“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”Aristóteles, Ética a Nicómaco.
Somos seres emocionales. Nuestras experiencias se estructuran desde los juicios sentimentales que hacemos de las percepciones que imprimimos del mundo. Hasta el punto que resulta inútil intentar abstraer las emociones de un pensamiento cualquiera.
En los últimos tiempos, la psicología ha empezado a notar este hecho. Y de a poco, ha comenzado a hablarse de un nuevo tipo de inteligencia. La llamada Inteligencia Emocional.
A partir de aquí se reconoce a las emociones como una parte intrínseca al ser humano. Estas están presentes y afectan todos los ámbitos de nuestra vida.
Tanto es así que nace una nueva apreciación profesional de la inteligencia emocional. De hecho, llega a ocupar un nivel de importancia mayor al del coeficiente intelectual en el camino hacia el éxito.
Pero este tipo de inteligencia ha salido a la superficie hace relativamente poco.
¿Qué cualidades tiene, y cómo puede beneficiarnos?
Qué es la Inteligencia Emocional
El término Inteligencia Emocional, si bien ya había sido utilizado con anterioridad, fue popularizado por Daniel Goleman en 1995. Este psicólogo estadounidense escribió una obra que tiene por título “Inteligencia Emocional“, estableciendo la relación entre razón y sentimientos. Dice en su libro que los centros emocionales están ubicados en una porción del cerebro que es la más primitiva: el tronco encefálico. Luego de millones de años, esta evoluciona dando lugar a la parte pensante del cerebro: el neocórtex.
Dice luego: “El hecho de que el cerebro emocional sea muy anterior al racional y que éste sea una derivación de aquél, revela con claridad las auténticas relaciones existentes entre el pensamiento y el sentimiento”.
Para aquellos interesados, pueden descargar este libro desde aquí.
El pensamiento y el sentimiento entonces no pueden separarse, y aparece una nueva necesidad de desarrollar las habilidades de una inteligencia emocional madura. Esto nos ayudará a entender y empatizar con otras personas.
Cinco tipos de inteligencia emocional
Dentro de lo que llamamos Inteligencia Emocional podemos nombrar cinco tipos, o esferas. Estas están ordenadas secuencialmente, yendo de la más básica a la más compleja. En cada una de ellas, a su vez, se desenvuelven distintas habilidades específicas.
Veamos cuáles son:
1. Autoconciencia
Esta es la primera esfera de la inteligencia emocional. La autoconciencia es la habilidad de reconocer una emoción en la medida en que se presenta. Es el primer paso para desarrollar esta inteligencia. Crecer en la autoconciencia requiere de un acercamiento a los sentimientos. Si nos acostumbramos a evaluar nuestras emociones, podremos eventualmente administrarlas.
En la autoconciencia participa la conciencia emocional, que es la habilidad para reconocer nuestras propias emociones. También es importante la autoconfianza, basada en la seguridad en nosotros mismos, en nuestro valor y capacidades.
2. Autorregulación
La segunda esfera de la inteligencia emocional nos dice que a menudo tenemos poco control sobre cuándo experimentamos las emociones. Pero sí podemos decidir cuánto tiempo la emoción perdura utilizando un número de técnicas para aliviar emociones como enojo, ansiedad y/o depresión.
Ejemplos de estas técnicas pueden ser recrear en nuestra cabeza la situación pero con una luz más positiva, salir a caminar, la meditación o rezar.
En la autorregulación participa nuestro autocontrol, que nos ayuda a manejar nuestros impulsos. También la integridad para mantener nuestros estándares de las emociones deseadas. Será necesario así mismo el hacernos responsables de nuestros actos. Y también nuestra capacidad para adaptarnos y estar abiertos a nuevos ejercicios.
3. Motivación