Sin saber cómo ni por qué, la vida siempre te acaba sorprendiendo cuando menos te lo esperas. ¿Es que quizá las personas no tenemos control alguno sobre nuestro destino y este fluir vital en que nos envolvemos cada día?
Desde luego, lo tenemos. Lo que ocurre es que muchas veces somos nosotros mismos quienes nos cerramos las puertas a estas oportunidades, a estos cambios a estos actos fortuitos satinados de positividad y esperanza a los que todos tenemos derecho.
La vida es un extraño carrusel donde lo bueno y lo malo nos visita por igual, pero somos nosotros, con nuestras actitudes, y nuestros pensamientos, quienes debemos empujar a esta rueda para que siga girando, con optimismo y esperanzas renovadas para que al final, llegue lo que merecemos.
Si hay algo que también tenemos claro, es que no por desear que nos alcance la suerte va a llegar por sí sola. Es más, sabemos también que no por actuar con integridad y nobleza hemos de ser siempre afortunados. El destino no parece actuar así.
Ahora bien, todo depende de la forma en que te erijas ante la propia vida. En ocasiones, quien se levanta con regia y firmeza, con orgullo con su coraza puesta, acaba quebrado. A veces, es mejor ser como esas espigas del campo que se adaptan al viento y a sus embestidas, porque son flexibles, porque son ligeras y pacientes…
La vida, como cada aspecto de este mundo, tiene su ritmo. Hay que saber escuchar, atender y mirar el día a día con la mente abierta y el corazón despierto. Las cosas buenas siempre llegarán si confías, si te sientes merecedor de ello y sabes actuar.
Permite que la vida te enseñe y te sorprenda: abre tu mente
Suele decirse que lo bueno en la vida aparece para darnos felicidad, y lo malo, para aportarnos nuevas lecciones. Ahora bien, hay quien entiende esto último no como “un aprendizaje vital”, sino como un castigo del destino.
En la vida, para ser grandes y permitirnos tocar las estrellas, debemos en primer lugar empezar desde el suelo. No tengas miedo de experimentar fracasos, decepciones. Solo quien integra, acepta y dejar ir lo malo tiene la capacidad para poder volar más libre y alcanzar el cielo con la punta de sus dedos.
Para comprender mejor estas ideas, basta con dar un sencillo ejemplo. Imagina que tienes una amistad que acaba se sufrir un desengaño sentimental. Intentas ayudar a esta persona, pero ella misma enfoca lo sucedido no solo con decepción, sino con rabia y resentimiento.
Deja de creer en el amor, pierde la confianza en las personas y se ve a si mismo/a como alguien “que no está hecho para tener pareja”. Alguien que no merece ser amado. Este tipo de actitudes son las que cierran puertas, las que no dejan que la vida, les sorprenda.
Los pensamientos limitantes son ideas negativas que consideramos como ciertas, sin que lo sean, y que además, condicionan nuestra vida.
Muchas veces estén determinados o bien por una mala experiencia, o porque nos las han inculcado desde niños a nivel educativo.
Las creencias limitantes nos bloquean o nos anulan impidiendo que tengamos nuevas oportunidades de aprendizaje, y aún más, nos vetamos a nosotros mismos la capacidad para avanzar, para crecer.
Te invitamos ahora a poner en práctica estos sencillos consejos para permitir romper muchos de esos muros internos que tenemos en nuestra mente y nuestro corazón, que casi sin darnos cuenta, no dejan que la vida, cuando así lo desee, nos sorprenda.
Toma conciencia de ti mismo
Para tomar conciencia de ti mismo, es necesario que hagas un pequeño ejercicio de autoconocimiento, donde seas capaz de intuir tus propios pensamientos limitantes, tus miedos, y esas alambradas de espino que todos, de algún modo, colocamos alrededor de nuestro crecimiento personal.
La vida real no son tus errores o tus fracasos. Tú eres lo que superas y lo que eres capaz de permitirte una vez escampas las nubes de tormenta de tu horizonte: lo que debes encontrar es tu felicidad.
Al tomar conciencia de ti mismo y establecer ese necesario diálogo interior, verás que es necesario desterrar viejas ideas que nos inculcaron nuestros padres, e incluso la propia sociedad. Una vez seas capaz de andar libre, descalzo de resentimientos y culpas, lograrás ver el día a día con mayor esperanza. Ahí donde de verdad, se hallan las cosas buenas.
Envuélvete por creencias creadoras
Creer en uno mismo y crear la persona que de verdad quieres ser: de eso se trata. ¿Es algo quizá muy difícil? En realidad lo es un poco, porque requiere en ocasiones tener que dejar atrás muchas cosas, e incluso personas.
-Ten en cuenta que en tu círculo social y personal puede haber alguien que limite tu crecimiento personal, y que te impida ser quien de verdad eres y quien deseas ser.
-La vida nos sorprenderá solo si vamos más allá de nuestra zona de confort, y para ello necesitamos ser valientes, romper esquemas y cambiar algún que otro pensamiento.
La fuerza creadora está en ti mismo. A estas alturas de la vida ya sabes lo que es la adversidad, lo que es superar alguna que otra batalla, así que no te rindas nunca en tu empeño por mantener la esperanza, y el optimismo. Es una ventana abierta que nunca debe cerrarse.
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