“En cuanto se acerca la primavera, sentimos toda una vida que se despierta: las flores, los árboles, los pájaros…
Una nueva ola invade la naturaleza. Ahí tenéis uno de los fenómenos más extraordinarios: la renovación. Cada año todo se renueva… ¡salvo los humanos!
Los humanos, en cambio, siguen siendo los mismos, no piensan en ponerse al unísono con esta renovación, se diría que están atrincherados.
¿Por qué no hacen el esfuerzo de abrirse, de abrir en ellos las puertas y las ventanas para que esta vida pueda penetrarles e impregnarles?
Algunos dirán:
«Para nosotros, todo esto se acabó, ya somos viejos. La primavera, es para la juventud.»
Cuando los hombres razonan así, cortan las fuentes de la vida y envejecen cada vez más rápido.
Todos deben encaminarse hacia la renovación, no hay distinción entre los jóvenes y los viejos.
¿Acaso habéis oído a los viejos árboles decir:
«¡Oh! para nosotros ya pasó la edad de florecer y reverdecer, eso lo dejamos ahora para los jóvenes…»? No, ellos también se cubren de hojas y flores en primavera.
Así que, hasta las viejas abuelas y los viejos abuelos deben entrar en la ronda de la primavera, trotar, saltar, danzar – al menos simbólicamente – y todo irá mejor.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov.
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