tanto mantener ese estado natural de manera permanente?
La conciencia tiene mucho que decir al respecto, pero vayamos por partes.
 
El síntoma como aliado

Sabemos que la medicina convencional, en su afán de especialización, investigación y análisis de las estructuras meramente orgánicas, continua a día de hoy perdiendo de vista la totalidad del ser humano a la hora de llevar a cabo un tratamiento. Si bien es cierto que cada vez son más los facultativos que tratan de integrar como buenamente pueden la filosofía holística (cuerpo-mente-espíritu) tan característica de la medicina alternativa, lo cierto es que la propia metodología académica tiende a poner el foco de atención únicamente en la resolución del síntoma (cuerpo).

Pero este método de curación, efectivo en cuanto a que nos quita la dolencia de encima prácticamente al instante, podría compararse a cuando si al prenderse una de esas lucecitas de nuestro automóvil que indican que algo marcha mal, en lugar de interrumpir el viaje para llevar el coche al taller, quitáramos la bombilla para que dejara de importunarnos y diéramos el incidente por resuelto. Si no fuera porque el cuerpo tiene su propio “taller de reparaciones”, no cabe duda de que todos acabaríamos tarde o temprano “tirados en la cuneta de una carretera”. Sin embargo, esto es lo que hacemos cada vez que nos disponemos a apagar el síntoma (a base de analgésicos, ansiolíticos, antihistamínicos, antitérmicos…), sin dedicar un solo minuto a pensar cual ha podido ser la causa de esa dolencia que percibimos como enfermedad.



El cuerpo físico es un magnífico y sofisticado vehículo de expresión y manifestación de la conciencia del ser humano en el plano físico, que como tal, está al servicio de su ocupante. No obstante, ocurre que el cuerpo responde tanto a las órdenes que proceden de la parte consciente del ser, como de su inconsciente. El cuerpo expresa la totalidad del ser. Y aquello que en nuestro cuerpo se manifiesta como síntoma, no es otra cosa que la expresión visible de un proceso invisible que con su señal solo pretende interrumpir nuestra cotidianidad para avisarnos de una anomalía.

Cuando comprendemos la diferencia entre enfermedad y síntoma, nuestra actitud y relación con la enfermedad se modifica rápidamente. Dejamos de considerar al síntoma como nuestro gran enemigo al que hay que aniquilar, para verlo como un aliado que puede ayudarnos a encontrar lo que nos falta, aquello de lo que nos somos conscientes y que es causa de nuestra enfermedad.

Los efectos de la dualidad



Cuando una persona dice de sí misma que es: trabajadora, tolerante, pacífica, amante de los animales, abstemia, vegetariana, etc., significa que a cada una de estas características le precedió una elección. Optó entre dos posibilidades, eligió una y descartó la otra. De este modo con el “soy trabajador, tolerante y pacífico”, excluye automáticamente el “soy vago, intolerante y violento”. Así es como vamos construyendo progresivamente nuestra personalidad e identificándonos con cada uno de los pares de opuestos que conforman nuestra percepción de la realidad. Siempre habrá uno de los dos opuestos que en mayor o menor medida será asumido como propio e integrado en nuestro ser consciente, y su contrario en cambio, considerado como ajeno, acabará siendo desterrado a la “sombra” de nuestra conciencia.

Carl G. Jung denomina “sombra” a la suma de todas las facetas de la realidad que el individuo no reconoce o no quiere reconocer en sí mismo. Todo lo que el ser humano rechaza pasa a su sombra, que es la suma de todo aquello con lo que no se identifica. De este modo el ser humano proyecta en el mundo exterior un mal que no reconoce como propio, precisamente para no tener que encontrar en sí mismo la verdadera fuente de toda desgracia.



Es decir que la enfermedad se nos presenta como una exteriorización de todo aquello que no ha pasado por el filtro de nuestra psique. Y el cuerpo en este sentido es extremadamente sincero. Una sinceridad a menudo difícil de soportar, pues ni el mejor de nuestros amigos se atrevería a decirnos la verdad tan crudamente como lo hace el cuerpo a través de los síntomas. Pero para entender lo que nos está diciendo el cuerpo, tenemos que aprender a interpretar su lenguaje. Un lenguaje psicosomático cuya “piedra de toque” se halla en estas dos sencillas preguntas:

¿Sabes que el Universo trabaja contigo?


Jennifer Hoffman comparte con nosotros su conocimiento sobre como trabaja el universo, específicamente, como trabaja con nosotros para que podamos cumplir con todo lo que buscamos realmente de corazón.


¿Sabes que el Universo trabaja contigo, no para tí? No es posible para el Universo darte algo que no deseas, ni crear situaciones que no hayas energetizado ya en alguna parte de tu realidad. La energía universal no crea algo de la nada; solamente crea aquello para lo que tú ya has establecido un espacio energético mediante tu intención consciente o inconsciente. Tan pronto hayas definido la intención, estableces las vibraciones que crean la realidad. 

El entendimiento es la clave para manifestar todo en la vida porque es como todo es manifestado.Y si la intención es consciente o inconsciente no es importante; todo es lo mismo para el Universo, el cual te ve como infinitamente poderoso y sabio, actuando siempre dentro de lo que es para tu mayor bien.

Cuando oras a Dios, o la Fuente, para ‘arreglar este problema’, el Univero no es capaz de responderte porque tú no has creado nada, no hay intención, y no hay nada que arreglar porque no hay problema alguno.  

El Universo sabe que, ya sea consciente o inconscientemente, tú has creado la situación que ves como un problema. Y tú debes crear la solución energetizando la posibilidad para que un nuevo aspecto de tu realidad esté presente. 

Pudieras pedir ayuda porque sientes que el Universo es mucho más sabio que tú, pero eso es una falacia. Tú tienes toda la sabiduría y conocimientos a tu disposición, y tu habilidad para usarlos está limitada solamente por tus creencias de que el Universo es más sabio, más poderoso, más consciente de tu potencial o de lo que es mejor para tí que tú.

Por eso es importante para tí recordar que tú eres una parte igual de la Fuente o el Universo, como cocreador de tu realidad en una sociedad Divia que existe para permitirte tu reconexión con tu comienzo Divino. Tú eres tan poderoso que creas cada pensamiento y cada palabra — ¿qué estás creando en este momento? ¿estás consciente de lo que estás pidiendo?  

jueves, 30 de marzo de 2017

El silencio es indispensable para regenerar el cerebro


El silencio ha sido fuente de muchas reflexiones a lo largo de todas las épocas. Al mismo tiempo hemos saturado los sitios en los que vivimos con tantos ruidos que cada vez es más complicado encontrarlo. Esto hace que cada vez sean más las personas que al no escuchar ruidos experimentan un abismo dentro de ellas mismas.

Tenemos un oído que actualmente está hiperestimulado. Lo más grave es que casi todos esos estímulos auditivos que recibimos del exterior son más o menos alarmantes. Rugidos de coches, bullicio, músicas estridentes, pitos, timbres… en fin… nada que inspire tranquilidad.


“La arena del desierto es para el viajero fatigado lo mismo que la conversación incesante para el amante del silencio”.

-Proverbio persa-

Más allá de que esto incida en nuestro estado emocional, la ciencia también ha comprobado que afecta el cerebro. Según un estudio llevado a cabo en Alemania por el  Research Center for Regenerative Therapies Dresden hay procesos cerebrales que solo se pueden llevar a cabo en silencio.

Hasta hace poco se pensaba que las neuronas eran incapaces de regenerarse. Sin embargo, con el desarrollo de la neurogénesis se ha comprobado que esto es un error. Todavía no está muy claro qué es exactamente lo que promueve la regeneración neuronal y cerebral. Pero ya hay pistas valiosas al respecto y una de ellas es el silencio.


Experimentando con el silencio

Los investigadores alemanes hicieron en principio un experimento con un grupo de ratones. El estudio consistía en dejarlos en completo silencio durante dos horas al día. Al mismo tiempo se haría una observación de sus cerebros para ver si esto originaba algún cambio.



El resultado fue contundente. Tras un tiempo de estar sometidos a esta rutina, pudo observarse que en todos los ratones estudiados se había producido un crecimiento del número de células dentro del hipocampo. Esta es la región del cerebro que regula las emociones, la memoria y el aprendizaje.

Los expertos también constataron que las nuevas células nerviosas se integraban progresivamente al sistema nervioso central y que luego se especializaban en diferentes funciones. En conclusión, el silencio había producido un cambio muy positivo en el cerebro de los animales.


El silencio ayuda a estructurar la información

El cerebro nunca descansa, incluso cuando en un estado de calma estamos completamente quietos o dormimos. Este maravilloso órgano sigue funcionando, pero de una manera diferente. Cuando el cuerpo descansa comienzan a desarrollarse otros procesos que complementan los que se realizan cuando estamos activos.


La percepción del paraíso en el zen


Entre las diferente tradiciones místicas existe un entendimiento en común del estado de beatitud o éxtasis en unión con la realidad, esto es, que el paraíso es aquí y ahora y que si no lo vemos es sólo por un hábito perceptual. Para la tradición sufí, por ejemplo, el paraíso debe de ser visualizado en el alma y entonces su realidad emerge con una potencia superior al mundo que experimentamos cotidianamente. 

Henry Corbin acuñó el término “mundus imaginalis” para referirse a un mundo autónomo, real en sí mismo, compuesto de una materia más sutil, de la imagen que es de alguna forma la esencia del alma. Así no es equivocado decir que el paraíso está dentro de nosotros y en realidad en todos lados una vez que se libera nuestra percepción.

El gran estudioso y divulgador del zen, D.T. Suzuki, dice: 

Nunca perdimos el paraíso, pero la conciencia humana nos dice que lo perdimos y lo debemos recuperar. De hecho el paraíso nunca se ha perdido, el paraíso no necesita ser recobrado.

Estamos en el Edén, justo como estamos ahora. Ser, y al mismo tiempo no ser. Ser o no ser, pero luego, ser y no ser. Los dos al mismo tiempo. Lo mejor es estar viviendo y, sin embargo, no viviendo. Muriendo y, sin embargo, no muriendo. Este es el objeto de la disciplina zen.

Zen es una nube flotando… sin apego.

Lo que caracteriza al zen es esto, simplicidad y sinceridad y libertad. Esto es lo más importante. Verdadera libertad para ver las cosas en su propia naturaleza. Esas es la libertad. A veces los llamados hechos no son tan importantes.

Pero aquello que los académicos llaman leyendas o imaginaciones son más importantes en el estudio de la naturaleza humana. Los maestros zen nos dicen que la respuesta está en la pregunta misma, tú miras hacia tu pregunta hacia ti mismo. Mi respuesta sólo te aleja de tu pregunta. ¿Quién eres tú para hacer esa pregunta?

miércoles, 29 de marzo de 2017

VISUALIZACIÓN CREATIVA PARA HACER REALIDAD TUS INTENCIONES


El manifestar la vida que deseas es todo un arte que requiere de mucha disciplina, una mente abierta y una buena dosis de fe en la vida.

Con una visualización creativa puedes lograrlo. Una vez que adquieres la práctica de visualizar y crear lo que deseas, nada te detendrá.

Lo más importante de esta práctica es tener claridad en tus intenciones y objetivos, para que puedas ser muy precisa al pedirle al Universo todo lo que deseas atraer a tu vida.

Ritual para manifestar tus intenciones


Te comparto este ritual que me ha ayudado a manifestar muchas cosas que he soñado.

Es bueno realizar este ritual en las noches, ya que es un momento muy poderoso en el que centras tus intenciones antes de entrar a niveles diferentes de consciencia. Si decides realizarlo por la mañana, te recomiendo hacerlo apenas despiertes y a través de visualizaciones más cortas.

Este ritual te ayudará a tener más claridad con respecto a lo que quieres manifestar; y entre más claridad tengas, mejor va ser aquello que llegue a tu vida, recuerda que el Universo ama la claridad.

Fuera de nuestra existencia como seres humanos no existe el tiempo y el espacio tal cuál lo conocemos nosotras. Por lo tanto, cuando le pides algo al Universo debes de ser muy clara especificando qué quieres, cuándo lo quieres y que lo quieres para tu vida.



-INICIA TU RITUAL DE VISUALIZACIÓN CREATIVA PARA HACER REALIDAD TUS INTENCIONES-

Toma un lápiz y un papel y escribe una meta para este año. Puede ser un trabajo nuevo, una pareja, una casa, un hijo; algo que quieres atraer a tu vida en estos momentos. Utiliza un lenguaje sencillo y que no te confunda.

Luego, abajo de eso escribe, con detalle, todo aquello que gustaría ver alrededor de eso que quieres; escribe en presente, como si ya lo tuvieras (sé muy específica) y lo estuvieras mirando frente a ti.

Una vez que ya hayas escrito lo que deseas, comienza con la meditación, para así poder poner todos esos deseos en tu subconsciente y así los podrás manifestar con mayor facilidad.

La meditación es una excelente forma de atraer lo que deseas porque es la conexión directa con la potencialidad pura del Universo.


COMENZAMOS CON LA MEDITACIÓN DE VISUALIZACIÓN CREATIVA PARA HACER REALIDAD TUS INTENCIONES…

LA ABUNDANCIA


La Abundancia

La energía de la abundancia es un derecho que tenemos todos, nacemos con ella. Si no está activa es porque estamos atrapados en una actitud de miedo, de carencia. A parte, arrastramos esos patrones del transgeneracional que tenemos que sanar.

El Amor lo es todo, es ese gran desconocido que nos protege a un nivel profundo del miedo.

La abundancia no es dinero, pero el dinero sí está dentro de la abundancia. La abundancia es la totalidad del todo. Todo aquello que necesitamos en el instante que lo necesitamos.

Para convertirnos en personas abundantes, debemos convertimos en personas de éxito. Y para ello tenemos que saber realizarnos. Una persona de éxito, no quiere decir famoso.

La realización implica elevar a la condición real o divina cada instante de nuestra vida humana. Debemos ponernos por encima de la matrix, ésa que nos han vendido como esta realidad, y reactivar nuestra esencia. Manifestemos nuestro poder y nuestro brillo, todos los recursos y dones que están en nosotros. Siendo un ejemplo en ti, les sirve a los demás para que ellos también puedan manifestar su poder y brillo. Realizarnos nos saca de ese infierno, el cual nos lleva a las creencias, a nuestro transgeneracional, a nuestro propio pasado y nuestros miedos.

Debemos ser responsables de nosotros mismos.



Yo siembro y me tengo que hacer responsable de esa siembra.

La gente exitosa y abundante no juzga su vida, son conscientes de sus actos, de su incoherencia, de su actitud. Simplemente haciendo ese reencuadre y entrando en la línea del éxito de la realización, entraremos en la energía del dinero. 

La gente que entra en la abundancia no piensa en el dinero.

Todo en esta vida tiene un precio. El precio más barato que vamos a pagar, siempre será el del dinero. El ego nos enfoca al dinero y a nada más. La abundancia es un equilibrio en todo.

Todos hemos nacido con un consciente colectivo muy denso y todos tenemos una instalación de programas que nos han contagiado. Todos tenemos la oportunidad de revisar las creencias, el transgeneracional y el proyecto sentido. Tener una responsabilidad y hacernos cargo de lo que hemos venido a vivir. Debemos sanar, transmutar, limpiar lo que nos ha alejado del amor. Tú eres responsable de ti.

martes, 28 de marzo de 2017

La gente buena no cambia porque piensa con el corazón


A la gente buena también les suceden cosas malas. Porque el destino es arbitrario, el mundo ciego y el egoísmo a veces muy afilado. Sin embargo, las personas nobles jamás renuncian a sus raíces a pesar de las decepciones, porque quien piensa con el corazón no entiende de desprecios ni de frías razones.

Todos conocemos personas con este perfil. Es más, cada vez que vemos un acto de nobleza, de altruismo desinteresado o de heroicidad la mayoría nos sentimos inspirados o incluso reconciliados con el propio mundo. Algo muy parecido a esto sucedió hace solo unos días, en el lamentable atentado ocurrido en el corazón de Londres el pasado 22 de marzo.


“Un gramo de bondad vale más que una tonelada de intelecto”
-Alejandro Jodorowsky-


Tobias Ellwood, subsecretario parlamentario en el Ministerio de Relaciones Exteriores, no dudó en salir del Parlamento de Westminster a pesar de las recomendaciones. Quería prestar ayuda. Durante varios minutos hizo lo posible por salvar la vida de un policía herido, taponando la herida y practicándole el boca a boca hasta la llegada de un helicóptero. No pudo ser. Sus gestos de impotencia y desesperación al no poder salvarlo dieron la vuelta al mundo.

Todos empatizamos con su dolor. Al día de siguiente, todo el espectro político alabó su capacidad de reacción frente al resto, y esa determinación que más allá del miedo, la alarma o la indecisión, hizo que actuara con la determinación de quien solo ansía ayudar, de quien por encima de todo prioriza a los demás.



¿Qué es mejor? ¿Sentirse bien o hacer el bien?

La pregunta puede resultar un tanto extraña: ¿qué puede ser mejor? ¿Invertir en el propio bienestar o priorizar el bienestar ajeno? Es muy posible que muchos de nuestros lectores se digan a sí mismos que la respuesta es sencilla, puesto que algo tan simple como hacer el bien ya revierte en el propio equilibrio y satisfacción personal. Sin embargo, esta conclusión no está tan clara para los expertos. De hecho, esta misma idea ha intrigado durante varios años a los especialistas en el comportamiento humano.


Lo que nos dice la investigación

Los investigadores de la UCLA (Universidad de California) realizaron un interesante estudio donde concluyeron que existen dos tipos de propósitos vitales en el ser humano, y que cada uno de ellos tiene implicaciones biológicas.

Estos serían los datos.

En primer lugar estarían las personas que se caracterizan por aspirar hacia un bienestar hedónico. Es decir, un tipo de felicidad que tiene su origen exclusivo en la autogratificación, en la búsqueda vital del propio bienestar.

Por otro lado, también se definió lo que se conoce como “bienestar eudaimónico”. Se trata de otro tipo de propósito mucho más profundo y elevado, ahí donde uno mismo intenta desarrollarse y crecer como persona para dar lo mejor de sí a los demás.



Conclusiones

Ya eres lo que buscas


Bienvenido a satsang


Eso que anhelas, eso que añoras, es eso que está siempre presente. Eso es quien tú realmente eres.

Cuando digo tú no me estoy refiriendo a tu cuerpo. Tu cuerpo está dentro de eso. No me estoy refiriendo a tus pensamientos. Tus pensamientos están dentro de eso. No me estoy refiriendo a tus emociones. Tus emociones aparecen y desaparecen dentro de eso. No estoy hablando de tus circunstancias. Las circunstancias también aparecen y desaparecen dentro de eso.

Los cuerpos, los pensamientos, las emociones y las circunstancias cambian. Aparecen y desaparecen. Pueden ser buenos o malos. Pueden ser agradables o desagradables. La verdad de quien tú eres es permanente e inamovible. La gran buena nueva es que, sea como sea que te imagines a ti mismo, puedes reconocer quien verdaderamente eres. Independientemente de la experiencia de ti mismo como un cuerpo o como el pensamiento "yo soy este cuerpo", tú puedes recibir de tu propio ser la transmisión directa de la verdad. Esa transmisión es satsang. El satsang confirma tu verdadera identidad como conciencia pura, libre de todo aquello que es percibido como una limitación.

Cuando se escucha esta buena nueva, cuando realmente se la escucha, se produce una apertura sin medidas. Nadie ha descrito jamás una finalización de la autorrealización. Lo que sí tiene un fin es la preocupación de imaginarte que eres una entidad separada de la conciencia sin límites.

La autorrealización no es algo que pueda ser capturado en palabras. Aunque usaremos palabras, ninguna ha sido capaz de expresar o tocar la gloria del verdadero ser. Yo estoy aquí para indicarte eso, para celebrarlo y para reírme de la endeble excusa de que eso podría realmente ser obstruido por cualquier cosa.

Yo no tengo nada que enseñarles. La autorrealización no tiene nada que ver con aprender. No te estoy pidiendo que recuerdes nada. No te estoy pidiendo que hagas nada o que obtengas nada nuevo. No se necesita nada nuevo. 

Te estoy pidiendo que te des cuenta de que ya eres eso que quieres. Y estoy simplemente sugiriendo, como mi maestro lo sugirió a mí, y como su maestro se le sugirió a él, que te tomes un instante, una milésima de segundo, para permitir que la actividad de la mente se detenga. En esa milésima de segundo, ¡qué descubrimiento se produce! En esa milésima de segundo recibes la invitación a entregarte a lo que se revela cuando la atención no está centrada en el cuerpo, el pensamiento, la emoción o la circunstancia. ¡Este es un instante de suma importancia! En este instante, el cuerpo desaparece. En este instante de silencio perfecto descubres lo que está permanentemente presente, lo que siempre estuvo aquí, lo que tú eres permanentemente. Este instante de silencio es la invitación al verdadero refugio, al verdadero retiro, a la verdadera paz, independientemente de todo lo que va y viene.

¡Qué instante es este!

lunes, 27 de marzo de 2017

El material más fuerte que existe es el alma resiliente


El material más fuerte que existe no es el grafeno ni el diamante, es el alma resiliente y ese corazón que ha sellado con hilo dorado las heridas más afiladas de la adversidad. Este concepto no es ni mucho menos el ingrediente perfecto para la felicidad, es una actitud ante la vida, es la esperanza invitándonos a seguir adelante.

Decir que vivimos en un tiempo resiliente es evidente, las circunstancias nos empujan a ello, aunque si hay algo que todos sabemos es que no siempre se logra con la misma eficacia. No todo el mundo se sobrepone por igual a una circunstancia de estrés o de dificultad personal. Cada uno de nosotros arrastramos nuestras anclas privadas, nuestros océanos de injusticia, nuestros mares degradantes y no siempre sabemos cómo salir de ellos.


“Es inútil volver sobre lo que ya ha pasado y lo que ya no existe”
-Frédérich Chopin-

Para que esto sea así intervienen diferentes factores enmarcados en nuestra propia cultura. Vivimos en una sociedad acostumbrada a poner etiquetas: tú eres inteligente, tú eres torpe, tú eres una maniática, tú eres un fracasado, aquel es débil y el de más allá es fuerte.

Esa obsesión por llevar cada rasgo a un extremo y ponerle una etiqueta permanente nos sume muchas veces en un estado de desesperanza absoluta, donde dejamos de creer en nuestro propio potencial, aislándonos en nuestros rincones privados, en nuestros sufrimientos de carne, lágrimas y abatimiento. A veces no nos basta con que nos digan aquello de que todos podemos ser resilientes, porque la resiliencia, y esto es importante, difícilmente brota en soledad.


Necesitamos también la confianza de alguien, la cercanía de un entorno empático y facilitador donde poder germinar de nuevo: más fuertes, más libres, más hermosos, más dignos…





Por qué algunos somos más resilientes que otros

La clave que nos hace a unos más resilientes que otros se halla en la habilidad de nuestro cerebro para soportar o resistir las situaciones de estrés. Hay por tanto un factor biológico y que la neurociencia se ha encargado de estudiar. De hecho, a través de trabajos como el publicado en la revista “Nature” comprendemos un poco más este fascinante pero a la vez complejísimo proceso que da forma al cerebro resiliente.

Estos serían los principales mecanismos que determinan nuestra mayor o menor resiliencia:

La Última Revolución


Hace más de cien años, el pintor Paul Cézanne dijo: "Vendrá un tiempo cuando una zanahoria, recién observada, provocará una revolución".

¿Ha tenido lugar ya esta revolución? ¿está ocurriendo lentamente o está a punto de ocurrir? ¿Y cuál es la revolución a la que se refería Cézanne? ¿Cómo puede algo tan insignificante, intrascendente y ordinario como observar una zanahoria provocar una revolución?

Cézanne quería decir que si pudiéramos ver incluso un objeto tan sencillo y cotidiano como una zanahoria, como realmente es, nuestra experiencia sería revolucionada. Pero, ¿qué significa ver un objeto como realmente es? La clave está en la frase "recién observada", lo que significa ver con claridad, sin los obstáculos de los conceptos que el pensamiento superpone en nuestra experiencia. En realidad, la mayoría de nosotros somos completamente inconscientes de que nuestra experiencia es filtrada a través de una fina malla de pensamiento conceptual que hace que parezca muy diferente de como es en realidad.

Como el sabio chino Huang Po dijo, hace unos 1.200 años, "La gente descuida la realidad del mundo ilusorio". ¿El mundo ilusorio? ¡Esto es incluso más radical que Cezanne! Una cosa es recién mirar una zanahoria, una azada, una casa o el mundo, pero otra muy distinta es considerarla una ilusión. ¿Qué quiso decir?

A menudo escuchamos en la enseñanza no-dual frases como: "El mundo es una ilusión". Pero estas frases pueden crear una rebelión en nosotros, porque sabemos que nuestra experiencia es muy real. Entonces, ¿cómo conciliar estas dos posiciones — una, "el mundo ilusorio" y dos, la innegable realidad de nuestra experiencia?

Todo lo que aparece debe aparecer en o sobre algo. Por ejemplo, aparece una imagen en una pantalla; una silla aparece en el espacio de una habitación, las palabras de una novela aparecen en una página; aparece una nube en el cielo.

¿Qué pasa con la mente, el cuerpo y el mundo? Nuestra única experiencia de ellos es lo que actualmente aparece para nosotros como pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones, visiones, sonidos, texturas, sabores y olores. En otras palabras, todo lo que conocemos de una mente, un cuerpo o un mundo son apariencias, y todas estas están apareciendo y desapareciendo continuamente. Es posible que tengamos un concepto de una mente, cuerpo o mundo existiendo continuamente, pero nunca realmente experimentamos tal objeto.

Como Cezanne también dijo: "Todo se desvanece, se desmorona". Todo lo que conocemos del mundo son percepciones que aparecen y desaparecen continuamente. Sin embargo, todo lo que aparece y desaparece debe hacerlo en o sobre algo. ¿Qué es ese algo?

Comencemos con los pensamientos: dondequiera que nuestros pensamientos aparecen lo hacen obviamente en lo que nos referimos como nuestro "ser". ¡Nuestros pensamientos no aparecen fuera de nuestro ser! Sin embargo, no podemos ver o encontrar ese "algo" en el que los pensamientos aparecen porque no tiene cualidades observables. Como tal, es abierto, vacío, transparente. Pero eso no significa que no sea conocido. No puede ser conocido como un objeto y, sin embargo, no es desconocido.

Si estamos leyendo estas palabras estamos, por definición, viendo la pantalla en la que se escriben, aunque no seamos conscientes de que la estamos viendo. Si estamos leyendo una novela estamos, del mismo modo, viendo el papel. Si estamos viendo una película estamos, nos demos cuenta o no, viendo o experimentando la pantalla. Si estamos viendo las nubes, estamos experimentando el cielo. No es posible ver las palabras, la novela, la película o las nubes sin que, al mismo tiempo, experimentemos eso en o sobre lo que aparecen.

Por lo tanto, si estamos experimentando pensamientos estamos necesariamente experimentando eso en lo que aparecen. Del mismo modo, si estamos experimentando una sensación o una percepción —y la única experiencia que tenemos de un cuerpo o del mundo son sensaciones y percepciones— entonces estamos también conociendo o experimentando eso en o sobre lo que éstas aparecen.

¿En qué aparecen nuestras percepciones del mundo? ¿En qué aparecen las sensaciones corporales? 

sábado, 25 de marzo de 2017

Yo Soy, el Yo Soy (Tu Círculo Mágico)


ULTIMO VÍDEO QUE HEMOS CREADO, ESPERO QUE OS GUSTE.

¡Magna, Radiante y Envolvente “Presencia” de este Centro de Esplendor Divino! Atrae alrededor de este hogar y todas sus actividades Tu Círculo Mágico. Derrama Tu Amor Radiante,
Luz y Actividad, atrayendo a su uso la Abundancia de Tu Opulencia; y da Paz, Júbilo, Armonía y Perfección mediante Su uso. Protege-nos a todos dentro del propio Círculo Mágico de cada uno al tiempo que transitamos por el mundo externo, 
emanando Tu Magno, Sempiterno y Auto-Sostenido Valor, Fortaleza y Conciencia de Tu Magna Presencia. 

Permite que cada uno sienta en sí un Poderoso Magnetismo que atraiga la abundancia de la Opulencia para todo aquello que pueda necesitar o desear, y saber que está fluyendo hacia todos en gran Abundancia.

¡Oh Magno, Infinito y Esplendoroso Ser, ante cuya “Magna Presencia YO SOY”, hacemos la venia! ¡Oh Magno Soberano del Universo! Nos inclinamos ante Tu Victorioso Poder! ¡Aceptamos plenamente Tu Radiante Presencia! 

Te invocamos para que Tu Presencia nos anteceda por todas partes, dominando todas las condiciones que contactemos y convirtiéndonos en canales a través de los cuales fluya Tu Magna Presencia.

Traemos Amor, Saludos y Bendiciones.




SI QUIERES SUSCRIBIRTE, PINCHA EL SIGUIENTE ENLACE:
https://www.youtube.com/user/TheIsmavision

viernes, 24 de marzo de 2017

Crisis y Transformación


Nosotros, todos los que nos encontramos en la Tierra, estamos en crisis en estos momentos. El proceso del ego nos ha llevado a un punto de absoluta locura. No tienes más que observar lo que está ocurriendo en nuestro gobierno, y en todos los demás, y verás crisis. En el mundo de los negocios, hay demasiadas empresas que han puesto la obtención de beneficios por encima de todas las demás consideraciones y están destruyendo nuestro medio ambiente. Únicamente un ego [2] puede ser tan inconsciente. Estamos echando millones de toneladas de sustancias tóxicas al aire que respiramos, al agua que bebemos y a la tierra en la que sembramos nuestros alimentos. Todos nuestros cuerpos llevan sustancias tóxicas, incluso los de nuestros bebés. Ningún rincón de la Tierra está libre de los derivados de nuestra codicia. Nuestro gobierno protege a quienes contaminan y, a su vez, contamina tanto, o más, que las empresas. Hemos estado usando residuos empobrecidos para fabricar las cabezas nucleares que se han utilizado en Irak y Afganistán, residuos que tienen una vida media de cuatro mil quinientos millones de años. Hemos usado esas mismas armas en pruebas realizadas frente a las costas de California y del estado de Washington. Luego nos comemos los mariscos de esas mismas aguas. Si esto no es locura, ¿qué es?

La codicia de nuestro gobierno y de las grandes empresas está destruyendo el medio ambiente. Con una absoluta despreocupación por la vida futura, continúan contaminando y destruyendo todo lo que se interpone en su camino. Ambos son un ejemplo perfecto del proceso del ego. Funcionan desde un continuo estado de inseguridad. Ese estado de inseguridad les permite justificar cualquier cosa que deseen hacer. Lo que el ego quiere es el control y esto se aplica igualmente a gobiernos y corporaciones. Ciertamente, las religiones organizadas son otro gran negocio con los mismos problemas de control que tienen los gobiernos.

En la mayoría de los casos, al gobierno le resulta fácil controlar a la gente. Utiliza con nosotros los mismos viejos juegos del ego. Crea temor en las masas — promételes seguridad y dales la esperanza de que algún día serán tan ricas como los propios gobernantes, y las personas pasarán por cualquier aro que pongas delante de ellas. Utiliza el patriotismo, agita la bandera y la gente estará dispuesta a matar en nombre de su país. Las empresas utilizan este método tanto como los gobiernos. No hay un punto donde acaben éstos y empiecen los grandes negocios. Son lo mismo. Los negocios controlan al gobierno y éste controla a la gente.

En los últimos años hemos visto cómo el gobierno norteamericano ha utilizado la inseguridad de la gente para obtener un control mucho mayor sobre nosotros. Hemos visto cómo se pasaba por encima de nuestra constitución en nombre de la seguridad. Actualmente estamos menos seguros que nunca. Estamos mucho más aislados y nunca ha habido tanta gente que nos odie en otros países. Hemos visto cómo nuestro ejército no sólo ha matado a miles de personas inocentes, sino que, además, ha contaminado sus tierras para siempre con cabezas nucleares de uranio empobrecido. Todo el mal que intentamos demostrar en otros países, no es nada comparado con el que nosotros hemos estado haciendo. Y, sin embargo, seguimos actuando como si siempre fuésemos los buenos.

Esto debe acabar y eso sólo puede ocurrir cuando la gente despierte de verdad. No sólo ecológica y políticamente, sino también espiritualmente. No podemos luchar contra los gobiernos y mejorar las cosas. Hacerlo sería caer en los mismos juegos de guerra que ellos han utilizado con todos los demás. Tenemos que ver la verdad y compartir lo que vemos con todo aquel que quiera escuchar. Sin embargo, lo más importante que debemos ver es la ignorancia que existe en nosotros mismos y ser conscientes de que nosotros también intentamos controlarlo todo en nuestras vidas para sentirnos seguros. Los gobiernos son meramente una expresión mayor de lo que todos, como egos, llevamos en nuestro interior. Cuando despertemos, ya no podrán seguir mintiéndonos, ya no buscaremos seguridad fuera de nosotros mismos y actuaremos impulsados por el amor. Sólo entonces podremos llamarnos verdaderamente seres humanos. Sólo entonces veremos cuál es nuestra verdadera relación con toda la Vida.

También hemos perdido contacto con la realidad en nuestro entorno social. Hemos permitido que las religiones creadas por el ego nos conviertan en máquinas de matar, llenas de odio, para defender nuestras creencias frente a las creencias religiosas, igualmente insensatas, de otras personas. Tenemos a una raza odiando a otra sin ninguna razón, excepto la inseguridad y las imágenes del ego. Vivimos en medio de mentiras, hasta tal punto que tenemos una idea muy vaga, o ninguna, de cuál es la verdad. Nuestros supuestos líderes nos mienten todo el tiempo. Incluso sabemos que lo hacen; sin embargo, no hacemos nada al respecto. La mayoría de nosotros nos hemos convertido en mentirosos. Nuestros hijos ven a los adultos mentir y hacen lo mismo. No estamos educando a nuestros hijos para que piensen libremente y sean veraces. ¿Cómo podríamos enseñarles lo que no sabemos y tampoco honramos? Les estamos enseñando a ser robots indiferentes para que formen parte de las masas de máquinas económicas que están matando la vida en este planeta. La religión está enseñando a nuestros hijos a confiar en Dios, pues ÉL nos salvará. Eso no va a ocurrir. Nosotros somos los únicos que podemos salvar este planeta. Mientras mantengamos esta apatía y acudamos a otros en busca de ayuda, estaremos permitiendo que la destrucción continúe, hasta que sea demasiado tarde, si no lo es ya.

Nos encontramos, claramente, en un estado de crisis. Si no sientes que es así, o estás mal informado, o estás en un estado de negación total. La pregunta es: este estado de crisis ¿será suficiente para provocar una transformación en el mundo capaz de hacernos despertar a tiempo para detener la locura y hacer lo posible por poner fin a la destrucción de nuestro hogar? El despertar espiritual es un despertar total. No tiene nada que ver con dioses, salvadores, danzas cósmicas, ni con ninguna otra cosa. Es ver la realidad de la vida de una forma clara y honesta, y descubrir que somos, verdaderamente, un solo Ser. ¿Tendremos que ver morir en vano a millones de personas más antes de llegar a una crisis lo bastante profunda para producir un verdadero cambio? ¿Es necesario que veamos cómo mueren los océanos? ¿Es necesario que veamos cómo desaparecen las aves? ¿O que nuestros recién nacidos sean tan deformes que ni siquiera parezcan humanos? ¿O que todo el mundo tenga cáncer? Todo esto está ocurriendo en estos momentos, en mayor o menor grado. Y, sin embargo, nos sentamos a ver nuestros deportes y nuestras series en la tele, y a beber una cerveza más, mientras cada día mueren de desnutrición más de cuarenta mil niños. Hay millones de personas en este país que no reciben atención médica, mientras nosotros gastamos miles de millones de dólares en guerras contra otros países en busca de beneficios económicos ¿Qué podrá sacudirnos lo suficiente para que actuemos?

“Si aumentas la conciencia, los cambios en tu vida vienen solos”


Jon Kabat-Zinn, biólogo molecular, investigador y promotor de ‘mindfulness’ en Occidente.

Tengo 72 años. Catedrático de Medicina en la Universidad de Massachusetts. Llevo 47 años casado, 3 hijos y 3 nietos. 

Debemos aprender a vivir juntos con nuestras diferencias. La diversidad es una fuerza positiva. Me interesa la experiencia directa de la interconexión, pero no las creencias.




Mi madre, que vivía conmigo, murió a los 101 años. Los últimos 25 años con ella fueron una delicia.

¿Por qué?

Era pintora y a medida que envejecía experimentaba el mundo como Monet: veía formas de luz que la mayoría no observamos. Mi padre era un científico de renombre mundial, experto en el sistema inmunitario. La suya era una polaridad muy interesante.

Polaridad que usted ha integrado.

Cierto, descubrí la meditación zen a los 21 años y desde entonces he investigado de manera científica las capacidades del mindfulness (atención plena) para sanarnos. He demostrado la eficacia de una práctica espiritual milenaria y la he puesto a caminar en Occidente.

¿Por qué le dio por meditar?

En aquella época trabajaba en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) con el premio Nobel Salvador Luria. Estábamos desarrollando la comprensión del genoma, todo era muy interesante, pero me sentía infeliz. En el MIT se desarrollaban armas para el ejército y estábamos bombardeando un país, Vietnam, que ni siquiera tenía fuerza aérea.

Momentos turbulentos.

Philip Kapleau, experiodista, explicó en la conferencia que tras cubrir los juicios de Nuremberg comenzó a tener terribles jaquecas que consiguió sanar retirado en un templo zen. Empecé a meditar una hora diaria para comprobar si eso era posible y nunca lo he dejado.

¿Cómo consiguió aplicarlo a la ciencia?

Tuve suerte, se abrieron puertas que me permitieron crear la Clínica para la Reducción del Estrés y el Centro de Atención Plena para la Medicina en la Universidad de Medicina de Massachusetts.

Sus colegas le debían de mirar raro.

Sí, pero obtuve resultados contundentes e inapelables. Desarrollé un programa (Rebap) para la reducción del estrés basado en la atención plena y en 1982 publiqué mi primer artículo científico sobre los beneficios en pacientes con dolor crónico y estrés. El año pasado se publicaron 674 artículos, es un crecimiento exponencial. Ha llegado el momento.

¿Qué propone usted?

La conciencia plena se ejercita prestando atención de manera activa en el momento presente y sin juzgar. Desarrollar la capacidad de abrazar la realidad de las cosas es curativo y transformador, cambia nuestro cerebro, tal como demuestran las investigaciones neurológicas.

Habla usted como un gurú.

Nuestro programa no tiene nada de alternativo, formamos parte de los departamentos de medicina y tenemos pruebas científicas. Los pacientes consiguen controlar el dolor crónico, la ansiedad, el pánico y paliar los efectos del cáncer o enfermedades del corazón, pero yo se lo recomiendo a cualquier persona.

Implica un cambio de vida.

Si aumentas la conciencia, los cambios en tu vida vienen solos. Requiere disciplina, pero lo más curioso es que no hay que hacer nada. Lo que propone la atención plena no es que uno cambie su vida, sino que se enamore de ella.

Sugestivo.

La atención plena te da otra manera de sostener tu experiencia desde la presencia, algo que no nos enseñan en la escuela. Te enseñan a pensar, pero a menudo el pensamiento no nos es útil a la hora de solucionar problemas vitales.

¿La atención plena lo consigue?

Hemos documentado los cambios experimentados por 20.000 pacientes que han seguido el programa de ocho semanas en nuestra clínica, y que en el mundo son millones de personas.

¿Meditar nos cambia el cerebro?

Estos 5 sintomas indican que tu tercer ojo se está abriendo


Desde la antigüedad, el tercer ojo ha sido venerado por todo tipo de culturas. Hoy en día, lo conocemos como la glándula pineal, pero todavía se le llama el tercer ojo en el ámbito espiritual. Es visto como un signo espiritual que representa nuestra capacidad de conquistar todo tipo de desafíos en la vida cotidiana, aprovechando nuestra sabiduría interior.




En la mayoría de las tradiciones orientales, el tercer ojo es una cosa que cualquiera puede percibir y obviamente sentir, si tiene un fuerte sentido de sí mismo y atención plena. A eso se refieren con la conexión entre cuerpo y espíritu. Cuando meditamos y ejercitamos con consistencia, el tercer ojo se abre y su guía interior se hace más fuerte. 


A continuación, te damos una pista de las 5 señales que indican que tu tercer ojo se está abriendo:


1. Sensación de presión entre los ojos



Generalmente, cuando el tercer ojo comienza a manifestarse en un nivel mucho más profundo, hay una conciencia relacionada con la sensación entre las cejas. Podría parecer como si alguien nos estuviera tocando ligeramente en ese momento, o podrías sentir una difusión de calor. A veces esta sensación podía aparecer desde la nada, como si fuera una señal que nos hiciera retroceder en estado de ánimo espiritual.



2. Intuición en aumento



Entre las señales más obvias de apertura del tercer ojo está el aumento en la previsión o la intuición que comenzamos a experimentar. La intuición es la capacidad de saber que algo podría suceder antes de que lo haga, o saber que algo está bien o mal debido a un sentimiento. A menudo viene y se va sin notificación. Sin embargo, con el tiempo, este sentimiento podría ser más fuerte, y convertirse en un proceso de guía en nuestra vida cotidiana.


3. Sensibilidad a la luz

jueves, 23 de marzo de 2017

¿Sufrimiento? Cómo detener la meditación del "yo"


Muchas de las personas que me encuentro quieren sinceramente realizar la verdad de su ser. Me preguntan, "¿Qué debo hacer? ¿Cómo puedo hacer eso?" Paradójicamente, este deseo de verdadera libertad, finalmente, sólo se puede realizar si no "haces" nada para realizarlo.

Hay prácticas en las que se cantan mantras, se hacen visualizaciones, postraciones, o algún tipo de servicio desinteresado. Todas ellas están diseñadas para aquietar la mente para que no se obsesione por lo que es necesario para revelar la verdadera realización. Las prácticas son excelentes para perfeccionar la capacidad de la mente, tanto para enfocar como para rendirse. Reconozcamos que nuestras prácticas espirituales nos han servido, que son regalos de los maestros que nos han precedido. Pero también hemos de reconocer que la verdad de lo que somos está aquí ahora, y que todas nuestras prácticas han sido formas de buscar lo que ya está aquí, de tratar de despejar el camino de vuelta a nuestro propio corazón.

El problema es que, finalmente, cualquier intento de ir a un lugar implica que ya no estás allí. De hecho, cualquier actividad que llevas a cabo para lograr esto es un obstáculo para el reconocimiento más profundo de lo que siempre ha estado plenamente realizado.

En este momento puedes darte cuenta de lo que no necesita ser practicado para existir. Esta es la verdad más obvia, fácil y simple. Lo que se ha mantenido en secreto a lo largo de los siglos es su absoluta simplicidad y su disponibilidad inmediata.

Esta simplicidad es difícil, porque se nos enseña desde la infancia que para lograr algo, tenemos que aprender cuáles son los pasos y luego practicarlos. Esto funciona muy bien para muchas cosas. La mente es una herramienta de aprendizaje exquisita. Pero la auto-realización, así como la inspiración y la creatividad más profundas, vienen directamente de la fuente de la mente. La realización no proviene de ningún hacer; sino que viene de la rendición de la mente a la fuente.

Si las prácticas espirituales tienen el propósito de detener la mente, son firmes aliadas. Pero si profundizan en la creencia de que eres alguien en particular que practica algo en particular con el fin de conseguir algo que no crees que ya está aquí, entonces son un obstáculo. Te mantienen girando alrededor de ti mismo en lugar de permitirte profundizar en ti mismo.

La meditación significa muchas cosas diferentes para diferentes personas. Puede significar enfocarse en la respiración, o concentrarse en una imagen, o muchas otras cosas. La práctica de la meditación perpetuada por la mayoría de las personas en el mundo es la siguiente: "Yo soy este cuerpo. Yo soy estos pensamientos. Yo soy estas emociones". Pueden haber descansos donde se practica algún tipo de meditación formal, pero entonces se vuelve a una práctica más fuerte: "Este soy yo. Yo soy este cuerpo. Estos son mis deseos. Esto es lo que tengo que tener. Esto es lo que no tengo", y así sucesivamente. ¡Esta es la meditación! Y es una meditación de sufrimiento. Debido a que es tan generalizada, pasa desapercibida. Es considerada no como una práctica, sino como la realidad.

Hay momentos exquisitos cuando la meditación habitual se detiene — momentos de ser absorbido en los brazos de un amante, en el sonido de una música hermosa, o en los colores de un amanecer. Hay momentos en los que no hay un "tú" que practica, hay simplemente ser. Y en este simple estado de ser hay paz, comprensión profunda, claridad y naturalidad, una gracia y facilidad de ser sin esfuerzo. Pero creemos firmemente en nuestra meditación del "yo", y así por lo general estos son sólo breves momentos antes de que la práctica normal es retomada de nuevo: "Yo soy este cuerpo; esto es lo que yo soy. Tú eres ese cuerpo; eso es lo que tú eres. Esta es mi cultura; esa es tu cultura. Estas son mis creencias; esas son tus creencias. Tú eres mi enemigo; tú eres mi amigo. Tú quieres algo de mí. Yo quiero algo de ti, etc."

Yo nunca desanimaría a nadie de que se tome descansos de esta práctica habitual de sufrimiento, ya sea que estos descansos se encuentren en lo que se llama práctica espiritual, o en el baile, o escuchar música, o estar en la naturaleza, o acostado en una hamaca. La verdad de lo que eres, sin embargo, es más simple que cualquier cosa que se pueda practicar. El sufrimiento personal, por otro lado, es muy complejo, y para que continúe debe ser practicado. Si estás sufriendo, sólo como investigación, observa si estás practicando tu sufrimiento.

Como estamos tan condicionados y sensibilizados para definir lo que somos mediante actividades particulares, nos pasamos la vida sin darnos cuenta del vasto trasfondo de quietud que es la simplicidad de ser. Cuando hablo del "corazón", estoy hablando de este mismo ser. Cuando hablo de la esencia de todos los fenómenos, me estoy refiriendo al ser. Cuando hablo de lo que se encuentra en la auto-indagación, hablo también del ser, ya sea una auto-indagación emocional, tal como hacer frente al miedo, la ira, la desesperación o la auto-indagación mental, como indagar sobre el yo-pensamiento actual. Indagar plenamente en cualquier cosa es descubrir esta inmensa y simple presencia de ser-tú-mismo, como tú eres.

Ser no es una práctica.

¿PERDIMOS EL ‘CONÓCETE A TI MISMO’ POR UN ‘EXHÍBETE A TI MISMO’?


LA TRADICIÓN DEL AUTOCONOCIMIENTO, VIGENTE DURANTE VARIOS SIGLOS, SE HA CONVERTIDO AHORA EN MATERIA PRIMA DE LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO EN QUE VIVIMOS

En nuestra época, el conocimiento y el cuidado de sí han perdido la importancia que habían tenido más o menos desde tiempos de la Antigua Grecia y hasta los días de Sigmund Freud, Carl G. Jung y otros filósofos y pensadores no menos importantes. Durante más de 2 siglos, ambas posturas frente a la existencia –conocerse y cuidarse– habían sido entendidas como elementos imprescindibles en la construcción y consecución de una vida plena.

De los dos, el cuidado de sí terminó por imponerse sobre el conocimiento de sí, pero bajo una forma muy específica: capturado por el capitalismo. Ahora y desde hace algunas décadas, el cuidado de sí se ha confundido con el cuidado personal, y por todos lados se nos insta a cuidar de nuestra salud, de nuestro cuerpo, de nuestra apariencia, pero no libremente, sino en el marco específico del consumo, con mercancías producidas específicamente para dicho fin y, en última instancia, para convertir nuestra propia salud, nuestro cuerpo y nuestra apariencia en mercancías expuestas en el aparador global del capitalismo contemporáneo.


Ciertos discursos nos invitan a tomar agua, a comer sanamente, a hacer ejercicio, pero sólo porque eso implica comprar agua, productos pretendidamente saludables o la ropa más adecuada para ejercitarse. ¿Pero es que el agua debe venderse? ¿Es que lo saludable sólo existe una vez procesado, empaquetado y etiquetado bajo ese calificativo? ¿El ejercicio sólo es posible realizarlo con determinados tenis y playeras que disipan tecnológicamente el sudor? Y una vez que entramos en ese estilo de vida, ¿no tendemos a convertirnos nosotros mismos en productos de esas marcas?

En cuanto al conocimiento de sí, su suerte ha sido diametralmente distinta. Conocerse, ahora, parece un ejercicio relegado al catálogo de las supersticiones anteriores al racionalismo, propio de una época carente de la tecnología necesaria para medir y comprobar cualquier aspecto de la realidad. La invitación a conocerse que se ofrece desde ciertas tradiciones espirituales, filosóficas, psicológicas y del buen vivir, se desdeña por esto mismo, porque proviene de sistemas de pensamiento que la ideología dominante considera superados u obsoletos, en comparación con la pretendida objetividad y precisión de la técnica. ¿A quién le importa ahora tomarse el tiempo de conocerse cuando un test de personalidad o un examen psicométrico nos prometen arrojar inmediatamente la definición de lo que somos?

En una nota miscelánea, el filósofo mexicano Jorge Portilla llegó a escribir que “el hombre es un ser de tal índole que no puede vivir si no comprende su vida”. Si esto es cierto para todos; si todo sujeto, eventualmente, necesita contarse la historia de su propia vida; si, hasta cierto punto, llega el momento en toda existencia en que necesitamos saber quiénes somos, para qué vivimos y qué queremos de la vida, cabría preguntarse por el lugar que esas preguntas tienen actualmente, si es que dicha comprensión de la existencia propia aún está vigente, si aún se ejerce y de qué manera.



Si antes señalamos la captura que hizo el capitalismo del cuidado de sí para transformarlo en cuidado personal, en el caso del conocimiento de sí es posible hablar de un movimiento parecido. A juzgar por lo que ocurre cotidianamente, por la iteración inconmensurable de imágenes del Yo que mana en las redes sociales, como un torrente o como una hidra, quizá sea posible afirmar que esa necesidad de elaborar la historia propia que antes se buscaba satisfacer en las páginas de un diario personal, en el cultivo de la mente y del espíritu, en la lectura de cierta filosofía (Platón, Nietzsche, Schopenhauer), en la dificultad del diván pero, sobre todo, al hilo de los hallazgos y las adversidades propias de la existencia, es ahora la materia prima de una narrativa homogénea que circula diariamente a través de millones de pantallas.

La vida, parece ser, se vive no para comprenderla o contarla, sino para exhibirla; se le tributa ahora a la maquinaria insaciable de los likes y los shares, al dios inmisericorde de esta sociedad del espectáculo en la que tantos se afanan por figurar y aun destacar, cumpliendo con todos los requisitos impuestos para convertirse en representaciones de sí mismos.

¿Quién tiene tiempo ahora de conocerse? Tan llenos de distracciones como estamos, tan ocupados en la trivialidad del momento, tan ansiosos por ganar el reconocimiento inmediato y fugaz de una buena selfie, ¿a quién le queda tiempo para emprender el camino de conocerse a sí mismo? ¿Para qué hacerlo si es mucho más sencillo tomar videos y fotografías, condensar el estado de ánimo actual en un post de Facebook, vivir bajo la tiranía de la recompensa inmediata? ¿Quién tiene ahora el tiempo, la paciencia o la disciplina para persistir en la tarea inacabable de conocerse a sí mismo cuando a la mano y en este mismo instante está la alternativa de exhibirse a sí mismo?

miércoles, 22 de marzo de 2017

¿Y si en las raíz de todos los trastornos está la falta de autoestima?


La autoestima es esa parte de nuestro autoconcepto que hace más o menos resistente a nuestra piel emocional. Querernos sin condiciones es indudablemente la piedra angular del bienestar psicológico, pues aunque el concepto de amor propio pueda parecer a priori simple, en realidad es más importante de lo que imaginamos en lo que a felicidad se refiere.

Es imposible ser feliz si uno no se quiere a sí mismo. Amarse, aceptarse, aprobarse y estimarse pase lo que pase, digan lo que digan, fallemos lo que fallemos, es el cimiento para construir una vida plagada de satisfacciones, disfrute y plenitud.


Ejercer la aprobación incondicional de uno mismo es una labor tan difícil que, valga la redundancia, también es difícil encontrar personas que se amen de verdad y sin meras máscaras.


No sabemos exactamente por qué el ser humano, por norma general, se quiere tan poco a sí mismo. Parece ser que tiene que ver con el ego y con las ansias de sobresalir del resto de mortales. Cuando uno quiere ser especial o mejor que los otros, acaba amargándose; pues finalmente descubre que también tiene carencias y limitaciones y que no es tan singular como pretendía serlo.

Esto hace que el pensamiento polarizado -o blanco o negro- trabaje en nuestra mente y acabe creando en nosotros un diálogo interior del tipo: “Si no destaco, entonces no valgo absolutamente nada”

La clave, por lo tanto, para tener una sana autoestima es no pretender nunca darnos demasiado valor, si no un valor único, común a todos los seres humanos.



 La falta de autoestima y su relación con algunos trastornos




Si observamos algunos trastornos psicológicos clásicos, nos percataremos en seguida de que su origen está en gran medida influenciada por la falta de amor hacia uno mismo. Esta falta de estima se proyectará posteriormente en creencias disfuncionales, emociones negativas y conductas contraproducentes que sumergen a a la persona en un círculo cerrado.

Para verlo mejor, analicemos algunos ejemplos:

Trastorno de ansiedad

El cuerpo emocional o astral


Vamos a cambiar de tercio y empezar a tratar en las siguientes semanas varios temas relacionados con la estructura energética del ser humano, para que podamos entender mejor cómo estamos hechos, cosa que, por otro lado, nunca ha sido tema de enseñanza en la educación del sistema bajo el que vivimos, pues no es de interés general que cada uno conozca los componentes que forman su configuración y composición, ya que, conociendo cómo funcionamos y estamos constituidos, podemos tomar el mando de nuestros vehículos evolutivos, y ser más dueños y soberanos de nosotros mismos.

No hablaremos de chakras ni de auras, tenéis bastante información (y desinformación) en la red, pero al menos son partes conocidas por todos, y con un poco de paciencia, y constancia, es posible entender esa primera parte del cuerpo etérico, que es el que alberga todas las estructuras que ya conocemos y de las que hay mucha más literatura.

Ahora vamos a trabajar el resto de cuerpos, empezando por el cuerpo emocional, que tiene un papel tremendamente importante a la hora de hacernos ver el mundo como lo vemos cada día, pues es el cristal que tinta parte de lo que decodificamos de la realidad exterior, y que nos proporciona material para que nuestro programa ego y los componentes de la psique puedan hacer sus decodificaciones mentales sobre lo que se percibe o no se percibe de ahí fuera. Como apunte, el cuerpo emocional es menos denso que el etérico, y este es menos denso que el físico, y así como el etérico interpenetra al físico, el cuerpo astral o emocional interpenetra a estos dos últimos.


Conexiones emocionales en nuestra estructura energética

Hemos de señalar que el cuerpo emocional está relacionado con la segunda y cuarta del campo electromagnético que llamamos aura, pero estas capas y este campo pertenecen al cuerpo etérico, por lo que, a pesar de que la capa emocional del aura del cuerpo etérico tiene mucha importancia a la hora de tintar también nuestras emociones del día a día, es el cuerpo emocional (también llamado astral) el que lleva el peso de este componente del ser humano que nos hace distinto a los tipo Dr. Spock, o a otras razas qué, al no poseer un cuerpo emocional, carecen de las facultades y habilidades básicas para, por ejemplo, sentir empatía por otros, o para ser capaces de percibir e interactuar “anímicamente” con el resto de la vida consciente que pulula por doquier.

El cuerpo emocional, como tal, es un vehículo que permite a los componentes superiores del ser humano, el alma, el espíritu, el Yo Superior, la mónada y demás, poder experimentar una serie de patrones energéticos que conocemos como emociones. En nuestro cuerpo, si habéis visto la conferencia “Humanidad y Salto Evolutivo”, las emociones se procesan por el sistema límbico, mientras que los pensamientos se procesan por el neocórtex. Así, básicamente, todo el cuerpo emocional está conectado y sintonizado tanto con el sistema límbico como con los componentes del cuerpo etérico, que también traducen y llevan el peso del filtrado de estos procesos emocionales para poder procesarlos y manifestarlos en el plano sólido.


Haciendo de puente y mediador

La función del cuerpo astral es hacer de puente entre los procesos de planos superiores, como el plano mental (el cual gestionamos gracias a nuestro cuerpo mental) y los planos etéricos y físicos, que son el resultado de las experiencias de estos otros niveles. El cuerpo emocional como tal proporciona una riqueza y una vivez a las octavas y procesos que vienen en forma puramente geométrica y estructurada de los planos superiores, del mundo de las ideas, dándole el tinte que necesita para que esa idea esté viva, y esté revestida de color y del componente que, al ser humano, le proporciona la sensación de “calidez”, de emoción, de expresión de la vida.

Esto es difícil ponerlo en palabras, ya que no hay demasiados adjetivos para describirlo, pero el concepto a transmitir es que lo que llega desde niveles muy altos en frecuencia y contenido para nosotros, y a veces de forma muy abstracta y confusa, si conseguimos sintonizarlos y percibirlos con los otros sentidos que poseemos, han de ser revestidos de unos procesos especiales y capas que, de una barra de acero idéntica para todos, hagan una nube de algodón maleable individualmente, es decir, que de algo que viene geométricamente, numéricamente, vibracionalmente con patrones exactos, precisos y conectados, tengan un componente maleable, efímero, cambiable, adaptable y transmutable para que pueda ser adecuado a las miles de formas de manifestar esos patrones y conceptos rígidos, en formas experimentales diferentes para millones de personas.

Si no fuera así, la vida tendría para todos el mismo color, o un color muy parecido, pues no habría forma ni manera humana de adaptar los conceptos y arquetipos de los planos mentales, causales, búdicos, etc., a diferentes tipos de experiencias terrenales personalizadas para cada uno. Es por ello que cuando hablamos del cuerpo emocional, no solo estamos hablando de que es el repositorio de miedos y de angustias, de sueños y de alegrías, de rabias y de perdones, todo ello formas emocionales que nos dotan del mecanismo adecuado para darle un toque de viveza a la realidad, sino que, además, es el cuerpo que envuelve y recubre todo aquello que viene desde otros niveles más altos de la Creación, y nos permite con sus formas cambiantes y manipulables, adaptarlas a las experiencias particulares de cada uno.


Sanado el cuerpo emocional

Entonces, ¿es bueno tener un cuerpo emocional lleno de sentimientos y formas emocionales de todo tipo?

martes, 21 de marzo de 2017

Tu Presencia Ilimitada


Ni la cabeza ni el corazón pueden entender lo que realmente somos. La verdad nunca se puede encontrar dentro de un marco, ya sea físico, intelectual o emocional. Ni tampoco puede la verdad ser descubierta en las ideas sobre lo informe, ya que (las ideas) son meras formas más sutiles.

El cuerpo, que en realidad es una percepción, es sin duda una aparición efímera.

Cuando estamos observando o experimentando el cuerpo, es el concepto que tenemos de él lo que en realidad estamos experimentando. Ese concepto está tratando de decirnos que tenemos 25, 50 ó 75 años de edad. 

El cuerpo no es un concepto en ese sentido; es una impresión instantánea de la facultad de percibir en la que, a través de un truco de la memoria, agregamos una imagen ya hecha.

Por lo general, nuestra experiencia se refiere tan sólo a una pequeña parte del cuerpo: los pies en el suelo o un picazón en la cabeza. Y cuando estamos enfermos la atención nos lleva a donde percibimos el dolor y el malestar. A pesar de que llamamos a estas impresiones "yo" y "mi cuerpo" son en realidad percepciones instantáneas de sensaciones más o menos intensas.

En otras palabras, son sensaciones de algo que aparece en la conciencia. Lo que aparece en la conciencia es un objeto o un concepto. El cuerpo se percibe como un "algo", ya se trate de un sentimiento, una imagen o un pensamiento. Todo es producido por la memoria.

Lo mismo puede decirse acerca de las percepciones sensoriales; son también formas mentales, y la historia que creamos como resultado de estas percepciones —también basadas en la memoria— es lo que llamamos "el mundo".

Cada pensamiento, incluyendo las facultades de percepción que proyectamos unos sobre otros y que posteriormente llamamos "el mundo" —yo, mío, una persona, tú, un árbol o lo que sea— es limitado.

Cuanto más diligentemente observas, más limitaciones se descubrirán. Una sola observación dura quizás una milésima de segundo.

Percibimos conceptos, nunca un mundo.

Dar, Recibir y Compartir


Existe algo Mágico, Trascendental, en el Dar, Recibir y Compartir. Es un triángulo virtuoso que, generado desde la Consciencia, nos expande y nos llena de Amor.

Cuando damos desde el Corazón, encendemos una antorcha de Luz cuya llama incandescente va prendiendo en los demás y La Vida nos devela lo que realmente Es: Amor Compartido. Este Amor es Incondicional. Y está dentro de ti, sí, ¡dentro de ti! ¡Sácalo! Déjalo que aflore, deja que este Amor te encienda y te ilumine. Recíbelo. 

Porque es tu regalo Divino para así poder darlo y que se comparta desde el Corazón de los demás, haciendo crecer un cono invertido en forma de espiral infinita que nos eleva hacia la Realidad del Ser, lo Real.

El Momento es Ahora, estás aquí por (y con) un propósito. Desplegarte desde el Ser. ¡Eso es Vivir! Eres una parte importante y fundamental de la Creación porque eres La Creación misma. Eres un fractal, donde la Parte es el Todo. 

Entiende que eres Multidimensional, esta es la Perspectiva que hoy debes tener para así comprender que no estás aquí por casualidad. Nada en el Universo es casual. Todo es Ley Divina y eso eres tú. Hermosas y enriquecedoras experiencias completaron lo que actualmente eres. Agradece todo desde el Corazón y aprovecha esa información para Compartirte. 

Así verás la Abundancia que te rodea y para esto Trasciende las formas, no reniegues de ellas. Experimenta las formas sin apegarte a ellas. Siente la información que te transmite, la Belleza que hay en ella. Para eso elegiste estar aquí. Recuerda. Respira y mantente Presente. Atento.

Con esta Consciencia expandida:

lunes, 20 de marzo de 2017

Te quiero más allá del apego, la costumbre y el miedo a la soledad


Querer de forma consciente es amarse primero a uno mismo para desinfectar apegos enfermos o gélidos vacíos que otros están obligados a calmar. Amar de forma madura es entregarse libremente al otro en un acto de autenticidad, pero nunca para apagar soledades y jamás para perder la propia dignidad.

El propio Einstein dijo una vez que el amor nunca podría explicarse bajo la óptica de la ciencia, porque ese acto biológico, químico y fascinante jamás podría ser cuantificado u observado bajo un microscopio. Sin embargo, el padre de la teoría de la relatividad se equivocaba. Porque si hay algo que ha podido demostrar la neurología a día de hoy es que el amor es adictivo.


“Amar no es solamente querer, también es comprender”
-Françoise Sagan-


Los avances en el campo de la neurociencia apagan muchas veces nuestro sentido del romanticismo y ese halo poético con el cual revestimos en ocasiones nuestras relaciones, cual caramelos algo envenenados. El amor está impregnado de dopaminas, y ello hace que muchas veces caigamos casi como narcotizados ante un vínculo del que nos cuesta mucho escapar o más aún: ver el daño que nos causa.

El amor es ciego, lo sabemos, y todos podemos caer en una de esas relaciones basadas en un apego insano, asfixiante e intenso a la vez. Sin embargo, es responsabilidad nuestra abrir los ojos para vernos primero a nosotros mismos. La relación que nos despersonaliza, que nos extrae esas entrañas privadas donde reside la autoestima y el autoconcepto no es saludable. Es como inmolarse en las hogueras de una inmerecida infelicidad.

Te proponemos reflexionar sobre ello.



El amor basado en el apego es pura adicción

Algo que resulta curioso dentro del plano científico o clínico es que se ha estudiado más la depresión asociada al desamor que el amor asociado a la manía, a la adicción. Esto es así por una razón muy sencilla: histórica y culturalmente se ha tenido una imagen de ese amor desmedido, apasionado, dominante y ciego como algo admirable, positivo y hasta inspirador.


Admitámoslo… A todos nos han vendido la idea de que los mejores amores son esos del todo o nada. Esos donde fundir las mitades de nuestro corazón hasta crear uno solo, esos donde dar el aliento para que el otro respire y ser rescatados de todos nuestros miedos, sanados de cada una de nuestras soledades. Sin embargo, debemos tener mucho cuidado con todas estas imágenes, porque todas ellas esconden algo de tragicómico, pinceladas agridulces y el implacable veneno de las decepciones.

Hay que tenerlo claro, las relaciones basadas en el apego afectivo son insanas porque tienen en su mano esa goma de borrar que hace desaparecer todos los “autos” de nuestra personalidad, a saber: la autoestima, el autoconcepto, el autorrespeto… Además, cuando quedamos subordinados a este tipo de amores dependientes, por curioso que parezca, no es nada fácil ver lo que nos ocurre con claridad. No importa que otros nos avisen, de nada sirve que nos digan que “nosotros no somos así”.

El amor basado en el apego es obstinado y ciego y no tiene pies ni cabeza, pero sí un corazón grande y herido que necesita su droga afectiva, ese cuyo efecto secundario resulta implacable.



Te quiero por encima de los miedos, las soledades y la costumbre