La idea de la inmortalidad siempre ha estado presente en los seres humanos, desde que han evolucionado como seres pensantes que se plantean una cierta transcendencia, sin embargo a la vez, ha sido también un tema muy controvertido.
De acuerdo con la reencarnación, el alma pasa de un cuerpo a otro después de la muerte física y así el ciclo continúa ya que generalmente el alma decide a nacer varias veces y volver a este plano que llamamos tercera dimensión.
Recientemente, volví a releer un libro escrito en 1918 por Arthur Conan Doyle, llamado “La Nueva Revelación”. Este fue su primer libro acerca de sus puntos de vista sobre el espiritismo y los fenómenos psíquicos.
Obviamente que como estos temas me apasionan, me pareció fascinante su lectura, y a la vez me ha dado la posibilidad de corroborar, una certeza que tenía sobre el tema de las vidas pasadas y sobre todo aquello de lo que hablaron una y otra vez acerca de la “vida” en el más allá los médiums, videntes y otros investigadores metafísicos.
El hecho es que hemos estado recibiendo la prueba de la otra vida durante siglos.
La gente a través del tiempo ha hablado acerca de los ángeles, visitas de espíritus, entidades, fantasmas, duendes y comunicaciones con el más allá.
Nos llegan también aluviones de historias sobre experiencias de reencarnación en niños pequeños que no han podido tener o, ni pueden llegar a comprender o ni siquiera imaginar o producir algunas experiencias que relatan como propias.
Actualmente gracias a la medicina moderna y los sofisticados equipos médicos, se está logrando documentar y así poder dar una prueba más tangible sobre casos de experiencias cercanas a la muerte y de este modo dar a conocer al mundo sobre este fenómeno.
Pero…cuántas más “pruebas” necesitamos ¿cuántas demostraciones sobre la existencia de otra vida después de la muerte?
Me parece increíble que aún hoy abunden las personas escépticas con respecto a este tema, que sin embargo ya para muchos es una realidad.