Existen varias razones por las que las personas suponemos, en vez de vivir de manera consciente nuestra realidad.
La primera de ellas es la excitación que produce para nuestra mente el imaginar la cantidad de cosas que pueden suceder a raíz de otras.
Promueve a su vez una serie de proyecciones que nos hacen vivir en el presente situaciones que aún no han sucedido, y que muy probablemente, ni siquiera lleguen jamás.
Estas suposiciones vienen acompañadas de todas las “sensaciones” y emociones que producen los pensamientos que causa pre-vivirlas. Y van de la mano a su vez del estrés y los nervios que causa suponer cosas que aún no han acontecido… Un maravilloso círculo que se alimenta en nuestra mente y nos eleva fuera del presente, del ahora.
El mayor problema que nos trae suponer es que, cuando lo hacemos, creemos que lo que suponemos es cierto. Damos por hecho que todo lo que imaginamos sucederá. Y por supuesto, la mayoría de nuestras suposiciones son negativas, casi catastrofístas.
Ocupamos un tiempo suponiendo decenas de situaciones o circunstancias que pueden darse, todas con una enorme carga negativa. ¿Y cuando no sucede nada de lo que habíamos pensado? No dedicamos ni un minuto a decirnos a nosotros mismos lo “inútil” que ha sido el tiempo que hemos mal gastado ni a pedirnos perdón por todas las emociones tóxicas que hemos regalado de manera gratuita a nuestro interior.
Y es que, hacemos todo tipo de suposiciones por que nos falta valor para preguntar. ¿Qué sucedería si en el momento en el que comenzamos la nociva aventura de suponer, en ese mismo instante, preguntáramos? Entonces, obtendríamos una respuesta que cerraría cualquier opción a la imaginación de situaciones que nunca sucederán.
El cerebro necesita respuestas, explicaciones. No puede vivir en la incerteza. Y por eso lo alimentamos de explicaciones que nos inventamos, y que se formulan a partir de nuestros miedos, inseguridades, bloqueos y necesidades.
Lo mejor para no suponer es preguntar, no dejar lugar a la suposición. Y sobre todo, vivir fuera de las limitaciones, y en la calma y la tranquilidad de que suceda lo que suceda, construirá un futuro mejor en nuestras vidas.
Para las Personas Altamente Sensibles, suponer es algo que sucede de manera constante. Es verdad que para el resto de las personas que tienen una menor sensibilidad, es probable que no lleguen a suponer tantas situaciones, o que ni siquiera se preocupen de que pasará.
Para estas personas la maleta de emociones que trae consigo el suponer, puede llevarles a situaciones de estrés y nerviosismo por una simple suposición, que más tarde nunca se dará.
Puede ser que no nos demos cuenta y nos encontremos en suposiciones constantes, sin vivir el presente de una manera consciente. Es algo bastante común en las personas altamente sensibles. Les abruman las emociones y las situaciones que se dan a su alrededor, y muchas veces viven muy deprisa sin percatarse de que lo importante es el ahora, el presente.
¿Entonces que hacer? Tranquilos. Simplemente comenzar a tomar conciencia de vuestra alta sensibilidad, y con ello ir declarando vuestro ritmo. A su vez, tenéis que ser conscientes de que el 99% de las cosas que imaginas que sucederán, nunca lo harán.
¿Para que gastar mi vida viviendo algo que nunca ocurrirá?
No proyectéis en lo negativo. Preguntad en lugar de suponer, y sobre todo, vivir el presente de vuestra vida, y disfrutad de vuestra sensibilidad.
(Fuente: Terapia y emociones)
http://entrenandoapapas.blogspot.com.es/2015/10/los-monstruos-del-suponer.html
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