El éxito verdadero
El éxito no es un asunto simple: no puede definirse meramente por la cantidad de dinero y de bienes materiales que posees. El sentido del éxito es mucho más profundo. Sólo puede ser medido por el grado en que tu paz interior y tu control mental te capacitan para ser feliz en todas las circunstancias. Ése es el éxito verdadero.
El secreto del éxito y de la felicidad está dentro de ti. Si has encontrado externamente el éxito y la prosperidad fuera de ti, pero no en tu interior, no has alcanzado realmente el éxito. Un millonario que no es feliz no es un hombre de éxito. No quiero decir, sin embargo, que si tienes un millón de dólares no puedes ser una persona de éxito. Pobre o rico, si consigues ser feliz en la vida habrás logrado un éxito auténtico.
El empleo de la fuerza de voluntad dinámica
Nada es imposible, a menos que así lo pienses.
Como ser mortal eres limitado, pero en tu condición de hijo de Dios no tienes ningún límite. […] Concentra tu atención en el Señor y dispondrás de todo el poder que desees, para usarlo libremente de acuerdo con tu voluntad.
La voluntad es el instrumento a través del cual se refleja la imagen de Dios en tu interior. En la voluntad yace el ilimitado poder divino, el poder que controla todas las fuerzas de la naturaleza. Puesto que has sido creado a imagen de Dios, ese poder te pertenece y puedes aplicarlo para satisfacer todos tus anhelos.
Cuando te propongas realizar cosas buenas, lograrás el éxito si haces uso de la fuerza de voluntad dinámica para llevarlas a cabo. Independientemente de las circunstancias, si perseveras en tus esfuerzos, Dios creará los medios por los cuales tu voluntad recibirá la debida recompensa. A esta verdad se refirió Jesús cuando dijo: «Si tenéis fe y no vaciláis, […] si aun decís a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, así se hará». Si continuamente ejercitas tu fuerza de voluntad, no obstante los contratiempos, ella te aportará el éxito, la salud y la capacidad para ayudar a los demás y, sobre todo, te aportará la comunión con Dios.
El cerebro del hombre mortal se encuentra lleno de «imposibles». Cada individuo ha nacido en una familia dotada de ciertas características y hábitos, y es la influencia de estos factores lo que le induce a pensar que no le es posible realizar determinadas cosas: por ejemplo, caminar mucho, comer esto o soportar aquello. Esos «no puedo» deben ser cauterizados. Cada uno de nosotros dispone en su interior del poder para alcanzar todo lo que desea; dicho poder yace en la voluntad.
Si te aferras a un determinado pensamiento, aplicando en ello tu fuerza de voluntad dinámica, dicho pensamiento llegará finalmente a manifestarse en forma externa y tangible.
Albergar un pensamiento con fuerza de voluntad dinámica significa aferrarse a él hasta que ese pensamiento matriz desarrolle su propio poder dinámico. Cuando un pensamiento se torna dinámico por acción de la fuerza de voluntad, adquiere la capacidad de manifestarse de acuerdo con el modelo mental que hayas creado.
¿Cómo desarrollar la voluntad? Escoge un objetivo que creas no poder lograr, y concentra todos tus esfuerzos en alcanzar esa sola meta. Cuando hayas obtenido el éxito, prosigue con algún objetivo de mayor envergadura, y continúa ejercitando tu poder de voluntad de esta manera. Si lo que te propones es muy difícil, ora profundamente: «Señor, dame la capacidad necesaria para superar todas mis dificultades». Debes hacer uso de tu fuerza de voluntad, no importa lo que seas ni quién seas. Debes proceder con determinación. Aplica la fuerza de voluntad tanto en los negocios como en la meditación.
El éxito o el fracaso se deciden en tu mente. Aun cuando tengas en contra la opinión negativa del resto de la sociedad, si mediante el uso de la invencible voluntad que Dios te ha conferido manifiestas la convicción de que las dificultades no podrán vencerte, sentirás que te invade un secreto poder divino; comprobarás entonces que el magnetismo de esa convicción y de ese poder te abre nuevas puertas para solucionar los problemas.
Cómo afrontar constructivamente el fracaso
La estación del fracaso es el período más propicio para sembrar las semillas del éxito. Aunque seas azotado por el látigo de las circunstancias, mantén la cabeza erguida. No importa cuántas veces hayas fracasado, inténtalo siempre una vez más. Aun cuando creas que ya no podrás continuar luchando, o que has hecho ya todo cuanto podías, lucha siempre, hasta que tus esfuerzos se vean coronados por el éxito.
Aprende a utilizar la psicología de la victoria. Algunas personas aconsejan: «No hables nunca sobre el fracaso»; pero eso sólo no ayuda. En primer lugar, analiza tus fracasos y sus causas, aprovecha la experiencia y luego desecha todo pensamiento al respecto. Aunque fracase muchas veces, la persona que persevera en su intento, la que no ha sido vencida en su interior, es en verdad una persona victoriosa.
La vida puede ser sombría y quizá sobrevengan dificultades o dejes escapar oportunidades, pero nunca pienses: «Estoy vencido. Dios me ha abandonado». ¿Quién podría hacer algo por una persona así? Tu familia podrá desampararte; la fortuna podrá aparentemente abandonarte; todas las fuerzas del hombre y la naturaleza podrán disponerse para marchar en tu contra; pero con la capacidad de la iniciativa divina que posees dentro de ti, puedes desbaratar todas las incursiones del destino, creadas por tus propias acciones erradas del pasado, y entrar con paso victorioso en el paraíso.
No importa cuantas veces fracases, sigue tratando de triunfar. No importa lo que suceda, si tomas la siguiente decisión irrevocable: «La Tierra podrá hacerse añicos, pero yo continuaré esforzándome al máximo», estarás ejerciendo la voluntad dinámica y tendrás éxito. Es esa voluntad dinámica la que hace a un hombre rico; a otro, fuerte; y a otro, un santo.
La concentración: clave del éxito
La causa fundamental de muchos fracasos en la vida es la falta de concentración. La atención es como un faro: cuando su haz de luz se esparce sobre una extensa superficie, su capacidad para iluminar un objeto en particular disminuye; pero si se enfoca sobre un solo objeto, dicha capacidad aumenta considerablemente. Los grandes hombres poseen la facultad de concentrarse: ellos enfocan la totalidad de su atención en una sola cosa a la vez.
Debemos conocer el método científico de concentración (enseñado en las Lecciones de Self-Realization Fellowship) mediante cuya práctica la atención es liberada de las distracciones y se enfoca sobre un solo objeto. Con el poder de la concentración, el ser humano es capaz de usar el asombroso poder de la mente para lograr lo que desee y también es capaz de vigilar todas las puertas por las que el fracaso pueda entrar.
Hemos de abordar todo problema o deber inmediato concentrando en él nuestra energía, y resolverlo o ejecutarlo a la perfección. Ésta debería ser nuestra filosofía de vida.
La mayoría de las personas llevan a cabo todas sus actividades con indiferencia, usando sólo aproximadamente el diez por ciento de su atención, de ahí que carezcan de la capacidad de triunfar. […] [Realiza todas tus] acciones utilizando el poder de la atención, el cual adquiere su fuerza plena mediante la práctica de la meditación. Cuando usas ese poder divino de concentración, puedes aplicarlo al logro de cualquier objetivo y alcanzar el éxito.
La creatividad
Sintonízate con el poder creador del Espíritu. Estarás entonces en contacto con la Inteligencia Infinita, capaz de guiarte y de resolver todos tus problemas. Así, desde la dinámica Fuente de tu ser, manará un ininterrumpido flujo de poder que te capacitará para desempeñar tu tarea de forma creativa en cualquier esfera de actividad.
Hazte esta pregunta: «¿He intentado alguna vez hacer algo que nadie haya hecho?». Éste es el punto de partida para aplicar la iniciativa. Si jamás has llegado a pensarlo, eres similar a cientos de personas que erróneamente creen que carecen de capacidad para actuar en forma diferente a como siempre lo han hecho. Tales individuos son como sonámbulos; las sugestiones provenientes de su subconsciente han formado en ellos la conciencia de personas cuya potencia es, por así decirlo, de un solo caballo de vapor.
Si has vivido en este estado de sonambulismo debes despertarte, afirmando: «Poseo la más grande cualidad del hombre: la iniciativa. En cada ser humano existe una chispa de poder mediante cuyo uso puede crear algo que jamás se haya creado. Sin embargo, si yo me dejara hipnotizar por el ambiente, ¡veo cuán fácilmente podría ser engañado por la conciencia mortal de limitación que satura el mundo!».
¿Qué es la iniciativa? Es una facultad creadora que posees en tu interior, una chispa del Creador Infinito. Ella puede dotarte del poder de crear algo que nadie haya creado jamás, impulsándote a realizar las cosas de una manera nueva, original. Si observamos las obras de un individuo de iniciativa, nos parecerán tan espectaculares como la estela de un meteorito. Creando algo a partir aparentemente de la nada, esa persona nos demuestra que lo que parece imposible puede tornarse posible mediante el empleo personal del tremendo poder inventivo del Espíritu.
La persona creativa no se queda a la espera de que surja una oportunidad, culpando a las circunstancias o a la suerte o a los dioses. Ella busca y aprovecha las oportunidades o bien las crea con la varita mágica de su voluntad, de su esfuerzo y de su inquisitivo discernimiento.
Antes de comprometerte en cualquier tarea de trascendencia, siéntate serenamente, aquieta tus sentidos y tus pensamientos, y medita con profundidad; serás guiado entonces por el gran poder creador del Espíritu.
Cuando desees producir algo, no confíes sólo en la fuente externa; recógete profundamente en tu interior y busca la Fuente Infinita. Todos los métodos para alcanzar el éxito comercial, todas las invenciones, todas las vibraciones musicales, todos los pensamientos y escrituras inspiradores están registrados en los anales de Dios.
Cómo obtener el éxito en todos los aspectos
Aquel que busca a Dios es el más sabio de los hombres; quien le ha encontrado es el más exitoso entre todos.
Los grandes maestros nunca te aconsejarán que seas negligente, sino que te enseñarán a ser equilibrado. No cabe duda de que debes trabajar para alimentar y vestir el cuerpo. Pero si una obligación se opone a otra, no se trata de una verdadera obligación. Miles de hombres de negocios se hallan tan ocupados amasando fortunas ¡que olvidan que están provocándose también una grave enfermedad cardíaca! Si el deber de prosperar te hace olvidar el deber de conservar tu salud, aquél no constituye un deber. El desarrollo ha de producirse en forma armoniosa. No tiene sentido brindar especial atención al desarrollo de un cuerpo maravilloso si éste sólo alberga un cerebro de mosquito. También hay que desarrollar la mente. Y si cuentas con una salud, una prosperidad y un intelecto excelentes, pero no eres feliz, entonces tu vida no es todavía un éxito. Cuando puedas decir sinceramente: «Soy feliz, y nadie puede privarme de esa felicidad», serás un rey; habrás encontrado la imagen de Dios que mora en tu interior.
Otra condición del éxito es que no sólo obtengamos armoniosos y benéficos resultados para nosotros mismos, sino que también compartamos esos beneficios con los demás.
La vida debería ser, principalmente, servicio. Sin ese ideal, la inteligencia con que Dios te ha dotado no se está encaminando hacia el cumplimiento de su objetivo. Cuando al brindar tu servicio te olvidas del pequeño ser, sientes el gran Ser del Espíritu. Así como los vitales rayos del sol nutren a todos los seres, de igual manera debes tú derramar rayos de esperanza sobre el corazón de los pobres y de los olvidados, encender la llama del valor en el corazón de los abatidos e infundir renovado aliento en el corazón de quienes se consideran fracasados. Cuando comprendas que la vida es una jubilosa batalla del deber y, al mismo tiempo, un sueño pasajero, cuando te colme la dicha de hacer felices a los demás, prodigándoles bondad y paz, a los ojos de Dios tu vida será un éxito.
La abundancia y la prosperidad
Quienes buscan la prosperidad sólo para sí mismos terminarán inevitablemente en la pobreza o sufriendo de desarmonía mental; pero aquellos que consideran al mundo entero como su hogar y que en verdad se preocupan y trabajan por lograr la prosperidad de su comunidad o del mundo [...] adquieren la prosperidad individual que legítimamente les pertenece. Ésta es una ley infalible y secreta.
Todos los días, procura hacer algo —aunque sea muy pequeño— en beneficio de los demás. Si deseas amar a Dios, debes amar a tus semejantes, pues todos son sus hijos. Puedes ayudar, en el plano material, dando a los necesitados; y en el aspecto mental, consolando a los afligidos, alentando a los temerosos, brindando amistad divina y apoyo moral a los débiles. También siembras semillas de bondad cuando despiertas en otros el interés por conocer al Señor y cultivas en ellos un mayor amor a Dios y una fe más profunda en Él. Cuando abandones este mundo, las riquezas materiales quedarán atrás, pero todo el bien que hayas hecho te acompañará. Las personas ricas que son avaras, así como las personas egoístas que nunca ayudan a los demás, no atraerán riquezas en su próxima vida. Pero aquellos que dan y comparten, ya sea que tengan mucho o poco, atraerán la prosperidad. Ésa es la ley de Dios.
Imagina la Abundancia Divina como una copiosa y refrescante lluvia, la cual puedes recibir en proporción al receptáculo que tengas a mano. Así, por ejemplo, si tienes una pequeña taza, sólo recibirás la cantidad que ella es capaz de contener. Si tienes una escudilla, de mayor capacidad, ésta también se llenará. ¿Qué tipo de receptáculo es el que tienes para recibir la Abundancia Divina? Tal vez tu vasija sea defectuosa. De ser así, debes repararla, arrojando fuera los temores, odios, dudas y envidias, y lavarla luego con las aguas purificadoras de la paz, la tranquilidad, la devoción y el amor. La Abundancia Divina obedece a la ley del servicio y de la generosidad. Da y recibirás. Da al mundo lo mejor que tengas, y recibirás lo mejor en retribución.
Afirmaciones para obtener el éxito
Teoría sobre las afirmaciones e instrucciones para su práctica
Avanzaré con fe perfecta, confiando en el poder del Bien Omnipresente, el cual me otorgará cuanto necesite, en el momento en que lo necesite.
Dentro de mí mora el Infinito Poder Creador. No iré, pues, a la tumba sin haber obtenido algún logro. Soy un hombre-Dios, una criatura racional. Soy el poder del Espíritu, la Fuente dinámica de mi alma. Haré innovaciones en el mundo de los negocios, en el campo del pensamiento y el de la sabiduría. El Padre y yo somos Uno. Puedo crear todo lo que desee, al igual que mi Padre creador.
Afirmaciones para obtener
la abundancia divina
¡Oh Padre!, deseo recibir prosperidad, salud y sabiduría sin límites, no de fuentes terrenales, sino de tus pródigas y todopoderosas manos.
No seré un mendigo que pide prosperidad, salud y sabiduría limitadas y mortales; soy tu hijo, y como tal exijo sin reservas la participación en tus infinitas riquezas que como hijo tuyo me corresponde.
Padre Divino, ésta es mi oración: no me importan las posesiones permanentes, pero dame el poder de adquirir a voluntad lo que haya de necesitar cada día.
fuente:http://www.yogananda-srf.org/HowtoLive/C%C3%B3mo_alcanzar_el_%C3%A9xito_y_la_prosperidad_verdaderos.aspx#.VmH9vHYveUk
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