En el fondo yo soy espíritu. En el fondo tú eres espíritu. Es lo que somos y quienes todos somos realmente, detrás de las máscaras que usamos, más allá de los roles que desempeñamos. El espíritu es indivisible ― misteriosamente, cada uno de nosotros es todo. Es nuestra condición nativa, lo que siempre hemos sido y siempre seremos.
No podemos hacer nada con este núcleo central de nosotros mismos, no podemos cambiarlo o doblegarlo a nuestra voluntad, pero podemos reconocer su presencia y rendirnos a su voluntad. Esto marca una diferencia en nuestras vidas. Poco a poco nos damos cuenta de que cuida de nosotros. Al igual que una columna vertebral es un apoyo y fuerza interior, una columna vertebral que nunca envejece ni puede ser dañada, nunca nos decepciona.
Estar despierto al espíritu es un viaje interminable. Paso a paso nos encontramos con la estabilidad interior. Por supuesto de vez en cuando la pasamos por alto. Esto es de esperar. Es parte del ciclo natural de las cosas. Cuando eso ocurre puede sentirse como perder el contacto con algo importante, pero al volver a casa nos encontramos con que no hemos perdido nada. La inmensa Profundidad dentro de nosotros está todavía presente en su plenitud, su frescura, su gloria. Sin embargo, algo es diferente ― como si nunca la hubiéramos visto antes.
El espíritu interior es libertad, libertad interior, la libertad del alma, del ser. La consciencia de esta libertad no significa, sin embargo, que exteriormente seamos libres. La vida está llena de restricciones que no tenemos más remedio que aceptar. Sin embargo, en medio de estas restricciones la libertad interior está siempre presente. Al igual que Jano, el dios romano de las puertas, podemos mirar a dos lados a la vez, hacia el exterior a las limitaciones del mundo, y hacia el interior al espíritu, a la libertad.
Este estado interior de libertad es inquebrantable e invencible, incluso ante la cara de la muerte. ¿Cómo puedo decir esto puesto que yo aún no estoy muerto? Porque ahora mismo estoy viendo que el espíritu está más allá de cualquier tipo de muerte. Todo el tiempo la vida cambia, las cosas van y vienen sin cesar, pero el espíritu no lo hace. El espíritu permanece ― más estable que el suelo bajo nuestros pies. No sé cómo reaccionaré cuando me llegue la muerte, pero espero ser consciente del espíritu. Espero que esto me ayudará a enfrentar la muerte, me ayudará a rendirme y dejarme ir pacíficamente cuando llegue el momento. ¿Y qué pasará si no estoy consciente de mí ser más íntimo cuando muera? En el fondo no seré perjudicado de ninguna manera.
¿Qué diferencia hay en ser consciente del espíritu en mi vida diaria?
Ayer me dirigía a una cita y en el camino tomé una ruta diferente de la habitual. Acabé en un atasco de tráfico tras otro. Cuando por fin llegué a la autopista, elegí un carril a través de las obras en la carretera, lo que significaba que no podía volver al carril lento y tomar mi salida cuando llegara. Tuve que ir a la siguiente salida, dar la vuelta y hacer mi camino de regreso.
Todo el viaje duró el doble de lo habitual. Un error por mi parte. Durante esta experiencia estaba de vez en cuando despierto a mi identidad interior. El viaje estaba tomando mucho más tiempo que de costumbre, me sentía frustrado, pero al mismo tiempo me daba cuenta de que en el fondo yo estaba bien. En estos momentos estaba en contacto con la paz y la estabilidad del espíritu interior, y esto me ayudó a hacer frente a mis malas decisiones en el camino. Estaba más tranquilo al final de esta experiencia de lo que hubiera estado sin esta conciencia, e incluso pude reírme un poco de mí mismo. (¡Y quién sabe lo que hubiera pasado si hubiera tomado mi ruta normal!)
Esta historia no pretende ser una excusa para cometer errores, para no ser cuidadoso. Ser consciente de mi identidad espiritual no es en realidad una forma de escapar de mis responsabilidades humanas, ¡aunque a veces podría tratar de distorsionarlas! Más bien es un recurso que me permite vivir la vida de manera más consciente, no menos. Espero que esto incluya tener sentido del humor, y confiar en la forma en que la vida se desarrolla del espíritu, por misterioso y extraño que parezca a veces.
La consciencia espiritual es apropiada en cualquier lugar. Hace unos días fui a bailar con unos amigos. En un momento dado, me encontraba bailando solo, me sentía solitario y consciente de mí mismo. Entonces, despertando a mi ser más íntimo, me di cuenta de que ya no me sentía separado y solo ― yo era el Solitario que lo abarcaba todo. Visible para otros, yo era para mí invisible, libre de moverse libremente, creando el baile mientras que me dejaba llevar por él. Una mezcla de paz y alegría inundaba la habitación.
Ya sea que lo reconozcamos o no, el espíritu está siempre presente en nosotros, sea cual sea nuestro estado de ánimo o situación. Podemos optar por ignorarlo, y la pérdida será nuestra. Por otro lado, si le prestamos atención, redescubriendo día a día su presencia, nos encontraremos con que su valor va creciendo y profundizando en nuestras vidas. Al igual que la Estrella Polar nos guiará en nuestro viaje a través del mundo. Buceando dentro hemos encontrado un tesoro inagotable, una perla de gran valor.
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