“La luz del Sol que sale cada mañana, ilumina los paisajes, los seres, los objetos y, para la mayoría de los humanos, estos paisajes, estos seres y estos objetos, tienen más importancia que la luz que los hace visibles.
Pero un día cambiarán de opinión: comprenderán que la luz es un espíritu vivo, consciente, activo. Diréis: «¿Cómo un espíritu? La radiación solar es un fenómeno físico que ha sido muy bien estudiado.»
Sí, pero en realidad la luz del Sol es, en el plano físico, una manifestación del Espíritu cósmico que ha creado el universo.
El universo es una creación de la luz. La luz verdadera es un espíritu, es el espíritu de Dios mismo.
Es ella la que ha creado y la que mantiene la vida, tanto la vida física como la vida espiritual.
Los humanos, cuanto más reciben y absorben esta luz, tanto más su alma y su espíritu se manifiestan como inteligencia, como amor, como poder.
Por eso empleamos la palabra luz dándole una dimensión espiritual. Cuando decimos de alguien que tiene luz, es porque el espíritu se manifiesta en él.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov.
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