Nuestro cuerpo es una máquina perfecta a las órdenes de nuestra voluntad. Como un ordenador que contiene una serie de documentos y programas, así nuestra biología responde a nuestra intencionalidad.
Somos mucho más que un cuerpo denso. Éste contiene la esencia de nuestra espiritualidad, encontrándose en cada rincón y en cada célula de nuestro organismo.
Todo lo que vivimos, experimentamos, pensamos y sentimos queda almacenado en nuestra conciencia, pero ésta no se encuentra en nuestra mente, sino en cada una de nuestras células, como si todo lo que “entrara” en nosotros, se archivase una copia en cada célula, porque cada una de ella alberga una conciencia, la que habita en nosotros en nuestra mente, como si de ella reprodujera una copia y la enviara a cada parte de nuestra esencia biológica más pequeña, ¡Nuestras células contienen una conciencia según somos, mostrando, si pudiésemos analizarlo, al verdadero ser que estamos manifestando a cada instante!
Esta conciencia puede modificarse, y en el fondo así es, según nosotros vamos evolucionando.
Lo que atraemos en nuestra vida está en consonancia al grado de conciencia que tenemos.
La visión del mundo que tenemos nos lleva a identificarnos con un tipo de energía u otro, hecho que hace entrar en acción la ley de atracción: “aquello en lo que crees y manifiestas, atraes a tu vida.”
Muchas veces no entendemos porque la vida nos da o quita tal situación y otra. La ley de Atracción. Hay una ley universal conforme energías iguales se atraen, pues bien, las energías que vibran igual o parecido sintonizan entre sí y se atraen.
Todo nuestro cuerpo a través de las irradiaciones energéticas de nuestras células emitidas por el nivel de conciencia que habita en sus interiores emanan a nuestro entorno un tipo de vibración y ésta atrae y absorbe más de lo mismo. Preocupación atrae preocupación, así como desconfianza, recelo, escasez y todo desequilibrio por una falta de amor, más de lo mismo; pero también la alegría, la auto estima, la confianza, la paz y serenidad, así como prosperidad, también atrae más de este tipo de energía. Recordad: energías iguales se atraen.
Gran parte de la humanidad todavía ve al ser humano como un individuo de forma, denso y limitado. Ignoran la verdadera esencia que habita en él: su divinidad. Nuestro cuerpo, soporte para ayudar a evolucionar a nuestra alma es una con ella. No hay diferencia entre la materia que nuestros ojos ven y la energía espiritual de nuestro ser.
Todo es energía.
Toda materia es energía y el soporte energético de nuestra materialización, realización y perfecta salud se encuentra en cada una de nuestras células. Ellas contienen la chispa de nuestra divinidad, una conciencia que abre las puertas de nuestra plenitud o absoluta limitación. Nuestros pensamientos, palabras y actitudes ante la vida son las órdenes que activan el grado de conciencia de nuestras células. El pensar y decir constantemente: “yo no puedo porque ya soy viejo” da las órdenes de limitación, dolor e impotencia a nuestro cuerpo para que no pueda hacer ciertas cosas ante la vida que sí puede hacer para continuar su camino de Ascensión. El ser positivo, tener fe y confianza da las órdenes a cada una de nuestras células de”¡Adelante, lo conseguiremos!”, y nuestras células actúan a nuestro favor para que así sea. “El envejecimiento es fruto de nuestras limitaciones adquiridas en un pasado”.
Nuestras creencias y pensamientos están en acuerdo con nuestro grado de evolución. Si los cambiamos, nuestra actitud ante al vida será diferente y podremos disfrutar y ser más felices en nuestro proceso actual.
Nuestro cuerpo reacciona según las órdenes que le vamos dando a través de nuestras expresiones y manifestaciones. La vida no depende del azar, depende de nosotros mismos: según lo que somos, atraemos. Recordad la ley del universo de energías iguales: ¡”se atraen!”.
Nuestro cuerpo no es solo físico, es espiritual. Por eso, se emociona, llora, ríe y se enfada según vemos o sentimos, porque sintonizan nuestras células con las emociones y nuestros sentimientos. El motivo es uno: Tienen conciencia. Ellas hacen que deseemos vivir o sintamos que la vida no vale la pena vivirla. Somos nosotros que les estamos dando estas órdenes según nuestra visión de la vida. Energías iguales se atraen.
Tu ser atrae aquello en lo que cree y siente.