jueves, 23 de noviembre de 2017

Nuestras células: tan programables como un ordenador


El experimento de B.A. Cornell de 1997, revela como la membrana de la célula es el homólogo de un chip de ordenador.


Las células del cuerpo están rodeadas por una membrana que las separa y a la vez comunica con el exterior. Las membranas contienen receptores en su estructura que captan la información del ambiente y la traducen en señales en el interior, para que así la célula ejecute una respuesta en función de la información recibida.

Un chip, por definición, es «Un cristal semiconductor con entradas y canales». El chip y la membrana celular comparten la misma definición técnica. La membrana celular es el equivalente estructural y funcional (el homólogo) de un chip de silicona.

Una corporación de investigación australiana dirigida por B. A. Cornell publicó un artículo en Nature que confirmaba que la membrana es el homólogo de un chip de ordenador (Cornell, et al., 1997).

Los investigadores aislaron una membrana celular y colocaron un trozo de lámina de oro bajo ella.

A continuación rellenaron el espacio existente entre la lámina de oro y la membrana con una solución especial de electrolitos (sales minerales). Cuando se estimularon los receptores de membrana con una señal, los canales se abrieron y permitieron el paso de la solución electrolítica a través de la membrana. La lámina sirvió como transductor, un dispositivo eléctrico que convirtió la actividad eléctrica del canal en una lectura digital sobre una pantalla. Este dispositivo, creado específicamente para el estudio, demostraba que la membrana celular no sólo se parece a un chip, sino que funciona como si lo fuera. Cornell y sus colegas habían convertido una membrana celular biológica en un chip computerizado con pantalla digital.

Pues bien, el hecho de que la membrana celular sea el homólogo de un chip significa que podemos comparar las funciones de la célula con las de un ordenador. La primera idea fundamental que se deduce a partir de ello es que los ordenadores y las células son «programables». La segunda es que el programador se encuentra fuera del ordenador, y también de la célula. La actividad biológica y genética está dinámicamente relacionada con la información procedente del entorno, que es lo que se descarga al interior de la célula.

¿Qué tenemos entonces en el entorno celular, en el ambiente de la célula?

Podemos encontrar todo tipo de sustancias entre ellas:

Los nutrientes (oxígeno y el procesado de los alimentos que ingerimos)
Neurotransmisores y hormonas: Todas las células de nuestro cuerpo reaccionan en función de nuestro estado emocional, de nuestros pensamientos.
Tóxicos: Polución, contaminación, metales pesados, aditivos alimentarios, fármacos. En general, sustancias químicas que nuestras células, nuestro cuerpo, no utilizan para su correcto funcionamiento. ¿Cómo afectan a nuestras células todas estas sustancias que no deberían estar ahí?
Estrés: Sometidos a un estrés crónico en nuetras vidas (horarios, deberes, obligaciones), genera determinados productos (como el cortisol, por citar un ejemplo), que no permiten el optimo crecimiento celular, y que condicionan las reacciones normales de nuestras células inevitablemente.

Además de moléculas físicas, nuestras células también tienen receptores “antena”, estas captan señales de frecuencias electromagnéticas, ondas de radio, luz y sonido entre otras.

¿Que implica esto?

Los maravillosos efectos positivos que produce cantar


Si, el canto cambia tu cerebro. Se ha demostrado científicamente que el canto en grupo reduce el estrés, alivia la ansiedad y eleva las endorfinas.


La ciencia ha tratado de explicar su aparente efecto opuesto:  la música calma los nervios y elimina el estrés, pero a su vez aumenta el estado de ánimo. ¿Cómo sucede?

Mejora tu estado de ánimo y alivia el estrés


Al cantar liberas las mismas hormonas y sustancias químicas que se liberan durante el acto sexual, ¡o al comer el chocolate! y  te quedas tranquilo y relajado. Liberas endorfinas que aumentan tu energía y te hacen sentir menos cansado.

La exaltación proviene de las endorfinas, unas hormonas liberadas por el canto, que se asocian con sentimientos de placer. O podría ser de la oxitocina, otra hormona liberada durante el canto, que alivia la ansiedad y reduce el estrés. La oxitocina también mejora los sentimientos de confianza y vinculación, lo que puede explicar por qué aún más estudios han encontrado que el canto disminuye los sentimientos de depresión y soledad.

Es un gran ejercicio para el pulmón



Cantar un par de minutos es un entrenamiento bien merecido para los pulmones. Cantar activa tus abdominales, músculos intercostales y el diafragma, los cuales estimulan la circulación. Cuando cantas, realizas respiraciones profundas que te permiten inhalar más oxígeno y liberar la tensión en tus músculos.

Limpia los senos paranasales: Cantar es una forma de limpiar de manera natural los senos y tubos respiratorios; es el resultado de la presencia de un flujo de aire constante,  estimulado por la acción de la garganta.

Los beneficios de cantar en grupo


Cuando cantas, las vibraciones de las ondas de sonido, de la música, se mueven a través de ti, alterando tu estructura física y emocional. El canto en grupo, para aquellos que lo han hecho, es el más estimulante y transformador de todos. Se necesita algo increíblemente íntimo, un sonido que comienza dentro de ti, lo compartes con una sala llena de gente y vuelve como algo aún más emocionante: la armonía.

Una investigación preliminar sugiere que nuestras frecuencias cardíacas pueden sincronizarse durante el canto de grupo; este echo también podría explicar por qué cantar juntos a veces parece como una meditación de grupo guiada. Además, muchos otros estudios han encontrado que el canto alivia la ansiedad y contribuye a aumentar la calidad de vida.

Cantar en un grupo tiene grandes beneficios psicológicos. Un grupo de canto es una actividad social saludable que tiene muchos beneficios mentales, como el empoderamiento, el bienestar y la confianza. Te ayudará a sentirte menos deprimido, ansioso o aislado.

Existe una teoría hacerca de la evolución de la música que sostiene que la música evolucionó como una herramienta de vida social, y que el placer que proviene de cantar juntos, es nuestra “recompensa evolutiva” por reunirnos para cooperar.

Cantar en grupo es más barato que una terapia, más saludable que beber, y ciertamente más divertido que trabajar. Es un ejercicio en el que sentirse mejor está garantizado.

Cantar es terapéutico: la mejor forma de expresar lo que llevas dentro

miércoles, 22 de noviembre de 2017

El sutra del corazón te cambiará para siempre: la esencia de la sabiduría


Los Sutras son textos budistas,  mayoritariamente discursos dados por Buda o alguno de sus discípulos más próximos. Transcurridos varios siglos tras la muerte de Buda, para que sus enseñanzas no se perdieran en la transmisión oral, sus seguidores las transcribieron en forma de Sutras.

En el budismo, son los textos escritos en los que se exponen enseñanzas y preceptos relativos a las diferentes vías de conocimiento para alcanzar la iluminación o realización espiritual completa del ser humano.

Si bien se asocian principalmente al budismo, puede ser utilizada para designar escritos de otras tradiciones orientales, como el hinduismo. Los más conocidos son el Sutra del loto, el Sutra de la guirnalda, el Sutra del amante y el Sutra del corazón. A todos los sutras —incluso aquellos que no salieron de boca de Buda—, se los considera buddha vachana (‘palabra de Buda’).


El Sutra del corazón

El Sutra del Corazón (Prajñāpāramitā Hṛdaya Sūtra) o Sutra de la esencia de la sabiduría es muy popular en la escuela budista Mahāyāna por su brevedad y profundidad. Se tiene como la más investigada de todas las escrituras budistas y la más popular.

El Sutra del Corazón es uno de los textos que conforman la literatura Prajñāpāramitā (o de Perfección de la sabiduría) dentro del budismo Mahāyāna. Consiste catorce Shlokas o versos en sánscrito.

El mantra que incluye este sutra se canta en todas escuelas Mahāyāna. En las escuelas de meditación generalmente se considera que la pronunciación de los mantras es importante para conseguir su efectividad, pero también es fundamental comprender su significado y no considerarlo supersticiosamente sólo como una suerte de fórmula mágica.

Penetra el verdadero significado del Sutra del Corazón, dice Karl Brunnhölzl, y nada volverá a ser lo mismo. El secreto es hacerlo personal.


El Corazón de la Sabiduría


Muchas personas han dicho muchas cosas diferentes sobre lo que es el Sutra del Corazón y lo que no es, como ser el corazón de la sabiduría, una declaración de cómo son las cosas verdaderamente, la enseñanza clave del Mahayana, una condensación de todos los Sutras Prajnaparamita. El segundo giro de Buda de la Rueda del Dharma, o una explicación del vacío en pocas palabras. ¿Es el Sutra del Corazón el Corazón de la Sabiduría?

Una cosa que podemos decir con seguridad sobre el Sutra del Corazón es extraño, porque una de las principales palabras utilizadas en este texto, y que no deja de repetirse una y otra vez es “NO”. Esa es la palabra principal que usa: no, no, no, no todo.

Lo que el Sutra del Corazón (como todos los Prajnaparamita Sutras) hace es cortar, deconstruir y demoler todos nuestros marcos conceptuales habituales, todas nuestras ideas rígidas , todos nuestros sistemas de creencias, todos nuestros puntos de referencia, incluyendo cualquiera con respecto a nuestro camino espiritual.


Demolición de nuestros marcos conceptuales


Desmantelar nuestros marcos conceptuales, incluyendo cualquiera con respecto a nuestro camino espiritual. Lo hace en un nivel muy fundamental, no sólo en términos de pensamiento y conceptos, sino también en términos de nuestra percepción, cómo vemos el mundo, cómo oímos, cómo olemos, el gusto, el tacto; cómo nos consideramos y reaccionamos emocionalmente.  A nosotros mismos y otros, y así sucesivamente.

Este sutra saca la alfombra de debajo de nuestros pies y no deja nada intacto que podamos pensar, ni siquiera un montón de cosas que no podemos pensar. Sangharakshita dice sobre el Sutra del Diamante también se aplica a todos los Sutras Prajnaparamita, incluyendo el Sutra del Corazón:

… si insistimos en que los requisitos de la mente lógica se satisfagan, nos falta el punto. A lo que el Sutra del Diamante está entregando en realidad, no es a un tratado sistemático: son mas bien una serie de golpes de martillo, atacando desde este lado y este otro, para tratar de romper nuestra ilusión fundamental. No va a facilitar las cosas a la mente lógica poniendo las cosas en una forma lógica. Este sutra va a ser confuso, irritante, molesto e insatisfactorio, y tal vez no podamos pedir que sea diferente. Si todo se estableciera de manera clara, sin dejar cabos sueltos, podríamos estar en peligro de pensar que habíamos captado la Perfección de la Sabiduría.
– Sangharakshita, Sabiduría más allá de las palabras


Un Manual para la Contemplación


Otra manera de mirar el Sutra del Corazón es que representa un manual de reflexión muy condensado. No es sólo algo que se debe leer o recitar (pues contiene un mantra), pero la intención es contemplar su significado de la manera más detallada posible. Puesto que es el Sutra del Corazón, transmite la esencia del corazón de lo que se llama prajnaparamita, la “perfección de la sabiduría o la perspicacia”. En sí mismo, no se preocupa ni nos da todos los detalles.

Es más bien un breve memorándum para contemplar todos los elementos de nuestra existencia psicofísica desde el punto de vista de lo que somos ahora, en lo que nos convertimos a medida que avanzamos en el camino budista, y lo que alcanzamos (o no alcanzamos) en el Final de ese camino.

Es una invitación a contemplar lo que eso significa. “Sin ojo”, “sin oído” suena muy simple y muy directo, pero si entramos en los detalles, no es tan sencillo en absoluto. En otras palabras, todas esas diferentes frases “no” nos dan diferentes ángulos o facetas del tema principal del sutra, que es el vacío. El vacío significa que las cosas no existen como parecen, son como ilusiones y como sueños.

Todo, cualquier existencia, no tienen una naturaleza o un núcleo de sí.


Cada una de esas frases nos hace ver ese mismo mensaje. El mensaje o el mirar no son realmente diferentes, pero lo miramos en relación a cosas diferentes. ¿Qué significa que el ojo está vacío? ¿Qué significa que la forma visible está vacía? ¿Qué significa que incluso la sabiduría, la budeidad y el nirvana están vacíos?

12 lecciones de vida de un hombre que ha sido testigo de 12.000 muertes


Arraigada en los corazones de muchos hindúes está la creencia de que si respiras tu último aliento en Kashi (Varanasi) consigues lo que popularmente se conoce como ‘Kashi Labh’ o “liberación del ciclo de renacimiento impulsado por la ley del karma “.


Kashi Labh Mukti Bhawan en Varanasi es una de las tres casas de huéspedes en la ciudad donde la gente se registra para morir. Los otros dos son Mumukshu Bhawan y Ganga Labh Bhawan. Establecido en 1908, Mukti Bhawan es bien conocido dentro de la ciudad y fuera.

¿Qué podemos aprender de los moribundos?


Bhairav ​​Nath Shukla ha sido el Gerente de Mukti Bhawan durante 44 años. Ha visto a los ricos y los pobres refugiarse en la casa de huéspedes en sus últimos días mientras esperan la muerte y esperan encontrar la paz. Shukla espera con ellos.

Este hombre comparte las 12 lecciones de vida recurrentes de las 12.000 muertes que ha presenciado en su experiencia como el gerente de Mukti Bhawan:


1. Resolver todos los conflictos antes de marchar


Shukla relata la historia de Shri Ram Sagar Mishr, un erudito sánscrito de su tiempo. Mishr era el mayor de seis hermanos y era el más cercano al más joven. Hace años una fea discusión entre los dos hermanos los separó.

En sus días finales, Mishr caminó a la casa de huéspedes y pidió guardar la habitación no. 3 reservada para él. Estaba seguro de que pasaría al día 16 de su llegada. El día 14 dijo: “Pídele a mi hermano de 40 años que venga a verme. Esta amargura hace pesado mi corazón. Estoy ansioso por resolver cada conflicto”.

Se envió una carta. El día 16, cuando llegó el hermano menor, Mishr le tomó la mano y le pidió perdón a su hermano. Ambos hermanos lloraron y a media oración, Mishr dejó de hablar. Su rostro se calmó. Se había ido en ese momento.

Shukla ha visto esta historia repetida de muchas formas distintas a lo largo de los años. “La gente lleva tanto equipaje, innecesariamente, durante toda su vida, que sólo quieren dejarlo caer al final de su viaje. El truco no radica en no tener conflictos sino en resolverlos tan pronto como uno pueda “, dice Shukla.


2. La simplicidad es la verdad de la vida


“La gente deja de comer alimentos indulgentes cuando saben que se van a ir. La comprensión que amanece en muchas personas en sus últimos días es que deberían haber vivido una vida sencilla. Lamentan esto mas que nada “, dice Shukla.

Una vida sencilla, como él mismo explica, puede lograrse gastando menos. Gastamos más para acumular más y así crear más necesidad. Encontrar el contentamiento en menos es el secreto para tener más.

3. Filtrar los rasgos negativos de las personas


Shukla sostiene que cada persona tiene matices buenos y malos. Pero en lugar de despedir a las personas como “malas” directamente, debemos buscar sus buenas cualidades. El acaparamiento de amargura en ciertas personas viene de concentrarse en las cualidades negativas.

Si te centras en las cualidades buenas sin embargo,puedes llegar a conocerlos mejor e  incluso, a apreciarlos. No permitas que tu corazón se llene de sentimientos negativos hacia los demás. Encontrar la felicidad en menos es el secreto para tener más.


4. Estar dispuesto a buscar ayuda de otros


Puedes ser autosuficiente, y hacerlo todo por tí mismo, pero esto te limita; evita que absorbas lo que otros han aprendido. Shukla cree que debemos ayudar a otros, pero lo más importante, tener el coraje de buscar ayuda cuando estamos en necesidad.

Cada persona en el mundo sabe más que nosotros en algún aspecto. Y su conocimiento puede ayudarnos, sólo si estamos abiertos a él.


5. Encuentra belleza en cosas sencillas


Algunas personas se detienen y admiran una nota o el sonido de los instrumentos como si nunca lo hubieran oído antes, aunque lo hayan hecho. Hacen una pausa para apreciarla y encontrar belleza en ella.

Pero eso no es cierto para todos. Las personas que son demasiado críticas o demasiado orgullosas, son los que encuentran difícil encontrar alegría en las pequeñas cosas porque sus mentes están preocupadas con, “aparentemente”, cosas más importantes.


6. La aceptación es liberación


La mayoría de la gente evita aceptar lo que está pasando. Esta negación constante engendra en ellos emociones que son altamente peligrosas. Sólo una vez que aceptas tu situación es cuando eres libre de decidir qué hacer al respecto. Sin aceptación estás siempre en el espacio gris.

Cuando no existe la negación de un problema es cuando se tiene la fuerza para encontrar una solución.


La indiferencia, la evasión y la negación de cierta verdad, cree Shukla, causan ansiedad. La persona desarrolla un miedo hacia el objeto de su negación. En su lugar, acepta la situación para que puedas ser libre de pensar lo que quieres hacer al respecto y cómo. La aceptación te liberará y te dará poder.


7. Aceptar a todos como a iguales facilita el servicio


El secreto de la dedicación y determinación de Shukla hacia su exigente trabajo puede entenderse a través de esta lección de vida. Admite que la vida habría sido difícil si tratara a las personas que se admiten en Mukti Bhavan de manera diferente, basándose en su casta, credo, color y estatus social o económico. La categorización conduce a la complicación y uno termina no sirviendo bien a nadie . “El día en que tratas a todos como a iguales es el día en el que respiras ligeramente y te preocupas menos de quién puede sentirse ofendido o no. Haz tu trabajo más fácil “, dice.


8. Si / Cuando encuentras tu propósito, haz algo al respecto

martes, 21 de noviembre de 2017

¿Qué es el aquí ahora? Del que tanto se habla.


Es el momento presente

Sí, pero eso no es decir nada.

El momento presente está compuesto de muchas circunstancias. En el presente estás pensando en cosas pasadas, en lo que puede ocurrir  y  a la vez en lo que estás haciendo.

EXACTO

 Son ingredientes que afectan a tus sensaciones del presente, “el aquí ahora”.

Tus puedes traer pensamientos felices al presente, puedes imaginar momentos felices que se van a dar en el futuro y puedes sentir felicidad por lo que tienes en ese momento.


También puedes ser desgraciado repasando momentos dolorosos del pasado, las desgracias que prevés para el futuro y sentir la infelicidad que te produce lo que crees que te falta.
Esos son los ingredientes que van a conformar tus sensaciones del presente,  de ese “aquí y ahora” en el que  van a producirse. No puedes sufrir en el pasado, ni en el futuro, solo en el ahora,  y de ti dependen los ingredientes que pongas en ese guiso para que disfrutes de él o no puedas soportarlo.

No es tan difícil

Es curioso como a veces 
nos regodeamos en el dolor del pasado

Pasamos revista a momentos tristes y nuestros recuerdos buscan situaciones que nos traigan sufrimiento a nuestro ahora. Queremos extender y manifestar  una perdida personal o material que cambió nuestra vida contando desgracias. Pero si de pronto te preguntan la edad,  cambias tu pensamiento al futuro y a lo que te queda por vivir.

Parece mentira como pasa el tiempo, un sentimiento de que cualquier tiempo pasado fue mejor aparece y además,  pasas de  momentos de sufrimiento del pasado a regodearte en los del futuro. Total para lo que me queda de estar en este mundo no voy a esperar nada bueno.


Tu situación en el presente, es la misma o similar a la de muchísimas  personas 


Tenemos que tener en cuenta que somos 7.000 millones de personas, que, aunque de distintas razas, culturas o estratos sociales, la base es igual para todos.

Nacemos en una familia, crecemos, desarrollamos nuestra independencia, formamos pareja, creamos una familia y morimos. En ese “intering”, las relaciones, con los padres, hermanos, amigos, trabajo, pareja y hijos y nietos y otras necesidades que nos creamos,  son intrínsecamente iguales para todos independientemente del estatus o raza.

Infelicidad por no poder cubrir necesidades que hemos creado y que por mucho que tengamos, siempre pueden ser mayores:

Problemas de comunicación con la pareja, hijos, amigos, son igualmente comunes a todos.


La principal razón de los problemas
 es no vivir el aquí y ahora

Guardar en nuestra mente un agravio de la pareja, hijos o amigos y mantenerlo como si fuera  presente.

Crear unas necesidades que no se pueden cubrir  manteniendo un problema mental de futuro, en el presente.

Hay quien es capaz de olvidar una rencilla o un agravio de un día para otro de forma que, si hubo un sufrimiento en un presente determinado, ha desaparecido porque ahora es otro presente; el que realmente está viviendo.

El camino hacia la paz en el mundo


¿Es la paz una posibilidad real?

A lo largo de los siglos los seres humanos más evolucionados han experimentado el profundo deseo de alcanzar la paz, pero hasta el día de hoy solo ha sido un deseo sin realizar.


¿Es la paz posible o solo es una utopía?

Quiero creer que la paz en el mundo es posible, pero es imposible lograrla partiendo de la guerra. Es imposible lograrla mientras tengamos ideas, banderas, religiones, equipos de fútbol y otras cosas por la que luchar. Es difícil de alcanzar mientras tengamos que defender algo ante los demás. Mientras queramos tener razón o imponer nuestra verdad la paz se apartará de nosotros y del mundo en el que vivimos.

La paz solo puede extenderse en el mundo desde dentro hacia fuera, es decir, desde el interior de cada individuo hasta el mundo exterior que lo rodea.


El ego y la paz

Es el ego del ser humano el que necesita demostrar algo, es el ego el que necesita batallas y guerras en las que luchar. Nuestro espíritu, la parte divina que hay en cada uno de nosotros, no tiene necesidad de defender nada ni de atacar a nadie.

Solo cuando dejemos de escuchar un poco menos a nuestro ego y observemos con mayor atención lo que trata de decirnos nuestra alma, podremos iniciar el verdadero camino hacia la paz interior y hacia la creación de un mundo pacífico.

Nuestro ego nos impide ver lo fácil que sería una vida en la que el respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás guiara nuestros pasos. Bastaría con que el respeto se impusiera por encima de las opiniones y de los juicios para generar un mundo mucho más pacífico del que tenemos ahora.

La paz, a día de hoy, se muestra como una utopía de difícil realización, es una una ilusión, cuya realización no parece sencilla. Pero eso es porque miramos al mundo y pensamos que algo tiene que ir muy mal con él para que esté como está. En realidad no es al mundo al que hay que mirar, es a nosotros mismos, pues es ahí donde está la clave.

No podemos imponer la paz a nadie que no esté dispuesto a abrazarla, pero si podemos generarla y ser sus embajadores. La semilla de la paz está dentro de nosotros, en el interior de nuestro corazón. Depende de cada uno prestarle atención, cuidarla, nutrirla y hacerla crecer para que se extienda, primero a nuestro entorno más cercano, y luego al resto del mundo.


Como decía Gandhi:



«Conviértete en el cambio que quieres ver en el mundo».

Conviértete en un ser pacífico y la paz aumentará en todo el mundo. Hacer eso depende de ti, hacer eso depende de mí y también depende de todas y cada una de las personas que quieran un mundo pacífico. Podemos seguir culpando al mundo por estar como está o podemos decidir cambiarlo, cambiando nosotros.

¿Queremos ser felices?

lunes, 20 de noviembre de 2017

El Camino de la Belleza


Una introducción a la naturaleza de la percepción

El artista y poeta William Blake dijo: "Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es, Infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna".

¿Qué quiso decir con esto? ¿Cómo puede un objeto finito, como un árbol, mesa, silla, persona, o casa ser infinito?

Tenemos que comprender en primer lugar que la palabra "percepción" incluye a todos los cinco sentidos: vista, oído, tacto, gusto y olfato.

El pensamiento convencional nos dice que la experiencia de la percepción se divide en dos ingredientes esenciales: uno, un sujeto que percibe y dos, un objeto que es percibido. Este entendimiento está incrustado en la estructura del lenguaje con frases tales como: "Veo el árbol", "oigo el viento", "toco a la persona", "me gusta la manzana" y "huelo la flor".

En cada caso, un sujeto ―"yo", el sí mismo (self)― se une a un objeto ―el árbol, viento, persona, manzana o flor― a través de un acto de percepción, es decir, a través de un acto de ver, oír, tocar, gustar u oler.

Ahora bien, con el fin de comprender la naturaleza de la percepción, tenemos que explorar ambos lados de esta ecuación ―"yo", el sujeto y el objeto o mundo. Tradicionalmente, los místicos han explorado la naturaleza del "yo", el sí mismo, y los artistas y los científicos han explorado la naturaleza del objeto o mundo.

En otras palabras, los místicos han tendido a mirar hacia dentro, dirigir su atención hacia el centro de su ser o naturaleza esencial, y los científicos y artistas han tendido a mirar hacia afuera, hacia los objetos de la naturaleza y el mundo.

A primera vista puede parecer que ambos están establecidos en direcciones opuestas. Sin embargo, si cada parte explora con suficiente profundidad, es inevitable que llegarán a la misma conclusión. De hecho, la razón por la que en la mayoría de los casos las conclusiones de los místicos, por un lado, y la de los artistas y científicos por el otro, tienden a diferir tan radicalmente, es sólo porque cada parte no explora con suficiente profundidad.

El pintor Paul Cézanne dijo: "Llegará el día en que una sola zanahoria, observada con ojos nuevos, desencadenará una revolución". La revolución a la que hace referencia es la unión de estas dos perspectivas ―la convergencia de la profunda comprensión del místico, el artista y el científico― y las implicaciones que esto tiene en todos los aspectos de nuestras vidas.

Así que vamos a explorar, en pocas palabras, estas dos perspectivas.


La naturaleza del Sí mismo

El pensamiento convencional nos dice que es el "yo", el cuerpo-mente, el que es consciente de los objetos y del mundo. Sin embargo, una simple y clara mirada a la experiencia nos indica que somos conscientes del cuerpo y de la mente de la misma manera en que somos conscientes de los objetos y del mundo.

En otras palabras, el cuerpo-mente no es el sujeto de la experiencia. El cuerpo-mente es un objeto de la experiencia, que aparece y desaparece como todos los demás objetos. Ahora bien ¿qué es el sujeto perceptor que llamamos "yo", que conoce o es consciente de todos estos objetos percibidos, es decir, del cuerpo, la mente y el mundo?

El "yo" se refiere a lo que sea que es consciente de los objetos del cuerpo, la mente y el mundo. Este "yo" no se puede encontrar como cualquier tipo de objeto, es decir, como un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción. Y sin embargo "yo" estoy innegablemente presente y consciente.

Por lo tanto, estar presente y consciente es inherente al "yo", que por esta razón se le denomina a veces como "Conciencia", que simplemente significa la presencia de eso que es consciente. Esta Conciencia que es nuestra naturaleza esencial es como una apertura consciente y vacía en la que toda experiencia tiene lugar, pero en sí misma no es una experiencia.

La Conciencia no está localizada en el tiempo y por lo tanto es eterna o siempre-presente; no puede ser encontrada en el espacio y por lo tanto es infinita, es decir, que no tiene cualidades observables o finitas.


La naturaleza del objeto, el otro o el mundo ― de la materia a la mente

HEMOS DEJADO DE PERCIBIR LO DIVINO: NO PORQUE SEPAMOS MÁS SINO PORQUE SABEMOS MENOS


En el mundo todo está lleno de signos. Todos los acontecimientos están coordinados. Todas las cosas dependen de todas las demás. Tal como se ha dicho: todo respira junto.
Plotino

Para el hombre antiguo lo divino era parte esencial de la experiencia encarnada en el mundo: "hubo un tiempo en que los dioses no eran tan sólo un hábito literario. Eran un acontecimiento, una aparición súbita, como el encuentro con un bandido o el perfilarse de una nave", escribe Roberto Calasso en La literatura y los dioses. La existencia estaba tejida de dioses: ríos, mares, bosques, montañas, el cielo y los elementos eran animados por dioses, incluso el cuerpo humano estaba repleto de dioses y energías espirituales o podía ser en cualquier momento poseído por un dios. Lo divino daba sentido a la vida y ésta era orientada a relacionarse con lo divino, incluso hacia alcanzar la divinidad para uno mismo. Los hombres que legaron los himnos védicos -las primeras grandes composiciones religiosas que tenemos- tuvieron una única obsesión, alcanzar ese poder divino. No dejaron objetos, imágenes ni construcciones, sólo métodos -liturgias- para la divinización y el mantenimiento de un orden sagrado. Fundamentalmente uno: el sacrificio. Gesto ritual que había sido primero hecho por los dioses -era el origen del mundo (un sacrificio de Prajapati) y también posiblemente el origen de la divinidad de los otros dioses-. Aunque no todas las culturas han tenido esa misma obsesión unifocal por lo divino, en casi cualquier cultura antigua encontramos una saliente preocupación por lo divino, algo que no podemos decir de la nuestra: la sociedad global secularizada. Otro caso notable es el de los griegos antiguos; Calasso señala en una entrevista:

Para los griegos antiguos, incluso antes de que hubiera dioses singulares, con un nombre y una historia, existía lo divino como evento. Una expresión griega dice: “lo divino es”, lo divino indeterminado. Este hecho existe en la experiencia de todos. No es algo que pertenezca sólo a un momento determinado de la historia. Pertenece al tejido de nuestra vida. La verdadera diferencia estriba en reconocerlo o no. Que haya o no conciencia de ello es el punto donde se dividen las aguas. A partir de ahí pueden tomarse los rumbos más diversos.

Lo divino, antes y más que alguien, es algo que sucede, más proceso que cosa. Calasso escribe en La literatura y los dioses:

Pero ¿cómo se manifiesta el dios? Según observó el ilustre lingüista Jacob Wackernagel, en la lengua griega no existe vocativo para theós, «dios». Theós tiene ante todo un sentido predicativo: designa algo que sucede. Un magnífico ejemplo se encuentra en la Helena de Eurípides:

Ô theoí theós gar kaí tó gignôskein phílous
Oh dioses: es dios el reconocer a los amantes.

Las energías, emociones y enigmas que sacuden y poseen a los hombres son los dioses. El erotismo, la ira, la inspiración poética no sólo vienen de un dios (Eros, Ares, Apolo, etc.), son el dios mismo, lo divino aconteciendo. En la India se va más allá e incluso se habla de que los sentidos mismos (indriyani) son dioses, la unión del sentido con el objeto sensorial es la cópula de una deidad masculina y una deidad femenina, el acto mismo de percepción es deidad. Sin embargo, progresivamente este aparecer de lo divino se encuentra con una resistencia. Desde la modernidad vivimos en una época en la que los poetas tienen nostalgia de los dioses, cantan su desaparición y los científicos los exilian y exorcizan el saber de su presencia. Sin embargo, su persistencia en el mundo y en la psique del hombre no puede borrarse tan rápido, sólo se desplaza, se reprime o se hace inconsciente. De nuevo Calasso:

Hay una hermosa frase de Jung que dice que los que antes eran dioses se han convertido en enfermedades. Lo cito en La literatura y los dioses: “Los que eran dioses se han convertido en enfermedades”. Y no es porque los modernos sepan más sino porque saben menos.

La frase de Jung tiene varias lecturas. Una de ellas es literal: los dioses dan nombre a algunos de nuestros complejos y trastornos mentales. Nuestra era, por ejemplo, es profundamente narcisista. Una mujer que disfruta demasiado del sexo es considerada una ninfómana, pero para Aristóteles, señala Calasso, la "locura" que venía de las ninfas era en realidad la felicidad. Y no sólo mentales; los dioses que habitan nuestra sangre se han convertido en patologías físicas: Venus se ha transformado en una enfermedad venérea (la palabra "venérea" originalmente nombraba a aquello que viene de Venus). El otro sentido evidente de la frase de Jung tiene que ver con que nuestra era tiene como característica que patologiza. Se patologiza y clasifica como enfermedad mental todo lo que no entra dentro del rango de la conciencia y la visión del mundo aceptada. La manía, el delirio, el furor, el éxtasis, la ebriedad mística y la posesión son considerados trastornos mentales y rápidamente suprimidos con medicamentos y terapias destinadas no a conversar con estos estados sino a suprimir sus síntomas. Se prefiere el estupor y la anestesia a la desmesura y al éxtasis; se prefiere que la naturaleza no nos hable con una polifonía de voces ni se presente con visiones (sólo se admite una voz: la razón). Los dioses atentan contra el dios de nuestra era: la sociedad secular.

Nuestra sociedad ha abrazado la mesura (sophrosyne, en griego) como valor fundamental. No sólo el proceder de manera mesurada conforme a lo establecido por la sociedad, sino que también ha legislado la realidad bajo el principio del materialismo científico de que sólo lo que se puede medir con instrumentos físicos -y no aprehendido con la mente- es real. Esto es radicalmente distinto a la desmesura, que celebró Nietzsche, la esencia de lo dionisíaco. Y contrasta notablemente con el pensamiento védico, donde vemos que la palabra māyā, que designa "ilusión", "apariencia", "irrealidad", entre otras cosas, proviene de una raíz, mā, que significa "medida". Lo medible, lo que no es inconmensurable, lo limitado, lo descriptible, es lo ilusorio: lo real es lo que está más allá de lo ma-terial. Sigue Calasso:

En ese punto, Sócrates dice que la Manía es superior porque procede de los dioses, en tanto que la Sophrosyne es una gran virtud, pero procede sólo de los humanos. De hecho, Manía es un término técnico ritual, ligado a hechos míticos, y en el Fedro Sócrates se la atribuye a sí mismo: él mismo es el poseído.

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