A DIFERENCIA DE LA CIENCIA MATERIALISTA, EL BUDISMO Y OTRAS RELIGIONES O FILOSOFÍAS ESPIRITUALES ENSEÑAN QUE EL CUERPO ES PRODUCTO DE LA MENTE, ESPECÍFICAMENTE DE LA IGNORANCIA DE SU VERDADERA CONDICIÓN
"Este cuerpo es el sueño de la vacuidad", dice el maestro budista Traktung Yeshe Dorje, quien nos invita a preguntarnos de manera retórica ¿Cómo es que lo que es sólo luz solar ha llegado a ser este cuerpo?
Para la mayoría de nosotros el cuerpo es lo más real que hay, es casi equivalente a la definición convencional de lo real: algo sólido, estable, limitado, separado de las demás cosas. La palabra "realidad" se deriva de "res", latín que quiere decir "cosa, materia". No es casualidad que la visión dominante en la actualidad, aquella de la ciencia materialista, conciba al mundo como real en tanto que es una cosa o un conjunto de cosas materiales y no subjetivas o mentales, las cuales no tienen el mismo coeficiente de realidad en este paradigma, ya que no pueden verificarse "objetivamente". Sin embargo, esta definición es una definición un tanto anacrónica, ya que pertenece al modelo de la realidad de la física clásica.
La física cuántica, en cambio, sugiere que los átomos no son realmente cosas, son probabilidades o tendencias que surgen en relación a nuestra observación, es decir son interdependientes, no tienen existencia absoluta o separada de nuestra interacción (al menos una gran parte de las interpretaciones, como la de Heisenberg y Bohr). Así todo lo que llamamos "cosas" está hecho de "no cosas", por lo cual es absurdo hablar de que hay un mundo objetivo, concreto y material allá afuera. Lo anterior, por cierto, se parece bastante a la definición de vacuidad (shunyata) en el budismo (algo que ha sido notado por algunos físicos).
El budismo sostiene que el cuerpo es creado por la mente, específicamente por la confusión (avidya) que se produce cuando la mente no se reconoce como la fuente de todos los fenómenos que surgen. El universo por naturaleza es creativo, constantemente están surgiendo fenómenos --lo que el budismo enseña es que estos fenómenos son correlativos a la mente, son no-duales con la cognitividad. El proceso de materialización se produce cuando la mente concibe esta creatividad-cognitividad (luz-conciencia indivisible), que es infinita, como algo separado de sí mismo, así surge el constructo del sujeto-objeto que da lugar al samsara.
En su libro Original Innocence, Traktung Yehse Dorje explica:
Todas las apariencias siempre son nada más que el ornamento de la pureza primordial y la espontaneidad luminosa. Cuando la cognitividad luminosa de la dicha innata de la sabiduría se confunde y se percibe a sí misma como una entidad subjetiva se viste de un cuerpo, un mundo, un reino... Ya que existe una potencialidad infinita en la cognitividad luminosa [luminous awareness] puede dar forma a cualquier cosa y a todas las cosas --¡y de hecho lo hace! Si la sabiduría se libera de la confusión, entonces este mismo espacio que creaba problemáticas apariencias es visto de manera muy distinta, como la lúdica difusión de la potencia cognitiva. La cognitividad se vuelve el patio de juego donde el surgimiento y el desvanecimiento del Ser despliega las cualidades de la budeidad.
Esta es la visión del mahayana, el vajrayana y el dzogchén, los vehículos superiores que practican los budistas tibetanos: el universo es como una aparición mágica en la mente, una especie de guirnalda o collar mágico interdependiente hecho de pura luz, cuya naturaleza no es más que la budeidad, la cual no tiene sustancia ni lugar --la mente nunca se podrá encontrar en un lugar.
En un tërma o texto tesoro revelado por Düdjom Rinpoché, uno de los principales maestros de dzogchén, el cual ha sido traducido por Alan Wallace como Vajra Essence, se explica el surgimiento del cuerpo a partir de la mente. Düdjom Lingpa tiene una visión de un campo búdico en el que bodhisattvas escuchan las enseñanzas del Buda Primordial Samantabhadra, el cual emana como Padmasambhava ("el Segundo Buda"). Este tipo de enseñanzas son a su vez apariciones mágicas que no ocurren más que como upaya, medios hábiles para transmitir las enseñanzas y liberar a los seres (son como proyecciones holográficas que se generan por el arte de la compasión). Uno de los bodhisattvas toma la palabra:
El Gran Boddhisattva Vacuidad Ilimitada respondió "Oh Maestro, Bhagavan, el cuerpo es creado por la mente. Cuando la mente y la cognitividad se separan al morir, la mente sigue el karma, y entonces se aferra delusoriamente a las apariencia de un cuerpo otra vez. Inclusive, tu cuerpo en el estado de la vigilia, tu cuerpo en el estado del sueño, y tus cuerpos posteriores a esta vida todos son creados por el aferramiento de la mente. Son transformaciones temporales que nunca han existido más que como meras apariencias de la mente. Ya que la mente es el monarca que todo lo crea, su importancia es primordial.
Al morir, según enseña el budismo tibetano, la conciencia se separa del cuerpo y entra en espacios intermedios llamados "bardos", aquí se presentan diferentes imágenes que son proyecciones de la mente, en las cuales se tiene la oportunidad de reconocer la "luz clara", esta cognitividad luminosa que es la manifestación prístina de la realidad (el Dharmakaya). Sin embargo, pocos suelen reconocer su propia mente en sus fenómenos por cuestiones kármicas y falta de práctica, así después de un cierto proceso, la mente se identifica con una de las imágenes que aparecen y toma un cuerpo, por ejemplo, ve una pareja teniendo sexo y se identifica o desea a la mujer o al hombre y entonces encarna. De esta forma nuestra vida sería el resultado de una alucinación, de un espejismo erótico (¿de porno interdimensional?), lo cual nos revela un poco lo perdidos que estamos. Claro que el budismo tibetano sostiene que algunas personas realizadas, los tulkus, eligen voluntariamente encarnar y el proceso para ellos no es así de confuso, sino que eligen perfectamente su cuerpo o emanación. Para ellos el samsara es un juego, es de hecho el nirvana.
Alan Wallace comenta sobre el pasaje de Düdjom Lingpa: