La iluminación es simplemente la comprensión y el reconocimiento directo de cómo son realmente las cosas. Es la realización de la verdadera naturaleza de la realidad.
Hay muchos conceptos que apuntan hacia esta comprensión: Términos tales como "despertar", "no-dualidad", "antes de la comprensión", "consciencia-sin-objeto", "puro ser", y así sucesivamente. Todos estos conceptos son válidos. Pero son punteros, y no la realización en sí. La realización en sí es un conocimiento de otro orden más allá de la categorización conceptual. Es radical, revolucionario, y siempre ahora. Pone todo patas arriba, y es un punto y aparte en el tanteo del pensamiento confuso.
La iluminación es la comprensión de lo que la consciencia es, y de la no-existencia esencial del yo intencional, la persona consumida por los miedos, apegos y deseos, que piensa que puede controlar las cosas y cree que tiene libre albedrío; incluso la persona que piensa que quiere (o necesita ) lograr la iluminación.
La iluminación no es no-dual, ya que es otra categoría aplicada por la mente. Tampoco es dual. No es ni más allá de los dos, ni nada. No puede ser capturada ni catalogada. Eso no quiere decir que la iluminación no pueda ser abordada por el pensamiento. Sin duda se puede, y puede ser descrita y comprendida intelectualmente. La mente, clarificada y agudizada, es una herramienta importante para deshacer las ilusiones del yo personal. Pero la mente sólo nos lleva a "99 grados centígrados". No nos lleva más allá del punto de ebullición de la realización. Nos acompaña hasta la puerta, junto con su compañero esencial conocido como "pasión".
La consciencia iluminada ve y comprende la perfección intrínseca y total de cada momento. Ve y comprende que el ser personal no es así, y que nunca ha tenido una existencia sustancial, más allá de ser un constructo mental: una colección de recuerdos e identificaciones, un presunto "centro de gravedad " interior que no existe en ningún sentido absoluto.
La iluminación no puede ser realizada si estamos gobernados por los deseos generados por el fantasma del yo personal. El yo personal busca muchas cosas, las interminables Santos Griales del mundo. La iluminación será simplemente otro de sus deseos si ve algo deseable en la iluminación. El yo personal piensa que tal vez esta "iluminación" nos libera de ciertas cosas y ciertas responsabilidades. El yo personal por lo general tiene una motivación equivocada de buscar la iluminación, y con el tiempo esta motivación equivocada se revela, lo que resulta en una disminución del interés por la iluminación. Esta disminución en el interés generalmente suele adoptar la forma de dejarse distraer por otros asuntos. Estas distracciones son en realidad el yo personal que busca escapar del negocio de la iluminación, y readquirir su antiguo asimiento y hábitos.
Para el yo personal, la iluminación es en última instancia algo aterrador, porque es una llamada a abandonar el barco por completo. Es la muerte de todas las ilusiones más queridas. Como tal, no es posible que nos embarquemos en este camino a menos que estemos verdaderamente cansados de nuestras ilusiones y de la naturaleza totalmente repetitiva del sufrimiento generado por el ego.
La iluminación es la liberación de la ilusión, la libertad de la ignorancia. Pero en casi todos los casos la iluminación no es un asunto de efecto inmediato Su realización es radical e inmanente, pero rara vez completa y total. El yo personal no renuncia a sus queridas ilusiones tan rápida o fácilmente. Por lo general, mantiene una buena y sostenida lucha.
Debido a esto, es inútil y sin sentido convertir al yo personal en una especie de enemigo. Esto sólo sería el ego espiritualizado luchando con el yo personal. Sería simplemente la ilusión en guerra con la ilusión. Muchos buscadores espirituales caen en esta trampa. Hacer esto no te convierte en un liberado, sino que te divide internamente, para llegar a ser en última instancia poco más que un moralista, un sacerdote insufrible de la iglesia del Santo Impostor.
Un enfoque más fiable es concienciar a nuestro yo personal. En lugar de hacerlo un enemigo, o huir de él con miedo y culpabilidad, debemos estar profundamente familiarizados con él. Esto implica inevitablemente la necesidad de ser exploratorios con la vida en cierta medida. Es más conveniente ejercitar algunos de nuestros deseos con el fin de estar plenamente familiarizados con ellos, en lugar de controlarlos y reprimirlos en nombre de una buscada iluminación que es realmente más un asustado escape de nuestra condición humana.
Ser exploratorio no es una licencia para dar rienda suelta a los deseos. Evitamos los extremos de la represión y la indulgencia. De este modo, buscamos realizar la verdad en ambos niveles: absoluto y convencional. Buscamos realizar la verdad en la meditación y contemplación silenciosas y en la ruidosa plaza del mercado o cuando discutimos con nuestro amante. Buscamos realizar la verdad en el pensamiento enfocado e indagador, y en la conciencia expandida de la observación silenciosa de eso que observa. Buscamos realizar la verdad en el contacto sensual y en las actividades ordinarias, estando completamente presentes en todos los actos.
No tenemos ninguna esperanza de andar por el camino de la iluminación sin una profunda y sostenida pasión por la verdad. Al principio, y posiblemente durante mucho tiempo, esto se parecerá a "mi pasión por la verdad". Pero finalmente nos daremos cuenta ―siempre ahora― que se trata de la verdad descubriéndose a sí misma, y que el yo personal, con sus prioridades y preciados sueños, es consumido poco a poco por el fuego de esta pasión.
La iluminación no se trata de renunciar al mundo. No se trata de renunciar a nada. Es más bien una apertura a lo que es, y una realización de la perfección de lo que es.
Esto se logra mediante la realización de la naturaleza de la ilusión generada por el yo personal ―yo, mis deseos y mis miedos. Eso, combinado con un interés apasionado y permanente en la verdad última, son las dos herramientas para el reconocimiento de la verdadera naturaleza de la realidad. Sin embargo ―y esto es un punto crucial― reconocer las ilusiones del yo personal no significa que saltemos por encima del yo personal, en un intento equivocado de prescindir de él rápidamente, para desecharlo como una ilusión, cuando en realidad estamos todavía en sus garras. Si intentamos esto probablemente fracasaremos. En cambio, lo que se requiere es una completa investigación del yo personal, un madura disposición para ser responsable de sus manifestaciones, y tomar posesión completa de él.
No podemos soltar una pelota hasta que no la tenemos en nuestra mano. No podemos soltar las ilusiones del yo personal hasta que no hayamos visto y comprendido todo el alcance de nuestra identificación con él. Esto requiere un profundo nivel de honestidad, y una consistente disposición a mirar adentro.
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