Los maestros espirituales con tendencias no-duales dicen que no hay camino hacia la iluminación. Que no hay ningún lugar a donde llegar; que ya estás iluminado, y que simplemente no lo sabes. Que no hay necesidad de una técnica o práctica; ya que éstas sólo mantienen tu mente atrapada en la ilusión de los fenómenos relativos. No medites; no hagas nada.
Hay ciertamente una verdad profunda incrustada en dichas declaraciones. Cuando se produce el despertar, hay la realización de que no hay realmente ningún lugar a donde llegar, ni ningún estado de conciencia más alto que lograr. El mundo sigue siendo lo que es, y tu experiencia sigue siendo lo que es. Lo que cambia es tu relación con la experiencia, o más bien tu no-relación con ella. La identificación con un construido sentido de ti mismo ya no está ahí. “Tú” no estás pensando, viendo, respirando; el pensar, ver, y respirar simplemente están ocurriendo. Es obvio que siempre fue así; pero todas nuestras querencias, esfuerzos, apegos, rechazos, y la auto-identificación ocultan este simple hecho.
En este sentido no hay nada que hacer. Todo lo contrario: es nuestro hacer lo que es el problema. Cuando nos desprendemos de todos los apegos en cuanto a cómo deberían o podrían ser las cosas, nos despertamos a la verdad de lo que es. Incluso la palabra iluminación es engañosa; implica algún otro, “superior”, estado de consciencia. Esto es lo que hace que la declaración “ya estás iluminado” sea tan confusa. Pero tendría más sentido decir que ya estás despierto, pero no despierto a tu propio estado despierto (wakefullness), o ya eres consciente, pero no plenamente consciente de la conciencia.
Desde la perspectiva despierta, es cierto que no hay ningún lugar a donde llegar. Por eso muchos maestros dicen: No hagas nada. Párate. No medites. No trates de llegar a ningún lugar que no sea lo que ya eres. No hay ningún lugar a donde ir. Nada que hacer. No hay camino.
Y sin embargo… muchos de estos maestros transitaron un camino. Algunos pasaron años investigando la verdadera naturaleza de nuestro aparente “yo”. Otros siguieron un camino de entrega total, o una profunda deconstrucción de la experiencia. Mis propios atisbos de la verdad me llegaron en períodos de profunda meditación, cuando la mente está totalmente relajada y quieta. Entonces veo muy claramente que no hay ningún lugar a donde llegar. Y, sin embargo, si no hubiera seguido un camino que me permitió caer en un profundo silencio y desprenderme de mi modo habitual de experiencia, no habría apreciado plenamente esta verdad.
Así que desde una perspectiva no despierta ―que es donde estoy la mayoría del tiempo, y probablemente donde ustedes están la mayoría del tiempo― hay caminos que seguir. Y, hasta el momento en que ya no sean necesarios, los caminos que más ayudan son los que desarrollan la habilidad de dejar ir (letting go), permitiendo que la mente se relaje, liberando todo esfuerzo, todo intento de llegar a alguna parte. Así pues, no medites con la intención de llegar a algún estado iluminado del ser. Sin embargo lleva tiempo dejar que la “mente hacedora” desaparezca, se hunda en tu propio ser. Lleva tiempo aprender cómo no hacer nada.
fuente:http://www.advaitainfo.com/articulos/camino-sin-camino.html
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