Entre las diferente tradiciones místicas existe un entendimiento en común del estado de beatitud o éxtasis en unión con la realidad, esto es, que el paraíso es aquí y ahora y que si no lo vemos es sólo por un hábito perceptual. Para la tradición sufí, por ejemplo, el paraíso debe de ser visualizado en el alma y entonces su realidad emerge con una potencia superior al mundo que experimentamos cotidianamente.
Henry Corbin acuñó el término “mundus imaginalis” para referirse a un mundo autónomo, real en sí mismo, compuesto de una materia más sutil, de la imagen que es de alguna forma la esencia del alma. Así no es equivocado decir que el paraíso está dentro de nosotros y en realidad en todos lados una vez que se libera nuestra percepción.
El gran estudioso y divulgador del zen, D.T. Suzuki, dice:
Nunca perdimos el paraíso, pero la conciencia humana nos dice que lo perdimos y lo debemos recuperar. De hecho el paraíso nunca se ha perdido, el paraíso no necesita ser recobrado.
Estamos en el Edén, justo como estamos ahora. Ser, y al mismo tiempo no ser. Ser o no ser, pero luego, ser y no ser. Los dos al mismo tiempo. Lo mejor es estar viviendo y, sin embargo, no viviendo. Muriendo y, sin embargo, no muriendo. Este es el objeto de la disciplina zen.
Zen es una nube flotando… sin apego.
Lo que caracteriza al zen es esto, simplicidad y sinceridad y libertad. Esto es lo más importante. Verdadera libertad para ver las cosas en su propia naturaleza. Esas es la libertad. A veces los llamados hechos no son tan importantes.
Pero aquello que los académicos llaman leyendas o imaginaciones son más importantes en el estudio de la naturaleza humana. Los maestros zen nos dicen que la respuesta está en la pregunta misma, tú miras hacia tu pregunta hacia ti mismo. Mi respuesta sólo te aleja de tu pregunta. ¿Quién eres tú para hacer esa pregunta?
Así Suzuki nos llama a simplemente relajarnos, como las nubes en el cielo azul y dejar de esforzarnos por recobrar algún estado idílico y simplemente reconocer la realidad en toda su luminosa simpleza, más allá de conceptos y dualidades.
Para el budismo la realidad es la mente original, la mente clara y vacía, la cual se compara con el cielo. Una mente que yace siempre pura: nuestra verdadera naturaleza.
El paraíso, como la mente original, siempre está ahí e inevitablemente lo descubriremos, como el Sol que siempre estuvo brillando detrás de las nubes que, impermanentes, se desvanecen.
Autor: cadenaaurea
http://cadenaaurea.com/2016/02/la-percepcion-del-paraiso-en-el-zen/
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