“La vida es difícil, es verdad; los humanos son a menudo malvados e ingratos, eso también es verdad.
Pero aquél que se pasea por todas partes rumiando interiormente su malhumor y su rebeldía, da pruebas de un gran egoísmo, porque pone una carga más en la espalda de los demás, que también se encuentran con las mismas dificultades.
Cree que si no dice nada y no hace daño a nadie, su malhumor sólo le concierne a él…
Pues bien, ¡que se desengañe!
Los humanos están todos conectados unos con otros.
Y cuando alguien agita continuamente en su cabeza y en su corazón todas las razones que tiene para estar descontento, lo quiera o no, todo esto se refleja en aquéllos a los que frecuenta como
algo pesado, oscuro.
Sólo aparentemente no les hace ningún daño.
En realidad, con sus pensamientos y sus sentimientos, proyecta corrientes negativas que actúan sobre su familia, sus amigos,
la gente con la que se encuentra e incluso sobre los animales, las plantas y los objetos de su alrededor.
No es por tanto más inocente que las personas contra las que considera legítimo que se indignen.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov.
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